La mayor parte de los historiadores que han
escrito sobre la Atlántida, han
valorado como fabulosas las noticias
transmitidas por Platón
respecto a la primera civilización del planeta.
En opinión de esos historiadores, no podía darse
crédito a las palabras del filósofo griego, al
no poder ser contrastadas con las de otros
historiadores antiguos que se hubiesen
pronunciado sobre esta misma materia. Esa
ausencia de un refrendo histórico suficiente ha
sido la que ha hecho caer sobre la Atlántida el
estigma que acompaña a los hechos ficticios,
modelados por la fantasía humana con la
finalidad de suplir el vacío dejado por la falta
de noticias históricas. Las páginas de este
libro demuestran que esa supuesta ausencia de
informaciones históricas sobre la Atlántida ha
sido consecuencia, exclusivamente, de la
ignorancia en la que han vivido instalados los
historiadores de todos los tiempos, con raras y
honrosísimas excepciones. Porque la Atlántida no
sólo se halla amplísimamente documentada en las
más vetustas crónicas históricas, sino que
constituye la protagonista indiscutible de la
historiografía antigua, recordada hasta el
hartazgo por autores de todas las latitudes y de
todos los tiempos.
La Atlántida sólo podía ser descubierta por un
científico cuyo objetivo no fuera descubrirla,
sino reconstruir y rehabilitar la verdad
histórica en todas y cada una de sus facetas y
parcelas. Porque solamente en ese supuesto
podrían darse las condiciones de objetividad y
desapasionamiento necesarias como para llegar a
encontrar lo que, si realmente existió alguna
vez, había de terminar apareciendo más tarde o
más temprano.