Capítulo
4 del libro “Vivir en la Luz” de Shakti
Gawain
Debe
tenerse presente que cuando hablo de canal o canalizar no me refiero al
proceso psíquico que se produce en estado de trance. En esas ocasiones,
ha de haber un médium, que al entrar en trance, permite que a través de él
hable otro ser. (Uno de los ejemplos más conocidos de canalización de este
tipo es el de Jane Roberts, que sirvió de canal a un ser llamado Seth). En
este libro, con el término canalizar quiero decir ponerse en contacto con la
sabiduría y creatividad de la parte más profunda de nuestro interior, y
mantenerlas vivas. Ser un canal significa ser nosotros mismos de modo pleno
y con total libertad, y ser conscientes de que
somos un vehículo para la más elevada creatividad del universo.
Todo genio creativo ha sido un canal,
y toda obra maestra ha sido creada mediante un proceso de canalización. El
ego no crea las grandes obras; surgen del universo y se expresan y adquieren
forma a través del ego y de la personalidad individual.
Puede darse
el caso de que una persona posea un gran dominio de la técnica, pero sin la
facultad de canalizar la energía creativa, su obra parecerá falta de
inspiración. En la película Amadeus se ve claramente la diferencia entre un
maestro de la técnica y un canal viviente. Salieri sabía escribir música,
pero ignoraba el modo de servirse de la fuente creativa. Mozart -uno de los
canales más asombrosos que han existido jamás- componía música perfecta en
cuanto a la técnica y, a la vez, prodigiosamente inspirada, y lo hacía con
facilidad, de modo espontáneo, sin trabajo ni esfuerzo. Desde su más
temprana infancia la música parecía llenar su interior hasta rebosar. Sin
duda, Mozart ignoraba cómo sucedía esto, y aunque hubiera querido, no habría
podido explicar a nadie lo que debía hacer para componer.
El genio se
ha considerado siempre como algo misterioso e inexplicable, un talento que
Dios concede a unos pocos privilegiados. Parece tener voluntad propia: unas
veces está presente, otras no. Por ese motivo, muchos artistas temen que su
talento desaparezca de improviso. No saben por qué lo poseen y, desconocen,
por tanto, el modo de recuperarlo si se desvanece.
Las
personas creativas suelen actuar como canal únicamente en determinada faceta
de la existencia (el arte, la ciencia, los negocios ...
) y no saben hacerlo extensivo al resto de su vida, por lo que ésta muestra,
a menudo, un grave desequilibrio. En mi opinión, todos somos genios --cada
uno a nuestro modo único. Descubriremos la naturaleza de nuestro propio
genio particular cuando dejemos de in- tentar adaptarnos a nuestros propios
modelos mentales o a los de los demás, cuando aprendamos a ser nosotros
mismos y permitamos que se abra nuestro canal creativo natural. Si
confiarnos en la intuición y nos dejamos guiar por ella, podremos aprender a
vivir como un canal en todo momento y en todos los aspectos de nuestra vida.
Siempre que
pienso en un canal, en ese sentido, veo la imagen de un largo tubo
cilíndrico por el que circula la energía del universo. Es similar a los
tubos de un órgano, a través de los cuales pasa el aire, que percibimos en
forma de música. Es una imagen adecuada, que presenta tres características
importantes:
1.
Es un canal abierto que no tiene obstáculos
en su interior, de modo que la energía puede circular libremente.
2.
Cuenta con una forma física definida. Hay una
estructura que rodea el espacio abierto para dirigir la energía de un modo
determinado. Sin esa estructura, la energía flotaría sin adoptar forma
alguna.
3.
Existe una fuente de
energía, algo que mueve la energía a través del canal.
En un
órgano, la fuente de energía (el órgano mismo) envía la energía a través de
los tubos abiertos. La combinación particular del espacio abierto dentro de
cada tubo y la estructura tubular (forma y tamaño) hace que suene cierta
nota. Todos los tubos tienen una misma fuente de energía, y la energía que
circula por ellos es también la misma; sin embargo, como cada uno es de un
tamaño y forma diferente, cada uno produce un
sonido único.
Nosotros somos canales semejantes a los tubos del órgano.
Nuestra fuente de energía común es el universo, cuyo poder creativo fluye
a través de todo lo existente. Nuestro cuerpo y personalidad es la
estructura que determina la dirección única que tomará la energía al pasar
por nosotros, una vez convertidos en canales creativos voluntarios. De
nosotros depende mantener nuestro canal abierto y despejado, y
crear una estructura de cuerpo y personalidad bella, fuerte y saludable como
vehículo de la energía creativa. Podemos hacerlo sintonizando
constantemente con la energía de nuestro interior, preguntándole dónde
quiere dirigirse y moviéndonos con ella sin oponer resistencia y sin
expectativas.
Es falsa la
idea según la cual para crear una estructura adecuada de cuerpo y
personalidad hay que comer ciertos alimentos, hacer determinados ejercicios
y seguir las reglas o los buenos consejos de otras
personas. El único modo de lograrlo es confiar en nuestra intuición y
aprender a seguir sus instrucciones. Cuando nuestra voz interior nos diga lo
que debemos comer, los ejercicios que nos convienen o nos haga cualquier
otra indicación, podemos confiar en que su consejo fortalecerá nuestra
capacidad para canalizar la energía, por mucho que difiera de las ideas que
antes tuviéramos sobre lo más adecuado.
Hasta
cierto punto, todos somos canales ahora, en nuestra actual condición,
si bien de modo inconsciente y esporádico. Así lo demuestra el siguiente
ejemplo, que es un hecho real. Una de mis amigas vio, hace poco, en el
escaparate de una tienda de animales domésticos, un precioso loro que se
vendía a un precio muy razonable. Aunque siempre había deseado tener un
loro, nunca había podido permitírselo. Cuando lo vio en la tienda, ni
siquiera tenía la cantidad necesaria para pagar el alquiler de su casa
correspondiente a ese mes.
Salió de la
tienda disgustada, lamentando no poder aprovechar una ocasión tan ventajosa.
Intentó olvidar el asunto, pero, pese a todos sus esfuerzos, no podía alejar
al loro de su mente. La sola idea de considerar la posibilidad de comprarlo
le parecía descabellada. No obstante, dos días después, volvió a la tienda
y, con serias dudas sobre su cordura, dio todo el dinero que tenía destinado
al alquiler en depósito para que le reservaran el animal. Me contó que,
cuando se dirigía a la tienda, estaba segura de que si su decisión no era
acertada, alguien se le habría adelantado y habría comprado el pájaro. Ese
pensamiento le pareció tan real que se echó a correr con la intención de dar
el dinero antes de que fuera demasiado tarde. Al día siguiente, cuando pasó
por allí para ver al loro, le dijo el dueño de la tienda: "Menos mal que
vino ayer. Una hora después de que usted se fuera, vino otra persona para
comprar el loro".
Ese mismo
día se encontró con un cliente que, de modo inesperado, le avanzó la misma
cantidad de dinero que había pagado por el pájaro. Cuando volvió a su casa,
su marido le comunicó que había llamado la casera para pedirles que
esperasen un par de semanas antes de pagar el alquiler de ese mes, pues ella
se iba de vacaciones. Por si todo esto no bastaba para confirmar que mi
amiga había estado acertada al seguir su intuición, al día siguiente
encontró otro trabajo, donde le dieron un anticipo que no sólo le permitía
pagar el alquiler, sino también saldar la cuenta del loro. Según me contó,
después de aquel incidente se sintió llena de fuerza y confianza, y pensó:
"¡Ojalá pudiera sentirme así siempre y estuviera
tan segura con respecto a todo lo que me sucede en la vida!".
Este es un excelente ejemplo de canalización espontánea. Quizá el lector
haya tenido una experiencia similar en que el seguir su intuición haya
producido resultados fructíferos y satisfactorios. El paso siguiente será
volverse más consciente del proceso para reconocer cuándo se está
canalizando la energía; en realidad, se trata de la actitud
contraria a sentirse bloqueado, luchar o intentar controlar la energía
creativa. Cuanto mayor sea nuestra disposición a rendimos a la
energía de nuestro interior, más poder podrá fluir a través de nosotros. Por
mi parte, estoy aprendiendo a seguir al espíritu de mi interior
siempre que él desea comunicarme algo. Me examino con mucha
frecuencia, siento la energía dentro de mí y dejo que me guíe. Me parece un
modo de vida maravilloso, porque experimento gozo, entusiasmo, fuerza, amor
y paz, igual que mi amiga cuando, siguiendo su intuición, compró el loro que
siempre había deseado. Sin embargo, para que circule por nosotros el poder
superior del universo, hemos de comprometernos con nuestra intuición,
permitir que el sentimiento de las entrañas nos diga lo que queremos y lo
que no queremos, y dejar que su información sea nuestra única guía. Cuando
estamos dispuestos a aceptar ese compromiso, el poder creativo fluye a
través de nosotros, acrecentando de modo progresivo su fuerza.
Todos hemos
tenido, en ocasiones, experiencias en las que hemos sentido fluir por
nosotros la luz y el poder superior, y nos ha parecido rozar la iluminación.
Tenemos una fugaz visión de la luz, que vuelve a desvanecerse. Cuando
desaparece, nos sentimos perdidos e inseguros.
Sin
embargo, si se aprende a confiar en la intuición y se practica, todo cambia,
pues sentimos la energía cada vez con mayor frecuencia, hasta que permanece
en nosotros sin desvanecerse. Cuando logramos esto, nos encontraremos en
todo momento donde más energía podamos percibir; esa energía nos permitirá
realizar nuestros deseos y presenciaremos verdaderos milagros. Canalizaremos
energía que transformará a quienes nos rodean. Quizás, al entrar nosotros en
una habitación, todos los presentes se sienten más conectados consigo
mismos, o tal vez quienes se crucen en nuestro camino por la calle
experimenten, sin saber por qué, un súbito cambio en su propia energía.
Si nos comprometemos a confiar en nosotros mismos, toda nuestra vida
cambiará, y los cambios podrán percibirse muy pronto. Al principio, es
probable que resulte muy difícil, especialmente cuando se toma la decisión
de abandonar las viejas pautas de comportamiento. No obstante, si se
persevera hasta el final, se logra renunciar a todo aquello que nos
encadenaba. En realidad, es una experiencia gozosa, pues la verdadera
felicidad procede de la conexión personal con el universo. Los aspectos
materiales de la vida, a los que antes nos apegábamos, no son sino una
gratificación extra, la guinda que adorna la tarta, un juego divertido en el
que participamos en nuestro papel de canal del universo.
Podemos
aprender a vivir en el mundo de la forma -nuestro cuerpo físico,
personalidad y ambiente- sin estar apegados a él. Hasta ahora, sólo se ha
vencido el apego al abandonar el cuerpo, en el momento de la muerte. Unos
pocos han intentado trascender su apego al mundo material alejándose de
todas sus tentaciones (ingresando en un monasterio o con la ayuda de
prácticas espirituales que los separan del mundo). Lo que yo sugiero, en
cambio, es muy distinto: podemos gozar de todo lo que el mundo nos ofrece
-relaciones, diversión, belleza, riqueza y fuerza- pero hemos de estar
dispuestos a abandonarlo en cualquier momento. El universo, que está en
nuestro interior, es rico y poderoso, y en él podemos encontrar todo lo que
necesitamos. Como lo sabemos intuitivamente, no tenemos por qué apegarnos a
nada.
Nuestro
ego, sin embargo, cree que morirá sin ciertas cosas, y esa es la razón por
la que se perpetúan los apegos humanos. Cuando aprendemos a vivir como un
canal, el yo físico (al que llamaré ego) descubre que la conciencia y la
realización personal provienen de la conexión con el universo interior, no
de las cosas externas. Poco a poco, el ego abandona su presa y llegamos a
trascender por completo los apegos que nos aprisionan.
Importancia de mantener la conexión
Para
convertir el canal de la energía creativa es esencial mantenerse centrado
en la conexión con el universo. Sólo así puede permanecer nuestro canal
abierto a la energía. Por desgracia, es muy fácil perder la conexión con
el universo, y quedar así perdido en los demás, o en metas y deseos
exteriores. Mientras nos centremos en el exterior,
habrá siempre dentro de nosotros una parte perdida, un gran vacío que
buscará la plenitud.
Si
nos mantenemos centrados en el universo
interior, en cambio, podemos tenerlo todo: relaciones satisfactorias,
dinero, éxito... además de esa maravillosa conexión.
Si
estoy enamorada de alguien y comienzo a considerar a esa persona como fuente
de mi felicidad, me pierdo a mí misma.
Tengo entonces que recordar que dentro de mí se encuentra ya la fuente de
amor y gozo, y que si experimento amor por alguien es sólo porque hay amor
en mi interior. Debo intentar mantener la conexión con el universo que se
encuentra dentro de mí y, al mismo tiempo, ver cómo a través de mi amante
pasa hasta mí el universo.
Cuando
alguien me felicita por las actividades que realizo en mis cursillos, trato
de hacer lo mismo. Se lo agradezco y devuelvo su aprecio al universo que
hay en mi interior. Si tratara de controlar mi actividad para recibir de
nuevo el elogio de los demás, quedaría bloqueada, y el poder superior del
universo no podría circular a través de mí y beneficiar así a quienes me
rodean.
He
convertido en hábito una disciplina constante que me hace volver a mi
interior para ponerme en contacto con la intuición. Lo hago con regularidad
durante todo el día. En el momento en que me doy cuenta de que estoy
perdiéndome en las actividades externas, me examino otra vez, y compruebo si
estoy siendo fiel a mis sentimientos. Eso contribuye en gran manera a que a
través de mí siga fluyendo la energía del universo.
Vivir como un canal creativo
La
canalización funciona de dos modos: la energía pasa a través de nosotros
hasta llegar a los demás, o circula a través de los demás y nosotros la
recibimos. Al escribir un libro, por ejemplo, canalizo la energía del
universo hacia los lectores. Después, cuando alguien me dice: "Me encanta su
libro. Me ha hecho cambiar de vida" soy consciente de la apreciación que
viene de esa persona hacia mí y vuelve al universo.
Conforme
mayor sea nuestra conciencia de la energía que circula a través de nosotros
y de todo lo existente, más cantidad de energía seremos capaces de
canalizar; y cuanto más energía estemos
dispuestos a recibir, más podremos dar.
Convertirse
en canal de la energía del universo es el mayor desafío con el que se
enfrenta todo ser humano, y ofrece la mayor satisfacción y felicidad que
podamos imaginar. Ser un canal significa vivir plenamente en el mundo, con
todo entusiasmo, ser en verdad nosotros mismos, relacionarse en profundidad
con los demás, crear, jugar, trabajar y disfrutar con el dinero y las
posesiones materiales; significa también no perder ni por un momento la
profunda conexión con el poder del universo que se encuentra en nuestro
interior.
Cuando
vivimos como un canal vemos cómo crea el universo a través de nosotros, cómo
se vale de nosotros para realizar su obra. Todo aquel que esté dispuesto a
aceptar el compromiso interno requerido podrá convertirse en canal del
universo.
Canalización en grupo
Cuando confiamos en nuestra intuición y la seguimos, aprendemos a abrir y
fortalecer nuestro canal individual para que a través de nosotros circule
más poder, creatividad y amor. Al unirnos con nuestros semejantes, sea
en las relaciones personales o en un grupo, cada canal individual se
convierte en parte de un canal mayor, el canal del grupo, más poderoso que
los individuales aislados.
Cuando numerosos cuerpos y mentes están dispuestos a entregarse, abrirse y
expandirse, las energías combinadas crean una estructura abierta muy fuerte
que permite el paso de más cantidad de energía. Todo el proceso
se intensifica, y los miembros del grupo reciben un poderoso impacto, que
les impulsa a la etapa siguiente de su desarrollo personal. Aun cuando
cada uno se encuentre en un lugar distinto y viva diferentes experiencias,
todos recibirán la inspiración, el apoyo y el impulso necesarios para dar el
paso siguiente en su camino. El canal de un
grupo puede hacemos llegar a un nivel más profundo de conciencia; cuando
formamos parte de un canal de ese tipo, compartimos con nuestros compañeros
valiosas vivencias, y nos vemos libres de muchos obstáculos que impedían
nuestro avance. Sin embargo se necesitan personas muy especiales participes
en el grupo conscientes de lo poderoso que es el proceso.
Por esa
razón me gusta celebrar cursillos y trabajar con grupos. Mis amigos me
llaman "adicta a la energía", porque siempre me atraen las situaciones en
que la energía se muestra de modo más intenso. Me encanta observar cómo se
acelera la evolución personal gracias a la intensificación que se
produce mediante la interacción del grupo.
Ahora nunca
sigo un programa preestablecido en mis cursillos. Prefiero crear un canal de
grupo y dejar que el universo se haga cargo y guíe al grupo en conjunto. Me
considero mediadora, y mi labor consiste en compartir con los demás lo que
he aprendido y lo que sigo aprendiendo al tratar de convertirme en canal, y
en animarles a que emprendan la misma tarea.
Cuando
todos se entregan y se abren, se forma el canal del grupo. A veces, el
proceso resulta confuso, incluso caótico, ya que no hay un director que
“controle" la situación en el sentido habitual de la palabra. En
ocasiones, se despiertan los temores de los participantes, y los míos; pero
he descubierto que, cuando estoy dispuesta a avanzar por entre los miedos,
circula algo muy bello y poderoso a través del canal del grupo. El universo
nos conduce a nuevos lugares y nos lleva a nuevos descubrimientos, que nunca
habrían sido posibles si nos hubiéramos ceñido a una estructura más formal.
Para mí, es apasionante la canalización de grupo, y no dudo en recomendarles
la experiencia a todos los interesados en el tema.
En cierto
sentido, todos los seres que viven en este planeta son parte de un
gigantesco canal de grupo -la conciencia de la humanidad. El mundo, tal como
lo vemos ahora, es la creación de ese gran canal. Cuando los individuos se
entregan al poder del universo y le permiten transformarlos e iluminarlos,
el canal se ve afectado. La conciencia de la mayoría, en consecuencia, se
vuelve cada vez más iluminada. De ese modo concibo yo la transformación
del mundo.
Meditación
Siéntese o en posición cómoda. Cierre los
ojos. Aspire profundamente y relaje el cuerpo. Vuelva a aspirar y relaje la
mente. Siga respirando despacio y siéntase relajado. Poco a poco, irá
descendiendo a un lugar interior profundo y tranquilo; es su parte más
profunda. Descanse en ese lugar durante unos minutos, sin hacer ni pensar
nada.
Desde esa
parte profunda y tranquila, pida al espíritu del universo que circule a
través de usted. Afirme su voluntad de ser un canal del universo. Sienta el
poder, la sabiduría y la creatividad universal en su interior.
Ahora usted
es un canal creativo. Vea cómo pasa la energía a través de usted y se dirige
a sus semejantes. Cuando sigue las instrucciones de su guía interior, su
propia creatividad se manifiesta en el mundo. Véase como un canal mediante
una imagen. Mantenga la mente abierta a cualquier imagen que pueda
presentarse. Imagine cómo se sentiría si ahora, en este momento, fuese, ya
para siempre, un canal creativo.
Usted es un
canal abierto al poder superior. A través de usted fluye, hacia su vida y
hacia la de los demás, la energía y la luz del universo.
Ejercicio del canal creativo
Todos somos
un canal por donde circula la energía del universo. En este ejercicio, le
pido que sienta y admita esta verdad durante un día completo. Cuando lo
practique varias veces, le resultará fácil hacerlo todos los días.
Antes de
levantarse, dedique unos minutos a imaginarse como un canal del universo.
Sienta en su cuerpo la energía y observe su capacidad para canalizar la luz
hacia los demás. Durante el día, cada vez que se encuentre con una
persona, sea consciente del modo en que la luz del universo pasa hacia ella
a través de usted. Céntrese también en el otro aspecto de la
canalización. Considere que, en cada encuentro, los demás son un canal a
través del que le habla el universo. Cuando reconozca cada vez con mayor
frecuencia su verdadero poder y el de los demás, la luz será más intensa.
Comenzará a ver y a apreciar el don que le proporciona cada situación.
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