Podría resultar obvio reseñar
la impronta que el Guadalquivir ha ido dejando en las poblaciones
por las que ha discurrido a lo largo de la Historia, pero la
Arqueología así se empeña en demostrarlo una vez más y con
muestras fehacientes.
Es este el caso del santuario
fenicio hallado hace algunos años en el denominado Cerro de San
Juan, en la localidad de Coria del Río, por los integrantes del
<<Proyecto Estuario>>, una iniciativa encabezada por el profesor
de Prehistoria de la Hispalense, José Luis Escacena.
El proyecto, que inició su
andadura en 1.993 tras ser aprobado por la Consejería de Cultura,
estaba dedicado al estudio del poblamiento antiguo de la
paleodesembocadura del Guadalquivir. Unas excavaciones de urgencia
practicadas en el Cerro, y previas a la construcción de un centro
docente, sacaron a la luz los resortes del santuario en cuestión,
que han propiciado la apertura de un proceso para declarar Bien de
Interés Cultural (BIC) a todo el cabezo.
UN PUERTO DE
COMERCIO
La importancia de este templo
reside, según explica el profesor Escacena, en que, <<por primera
vez en la zona del Bajo Guadalquivir, se localizaba un santuario
fenicio en el interior de una ciudad indígena constituyendo, hacia
el siglo VII antes de Cristo, un puerto de comercio con un barrio
colonial y una pequeña necrópolis. Fueron poblaciones que, durante
tres siglos, convivieron juntas pero no revueltas y, posiblemente,
con problemas de integración>>.
Por la ubicación del
altar-orientado a la salida del sol naciente en el día de
solsticio de verano, fecha en la que se celebraba la muerte de
Baal-, y una serie de restos encontrados -sobre todo huevos de
avestruz, utilizados para ritos religiosos, y <<escarabeos>>,
especie de amuletos con forma de escarabajo-, el templo parece
estar dedicado a <<Baal saphon>>, dios protector de los navegantes
al que éstos se encomendaban para iniciar la travesía una vez
partían del puerto principal, que era el de Spal (Sevilla), o bien
al que elevaban sus ofrendas en agradecimiento por el viaje
realizado.
Los
estudios efectuados en este yacimiento tartésico han determinado
la singularidad de su templo fenicio, que presenta una capilla en
la que se ubicaba un altar en forma de piel de toro, que ha
servido para interpretar otros santuarios e, incluso, ofrecer una
versión más definida de algunos elementos decorativos del tesoro
del Carambolo, sobre todo de los pectorales. Así, tanto José Luis
Escacena como el profesor Fernando Amores sostienen que, más que
un conjunto de joyas, para un rey, este tesoro consta de dos
partes: una, integrada por el collar y los brazaletes, como
elementos de la vestimenta de un sacerdote, y otra definida por
los pectorales y placas, como adornos para los toros que eran
conducidos a sacrificio. Esta tesis llega incluso a considerar el
Carambolo como un santuario fenicio en lugar de un poblado
tartésico.
El altar de Coria, de unos 40
centímetros de altura, exento, y con una parte central
rectangular, presenta una protuberancia superior similar a la
forma de la piel del cuello de un toro. Actualmente, este altar de
la antigua <<Caura>> está en proceso de restauración en el Museo
Arqueológico de Sevilla gracias, según precisa el profesor
Escacena, a <<un empresario de Coria, José Luis Fernández Ruiz,
muy concienciado de la importancia del patrimonio local, que ha
planteado la posibilidad de propiciar una exposición con los
vestigios hallados en el santuario así como una reunión
científica>>.
La restauración del altar se
estima que durará unos cuatro meses, si bien la del resto de
piezas susceptibles, de formar parte de esa futura exposición se
encuentra <<frenada por la carencia de un laboratorio donde tener
almacenados esos materiales de forma conveniente para trabajar con
ellos. Estamos a la espera de que el Ayuntamiento nos proporcione
los locales>>, indica Escacena, que se muestra crítico, en materia
de conservación, con el papel de los ayuntamientos y de la propia
Consejería de Cultura, que <<aprueba los proyectos de
investigación y no contempla los factores posteriores>>. Es por
eso por lo que este profesor de la Hispalense aboga por la
creación de servicios técnicos municipales que velen por la
conservación del patrimonio e <<impidan que este tipo de
actuaciones estén a merced de los vaivenes políticos>>.
PROTEGER Y
CONCIENCIAR
Aunque el profesor Escacena
muestra su confianza en la voluntad e interés manifestado por el
actual equipo de gobierno coriano, asegura que lo que ahora se
impone, más que excavar, es <<proteger lo que tenemos y
concienciar a la población del potencial turístico que puede
generarse en Coria con la explotación de su patrimonio
arqueológico>>. Por el momento, el yacimiento se encuentra tapado
y sus estructuras cubiertas con una malla plástica hasta que, <<en
el futuro, se decida qué hacer con tiempo, presupuesto, buena
metodología, buen equipo y con una buena teoría científica que de
cobijo a todas las posibles interpretaciones>>, concluye José Luis
Escacena. |