TARTESSOS

 

 

¿HARENES EN TARTESSOS?

EN TORNO A LA INTERPRETACION DE CANCHO ROANO

 

 

Martín Almagro-Gorbea - (Miembro de la Real Academia de la Historia)

 

El descubrimiento del yacimiento de Cancho Roano, situado en Zalamea de La Serena (Badajoz) y la acertada publicación de Maluquer de Motes de sus 11 campañas de excavación dieron a conocer este singular edificio abriendo nuevas perspectivas para el estudio de la sociedad orientalizante de la Península Ibérica. Posteriormente, la constancia de S. Celestino y F. Jiménez ha permitido proseguir los trabajos de excavación, siendo cada vez mayor la valiosa información existente sobre este singular monumento [1].

Inicialmente considerado un santuario, los hallazgos conservados in situ tras un incendio y destrucción aparentemente ritual ocurridos ca. 400 a.C. permitieron reinterpretarlo como un palacio orientalizante construido sobre un edificio anterior, aun mal conocido al estarse excavando actualmente [2].

La última fase del edificio, descubierta por Maluquer y la única excavada en su integridad, ofrece una planta orgánica y modulada, con un cuerpo central de 22,5 m. de lado realzado por una terraza que lo rodea con dos alas salientes en U que flanqueaban un patio delantero orientado al Este en el que se abrió un pozo.

Este patio (H-12) quedaba flanqueado por sendas alas (H-1 y H-11) que pudieron corresponder a sendas torres elevadas a modo de migdal, para contribuir a la defensa y dar mayor prestancia al edificio.

Del patio se accedería a un vestíbulo (H-1) por una pequeña escalera de piedra que daba a una entrada, que apareció tapiada. Otra posible escalera de adobe con losas de piedra pudo dar acceso desde el ángulo SW del patio a una estancia transversal (H-2), quedando más incierta una posible puerta central que habría sido igualmente tapiada [3]. Desde ellas se accedía a un distribuidor transversal que daba paso a la zona residencial y a los almacenes y que se utilizó como cocina y como lugar de ostentación de las armas del señor, expuestas junto a su entrada.

La habitación del ala norte (H-1) servía de vestíbulo, pues daba al distribuidor transversal y en ella había una escalera que accedía a la planta superior y, lógicamente, a la terraza que constituiría la cubierta del edificio. La habitación simétrica del ala sur (H-11), estaba enlosada y con una única abertura a la estancia transversal H-2, aunque pudo tener una escalera. Apareció enlosada y vacía de hallazgos por lo que no se sabe si tendría función administrativa, como "archivo" o tablinum por su situación frente a los almacenes, pues también se ha pensado que sirviera como cuadra del caballo, cuyos atalajes aparecieron enfrente, si se considera este animal como símbolo de poder. Entre las habitaciones H-1 y H-11 corre otra en disposición transversal a lo largo del edificio (H-2), de la que, por sendas aberturas, se pasaba a un conjunto de habitaciones con estructura de alcoba con antecámara situadas en la parte NW (H-5, H-6 y H-7) y a otro conjunto en la parte SW, ligeramente disimétrico (H-8, H-9 y H-10). La zona nordeste eran las habitaciones privadas del monarca, con antecámara y cámara que daban a sendas alcobas, en las que aparecieron muebles y objetos suntuarios, de tocador y de banquete, existiendo junto a la entrada un telar (H-5), seguramente de la esposa del dinasta. La zona suroeste correspondía a los almacenes, en los que aparecieron instrumentos y muchas ánforas con las reservas de alimentos.

Entre ambas zonas quedaba en el centro del edificio una habitación muy destacada (H-7) que carecía de acceso visible con las habitaciones circundantes, al estar al parecer tapiada en la fase final del edificio. Esta cámara, interpretada por Maluquer como un adyton, sería el santuario dedicado al culto dinástico, elemento ideológico esencial en la concepción del palacio orientalizante [4], pues las excavaciones ulteriores han confirmado su carácter sacro al aparecer un pilar de adobe sobre un podio o altar en forma de keftiu, esto es, de lingote de metal o piel de animal.

Además, la escalera de adobe del ala norte y algunos materiales caidos al piso inferior confirman la existencia de una segunda planta, que pudo tener función de almacén y de residencia a juzgar por los objetos procedentes de ella, pudiéndose suponer un tercer piso en las torres de tipo migdal de las alas para facilitar el acceso a la terraza que cubriría parte, al menos, de la segunda planta.

La orientación, el empleo de adobe y de modulación, el uso de pseudo-ortostatos, el distribuidor transversal y las cámaras con antecámara, las torres tipo migdal, etc., evidencian técnicas constructivas, originarias de Siria y Fenicia, llegadas hasta el mundo tartésico [5]. Pero el interés principal de este singular monumento estriba en la excepcional conservación de su ajuar, lo que permite reconstruir la función aproximada de buena parte de sus habitaciones y, en consecuencia, las actividades del edificio. Esta reinterpretación funcional como palacio o residencia sacra de un monarca tartésico orientalizante, aunque no exenta de discusiones, rectificó otras suposiciones, que lo consideraban un santuario funerario.

En efecto, Maluquer [6] interpretó inicialmente el monumento como "un edificio aislado, sin conexión con poblado" (id. 1981: 274). Como "también existieron habitaciones delante del edificio (id. 1987: 219 s.), dedujo que "...debe considerarse el palacio como el eje de un poblado perfectamente estructurado en torno al mismo." (id. 1987: 236). Posteriormente, lo consideró "un túmulo funerario de incineración" (1981: 274) aislado en el centro de una necrópolis, interpretándolo como "santuario" o "centro de peregrinación colectiva". Según Maluquer, sería un palacio por su estructura y un santuario por su función..." (1981: 278). "También es muy posible la hipótesis de que un reyezuelo local interpretara una divinidad con gran ambición y adoptara la tradición oriental de construirse un palacio o una residencia que a la vez fuera centro de culto de esa divinidad..., quizá también un oráculo, y a la vez centro de un grupo gentilicio dirigido y ordenado por un jefe que ejercía el poder religioso, político y económico... Las importaciones muestran ser también un centro comercial de trueque... ¿Se trataría de un palacio-santuario y mercado?" (1981: 279). Según esta hipótesis de Maluquer, "se situaría... un altar central en el terrado, donde se celebrarían los sacrificios a una divinidad ... de tipo funerario y... en el mismo sitio tendrían lugar las incineraciones de los devotos..."

También otros autores reinterpretaron los datos de Maluquer, pues Blanco [7], básicamente seguido por Blázquez [8], lo consideraron un "altar de ceniza" o "de sangre" relacionable con textos como los de Estrabón (III,3,7) que refieren sacrificios a Ares, negando que se tratara de un palacio, sino que sería "un gran campo de cremación de ofrendas de los célticos o lusitanos de la Beturia", idea que pudo influir en las originales de Maluquer, que parecían ser más acertadas. Esta hipótesis tradicional aún la mantienen parcialmente algunos trabajos más recientes, camuflada bajo la terminología de "edificio singular" [9] o de "palacio-santuario" [10], pero que resulta equívoca pues santuario es un "templo en el que se venera la imagen o reliquia de un santo de especial devoción" [11], función que nada tiene que ver con la que cabe deducir de la estructura y los hallazgos arqueológicos del edificio.

En efecto, desde 1986 hemos mantenido que Cancho Roano sería un palacio sacro destinado a un rex tartésico, como evidenciaba su funcionalidad [12]. Para ello se procedió a examinar la dispersión de los hallazgos a fin de establecer el uso originario de cada habitación del edificio y, con estos datos, interpretar el conjunto del mismo [13]. En efecto, los objetos encontrados reflejan las actividades correspondientes a cada una de las habitaciones donde fueron hallados y, en su conjunto, permiten establecer la interpretación de todo el edificio como unidad arquitectónica.

Tras esta labor, se procedió a su comparación, tipológica y funcional, con otras estructuras arquitectónicas similares del Oriente y del Mediterráneo [14] y con monumentos teóricamente comparables de la Península Ibérica, lo que permitía precisar sus funciones socio-políticas [15] e ideológicas [16].

Para documentar las hipótesis planteadas se procedió de la siguiente forma:

1) Se agruparon todos los hallazgos por características funcionales comunes, a fin de evidenciar las actividades realizadas en las diversas áreas del edificio:

a) Elementos de tocador y de adorno (joyas).
b) Elementos suntuarios: muebles, juegos, marfiles y huesos decorados, etc.
c) Elementos de vestido: fíbulas, broches.
d) Elementos de banquete: copas, asadores, etc.
e) Elementos de control económico: balanzas, pesas, sellos, etc.
f) Instrumental agrícola: picos, hazadas, sierras, 32 molederas, etc.
g) Alimentación: vino?, habas, trigo, almendras, piñones, miel.
h) Elementos de producción artesanal: 2 crisoles, 1000 fusayolas, 2 telares.
i) Elementos de guerrero: armas y atalajes.

2) Los objetos hallados se distribuyeron en un plano del edificio para visualizar la funcionalidad de cada zona del edificio, pues los objetos hallados tendían a agruparse, por sus características, en determinadas zonas, cuyas funciones quedaban, en consecuencia, documentadas:

    A) Zona de habitación: compartimentos H-4 a 6, situados en el ángulo NW del edificio. En ellos apareció la gran mayoría de objetos de tocador y joyas y de restos de muebles suntuarios (a,b,c) y, también, de los elementos de banquete (d), especialmente en la cámara 5, donde se concentraban los hallazgos de vasos griegos, kylikes y Cástulo-cups, así como 3 ánforas, tal vez interpretables como de vino para acompañar los banquetes. Igualmente en las cámaras H-4 y 5 apareció un conjunto significativo de elementos de control económico (f), como ponderales y un platillo de balanza. Por último, cabe destacar en este compartimento 5 la existencia de un telar (h) evidenciado por un conjunto de 30 pesas situado junto a la puerta más externa. La habitación 3, que constituye el acceso a las anteriores, ofrecía escasos hallazgos, destacando otro telar (h).

    B) Zona de almacenes: compartimentos H-8 a 10, que ocupan la zona suroccidental del edificio. El H-8 ofrecía vasos y asadores metálicos (d), el mayor conjunto de piezas de atalaje (e) y cuatro ponderales (f), pero es significativa la ausencia de elementos suntuarios, que caracterizaban las habitaciones de la zona NW, así como de instrumentos y ánforas, que aparecen en los departamentos contiguos H-9 y 10.

    Los departamentos H-9 y 10 se caracterizan por la presencia de numerosas ánforas (g) [17]. En el departamento H-9 aparecieron un mínimo de 16, cuyo contenido se ignora, aunque Maluquer supuso que fueran de vino, tal vez por no aparecer restos de elementos sólidos. Otras 6 anforas, con habas y trigo, estaban depositadas en el 10. En éste también se recogió un crisol (h), algún resto de vasos metálicos y de cerámica en pequeño número, pero no apareció ningún otro tipo de ajuar.

    C) Zona de santuario: el compartimento H-7 [18], situado en el centro del edificio, apareció totalmente vacío de hallazgos, lo parece extraño, pero pudiera explicarse bien por las circunstancias de abandono final del edificio o por haberse colmatado en su fase final.

    D) Zonas de función imprecisa: El departamento H-11, en el ala SE del edificio, estaba enlosado. En él apareció un conjunto de cuentas de collar de piedras semipreciosas, un sello y también algún resto de muebles suntuarios; la riqueza de estos materiales y el enlosado del suelo permitiría pensar en una función especial, tal vez como tesaurus o depósito de objetos preciosos del edificio, aunque no se pueda excluir que la aparición de tales hallazgos se deba a circunstancias fortuitas o a que pudieran haber caido del piso superior. Pero, además, su ubicación frente a la zona de almacenes tampoco excluye un posible uso como tablinum o archivo, por lo que la interpretación funcional de este ambiente queda, por ello, más incierta.

    El departamento H-2 servía de distribuidor del edificio. Aunque los hallazgos eran escasos y poco significativos, apareció un hogar en la mitad norte y, junto a él, un ánfora con restos de trigo y bajo ella un atizador y un asador metálicos, por lo que esa zona debió utilizarse como hogar y cocina, mientras que un interesante conjunto de piezas estaba situado junto al muro Norte, formado por cerámica local y dos Cástulo-cups. En este departamento también aparecieron parte de los 32 molinos de mano recogidos en el edificio, lo que se debe relacionar con los almacenes de alimentos en la zona SW del edificio y con el ánfora con trigo hallada junto al hogar, indicando funciones de cocina o preparación de la comida para los habitantes del edificio, sin excluir que los molinos indiquen la posibilidad de control de las tareas de molienda.

    Por otra parte, en el vano entre el departamento H-2 y el H-1 apareció una panoplia completa de guerrero, formada por un puñal con su vaina, un cuchillo, dos puntas de lanza con sus regatones, un pilum y elementos de un escudo. Su proximidad al acceso principal permitiría suponer que se tratase del armamento de la guardia del edificio, pero parece más lógico que estas armas constituyeran la panoplia del señor del mismo, depositadas en lugar visible a la entrada como elemento simbólico y de representación del estatus guerrero de su propietario [19].

    El departamento H-1, situado en el ala NE., que constituía el vestíbulo de acceso, con la escalera para subir a la planta superior, ofreció materiales revueltos, como piezas suntuarias, como cuentas de oro, un sello, etc., y un tesorillo constituido por un cuenco de plata y 2 arracadas amorcilladas de oro ocultas dentro de una vasija de cerámica local bajo el suelo entre la escalera y la puerta de acceso a la habitación 2. Pero también aparecieron seis ánforas conteniendo restos de piñones y almendras que, verosímilmente, se encontraban en ese lugar antes de ser introducidas en los almacenes del edificio, bien en la zona SW o bien en la planta alta, cuyo uso y estructura es prácticamente desconocida, aunque quizás fuera utilizada, en parte, como "cámara" o almacén, lo que deja abierta la posibilidad de que estas ánforas procedieran, realmente, del piso superior donde estarían almacenadas y desde donde habrían caido al derrumbarse la parte alta.

    Por último, en el patio oriental H-12, en la zona próxima a la habitación 1, aparecen más materiales similares y con la misma distribución dispersa: elementos suntuarios, como tres sellos, cuentas de oro y fragmentos de un aryballos y elementos de banquete y de control económico, junto con 16 ánforas, alguna de las cuales contenían piñones y almendras. Estos objetos pudieran haberse perdido en un abandono precipitado o en un saqueo del edificio, pero parece más lógico que estuvieran en el piso superior y que hubieran caido al patio al derrumbarse la planta alta, idea avalada por haber aparecido a más de 150 cm. de altura sobre el suelo. También en el banco corrido situado al Norte de dicho patio se recogieron varios molinos de mano y, en el lado Sur, apareció otra concentración de objetos: 3 asadores, 1 pilum, 2 lanzas, 1 cuchillo, 1 sierra, 2 hoces, 3 cinceles, 3 argollas y 1 platillo de balanza. Además de las argollas señaladas, otras dos aparecieron clavadas en la pared, una en la zona norte, otra en el rincón suroeste. Finalmente, carecen de localización precisa otros objetos de bronce, como un pié de un mueble, un asa de brasero y algunos ponderales, tal vez por haber caido desde la planta superior, así como más de 1000 fusayolas cuyo lugar de hallazgo no recoge Maluquer.

En conclusión, de este análisis funcional se deduce:

1.- Los objetos en las distintas habitaciones y ambientes se hallan agrupados por funciones aparentemente similares o relacionadas.

2.- En consecuencia, el edificio de Cancho Roano ofrecía funciones diversas especializadas en sus distintas zonas, como evidencia la funcionalidad de los objetos en ellos aparecidos:

    - La parte NW eran las habitaciones privadas y dormitorios, de tipo de "cámara con alcoba", lo que explica la aparición de objetos de banquete, de muebles y objetos suntuarios y de tocado e, incluso, de telares, seguramente de la mujer del dinasta.

    - La parte SW constituía los almacenes, con el instrumental y las reservas de alimentos.

    - El departamento 7 carecía totalmente de hallazgos, pero su gran espaciosidad y disposición central evidencia su carácter de ordenación de todo el edificio, lo que supone una función destacada y de tipo sacro, seguramente por ser el lugar de culto a las divinidades dinásticas [20].

    - Más inciertas quedan la habitación H-11, que pudo ser la cámara del "tesoro"; la H-2, que ofrecía un uso variado como zona de paso a los ámbitos a los que daba acceso, además de servir de cocina y manipulación de alimentos y, tal vez, de guardia.

    - El patio ofreció elementos aparentemente revueltos, quizás a causa de las circunstancias de la destrucción del edificio. Pero cabe deducir una función de epiphanía y representación, para celebrar ritos y ceremonias palaciales, y, tal vez, de reunión y convivialidad de corte, si el amplio basamento sobre el que se asienta se interpretara como un banco o lecho corrido. Además, aunque al parecer no estaría cubierto, su disposición recuerda la apadana, iwan o pórtico de audiencia de los palacios orientales.

    - Sin embargo, es casi imposible precisar el uso de la planta alta (H-13) que, al menos en parte, debió estar destinada a almacén, aunque algunos objetos suntuarios procedentes de ella permitan suponer una función de habitación, como era costumbre en los palacios orientales.

    - Finalmente, la disposición saliente de las habitaciones H-1 y 11 permiten plantear que, además de como vestíbulo y escalera, sirvieran como torres, destacando del resto del edificio para contribuir a su defensa y darle mayor prestancia.

3.- La interpretación de conjunto es que Cancho Roano debe interpretarse como un edificio de función palacial por su forma, función y significado, ya que ofrece características arquitectónicas tan reveladoras como su monumentalidad y organización compleja, reflejo de las funciones teóricas de su propietario:

    A) Reune todos los elementos propios de un palacio, integrados en una construcción conjunta cuyas grandes dimensiones y calidad constructiva resaltaba la preeminencia social de su poseedor, como manifestación de su autoridad y control de la sociedad.

    B) Los diversos ámbitos, perfectamente definidos, responden a las diferentes funciones propias de todo palacio:

      a) residencia o vivienda del dinasta, de su familia (que participa de su carisma social y/o sacralidad) y de sus servidores (esclavos, siervos, etc.).

      b) zona de control económico (almacén y redistribución de alimentos y productos artesanales, talleres de artesanos para producir objetos suntuarios, etc.).

      c) zona pública destinada a funciones administrativas y políticas.

      d) zona sacra o santuario destinado a los cultos dinásticos, dada la sacralidad del señor del palacio, emparentado con la divinidad e intermediario de la misma ante la sociedad, aspecto ideológico que constituye el fundamento del poder.

Sin embargo, resultaba extraña la falta de toda documentación sobre elementos religiosos, aunque Maluquer consideró la habitación 7 como un adyton secreto de función sacra. Su gran tamaño y su disposición central permitirían interpretar dicha cámara como santuario de las divinidades dinásticas protectoras del señor, su familia y, por extensión, de la sociedad, pero extraña la ausencia de sacra, como los identificados en la favissa de Alhonoz (Sevilla) o la figura de Medina de las Torres (Badajoz). La explicación de este hecho anómalo pudiera estar en que en una huida repentina los sacra habrían sido, por razones religiosas, los primeros objetos puestos a salvo, como en el conocido episodio de Eneas huyendo de Troya con su padre Anquises y los penates familiares (Verg. Aen. II, 291 s.; II, 716 s.). Pero tambien suponer que dichos sacra pudieran haber sido los únicos objetos salvados en una destrucción intencional del edificio dado su valor para toda la comunidad, como la que se ha supuesto para el palacio de Murlo o como en el caso de la Regia de Roma, que mantuvo su carácter sacro tras el advenimiento de la República, con cultos originariamente gentilicios de los reyes romanos, como el culto de Ops Consiva o el de Marte y los salios, que pasaron a ser cultos de la ciudad [21].

En este sentido, es interesante recordar que Maluquer atribuyó la destrucción de Cancho Roano a un incendio, que pudo ser intencionado [22]. Esta hipótesis de un incendio provocado por motivos rituales recuerda la destrucción, también intencionada y atribuida a causas socio-ideológicas del palacio etrusco de Murlo, interpretación que confirmaría el carácter sacro del edificio como "palacio" de un personaje regio de tipo sacro, ésto es, de un dinasta vinculado a la divinidad y puesto por ella al frente de la sociedad.

Cancho Roano, al cumplir todos los requisitos teóricos, arquitectónicos y funcionales de un palacio, constituye un documento de gran importancia para comprender la organización socio-política de Tartessos y sus áreas de influencia. Además, esta interpretación permite comparar Cancho Roano con otros ejemplos de arquitectura palacial del Oriente y el Mediterráneo en la Antigüedad y analizar las semejanzas que presenta con las principales tradiciones palaciales documentadas.

Un análisis en este sentido evidencia el orígen oriental de Cancho Roano, a juzgar por sus características constructivas: patio delantero con torres en las alas de tipo migdal, escalera lateral, sala transversal, habitaciones con cámara y antecámara, espacio central, almacenes, segunda planta destinada a almacén y vivienda, trazado geométrico, uso de adobe, pseudoortostatos y, muy probablemente, cubierta aterrazada. Estas fórmulas arquitectónicas apuntan a la zona nordsiria y, quizás, de Fenicia septentrional más que a Mesopotamia, Siria meridional o, incluso, Palestina, pues parecen derivar de los palacios nordsirios de inicios del I milenio, cuyo elemento más característico es el bît-hilani o pórtico de columnas abierto a un salón del trono con su eje longitudinal paralelo a la fachada, pudiendo considerarse origen de la apadana persa y del iwan de la arquitectura sasánida y árabe.

Otro ejemplo en la Península Ibérica quizás pueda considerarse el complejo arquitectónico fenicio de Toscanos. Aunque su fase 1 (ca. 725 a.C.) está mal definida, su fase 2 ofrece un espacio central con cámaras alrededor, asociado por una escalera, a un "almacén" de planta tripartita y dos pisos de alzado de la fase 3 (ca. 700 a.C.), con buenos paralelos en Motya y Hazor [23]. Este conjunto, formado por una zona de vivienda y un almacén, puede, en consecuencia, interpretarse como una estructura "palacial", pues sólo faltaría la zona pública, quizás situada delante en la zona destruida por la vía del tren. Tal interpretación resultaría adecuada a la fuerte jerarquización del mundo colonial fenicio peninsular, de tipo regio-principesco según traslucen sus suntuosas tumbas de cámara y, a su vez, permitiría comprender no sólo cómo pudieron llegar los modelos arquitectónicos del ámbito colonial fenicio al mundo indígena tartésico, sino también cómo dichos modelos serían adoptados asociados a influjos en sus estructuras sociales, proceso de aculturación esencial para explicar la formación de Tartessos y, en concreto, la aparición de edificios como el de Cancho Roano.

*

A partir de 1987, las excavaciones dirigidas por S. Celestino y F. Jiménez han permitido completar la excavación de la fase final del edificio [24] (fig. 1). El cuerpo central excavado por Maluquer, construido sobre una terraza, quedaba sobreelevado 1 m. y rodeado por cuatro naves exteriores alargadas de 3 m. de ancho, paralelas al mismo y separadas de éste por un pasillo de 2m. Las de los lados Norte, Oeste y Sur estaban formadas por una serie de pequeñas cámaras abiertas al corredor, hasta 6 por lado, de 1,5 por 4 m., a las que se accedía exclusivamente a través del patio oriental (H-12). La parte posterior de estas habitaciones daban a un muro con una masa externa de balastro o tapial de granito de 3,5 m. de ancho, que serviría como defensa exterior del monumento, reforzada por un profundo foso en V externo que debía rodear el edificio y que acentuaría su ambiente ritual de témenos o haram, aislado del exterior, excepto por su lado Este, que daba hacia el río.

En esta fachada se construyó una entrada relativamente monumental formada por dos bastiones curvilíneos salientes, entre los que se abría el umbral, en el que se colocó una estela de guerrero del Bronce Final, seguramente como símbolo de preeminencia ideológica que parece aludir al anterior sistema de poder político, vencido por el dueño del palacio.

Estas naves periféricas del edificio se han interpretado como "capillas" al relacionarlas con la presunta función de "santuario" del edificio sostenida por Maluquer, replanteándose de nuevo el problema de la interpretación general del edificio y, en relación con ella, de la sociedad tartésica, ya que, como es bien sabido, la identificación de una construcción palacial no es tanto un estudio de arquitectura, sino que implica la existencia de un determinado sistema social y de una determinada forma de estado [25].

Por ello, parece oportuno en esta ocasión recurrir de nuevo al análisis funcional utilizado en la parte central. De las 6 cámaras del lado Norte, la N2 y N3 estaban fuera de uso: la N3 por cruzarla el canal de desagüe del corredor interior y la N2 por aparecer sellada con piedra. Por el contrario, las N1, N4, N5 y N6 ofrecen una reiteración de ajuares muy significativa: "ánforas -alguna con cereal-, asadores, cerámica común, jarros y braseros de bronce"... a lo que se añade en la N5 "un extraordinario conjunto de bienes suntuarios, como restos de un vaso de alabastro, cerámica griega, fíbulas, etc.", habiendo sido todas ellas destruidas por el mismo incendio que el cuerpo central [26]. Según sus excavadores, la "presencia reiterada de bienes de claro simbolismo ritual como los asadores, los jarros o los braserillos..." y "la heterogeneidad del material que contienen... lleva a interpretarlas como cámaras o "capillas" de ofrendas, que acogen... ceremonias cultuales... y elementos votivos, entre los que se encuentran productos agrícolas, herramientas de uso cuotidiano y objetos suntuarios" (id, 152-3). Incluso la presencia de cebada en uno de los jarros de bronce y de restos óseos de ovicápridos junto a los asadores confirmaría que estos objetos pertenecerían a actos ceremoniales que incluirían libaciones o abluciones y banquetes, para los que el santuario pondría a disposición los utensilios litúrgicos.

En consecuencia, Celestino y Jiménez dedujeron que "las excavaciones del Sector Norte manifiestan una función de centro religioso para el complejo de Cancho Roano" (id., 156), corespondiendo las "capillas" a distintos grupos sociales, poblados o divinidades (id., 158). La divinidad venerada sería funeraria, como había señalado Maluquer [27], y el santuario obtendría excedentes agrícolas y quizás ganaderos de la región que controlaría actuando como "centro de redistribución comercial", mientras que "una buena parte de los bienes... (marfiles, alabastrón, joyas)" y "alguna de las piezas más exquisitas de la cerámica ática"... "pertenecerían a los administradores del santuario, que detentarían un nivel muy superior al de los oferentes" (id., 159). Finalmente, "se acuña el término palacio-santuario para sortear la aparente contradicción entre estructura palacial y funcionalidad templaria que plantea el yacimiento", aunque considera "arriesgado... pronunciarse sobre el tipo de sociedad que representa esta construcción...".

Esta misma tendencia interpretativa, con algún ligero cambio, ofrece la memoria publicada en 1996 [28], en la que se insiste en argumentos similares tras la excavación de los sectores Oeste, Sur (muy destruido) y Este. La zona Oeste carecía de recipientes rituales y ofreció objetos que indican tareas relacionadas con el hilado y el tejido, como dos telares completos, y algunos instrumentos agrícolas. A pesar de la dificultad que telares y posibles hogares o fogones plantean a los autores, se interpretaron como "capillas de ofrendas... a las que se adecúa bastante bien el carácter heterogéneo y multiforme de los depósitos de las estancias occidentales" (id., 134), que no serían un obstáculo para mantener su carácter religioso, considerándose como "actividad litúrgica" el hilado. En esta línea interpretaticva, se supone un dualismo sexual (Norte, masculino, frente a Oeste, femenino) e, incluso se plantea "un recorrido procesional que atravesaría diversas etapas".

En consecuencia, aunque se reconoce el carácter de residencia de la parte central, sus autores deducen que "se produce en el mismo recinto la convivencia de dos funciones. Una palacial y otra sagrada materializada en dos espacios arquitectónicos perfectamente individualizados pero simbólicamente interconectados: el área de culto público rodea la zona residencial... a un nivel topográfico inferior... Esta pluralidad de funciones lleva de nuevo a reivindicar el concepto de Palacio-Santuario".

*

Frente a estos puntos de vista, creemos que una relectura de los precisos datos de las excavaciones, semejante a la realizada en su día con los de las campañas de Maluquer, ofrece una reinterpretación alternativa más acorde con el contexto funcional de todo el monumento.

Las 6 pequeñas estancias por lado dispuestas en naves longitudinales en torno al cuerpo central quedan a menor cota y separadas de éste por un pasillo a cielo abierto. Ello bastaría para cuestionar su pretendido carácter sacro frente al área residencial central, so pena que todo Cancho Roano fuera un santuario, lo que está en contradicción con la evidencia de los hallazgos.

Además, a pesar de su pequeño tamaño, 1,5 m. de ancho por 3,5 a 4,5 m. de largo, todas las cámaras ofrecen elementos característicos de una vivienda, como banco corrido adosado a la pared (N-6, O-1, O-3, O-5), hogares o plataforma de arcilla quemada (N6, O-1, O-2, O-3, O-4, O-6), seguramente para hacer los panes o tortas, tan importantes en la alimentación oriental, y un ajuar de cerámica doméstica que siempre comprende, al menos, un ánfora como reserva de alimento y un cuenco como reserva de agua, siendo más excepcional la presencia de objetos metálicos (N-1, N-4 a 6, O-1) y de cerámicas áticas (N-5, O-2) relacionados con el banquete suntuario, lo que explica la aparición de granos en alguno de los vasos, diferencias que sólo indican mayor o menor suntuosidad. Además, las cámaras occidentales tenían, además de algún instrumento agrícola, tres telares completos (O-1, O-3, O-5). Otra pesa apareció en la O-4 y otras 4, sin cocer, en la N-1, lo que indica la especialización en el hilado y que en estas cámaras se hacían las pesas de telar, como en cualquier vivienda. Finalmente, también aparecen ponderales, seguramente para calcular las raciones alimenticias, y elementos de vestido, como fíbulas y botones de bronce. Todos estos elementos son idénticos a los que ofrecía las estancias del dinasta localizadas en la zona NW. del cuerpo central, lo que induce a confirmar su carácter doméstico (ver tabla), excluyendo que se trate de meros depósitos de ofrendas, salvo que éstas estuvieran constituídas por ajuares domésticos, lo que resultaría sorprendente.

Partiendo de este hecho, es evidente que su escaso tamaño resulta insuficiente como vivienda de un núcleo familiar, aunque no para una persona. Por este detalle y por su ubicación, cabría considerarlas como dependencias del palacio destinadas a siervos sin familia, pero contra esta hipótesis está la gran calidad de objetos de bronce y suntuarios aparecidos en alguna de las cámaras.

La hipótesis alternativa más verosímil es interpretarlas como el harén, un elemento esencial en todo palacio oriental, pues era frecuente la práctica de la poligamia entre las familias más ricas y, en especial en la familia real [29]. En efecto, las habitaciones periféricas de Cancho Roano quedarían estrechamente controladas dentro del palacio al abrirse todas al estrecho corredor periférico con acceso sólo desde el patio tras pasar la guardia que probablemente existía en el lado Este y que también podría controlar la entrada al pasillo periférico, cuya privacidad se vería probablemente incrementada por puertas en sus accesos. Esta dificultad de acceso recuerda la de las viviendas de la servidumbre en palacios orientales para evitar su fuga, pero también es característica de los harenes.

Sin embargo, no dejan de existir algunos problemas. Uno serían las cámaras anuladas (N-2, N-3, O-6), cuyo sentido se nos escapa, aunque cabe suponer algún tabú específico. Otro es la presencia de lanzas señaladas en N-3, N-5 y N-6, incluso, de arneses de caballo. La N-3 era una estancia amortizada y la lanza aparecida en una esquina, carece de contexto; la N-5, apareció "en una bolsada de ceniza... a unos 40 cm. sobre el suelo" lo que pudieran indicar que procediera del edificio central o que cayera al derrumbarse el techo; finalmente, la N-6 es un trozo de soliferreum que estaba apoyado de pie en una esquina, siendo por ello su interpretación difícil (id., 1993: 112), quizás reutilizado como asador, por lo que ninguno de estos casos parece indicar un contexto guerrero propio del mundo masculino. Lo mismo ocurre con la estatuilla de caballo, más bien de jinete, de la cámara O-6 (id., 139), que fue considerada por sus excavadores un objeto votivo o de adoración. Su aparición en dicho lugar es difícil de explicar, pues parece más lógico suponer que originariamente procediera del santuario central por su simbolismo ecuestre, relacionado con el señor del palacio, aunque también pudiera haber formado parte de algún objeto suntuario.

Pero, además, quizás convenga recordar que en la parte central del edificio, cuyas puertas de acceso aparecieron tapiadas en el momento del incendio aparentemente intencionado que lo destruyó, quizás para evitar todo contacto con el interior por motivos rituales, según Maluquer aparecieron restos de 6 mujeres y 1 hombre, considerados por su excavador como inhumaciones pero nunca explicados [30], aunque posteriormente este hecho ha sido desmentido sin dar una explicación alternativa suficiente de dichos datos [31]. Por ello, al margen de que la confirmación de tal hallazgo plantearía la inmolación ritual de los moradores del palacio, el número de 6 mujeres en relación a un sólo hombre puede considerarse como muy significativo en este contexto cultural.

Además, la semejanza que ofrecen los hallazgos de todas estas cámaras periféricas desde el punto de vista funcional, refuerza la hipótesis de que se trate del harén pues parecen tratarse de ajuares "domésticos", ya que resultan bastante similares a los de la zona NW del edificio central, que corresponde a la vivienda del dinasta y su esposa (ver tabla).

Finalmente, si Cancho Roano se considera un palacio de origen oriental por su técnica constructiva, sus formas arquitectónicas y su ideología, es de suponer que también ofreciera el mismo origen su organización socio-familiar, lo que implicaría la existencia del harén, pues éste no puede faltar en ningún palacio oriental al ser una institución esencial del mismo en el mundo oriental.

Esta deducción lleva a un doble análisis que no es posible realizar aquí, sobre los posibles paralelos arquitectónicos en palacios orientales y sobre su significado cultural.

No es fácil identificar en los palacios orientales paralelos arquitectónicos para el supuesto harén de Cancho Roano, pues los palacios orientales son mucho más irregulares y complejos que Cancho Roano, lo que dificulta las comparaciones y, además, la existencia del harén se basa en muchos casos más en referencias textuales que en evidencias arquitectónicas, por cuanto las zonas de vivienda muchas veces debieron estar en pisos altos, generalmente no conservados.

De todas formas, en Oriente, aunque lo habitual era la monogamia, la poligamia era una costumbre reconocida legalmente [32] y que dependía del nivel económico, por lo que era frecuente entre las clases elevadas, especialmente en la familia del rey. En consecuencia, junto a la mujer oficial, podía haber otras legales y, además, las concubinas, que solían ser de extracción servil. Por ello, en algunos palacios se ha intentado identificar, no sin discusiones, el harén, como en tell Ashmar, que ocuparía una serie de estancias aisladas en el ala Sur con evidencias de actividades domésticas [33], particularmente femeninas. También en el palacio de Zimrilim en Mari se ha discutido la existencia del harén, documentado por los textos, habiéndose creido identificar las habitaciones de la servidumbre [34], que por su regularidad recuerdan las cámaras de Cancho Roano. En el palacio de Assur, el harén se ha identificado en torno al patio del sector SW, pero sin pruebas concluyentes [35]. También es de interés el palacio de Ramsés III en Medinet Habu, donde el harén está ubicado en la parte posterior del palacio y con acceso a través de un largo corredor que lo rodea, lo que recuerda el caso de Cancho Roano, tanto más por cuanto la arquitectura egipcia también ofrece la disposición de pequeñas cámas adosadas al muro exterior del témenos con acceso a través de un corredor paralelo al mismo.

Sin embargo, el significado cultural del harén en los palacios orientales ofrece más interés que sus paralelos arquitectónicos, dada su importante papel social [36]. Aunque la poligamia se daba entre todas las clases, era un signo de distinción por ser una carga onerosa, hasta el punto de que acabó siendo privilegio real y distintivo del mismo, heredando el rey el harén de su antecesor como señal de realeza y como título para el trono, por lo que el harén llegó a constituir un objetivo primordial del conspirador al trono, como relata Herodoto (3, 68) entre los persas a propósito de Esmerdo. Según esta tradición, las mujeres de Saúl pasaron a David (2 Sam. 12, 8) y Absalón se apoderó de las concubinas de David (2 Sam. 16, 21-22) para manifestar su posesión del trono; igualmente, el harén de David pasó íntegro a Salomón, a pesar del intento de Adonías (1 Re. 2, 13-24).

Más difícil es definir el número y la composición del harén, que varía entre dos o tres mujeres, con alguna concubina, generalmente de clase servil, hasta alcanzar varios cientos en los harenes de los grandes imperios. La Biblia indica como Saúl tuvo una concubina (2 Sam. 3, 7) y varias mujeres (2 Sam. 12, 8) mientras que David tenía en Hebrón 6 mujeres (2 Sam. 3, 2-5) y en Jerusalén tomó más concubinas y esposas (2 Sam. 5, 13, 11, 27, 15, 16, 16, 21-22, 19, 6, 20, 3; Roboam tuvo 18 mujeres y 60 concubinas (2 Par. 11, 21) y Abías tuvo 14 mujeres (2 Par. 13, 21). En el "Cantar de los Cantares" (6, 8), el "rey" tiene 60 reinas y 80 concubinas y Salomón, en su semifabuloso harén, tuvo 700 esposas y 300 concubinas (1 Re. 11, 3). En el mundo fenicio se carece de información tan precisa, pero por la correspondencia de El Amarna sabemos que el rey de Alasia habla de "sus mujeres" y el rey de Biblos tenía por lo menos dos, aunque las referencias de los anales asirios de los siglos VIII-VII a.C. sobre Askalón, Sidón y Asdos sólo mencionan a la mujer del rey, seguramente la reina titular, lo que no excluye la existencia de harenes.

Además de para satisfacción personal [37], la función del harén a nivel familiar se explica esencialmente por ser el medio más eficaz para compensar la fuerte mortalidad femenina peripuerperal y evitar así la carencia de heredero en la familia gentilicia patriarcal, como se evidencia en caso de esterilidad de la esposa, que tenía connotaciones muy negativas [38], pudiendo utilizar ésta para tal función incluso a una esclava [39]. Esta preocupación era esencial por razones sociales y, especialmente religiosas, dada la importancia del culto a los muertos, que debían celebrar los herederos [40].

Pero, además, el harén pudo ser también un medio de producción, especialmente de labores femeninas, como el molido y la preparación de la comida, el hilado y tejido, sin excluir, quizás, la cerámica y el trabajo del campo como evidencian numerosos paralelos etnológicos, lo que explicaría la aparición de artefactos agrícolas en el posible harén de Cancho Roano. Por ello, se ha señalado cómo el número de mujeres de una "casa" estaba en relación directa con su productividad económica y su prestigio social [41]. En efecto, la producción artesanal especializada de un palacio contribuiría a proporcionar bienes de intercambio y a acrecentar su riqueza. En concreto, en las habitaciones del dinasta (H-3 a 5) aparecieron dos telares, atribuidos a la actividad aristocrática de la señora del palacio, como Penélope en el mundo homérico [42], donde el hilado y actividades conexas eran tareas de la servidumbre femenina bajo la dirección del ama (Il. VI, 456; Od. VII, 103; XXII, 422; etc.). Pero otros telares proceden del piso superior, lo que unidos a los 3 aparecidos en las habitaciones periféricas hacen suponer que esta actividad sería frecuente en el harén, tanto más por cuanto varios cientos de fusayolas o husos para hilar, quizás más de 1000 según Maluquer, aparecieron por las distintas habitaciones. Si la ubicación de los telares dejan suponer que eran dedicación de la señora del palacio y del harén, tampoco se debe excluir personal servil o asalariado, pues pudieron coexistir ambos como evidencian los poemas homéricos (Od. VII, 103; Il. XII, 433) [43], como en los palacios orientales, donde existían tejedores especializados, normalmente personal masculino, como los gzlm o hiladores especializados de Ugarit [44], habiéndose supuesto en Mari [45] y en Pilos [46] un control palacial de esta producción a modo de monopolio, lo que indica que la especialización textil de hilado y tejido controlada por el palacio sería una de sus bases económicas. La fibra utilizada pudo ser lino o lana, ambos atestiguados en palacios orientales [47] y en la Turdetania, donde Estrabón (III, 2, 6) refiere que se exportaba tela para vestidos, pues su lana era de finura insuperable.

Pero el aspecto más significativo del harén en la sociedad palacial quizás deba verse en la política de alianzas matrimoniales, al incrementar las relaciones con otras familias y la solidaridad social del grupo [48]. En este sentido, existía una política de intercambio de hijas que permitiría estrechar relaciones con otras familias aristocráticas afianzando así la estabilidad interna. Pero aún más importante era en Oriente el papel de harén para las relaciones exteriores, pues constituía el más importante instrumento de política internacional, más incluso que los regalos regios que, por supuesto, irían asociados. Aunque a los reyes se entregaban mujeres para los harenes como tributo, las hijas de los príncipes y soberanos destinadas a los harenes servían para establecer matrimonios dinásticos con el fin de sellar alianzas que aseguraran las buenas relaciones con otros estados y la lealtad de los paises sometidos [49]. La Biblia también da buena información de esta política [50], pues David se desposó con Maaka, hija del rey arameo de Guesur (2 Sam. 3, 3); Salomón, con una hija del farón y con moabitas, ammonitas, edomitas, sidonios e hititas (1 Re. 11, 1, 14, 21); Omri, desposó a su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro (1 Re. 16, 31), a fin de estrechar alianzas, etc. En este contexto, resulta significativa la utilización del matrimonio como elemento de relaciones externas que documentarían algunas joyas de la Península Ibérica ya desde el Bronce Final [51], mientras que en el mundo ibérico está bien atestiguado el intercambio matrimonial como elememto de la política exterior [52], aunque no deba interpretarse como prueba de poligamia.

El distinto origen social y étnico, el favor real y la descendencia explican las marcadas diferencias que existían dentro del harén, proviciando intrigas y envidias. Estas diferencias pudieran explicar la distinta riqueza que reflejan los ajuares aparecidos en las diversas cámaras de Cancho Roano, quizás pertenencientes a las "dotes" de las distintas mujeres, a pesar de reflejar todos aparentemente la misma funcionalidad.

En este sentido, es conveniente recordar que, en Oriente, el lugar preeminente correspondía a la "Madre del Rey" o "Señora", que ostenta el máximo rango político y religioso, tanto en Hatussas o Ugarit, donde se denomina 'adat, "Señora", como en Israel, donde como Gebirah o "Alteza" se sienta en el trono a la derecha del rey (1 Re. 2, 19), llegando Ocozías a intentar usurpar el mando (1 Re. 11, 1 s.). Su papel era superior al de la favorita real, como Betsabé con David, Jezabel con Acab, Atalia con Joram o Maaka con Roboam, ya que ésta podía ser desechada y depuesta, lo que explica que en Israel no ostentara el título de "Reina" hasta que su hijo fuera entronizado. En Ugarit hay referencias al harén, como habitaciones donde residen diversas mujeres y diversos tipos de concubinas (CTA 80, PRU II, 77), pero a pesar de la poligamia, igualmente una sola mujer ejercía de reina como madre del heredero al trono, tomando parte en ceremonias y cultos al lado del rey [53]. También en Hatussas, junto a la reina titular, el rey tenía un harén de mujeres libres y de concubinas esclavas y en Asiria, además de la reina o "Dama de Palacio", había otras mujeres, muchas de ellas princesas de reinos vasallos. Bien conocido es que en Egipto el faraón tenía una "Gran Esposa Real", pero poseía igualmente un numeroso harén, como lo evidencia los 162 hijos de Ramses II o las 317 mujeres jóvenes recibidas como regalo por Amenofis III del rey de Mitani (ARE II, 867), 21 del rey de Jerusalén y otras 20 o 30 de un príncipe sirio, según la correspondencia de El Amarna.

CONCLUSIÓN

La interpretación de las cámaras periféricas del palacio de Cancho Roano interpretadas hasta ahora como depósitos sacros, de acuerdo con sus hallazgos parecen más bien corresponder a estancias de función doméstica, como evidencia la repetida aparición de placas para cocer pan y de ajuares en los que predominan cerámicas domésticas y telares. Por ello, la hipótesis más probable, al excluir que sean viviendas serviles, es que correspondan al harén del palacio.

La identificación de este harén en Cancho Roano lleva a suponer la existencia de harenes en Tartessos, al menos, entre las familias de élite, lo que puede suponer una profunda aportación para la comprensión de su estructura sociofamiliar. Aunque este hecho puede resultar a primera vista sorprendente, debe considerarse lógico dado el marcado carácter oriental del edificio y de la estructura socio-cultural e ideológica con él relacionada.

En consecuencia, la interpretación por ahora más verosímil del monumento de Cancho Roano es la de ser el palacio de un personaje sacro o rex, lo que explica el santuario central, dedicado a cultos esencialmente dinásticos, y, en consecuencia, el carácter sacro de todo el edificio, que ofrece incluso temenos y carácter de templum, algo perfectamente adecuado a la ideología de los palacios orientalizantes (Serv. ad Aen. 11, 235: domum Latini augurato conditam et aedem tam fuisse, quam curiam; id. 7, 170-5: Laurentis regia Pici, ...religione parentum ...hoc illis curia templum hae sacris sedes epulis...). Pero esta sacralidad del edificio en modo alguno se debe confundir con un santuario, pues uno y otro edificio tenían significado y función muy diferentes.

Sin embargo, a pesar de que esta nueva interpretación no repugna cuanto sabemos sobre el mundo tartésico y sus fuerte influjos orientales, insistimos en su carácter hipotético hasta que nuevos estudios y hallazgos permitan un mejor conocimiento de este tema, siendo necesario reabrir una discusión esclarecedora que contribuya a enriquecer la interpretación de Cancho Roano y nuestros conocimientos sobre el mundo tartésico y sus profundas raices orientales.

 


 

NOTAS

1.-
Para las excavaciones iniciales, J. Maluquer de Motes, "El santuario protohistórico de Zalamea de la Serena (Badajoz) I-II". Proyecto de Investigaciones Protohistóricas IV y V. Barcelona 1981 y 1983; id. et alii, "El santuario de Zalamea de la Serena (Badajoz) III". Proyecto de Investigaciones Protohistóricas XVI. Barcelona 1987. Los trabajos últimos pueden verse en S. Celestino y F.J. Jiménez, El palacio-santuario de Cancho Roano IV. El Sector Norte, Badajoz, 1993. S. Celestino (Ed.). El palacio-santuario de Cancho Roano V-VI-VII. Los sectores Oeste, Sur y Este, Badajoz, 1996. [vuelta al texto]

2.-
Véase, S. Celestino - J. Jiménez 1996. [vuelta al texto]

3.-
J. Maluquer et al. 1987, op. cit, 139 y 1981: lám. 17. [vuelta al texto]

4.-
M. Almagro-Gorbea, Ideología y Poder en Tartessos y el Mundo Ibérico (Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia). Madrid, 1996. [vuelta al texto]

5.-
M. Almagro-Gorbea, et alli, Cancho Roano. Un palacio orientalizante en La Península Ibérica, Madrider Mitteilungen 31, 1990, p. 295. [vuelta al texto]

6.-
Las opiniones del autor se intentan dar textualmente, señalando la página de las obras citadas en la nota 1. [vuelta al texto]

7.-
A. Blanco, "Cancho Roano. Un monumento protohistórico en los confines de la antigua Lusitania". Boletín de la Real Academia de la Historia, 178, 1981: 225-242. [vuelta al texto]

8.-
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas. II, Religiones prerromanas. Madrid, 1983: 235 s. [vuelta al texto]

9.-
López Pardo, F., "Sobre la función del edificio singular de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz)". Gerión 8, 1990: 141-162. [vuelta al texto]

10.-
V. Guerrrero, "El Palacio-Santuario de Cancho Roano (Badajoz) y la comercialización de las ánforas fenicias". Rivista di Sutudi Fenici 19,1, 1991: 49-82. [vuelta al texto]

11.-
Diccionario de la Real Academia de la Lengua, 18ª ed., Madrid, 1956. [vuelta al texto]

12.-
M. Almagro-Gorbea, "El Bronce Final y el inicio de la Edad del Hierro en la Península Ibérica". A.A.V.V. Historia de España I. Prehistoria. (Ed. Gredos). Madrid, 1986 : 449. [vuelta al texto]

13.-
M. Almagro-Gorbea et al., op. cit., nota 4. [vuelta al texto]

14.-
M. Almagro-Gorbea y A. Domínguez de la Concha, Cancho Roano. El palacio de Cancho Roano y sus paralelos arquitectónicos y funcionales, Zephyrus 41-42, 1988-1989: 339-382. [vuelta al texto]

15.-
M. Almagro-Gorbea, "La alimentación en el palacio de Cancho Roano", Homenaje a M. Ponsich (Anejos de Gerión II), Madrid, 1992: 95-113; Id., "Palacio y organización social en la Península Ibérica", J. Untermann - F. Villar, Eds., Actas del V Coloquio sobre Lenguas y Culturas Prerromanas de la la Península Ibérica, Colonia 1989, Salamanca, 1992: 21-48. "Tarteso desde sus áreas de influencia: la sociedad palacial en la Península Ibérica", J. Alvar - J.M. Blázquez (Eds.), Los enigas de Tarteso, Madrid 1993: 139-161. [vuelta al texto]

16.-
M. Almagro-Gorbea, op. cit. n. 3. [vuelta al texto]

17.-
M. Almagro-Gorbea, 1992, op. cit., nota. [vuelta al texto]

18.-
El pilar que ocupa el centro de esta habitación H-7 pudiera interpretarse, más que como de función arquitectónica, como un altar o podio para estatua o, mejor, como una columna simbólica, dada la gran altura que presenta, de más de 1'75 m. [vuelta al texto]

19.-
También se podrían relacionar estas armas con los restos de una inhumación masculina aparecida entre los ambientes H-1 y H-2 que Maluquer (1987: 252) atribuyó a un sacrificio. En tal caso, sería un guerrero con su armamento muerto probablemente, al desplomarse la planta superior del edificio, si no se trataba del señor del palacio con su armamento. [vuelta al texto]

20.-
M. Almagro-Gorbea 1996, op. cit., 55 s. y 70 s. [vuelta al texto]

21.-
M. Almagro-Gorbea 1996, op. cit., p. 70 s. [vuelta al texto]

22.-
J. Maluquer 1987, op. cit., p. 252. [vuelta al texto]

23.-
H.-G. "Niemeyer, El yacimiento fenicio de Toscanos, urbanística y función", G. del Olmo y M.E. Aubet (eds.), Los fenicios en la península Ibérica, Barcelona, 1986: 109-126. [vuelta al texto]

24.-
Vid. supra, op. cit. n. 2. [vuelta al texto]

25.-
G.R.H. Wright 1985. Ancient building in South Syria and Palestina. Leiden: 270; M. Almagro-Gorbea - A. Domínguez, 1989: 347. [vuelta al texto]

26.-
S. Celestino y F.J. Jiménez 1993: 149 s. Las citas entrecomilladas procuran recoger de la forma más exacta posible las interpretaciones dadas por sus autores. [vuelta al texto]

27.-
J. Maluquer 1987, p. 252. [vuelta al texto]

28.-
S. Celestino (Ed.), 1996, op. cit. n. 2. [vuelta al texto]

29.-
A. G. Barrois, Manuel d'archéologie biblique, II, Paris, 1953: 56 s.; R. de Vaux, Las institutions de l'Ancient Testament, Paris, 1958 (trad. española, Barcelona 1992): 169 s.; S. Dalley, Mari and Karana. Tow Old Babilonian Cities, London-New York, etc.; P. Xella, La terra di Baal, Roma, 1984, pp. 98-99; M. Mario Fales, "La struttura sociale", en P. Matthiae et alii, L'alba della Civiltà. Società, economia e pensiero nel vicino Oriente Antico. I, La società, Torino 1976, pp. 198 s. [vuelta al texto]

30.-
J. Maluquer, 1987, p. 252. [vuelta al texto]

31.-
S. Celestino et al. 1996, p. 346. [vuelta al texto]

32.-
F. Mario Fales, op. cit., p. 198 s. La bigamia es consentida por el Código de Lipitishtar (24) y por el Código de Hammurabi (145-48, 170) y a ella aluden algunos contratos privados, que vetan explícitamente al marido casarse con otra mujer, aunque a veces incluyen como excepción el caso de esterilidad de la mujer. [vuelta al texto]

33.-
J. Margueron, Recherches sur les palais mésopotamiens de l'Age du Bronze. Paris 1982, p. 142. [vuelta al texto]

34.-
A. Parrot, Mission archéologique de Mari, II. Le Palais I-III. Paris 1958; J. Margueron, op. cit, p. 340 y 365. [vuelta al texto]

35.-
C. Preusser, Die Paläste in Assur (WVDOG), Berlin 1955; J. Margeron, 392. [vuelta al texto]

36.-
I.J. Winter, "Seat of the King" / "A wonder to behold": The palace as construct in the Ancient Near East. [vuelta al texto]

37.-
2 Sa. 11, 2 s.; 1 Re. 2-4; Mari 6, carta de Samsî-Addu a Yasmah-Addu: "Yahdun-Lîm, por pasión por sus favoritas, ha separado a sus esposas y las ha hecho habitar fuera (de palacio)", referencia personal que agradezco a G. del Olmo Lete. Véase J.M. Durand 1995, La religión de Siria durante la época de los reinos amorreos según la documentación de Mari. G. del Olmo (ed.), Mitología y religión del Oriente Antiguo. II, 1 Semitas Occidentales (Ebla, Mari, Ugarit). Sabadell: 494 s. [vuelta al texto]

38.-
F. Mario Fades, op. cit., p. 181. [vuelta al texto]

39.-
Gen. 16,1 s. [vuelta al texto]

40.-
P. Xella, op. cit., p. 150 s. [vuelta al texto]

41.-
M. Mario Fedes, op. cit., p. 200. [vuelta al texto]

42.-
G. Wickert-Micknat, Die Frau (Archaeologia Homerica R), Göttingen 1982, p. 39 s. [vuelta al texto]

43.-
G. Wickert-MIcknat 1982, p. 43. [vuelta al texto]

44.-
S. Ribichini - P. Xella, La terminologia dei tessili nei testi di Ugarit, Roma 1985, p. 19. [vuelta al texto]

45.-
D. Charpin, "Le role économique du Palais en Babilonie sous Hammurabi et ses successeurs", en E. Lévy (Ed.), Le système palatial en Orient, en Grèce et a Rome, Strasbourg 1987, p. 123. [vuelta al texto]

46.-
St. Hillet - O. Panagl, "Die frühgriechischen Texte aus mykenischer Zeit. Zum Erforschung der Linear B-Tafeln". Erträge der Forschung 49, 1976, p. 183 s. [vuelta al texto]

47.-
M. Heltzer, Goods, Prices and the Organisation of Trade in Ugarit. Wiesbaden, 1978, p. 82-3; M. Liverani, "Economia delle fatorie palatine ugaritiche", Dialoghi di Archeologia, n.s. 2, 1979, 70; S. Ribichini - P. Xella, op. cit., p. 15 s. [vuelta al texto]

48.-
F. Mario Fales, op. cit., p. 200. [vuelta al texto]

49.-
S. Dalley, p. 97. [vuelta al texto]

50.-
A.G. Barrois, op.cit ., 57; R. de Vaux, op.cit ., 170. [vuelta al texto]

51.-
M. Ruiz-Gálvez, "La novia vendida: orfebrería, herencia y agricultura en la Prehistoria de la Península Ibérica", Spal 1: 219-251. [vuelta al texto]

52.-
Liv. 24,41,7; cf. J. Caro Baroja, "La "realeza" y los reyes en la España Antigua", Cuadernos de la Fundación Pastor 17, Madrid 1971, p. 143. [vuelta al texto]

53.-
P. Xella, op.cit., p. 98-99. [vuelta al texto]