Publicado por
Jesús Gómez
en la revista "Espacio Humano",
Junio-2004.
TANTRA,
EL YOGA
DE LA SEXUALIDAD
La era de Kali Yuga termina y es
necesario poner en claro puntos
fundamentales que han estado
obscurecidos durante miles de años
por la conciencia masculinizante
predominante. La sexualidad sigue
siendo quizá el tema fundamental. El
gran dragón sobre el que la
humanidad ha pasado de "puntillas",
el gran dragón que la mayoría de los
maestros han evitado cuidadosamente,
considerándola parte de la
naturaleza "inferior" del ser
humano.
La sexualidad está unida a lo
femenino, a la Tierra, a Shakti, al
hemisferio derecho. Por eso el
hombre, desde su polaridad
masculina, siempre a tenido tanto
miedo de ella, intentándola reprimir
a toda costa, "machacando" lo
femenino, el hemisferio derecho, "lo
que no se ve", lo no manifestado.
Femenino y masculino son dos caras
de lo mismo, del juego de conciencia
en este universo. Y el Tantra tenía
muy claro el papel de lo masculino
en este juego: venerar a lo
femenino, a la Diosa, a la Tierra y
reproducir así en la Tierra la danza
cósmica de Siva y Shakti, unir en la
Tierra lo que ya está unido en el
cielo.
La sexualidad
es una de las puertas de salida, y
una de las más poderosas, de
Matrix
(Maya-
el mundo ilusorio creado por la
mente). Puede ser también uno de los
"entretenimientos" de
Matrix
y una de las cosas que más atan la
mente a la ilusión de las reglas de
este mundo que la mente humana ha
creado.
Matrix
tiene varias puertas de salida o
conexión con el Ser Superior, la
Mente Superior, el Espíritu Santo,
la chispa de Dios en nosotros.
La vía de la renuncia, del celibato,
de la sublimación de la energía
sexual, siempre ha sido y sigue
siendo una vía para llegar al Ser.
Siempre ha habido seres humanos que
lo han conseguido, pero no es una
vía para todos y es una vía del
pasado. Ahora no se trata de llegar
al samadhi yógico, irse y dejar el
cuerpo aquí. Eso ya lo han
conseguido muchos a lo largo de la
historia humana. Ahora tenemos un
reto mayor: transcender la muerte
también aquí en la Tierra, unir el
cielo y la tierra, espiritualizando
la materia.
El yoga ha
sido la vía por excelencia. El yoga
utiliza una sofisticada tecnológica
espiritual y un profundo
conocimiento del cuerpo y la mente
humanos y de su envoltura
energética, para transcender el ego,
la mente inferior y conectar con la
puerta de salida de
Matrix
(Maya):
el Ser Superior.
El Tantra, como parte del yoga
utiliza esa misma tecnología. Pero
no hace distinciones. El Tantra es
la esencia no dualista llevada a
todo. Para el Tantra la tierra no se
diferencia del cielo (más que en
nuestras propias mentes ilusorias) y
"lo que es arriba es igualmente
abajo". No existe una naturaleza
inferior del ser humano que haya que
repudiar. De esta forma el Tantra
integra la sexualidad con la
espiritualidad, une la tierra y el
cielo.
Pero el Tantra es también yoga. El
Tantra utiliza todo el conocimiento
del yoga (yoga=unión) aplicado a la
sexualidad y convierte ésta en lo
que es y nunca ha dejado de ser, una
vía directa de conocimiento, de
experiencia del Espíritu.
No es que nos tengamos ahora que
hacer todos yogis, expertos en
sofisticadas posturas y habilidades
corporales. De lo que se trata es de
aplicar los principios universales
que el yoga descubrió: conciencia
del cuerpo, conciencia de la
respiración, conciencia de la
alimentación, relajación de la mente
y silencio meditativo.
Utilizando el conocimiento del yoga,
el Tantra convierte la sexualidad en
una
experiencia trascendente de
meditación.
Cuando una pareja se junta para
realizar lo que conocemos como "acto
sexual", se une en el Tantra en una
experiencia que va mucho más allá
del deseo, de la experiencia de
descarga genital. Aprendiendo a
controlar su energía, la pareja
tántrica se junta para elevar su
frecuencia vibratoria (su energía),
para vivir una experiencia
transpersonal que va más allá de la
mente y que expande la conciencia
"al otro lado del velo".
Me decía un día un maestro de yoga
que el Tantra era algo muy
complicado. Que las escrituras
tántricas son muy difíciles de
entender. No se trata ahora de
volver al pasado exotérico. El
Tantra original de hace miles de
años con todo su ceremonial
sánscrito es difícilmente aplicable
en nuestros días. El Tantra ha sido
celosamente guardado, principalmente
a través de la transmisión
maestro-discípulo (la tradición
gurukula), hasta que llegase el
tiempo en que la humanidad estuviese
preparada. Y ese tiempo ya ha
llegado. El conocimiento del Tantra
ahora es fundamental y necesario
porque la humanidad tiene que ir ha
otro lugar.
Ahora se trata, como decía antes, de
aplicar los principios universales e
intemporales del yoga TAMBIÉN a la
sexualidad, TAMBIÉN a esa parte del
ser humano. Dejar de tener miedo de
ese dragón que hemos fabricado con
nuestra ignorancia y de recuperar
todo su poder de dicha y de
experiencia de lo divino.
Saber que la sexualidad no tiene por
que ser sólo ese acto egótico de
autosatisfacción, de descarga y de
vaciamiento de energía; si no todo
lo contrario.
¿Cómo se hace?. Cambiando los
esquemas y tomando nuestro poder,
haciéndonos maestros de nuestra
energía. Aparentemente es sencillo:
el hombre aprende a ir más allá de
su compulsividad eyaculatoria;
aprende a no eyacular, a estar
presente y abrir su corazón al ser
que tiene delante, a sentirle, a
entregarse. La mujer aprende a
aceptar a este nuevo hombre, se
libera de todos los prejuicios
absorbidos de lo masculino y se
entrega en su verdadera naturaleza
de diosa. A partir de ahí empiezan a
suceder cosas. Cuando ambos se
olvidan de querer llegar a algo
(mente-pasado) y comienzan a vivir
el ahora sin mente (sin objetivos
del pasado proyectados en el futuro)
la experiencia llega sola. Parecen
cosas raras, pero es muy claro:
cuando haces el amor y quieres
llegar a un orgasmo, seas hombre o
mujer, no estas haciendo realmente
el amor, estas en la mente que
quiere reproducir un pasado
aprendido y esto cierra las puertas
a vivir lo que realmente hay; estás
en tu ego, lo que hace imposible que
sientas y te unas al ser que tienes
delante (y por lo tanto a tu propio
ser). Estamos acostumbrados a que
eso sea lo normal y por eso esto nos
suena tan raro.
La pareja tántrica transciende ese
nivel del ego y no quiere llegar a
ningún lugar. El acto sexual se
convierte en un acto de comunión sin
tiempo.
El acto sexual normal es lineal: hay
un principio y un final. El acto
sexual tántrico es circular y la
pareja tántrica no tiene momento
para empezar ni para acabar. No hay
perdida si no ganancia, ambos
componentes de la pareja salen
energetizados, la vibración se ha
elevado y los cuerpos energéticos se
han expandido. Esta es la "alquimia"
de la sexualidad. Por eso la
sexualidad se puede convertir en una
forma de resolver, de transcender
los problemas.
El hombre tiene que haber abierto su
corazón (su hemisferio derecho) para
salir de su mente esclavizante y de
la vivencia compulsiva
(pornográfica-mental-genital) de la
sexualidad. Y la mujer tiene que
haber abrazado el dragón de su
vientre (su rencor contra lo
masculino) para poder acceder a su
verdadera naturaleza y no seguir
esclavizada y atada a los patrones
masculinos que se manifiestan una y
otra vez en su psique, en su vida y
por su puesto en su sexualidad. El
perdón es fundamental. Perdonar es
ver las cosas en su verdadera
medida. Tomar consciencia de que la
"película" que nos contamos a
nosotros mismos no es cierta y
entonces liberarla, con lo que
liberamos a los demás y a nosotros
mismos. Para esto nos puede ayudar
el concepto de reencarnación. No hay
culpables. Lo masculino ha
"machacado" a lo femenino durante
miles de años; pero cómo podría yo
ahora, mujer, culpar a alguien si en
vidas anteriores he sido yo el
hombre que cometió todas esas
atrocidades contra lo femenino que
ahora mi inconsciente recuerda con
rencor. Muchas mujeres encarnadas
actualmente, son almas con gran
experiencia anterior de lo
masculino, cuya misión ahora es
ayudar a los hombres a comprender su
verdadera naturaleza y servir de
ejemplo a otras mujeres. Pero esto
no es posible en tanto la mujer no
libere, no perdone todo lo que cree
haber sido su pasado.
De la misma forma, muchos hombres
hoy encarnados son almas con gran
experiencia de lo femenino, que
encarnan en cuerpos de hombres para
llegar así a su totalidad. Estos
hombres, cuando hayan hecho el
trabajo, podrán ayudar a muchas
mujeres a abrazar su verdadera
naturaleza, pues aunque hombres,
guardan en su recuerdo del alma la
experiencia de la diosa.
El Tantra es un camino progresivo de
ir integrando nuestras diferentes
partes, de unir lo femenino y lo
masculino interior y exteriormente;
pues en realidad no hay diferencias,
lo que es dentro es fuera, lo que es
arriba es abajo, lo que es a nivel
microcósmico es a nivel
macrocósmico. Y lo más importante,
lo que valida realmente el camino:
el Tantra es un camino de dicha.
Publicado por Jesús Gómez en la revista "Espacio Humano", Junio-2004.
TANTRA, EL YOGA DE LA SEXUALIDAD
La era de Kali Yuga termina y es necesario poner en claro puntos fundamentales que han estado obscurecidos durante miles de años por la conciencia masculinizante predominante. La sexualidad sigue siendo quizá el tema fundamental. El gran dragón sobre el que la humanidad ha pasado de "puntillas", el gran dragón que la mayoría de los maestros han evitado cuidadosamente, considerándola parte de la naturaleza "inferior" del ser humano.
La sexualidad está unida a lo femenino, a la Tierra, a Shakti, al hemisferio derecho. Por eso el hombre, desde su polaridad masculina, siempre a tenido tanto miedo de ella, intentándola reprimir a toda costa, "machacando" lo femenino, el hemisferio derecho, "lo que no se ve", lo no manifestado.
Femenino y masculino son dos caras de lo mismo, del juego de conciencia en este universo. Y el Tantra tenía muy claro el papel de lo masculino en este juego: venerar a lo femenino, a la Diosa, a la Tierra y reproducir así en la Tierra la danza cósmica de Siva y Shakti, unir en la Tierra lo que ya está unido en el cielo.
La sexualidad es una de las puertas de salida, y una de las más poderosas, de Matrix (Maya - el mundo ilusorio creado por la mente). Puede ser también uno de los "entretenimientos" de Matrix y una de las cosas que más atan la mente a la ilusión de las reglas de este mundo que la mente humana ha creado. Matrix tiene varias puertas de salida o conexión con el Ser Superior, la Mente Superior, el Espíritu Santo, la chispa de Dios en nosotros.
La vía de la renuncia, del celibato, de la sublimación de la energía sexual, siempre ha sido y sigue siendo una vía para llegar al Ser. Siempre ha habido seres humanos que lo han conseguido, pero no es una vía para todos y es una vía del pasado. Ahora no se trata de llegar al samadhi yógico, irse y dejar el cuerpo aquí. Eso ya lo han conseguido muchos a lo largo de la historia humana. Ahora tenemos un reto mayor: transcender la muerte también aquí en la Tierra, unir el cielo y la tierra, espiritualizando la materia.
El yoga ha sido la vía por excelencia. El yoga utiliza una sofisticada tecnológica espiritual y un profundo conocimiento del cuerpo y la mente humanos y de su envoltura energética, para transcender el ego, la mente inferior y conectar con la puerta de salida de Matrix (Maya): el Ser Superior.
El Tantra, como parte del yoga utiliza esa misma tecnología. Pero no hace distinciones. El Tantra es la esencia no dualista llevada a todo. Para el Tantra la tierra no se diferencia del cielo (más que en nuestras propias mentes ilusorias) y "lo que es arriba es igualmente abajo". No existe una naturaleza inferior del ser humano que haya que repudiar. De esta forma el Tantra integra la sexualidad con la espiritualidad, une la tierra y el cielo.
Pero el Tantra es también yoga. El Tantra utiliza todo el conocimiento del yoga (yoga=unión) aplicado a la sexualidad y convierte ésta en lo que es y nunca ha dejado de ser, una vía directa de conocimiento, de experiencia del Espíritu.
No es que nos tengamos ahora que hacer todos yogis, expertos en sofisticadas posturas y habilidades corporales. De lo que se trata es de aplicar los principios universales que el yoga descubrió: conciencia del cuerpo, conciencia de la respiración, conciencia de la alimentación, relajación de la mente y silencio meditativo.
Utilizando el conocimiento del yoga, el Tantra convierte la sexualidad en una experiencia trascendente de meditación. Cuando una pareja se junta para realizar lo que conocemos como "acto sexual", se une en el Tantra en una experiencia que va mucho más allá del deseo, de la experiencia de descarga genital. Aprendiendo a controlar su energía, la pareja tántrica se junta para elevar su frecuencia vibratoria (su energía), para vivir una experiencia transpersonal que va más allá de la mente y que expande la conciencia "al otro lado del velo".
Me decía un día un maestro de yoga que el Tantra era algo muy complicado. Que las escrituras tántricas son muy difíciles de entender. No se trata ahora de volver al pasado exotérico. El Tantra original de hace miles de años con todo su ceremonial sánscrito es difícilmente aplicable en nuestros días. El Tantra ha sido celosamente guardado, principalmente a través de la transmisión maestro-discípulo (la tradición gurukula), hasta que llegase el tiempo en que la humanidad estuviese preparada. Y ese tiempo ya ha llegado. El conocimiento del Tantra ahora es fundamental y necesario porque la humanidad tiene que ir ha otro lugar.
Ahora se trata, como decía antes, de aplicar los principios universales e intemporales del yoga TAMBIÉN a la sexualidad, TAMBIÉN a esa parte del ser humano. Dejar de tener miedo de ese dragón que hemos fabricado con nuestra ignorancia y de recuperar todo su poder de dicha y de experiencia de lo divino.
Saber que la sexualidad no tiene por que ser sólo ese acto egótico de autosatisfacción, de descarga y de vaciamiento de energía; si no todo lo contrario.
¿Cómo se hace?. Cambiando los esquemas y tomando nuestro poder, haciéndonos maestros de nuestra energía. Aparentemente es sencillo: el hombre aprende a ir más allá de su compulsividad eyaculatoria; aprende a no eyacular, a estar presente y abrir su corazón al ser que tiene delante, a sentirle, a entregarse. La mujer aprende a aceptar a este nuevo hombre, se libera de todos los prejuicios absorbidos de lo masculino y se entrega en su verdadera naturaleza de diosa. A partir de ahí empiezan a suceder cosas. Cuando ambos se olvidan de querer llegar a algo (mente-pasado) y comienzan a vivir el ahora sin mente (sin objetivos del pasado proyectados en el futuro) la experiencia llega sola. Parecen cosas raras, pero es muy claro: cuando haces el amor y quieres llegar a un orgasmo, seas hombre o mujer, no estas haciendo realmente el amor, estas en la mente que quiere reproducir un pasado aprendido y esto cierra las puertas a vivir lo que realmente hay; estás en tu ego, lo que hace imposible que sientas y te unas al ser que tienes delante (y por lo tanto a tu propio ser). Estamos acostumbrados a que eso sea lo normal y por eso esto nos suena tan raro.
La pareja tántrica transciende ese nivel del ego y no quiere llegar a ningún lugar. El acto sexual se convierte en un acto de comunión sin tiempo.
El acto sexual normal es lineal: hay un principio y un final. El acto sexual tántrico es circular y la pareja tántrica no tiene momento para empezar ni para acabar. No hay perdida si no ganancia, ambos componentes de la pareja salen energetizados, la vibración se ha elevado y los cuerpos energéticos se han expandido. Esta es la "alquimia" de la sexualidad. Por eso la sexualidad se puede convertir en una forma de resolver, de transcender los problemas.
El hombre tiene que haber abierto su corazón (su hemisferio derecho) para salir de su mente esclavizante y de la vivencia compulsiva (pornográfica-mental-genital) de la sexualidad. Y la mujer tiene que haber abrazado el dragón de su vientre (su rencor contra lo masculino) para poder acceder a su verdadera naturaleza y no seguir esclavizada y atada a los patrones masculinos que se manifiestan una y otra vez en su psique, en su vida y por su puesto en su sexualidad. El perdón es fundamental. Perdonar es ver las cosas en su verdadera medida. Tomar consciencia de que la "película" que nos contamos a nosotros mismos no es cierta y entonces liberarla, con lo que liberamos a los demás y a nosotros mismos. Para esto nos puede ayudar el concepto de reencarnación. No hay culpables. Lo masculino ha "machacado" a lo femenino durante miles de años; pero cómo podría yo ahora, mujer, culpar a alguien si en vidas anteriores he sido yo el hombre que cometió todas esas atrocidades contra lo femenino que ahora mi inconsciente recuerda con rencor. Muchas mujeres encarnadas actualmente, son almas con gran experiencia anterior de lo masculino, cuya misión ahora es ayudar a los hombres a comprender su verdadera naturaleza y servir de ejemplo a otras mujeres. Pero esto no es posible en tanto la mujer no libere, no perdone todo lo que cree haber sido su pasado.
De la misma forma, muchos hombres hoy encarnados son almas con gran experiencia de lo femenino, que encarnan en cuerpos de hombres para llegar así a su totalidad. Estos hombres, cuando hayan hecho el trabajo, podrán ayudar a muchas mujeres a abrazar su verdadera naturaleza, pues aunque hombres, guardan en su recuerdo del alma la experiencia de la diosa.
El Tantra es un camino progresivo de ir integrando nuestras diferentes partes, de unir lo femenino y lo masculino interior y exteriormente; pues en realidad no hay diferencias, lo que es dentro es fuera, lo que es arriba es abajo, lo que es a nivel microcósmico es a nivel macrocósmico. Y lo más importante, lo que valida realmente el camino: el Tantra es un camino de dicha.