Los
símbolos nos revelan la unidad,
y la unidad es Dios,
se podría decir que nosotros
somos los símbolos de nuestra propia unidad.
Lo Oculto tiende a
revelarse cuando hay voluntad de descubrirlo, cuando hay intención
de iniciarse a su reencuentro. La voluntad de la Diosa es que nos
encontremos a nosotros mismos como unidad que somos y llegar al
amor.
Entendemos que el mundo está lleno de fuerzas misteriosas
representadas en imágenes. Éstas imágenes no son otra cosa que la
revelación de los secretos ocultos de la naturaleza y de la mente.
La Diosa nos ha regalado su esencia y la ha plasmado en la
naturaleza y en nuestras almas. Por eso no es casualidad que señales
o símbolos se nos presenten ante nuestros ojos para que nos demos
cuenta que debemos razonar sobre algo, sobre la verdad y comenzar
una nueva búsqueda a la que hemos llamado iniciación.
Las revelaciones de la
Diosa son fundamentales para llegar al encuentro con nuestro ser
interior. Por ello existen historias de lucha y de amor que nos
transmiten a través del simbolismo puro o gestos expresivos del ser
humano, la verdad como un lenguaje que estando oculto nos transmite
paz y sabiduría, aunque bien se observa que el significado de dichas
imágenes no es de fácil apreciación.
Lo esencial siempre es invisible a
los ojos. El símbolo es invisible, es decir, representa
visiblemente lo invisible, un misterio. Por esto la verdad de este
lenguaje no es apreciado a simple vista, porque entonces los seres
humanos no se encontrarían primero a ellos mismos y dejarían el
recorrido de la sabiduría oculta a medias.
"El símbolo está en el
punto de intersección de dos planos del ser. En lo externo revela
una realidad espiritual, en lo visible una realidad visible".
La imagen es la traducción
con sentido de uno o más símbolos, llegando a ser una idea sensata y
natural de lo no revelado; vendría siendo entonces la noción de
unidad tanto en el arte como en la realidad. Un ejemplo claro de
esto sería la noción de la idea del Santo Grial, entendiéndose como
el objetivo divino o caldero antiguo de la Diosa, con el cual más
tarde se recogió la sangre santa de Cristo, o más bien como la joya
de la corona de Lucifer, que trajeron lo ángeles que no participaron
en la lucha entre Dios y el Demonio. O también se puede entender
como el útero divino que da la vida y equilibra a los seres humanos
en sus actos. Este objeto lleva consigo una realidad interna, no
revelable, y es que son tantas las asociaciones que se le ha dado,
que se podría decir que es la metáfora del amor en todo su
esplendor.
Es por la noción de unidad
por lo que primero hay que alcanzar los valores internos de cada uno
de nosotros, y así llegar a la verdad. Con esto no se quiere decir
que seamos pocos los privilegiados del amor, no. Se debe entender
que todos somos amor, que todos somos hijos de la Diosa, hijos del
amor y todos tenemos esta fuerza por nuestras venas, en nuestra
alma, por la energía que somos. Pero si obviamos nuestro verdadero
inicio al encuentro de nuestra interioridad, pues estaríamos negando
la mitad de lo que somos, o más bien la totalidad de lo que
podríamos llegar a ser a través del amor. Por esto el amor no tiene
ley, el amor es incondicional, porque el amor es sagrado y es
privilegio de todos, y solo con el amor se puede vivir, porque es la
finalidad absoluta del hombre.
Existen historias de amor que revelan lo fantástico que es como
energía universal. Se puede decir que el amor es la energía
universal o la fuerza natural cósmica que hace que el mundo se mueva
y tenga vida propia. Por ejemplo, sin la fuerza del amor no se
hubiese creado el universo y por ende nada en él. Todas esas
historias nos revelan que el amor es la semilla de vida de todo, de
la Diosa. La Diosa es amor y por tanto es eterno.
Los símbolos que nos son
revelados en las historias del Caballero de León, Tristán e Isolda,
y el Cuento del Santo Grial, entre muchas otras, nos demuestran que
siendo símbolos como tales y que están presentes en nuestras almas o
a simple vista, son fuente de inspiración oculta, fuente de
revelación de la verdad; es la verdad como fuerza que nos guía y nos
maneja, tal cual como les pasó a Tristán e Isolda y a Lancelot y
Ginebra, guiado esta último por la delirante sombra dolorosa
reinante de magia.
Todo lo que somos refleja el amor a la Diosa, eso es lo que nos hace
luchar por lo que queremos, eso que hace que gritemos al mundo lo
felices que somos. Y es que el amor es el principio y el fin del
Universo, porque todo está hecho de amor, todo ha sido creado por
amor, amor a la eternidad, amor a la vida, amor a la creación, al
regreso. Nada en este mundo es casual, todo se mueve mística y
divinamente a través del amor
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