QUIÉN ES RYKE GEERD HAMER
Nacido en la localidad alemana de Frisia en
1935, Hamer se casaría teniendo sólo 21 años con otra aspirante a médico, Sigrid
Oldenburg, sólo un año después de superar el examen de acceso para estudiar
Medicina. Sin embargo, influido sin duda por sus padres -pastores protestantes-
se licenciaría primero en Teología en Erlangen. Luego, en 1959 -con 24 años-
Hamer aprobaría el examen estatal de Medicina de Marbourg y terminaría
licenciándose en Ciencias Médicas con las especialidades de Psiquiatría y
Pediatría. Formación que, por cierto, complementaría con los estudios de Física
donde llegó a completar doce semestres aunque no llegó a efectuar el examen.
En 1961 obtendría el grado de Doctor en Medicina trabajando durante varios años
en clínicas universitarias de Tübingen y de Heidelberg, lugar donde también
ejercería la docencia. En 1972 se especializaría en Medicina Interna y efectuó
investigaciones sobre "la angiometría de los tumores cerebrales". Asimismo,
obtendría diploma de radiólogo. Hamer es además inventor. Así, inventó el
escalpelo eléctrico que lleva su nombre y que permite operar de forma no
traumática -corta casi 20 veces más finamente que un bisturí normal- y de una
sierra especial para las intervenciones óseas. También tiene patentada una
couchette para masaje que se adapta automáticamente al contorno del cuerpo y un
aparato que permite el diagnóstico serológico transcutáneo. Se trataba, en suma,
de un médico de sólida reputación y un prestigio innegable.
Sin embargo, todo cambiaría en 1978 cuando
-como contamos el pasado mes- la muerte de su hijo por un disparo le llevaría
tanto a él como a su mujer a desarrollar sendos cánceres -él en un testículo,
ella en una mama- no tardando mucho en relacionar ambos hechos. A partir de ese
instante iniciaría una investigación que le llevaría a determinar lo que
denominó "Ley de Hierro del Cáncer", piedra angular alrededor de la cual se
articularía lo que hoy se conoce como "La Nueva Medicina".
En octubre de 1981, convencido de que su
descubrimiento podía ayudar a mucha gente, decide presentarlo para su validación
en la Universidad de Tübingen. ¿Y por qué en ella? Pues porque la ley alemana
obliga a las universidades a pronunciarse respecto de los trabajos de los
médicos doctorados en ellas y Hamer se doctoró en Tübingen.
Sin embargo, y para su sorpresa, el tribunal médico designado al efecto, en una
decisión insólita, le coloca ante la alternativa de abjurar de su tesis o
abandonar de inmediato su trabajo clínico en la institución. Hamer insiste en
que se compruebe lo que afirma y espera. Y en mayo del año siguiente la
Universidad de Tübingen le devuelve sus documentos de trabajo sobre la relación
entre psiquismo y cáncer... pero sin haber efectuado verificación alguna.
Posteriormente, en 1986, viendo que sigue manteniendo sus ideas, la Universidad
de Tübingen le abre un proceso para prohibirle el ejercicio de la medicina "por
no querer abjurar de la Ley de Hierro del Cáncer y no asumir las tesis
convencionales sobre el cáncer". El acto se celebra en una sesión única en 1990
y en el mismo se le declara como una persona incapaz de controlarse y, por
tanto, incompetente para juzgar las necesidades de tratamientos contra el
cáncer. Se le inhabilita como médico. Y encima, el tribunal decreta que no
existe posibilidad alguna de que se vuelva a revisar su caso. Hamer, sin
embargo, acude a los tribunales y exige que la Universidad de Tübingen se
pronuncie sobre los descubrimientos que presentó en lugar de limitarse a
descalificarle. Y gana: en 1986 el tribunal condena a la Universidad de Tübingen
a reabrir el proceso de inhabilitación de Hamer y a pronunciarse sobre lo que
éste plantea. Pero la universidad guardaría silencio ¡durante 8 años!: hasta
1994. Y sólo para volver a declarar -el 22 de abril- que "en el marco del
proceso de habilitación del Dr. Hamer no está prevista la verificación" de sus
asertos.
Y no crea el lector que durante todo ese
tiempo Hamer dejó de ser perseguido. El 21 de julio de 1988, a instancias de
quienes habían decidido retirarlo de la circulación, el tribunal de primera
instancia de Coblence le citó para que compareciera y decidir si estaba en su
sano juicio sometiéndole a un examen psiquiátrico, algo de lo que se encargaría
el profesor Horn, director del hospital psiquiátrico regional. Sin embargo, el
intento de internarlo a la fuerza en una institución psiquiátrica con el fin de
callarle -o, al menos, desprestigiarle- fracasa. Sólo unos meses después, el 9
de diciembre de 1988, el profesor titular de la cátedra de cancerología de la
Universidad de Viena, Dr. Jórg Birkmayer, declararía -para sorpresa general- que
había verificado la veracidad de la llamada Ley de Hierro de Hamer. Verificación
a la que seguirían otras posteriores realizadas por equipos médicos de Munich y
Chambéry. Otros colegas médicos, obviamente, se interesarían de inmediato en
ello. Y el 24 de junio de 1992 se anuncia que de nuevo ha vuelto a verificarse.
Así se recoge en un comunicado oficial de la Facultad de Medicina de Dusseldorf
firmada por el profesor E. A. Stemmann.
Todo esto, sin embargo, no paralizaría los
ataques. Es más, desde entonces los intentos de desprestigio y desacreditación
del Dr. Hamer y de sus descubrimientos han sido constantes. Y así, el 21 de mayo
de 1997 fue de nuevo arrestado. Resulta que, como oficialmente seguía
inhabilitado para ejercer por no abjurar de sus afirmaciones, fue acusado de
practicar la Medicina por asesorar a unas personas que le habían consultado
sobres sus problemas cancerígenos. Por lo que la juez, en Colonia (Alemania),
decidió encarcelarle basándose en tres razones. La primera, que había infringido
la ley de práctica médica. Es decir, como estaba inhabilitado para ejercer como
médico es obvio que sus consejos los había hecho como vulgar curandero y eso lo
castiga la ley. Así que se aplicó la norma al respecto, aprobada en la época de
Hitler. Muy apropiada al caso. Especialmente porque, para mayor sarcasmo, Hamer
se limitó a dar unos consejos y ni siquiera cobró por ello. La segunda razón fue
"no atenerse a razones". Es decir, negarse a abjurar de sus convicciones. Una
exigencia más propia de la época de la Inquisición que del siglo XXI. Y tercero,
que existía el "temor fundado" de que se fugase a España. Para mayor escarnio,
la resolución judicial indicaba que el doctor Hamer sólo podría ser visitado en
prisión media hora dos veces al mes, previa solicitud y, a ser posible, en
grupo. Medidas propias de un peligroso criminal. He de decir que seguí aquel
vergonzoso proceso muy de cerca y publiqué ampliamente en su momento todo este
sinsentido sufragando los gastos para que Itziar Orube, colaboradora de la
revista que entonces dirigía, pudiese asistir en directo en Alemania al juicio.
Han pasado varios años pero la sensación de asco ante determinados actos de
¿justicia? como éste aún me revuelven el estómago.
Cabe añadir que son muchos los médicos que verificado las afirmaciones y
postulados de Hamer. Hay casi una treintena de estudios al respecto, algunos
oficializados notarialmente. Sin embargo, no se les ha dado credibilidad alguna.
Siempre con el argumento de que el reconocimiento oficial de algo así sólo podía
hacerlo una universidad oficial. Entonces sí sería reconocida...
Pero quienes se excusaban con tal argumento mentían. Porque el 8 y 9 de
Septiembre de 1998 los postulados de la Nueva Medicina fueron también
verificados y confirmados oficialmente por la Universidad de Trnava, en
Eslovaquia, como certificaron con sus firmas los doctores J. Miklosko
-Vicerrector de la Universidad-, V. Krcmery -Decano de la Facultad- y J. Pogády
-Catedrático de Psiquiatría y Presidente de la Comisión-. Una certificación que,
textualmente dice:
"Durante los días 8 y 9 de Septiembre de 1998, en el Servicio de Oncología del
Instituto Oncológico Santa Isabel de Bratislava, y ante la presencia del
Vicerrector de la Universidad de Trnava, del Decano de la Facultad de Enfermería
y Naturaleza Social de la Universidad y de diez personas más, entre docentes y
catedráticos, han sido examinados siete casos de pacientes con más de veinte
enfermedades. Los protocolos médicos de dichos casos, establecidos por el Dr.
Hamer, se adjuntan a la presente. Se trataba de constatar la comprobación de su
sistema en base a reglas científicas de reproductibilidad. Los hechos ocurrieron
de la siguiente manera: de las cerca de cien pruebas que se pueden examinar en
cada enfermedad según las reglas de la Nueva Medicina (no pudieron ser
examinadas todas por falta de datos), en todas las que se pudo comprobar se
constató que se cumplían con exactitud las leyes naturales de esta Nueva
Medicina.
Los abajo firmantes aseguramos que, en su
presentación, realizada en dos ejercicios de verificación, se confirma su
sistema con mucha probabilidad. Valoramos en gran estima el compromiso ético,
humano y paciente del Dr. Hamer así como su nueva aproximación integral al
paciente.
Considerando todos estos factores estamos convencidos de que la cuestión de la
pronta aplicación de la Nueva Medicina debe ser efectuada con urgencia."
Cabe añadir que hoy son miles los médicos convencidos en todo el mundo de que
Hamer tiene razón y siguen sus enseñanzas, recogidas en lo que vino a denominar
"La Nueva Medicina". A pesar de que algunos colegios médicos españoles abrieron
también expedientes a algunos afiliados que decidieron seguirla. Porque también
en España hay médicos que han sufrido persecución por compartir los
planteamientos de Hamer. Aquellos que se atrevieron a decir que tenía razón o,
simplemente, que lo que planteaba tenía sentido y había que investigarlo. Hoy,
conscientes de que el sistema los aplastaría si insisten en decir lo que piensan
en público, trabajan en silencio. Discretamente. Conozco a médicos de toda
España en esa situación. Es más, la estrategia adoptada por los prebostes de la
Oncología es hacerse los tontos cuando se les pregunta por Hamer, mirarse los
unos a los otros con cara de fingida sorpresa y decir que no saben quién ese
señor por el que se les pregunta. Lo he vivido varias veces, la primera de ellas
durante el acto de presentación del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas (CNIO) que dirige Mariano Barbacid. Por supuesto, todos lo conocen.
Sin excepción.
EL PLANTEAMIENTO DE HAMER
Llegados a este punto, el lector que no ha
oído hablar de Hamer ni de lo que postula se estará preguntando qué afirma ese
médico alemán para que haya sufrido tamaña persecución. Y es sencillo: Hamer
afirma que el cáncer es un proceso biológico natural que el cuerpo pone en
marcha cuando alguien sufre un shock traumático inesperado. Lo que él llama un
choque conflictivo biológico. Y que mientras dura el conflicto, el cáncer se
extiende. Sin embargo, si el conflicto se resuelve el cáncer se detiene y el
propio organismo lo hace desaparecer. Por lo que en muchos casos la mejor manera
de curar un cáncer es actuar sobre el problema psíquico y emocional dejando a
continuación, resuelto a ese nivel el conflicto, que actúe la naturaleza. Sin
interferencia alguna. Y, por tanto, evitando radiarle, darle quimioterapia o
envenenarle con otros tóxicos. Porque eso sólo agrava el problema e impide la
recuperación. Es más, para Hamer la mayor parte de las muertes en los casos de
cáncer no se deben a éste sino a los tratamientos que los médicos aplican
intentando "curarlo".
"En las estadísticas oficiales facilitadas por el Centro Alemán de Investigación
del Cáncer de Heidelberg -cuenta Hamer- se puede leer que son pocos los
pacientes que después de cinco años sobreviven al tratamiento con quimioterapia.
La Fiscalía de Wiener Neustadt tuvo que admitir, por el contrario, que de los
6.500 pacientes -la mayoría con cáncer avanzado- cuyas direcciones incautaron en
el registro que efectuaron en el Centro para la Nueva Medicina de Burgau
sobreviven todavía 6.000 después de 4 a 5 años; es decir, más de un 90%".
Y añadiría, atónito y dolido: "En los últimos
años he sufrido amenazas de muerte, caza de brujas, persecución por los medios
de comunicación y prohibición de ejercer la medicina así como diversos intentos
de atentado y amenazas de psiquiatrización forzada -por distorsión de la
realidad- hasta llegar a ser encarcelado todo un año simplemente por informar
gratuitamente a tres personas sobre la Nueva Medicina. ¿Le parece a alguien
normal?"
LA NUEVA MEDICINA
Imagino que tanto las peripecias como las
afirmaciones de Hamer habrán dejado perplejos a la mayor parte de los lectores,
especialmente a los médicos. Y, sin embargo, no son aseveraciones gratuitas o
infundadas. Es más, la Nueva Medicina de Hamer da respuesta a la causa de la
mayor parte de las enfermedades así como pautas sobre su curación. Una Nueva
Medicina que se fundamenta en cinco Leyes Biológicas que explican no sólo qué es
el cáncer sino cómo se cura: dejando simplemente actuar al organismo. Pero como
quiera que su explicación requiere cierto espacio para que el lector lo
comprenda bien le invito a leerlo el próximo mes en detalle.
En todo caso, debo adelantar ya desde este instante que si bien la mayor parte
de las afirmaciones de Hamer son correctas y las ha demostrado fehacientemente
discrepamos con él en una cuestión importante: en su afirmación de que todo
cáncer tiene un origen traumático. Esa afirmación cabe matizarla porque, a
juicio de otros muchos expertos, sólo es cierta en el 80 u 85% de los casos. En
la mayoría, pues, pero no en todos. Y es que existen causas externas no
psíquicas ni emocionales que pueden provocar un error de decodificación en las
células que las lleven a cancerizarse como ya explicamos en los dos primeros
artículos de esta serie.
Ello no obsta, empero, para que las
aportaciones de Hamer nos hayan permitido entender a todos mucho mejor qué es en
realidad el cáncer y cómo se cura y, por tanto, merezcan nuestro más sincero
reconocimiento. Hablaremos de todo ello en el próximo número.
José Antonio Campoy
Director Discovery Salud.