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CRÍTICA A LA DATACIÓN ARQUEOLÓGICA
 

 

 

 

 

 


Introducción
¿Cómo se sabe que tal hueso tiene 3000 a. C.? ¿Qué se puede datar su antigüedad y qué no? ¿Cuál es el grado de precisión de un proceso de fechado cronológico para asegurar que tal monumento es anterior a tal otro?

Estas y muchas otras preguntas son las usualmente escuchadas como incógnitas o faltas de un conocimiento certero para poder entender la antigüedad histórica de lo que nos rodea o de lo que se analiza.

Datación por radiación

A fines de 1940 el Dr. Willrd Libby, químico americano, descubrió un sistema para poder fechar substancias orgánicas antiguas. El principio se basa en que la radiación cósmica produce en las capas superiores de la atmósfera en una medida semi-irregular de un isótopo radio activo, carbono 14 (C14), que está presente en una proporción del total del carbono del dióxido de carbono en la atmósfera. Esta proporción se refleja en todo ser vivo y después de la muerte se desintegra a un ritmo fijo a través de miles de años; poder medir la pérdida del C14 residual de una pieza es poder calcular el momento en que se cortó el árbol o murió el animal, y por tanto, la edad arqueológica que tiene.

 

Todos los organismos vivientes (vegetales y animales) cuando están vivos toman de la atmósfera el carbono y al morir cesa la absorción del C14. A su vez, en el proceso de desintegración y pérdida de electrones va disminuyendo la cantidad de este elemento. Entonces, la cantidad medida nos indicará cuándo dejo de vivir ese organismo: cuanto menor es el valor obtenido de la medición del C 14, más antiguo es el objeto estudiado.

 

Por consiguiente, la cantidad de carbono 14 que contiene un determinado resto orgánico, carbón, vegetal, hueso o turba procedente de antiguos poblados o yacimientos sepulcrales determina la fecha de muerte del organismo dentro de ciertos límites.

 

Claro está que para obtener la relación entre el radiocarbono que posee un cuerpo en descomposición y su equivalente en años transcurridos desde su muerte, es necesario armar con anterioridad un "calendario" de lectura para dicho objetivo. Para obtener esta tabla se debe tener un elemento lo más antiguo posible y saber por otros medios fiables que antigüedad real tiene, para después poder compararla con la lectura que otorgará la medición.

 

Un intento de seleccionar un elemento orgánico antiguo de fecha conocida y documentada fue en el antiguo Egipto. El elemento procedía de tumbas egipcias que habían sido fechadas mediante la interpretación de jeroglíficos; sin embargo, los laboratorios descubrieron que las tumbas del 3000-1000 a. C. no se correspondían con las fechas proporcionadas por el radio­carbono de los objetos contenidos. Los resultados de los programas de datación de los tres laboratorios que intervinieron demostraron que los cálculos eran aproximados, con fechas que podían diferir bastante de la edad real. Esto ocurre, fundamentalmente, porque la cantidad de carbono radioactivo presente en la atmósfera ha variado de un tiempo a otro, siendo siempre la edad real del organismo mucho más antigua que la obtenida en el laboratorio. Un ejemplo de diferencias entre la fecha de medición y la real podía ser el siguiente: a 2.000 años de medición le correspondía un valor de 2.500 años de antigüedad real y 2.500 años equivaldría a 3.200 años y así sucesivamente.


Por lo tanto, en la búsqueda de un elemento de edad conocida diferente a este tipo de selección los científicos de la Universidad de Arizona recurrieron al Pinus Aristata. Se trata de una especie de pino de gran antigüedad que crece en ciertas montañas de California, con unos 4.600 años de edad, y del que obtuvieron el valor de antigüedad gracias a las características de los anillos concéntricos que forman su tronco: cada anillo representa un año de vida y cada anillo de crecimiento vive solamente el año en que crece y por lo tanto, cesa de absorber carbono radio activo después de dicho momento. De este modo, los anillos dan fechas de radiocarbono en relación directa con su año de crecimiento y este fechado junto con la edad real del anillo del árbol puede ser comparado para obtener el calendario deseado. A su vez el clima de la zona impide su destrucción durante siglos después de haberse marchitado. Las diferentes condiciones climáticas hacen variar el grosor de cada anillo, proporcionando con la comparación entre anillo y diferentes árboles los diferentes crecimientos regulares o no. El calendario de edad máximo que se pudo lograr con la medición de los anillos es de 6000 a. C. y se trabaja para poder lograr fechas más lejanas.


La datación por anillos de crecimiento de los árboles se denomina dendocronología.
La lectura del C14 se realiza por medio de un instrumento similar al contador Geiger (lector de la existencia de radioactividad) que cuenta las moléculas que se desintegran. Si el organismo a medir  murió recientemente y está compuesto por una muestra de dos gramos, se medirá que hay una desintegración del C14 a razón de 28 moléculas por minuto; si su muerte se produjo hace 5.730 años se medirán 14 desintegraciones por minuto y al cabo de 11.460 años de la muerte la lectura será de 7 moléculas desintegradas por minuto.

 

Está simple regularidad fue aceptada durante años y se la utilizó para cientos de dataciones que aún perduran. Sin embargo, frecuentemente las fechas obtenidas no concordaban y este método estuvo por desecharse si no fuera por la introducción de la corrección a través de la especie Pinus Aristata. De está forma se comparan los dos resultados, el del radiocarbono y el de los anillos del árbol y se logra una rectificación de los valores. Se entiende, por lo tanto, que todo valor obtenido con anterioridad al proceso de rectificación por el método de Pinus Aristata debe ser revaluado y corregido para poder tener una datación correcta a la supuesta realidad.

 

Los laboratorios identifican las lecturas con las siglas BP (before present) para antes del presente y AP (after present) para después, estableciéndose el presente en el año 1950. Mayormente las dataciones no corregidas se expresan como "a. c." y las corregidas o de calendario de fuente histórica mediante "a. c.".

 

Entre otras técnicas de laboratorio para la datación se encuentra la del flúor y la del potasio-argón, que se aplican sobretodo para períodos de la prehistoria. Otra determinación de fechas es por termoluminiscencia, que es la radioactividad absorbida por los minerales cerámicos y emitida como luz cuando la muestra se calienta a 5000 C. Con este proceso es posible la medición en trozos aislados de cerámica que tanto se encuentran en casi todas las culturas antiguas.

Conclusión
La necesidad de obtener un valor de antigüedad, tanto para un monumento aislado como para una civilización completa, es sin duda un elemento básico para el estudio y cronología de las diferentes culturas y civilizaciones que conforman nuestros orígenes. El proceso del C14 es el más utilizado, no porque sea realmente efectivo, sino porque otorga un número frío y concreto ideal para cualquier método y criterio estrictamente científico, y no necesita de interpretaciones personales o auxiliares, como las que pudiera necesitar la lectura de grabados en vasijas, jeroglíficos antiguos, o cualquier tipo de comparación de construcciones. Por ello, debemos tener presente las siguientes conclusiones y límites de este tipo de datación:

Todo valor de datación necesita tener una corrección correspondiente, es decir, tener actualizada la antigüedad de lo que se estudia, aunque no es posible saber con certeza cuál es un valor corregido y cuál no.

Los valores de confiabilidad según la antigüedad pueden ser divididos en cuatro escalas: hasta 3000 a. C. se considera datación confiable; hasta 6000 a. C., datación irregularmente confiable; hasta 12000 a. C., datación levemente confiable y por último, hasta 35000 a. C. es considerada una datación muy poco confiable.

Como los únicos cuerpos posibles de ser datados son los vivientes (vegetales - animales - hombre), son estrictamente estos los que podrán estar etiquetados con un valor confiable, y no otra pieza que supuestamente sea de la misma época por estar próxima tanto físicamente como culturalmente.

Como un ejemplo más esclarecedor tenemos que cuando se halla un organismo muerto en algún templo o estructura megalítica, el valor de antigüedad del organismo puede no ser el mismo que el de la estructura, pues esta pudo ser construida mucho antes y ser habitada después.

Cuando se obtiene el valor de datación de un cuerpo que estuvo sometido a algún proceso extraño, no conocido o bajo la influencia física, química o eléctrica de alguna clase, es muy importante considerar que estos u otros factores no conocidos aún por la ciencia pudieron acelerar o desacelerar el proceso de radiación y desintegración del átomo de C14 y por ende, tener un valor erróneo. Un ejemplo posible es la momificación.


Otras formas de obtener un valor de antigüedad
Datación por tipo de construcciones: a través de las diversas formas, tipos, cualidades, materiales y tecnologías de construcción se logra determinar tanto el origen cultural como el período al que pertenecía la obra.

 

Datación por tipos de elementos: los diferentes jarros, utensillos, pinturas, cerámicas, herramientas, tejidos, agriculturas e inventos en general también otorgan formas comparativas de fechados de épocas.

 

Datación por sincronismo y secuencias: los sincronismos son aquellos acontecimientos que pueden relacionarse por su fecha, según las evidencias documentales, primero con escalas de tiempo establecidas en culturas aisladas y luego mediante una comparación entre sí. Las secuencias, en cambio, son listas de acontecimientos sucesivos que pueden establecerse a partir de registros tales como listas de leyes, miembros de familias o reyes e identificarse luego con cifras proporcionadas en literaturas.

 

Datación social: por creencias religiosas, practicas de cultos, momificaciones, canibalismo u otras formas de las diferentes características sociales.

 

Datación por estratificación: en muchos lugares costeros en donde por períodos alternativos se hace fácil la pesca u obtención de conchas y otros tipos de frutos de mar; se fueron produciendo asentamientos de pobladores, pero sólo en las épocas propicias para la pesca. Las muestras más claras eran los residuos que dejaban como grandes parvas de conchas en capas sucesivas, una encima de otra, producidas por el paso de los años frecuentando el mismo lugar y consumiendo los mismos tipos de alimentos. Esta acumulación de residuos de alimentos formó en muchos casos montañas, dando como resultado "estratificación de niveles superpuestos de ocupación".
 

 

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