Existe un libro titulado "Acción
de España en África" avalado por el prestigio y seriedad del Estado
Mayor, que recoge extensas aportaciones geológicas acerca del continente
perdido. Perteneció al Teniente General y Jefe del Estado Mayor
Sánchez de Ocaña. Se trata de uno de los cuatro únicos ejemplares de
que constó la edición, lo cual hace suponer que su contenido fue
considerado prácticamente secreto, todos destinados exclusivamente a
altos mandos del Ejército español. En sus páginas, basándose en
concomitancias de la fauna, la flora y la geología ente España y
Marruecos, se admite la existencia de La Atlántida. El volumen,
encuadernado con primor en piel de Rusia, fue impreso en 1935, en los
talleres del Ministerio de la Guerra, y su realización corrió a cargo de
la Comisión Histórica de las Campañas de Marruecos. Especialmente
interesante es el capítulo primero, que trata de la Península y el Norte
de África en la Era Terciaria y de las comunicaciones entre el
Mediterráneo y el Atlántico.
La deducción de los autores es que España formaba parte de un
continente terciario unido a África por el istmo que hoy ocupa el
estrecho de Gibraltar, encerrando una vasta cuenca, la del actual
Mediterráneo, que, prolongándose hacia el Noroeste, según muchos
geólogos por territorios ahora sumergidos, llegaba a unirse con América
del Norte. Avalan esta sorprendente conclusión las huellas que sobre la
superficie de España y Marruecos dejaron dos importantes estrechos: el
Norbético, abierto en los tiempos eocenos por el actual valle del
Guadalquivir, que establecía una comunicación entre ambos mares más
amplia que la posterior de Gibraltar, y el Sur Rifeño, por las cuencas
del Sebú y sus afluentes el Varga, el lnaven y el Muluya inferior.
Recreación artística de la
Iberia Bereber
En el capítulo titulado
"Hundimiento del istmo entre Europa y África: la cuestión de La
Atlántida", se informa más ampliamente sobre el continente perdido,
explicando que, unidas todavía las cadenas montañosas Bética y Rifeña,
al fin del Plioceno de la Era Terciaria - según los geólogos- violentas
conmociones sísmicas provocaron el hundimiento del istmo montañoso que
las unía, separando los continentes y dejando abierta una nueva
comunicación entre los dos mares. "Supónese -se lee en el libro- por
muchos geólogos que a consecuencia del mismo cataclismo desapareció
también una gran isla o continente conocido con el nombre de Atlántida."
Centrando la atención en el Nuevo mundo se recoge el hecho de que doce
caribes refirieron a los españoles, en los tiempos de la Ocupación, que
todas las Antillas habían formado en épocas remotas otro continente,
pero que fueron súbitamente separadas por la acción de las aguas. El
recuerdo de este cataclismo perduró entre los aborígenes de América
Central y del Norte hasta Canadá. Siguiendo con las relaciones
establecidas entre las tierras a ambos lados del Atlántico, el informe
relata cómo, en 1898, durante la exploración de la meseta de las Azores,
intentando recoger un cable roto con unas grapas, éstas se enganchaban
en rocas de puntas muy duras y se rompía o torcía. Entre las grapas se
hallaban pequeñas esquirlas minerales que presentaban el aspecto de
haberse roto recientemente. Todas pertenecían al mismo tipo de roca, una
lava vidriosa llamada "traquitas", de similar composición a los
basaltos, pero cuyo estado vidrioso sólo puede producirse al aire libre.
El mismo Termier deduce que, a unos 900 kilómetros de las Azores, la
tierra que constituye el fondo del Atlántico fue convertida en lava
cuando se encontraba todavía emergida, derrumbándose después y
descendiendo hasta los 3.000 metros, donde hoy se encuentra. Las rudas
asperezas y aristas vivas de las rocas demuestran que el hundimiento fue
muy rápido, pues, en caso contrario, la erosión atmosférica y la
abrasión marina habría nivelado las desigualdades de la superficie.
El profesor Hernández Pacheco opinó: "La presencia de conglomerados y
depósitos cuaternarios que en las costas de Cádiz estudió Macpherson, y
otros descubrimientos posteriores, hacen pensar en la posibilidad de que
en épocas recientes, ya humanas, pueden haberse realizado intensos
fenómenos tectónicos en el litoral, con sumergimiento de antiguas tierras
emergidas. La vieja leyenda de La Atlántida se vuelve a presentar ante
el espíritu con todo el obsesionante y misterioso enigma que la rodea."
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