Dolmen de Menga. Trazos que aparecen grabados en la cara exterior de un ortostato de la tumba. Foto: M.G.
Los ortostatos de Menga, Viera y El Romeral están llenos de grabados que pueden considerarse como los primeros comienzos de la escritura en la zona.
Cuando el arqueólogo Juan Manuel Muñoz Gambero, que lleva años estudiando los inicios de la escritura en Andalucía, visitó de nuevo los dólmenes de Antequera, descubrió que sus ortostatos estaban repletos de signos grabados y que éstos no se trataban de pictogramas o ideogramas. Así comenzó una investigación en la que aún se encuentra inmerso y que le ha llevado a encontrar paralelismos entre estas inscripciones y otras encontradas en distintos puntos de la provincia de Málaga, Almería, Granada y Huelva. El arqueólogo fecha estos signos en la época calcolítica, es decir, que aunque sean posteriores a la fecha de construcción de los túmulos, podrían tener entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad.
"Parece que estamos ante el primer momento de la escritura en Andalucía, aunque aún hay mucho desconocimiento en este tema y tenemos que constatar nuestros hallazgos con lingüistas y epigrafistas", explica Muñoz Gambero. En Menga, el sepulcro más impresionante de los tres, ya se habían localizado grabados cruciformes "que se creían muy posteriores, incluso de época medieval". Pero, cuando la observación se hace más profunda, el arqueólogo descubrió estos signos incluso en las piedras que quedaban fuera del dolmen. "Estos signos gráficos corroboran que se estaba intentando producir una forma de escribir", asegura el investigador.
También en las excavaciones que se han realizado en el lateral y la trasera de Menga han aparecido piezas con inscripciones similares. "Dentro de Menga, en un ortostato volcado en la entrada, hemos descubierto inscripciones dolménicas o megalíticas y además restos de pinturas rupestres", asegura Muñoz Gambero. Pero no sólo se han localizado en esta tumba antequerana. También se han hallado signos en Viera y El Romeral.
"Por la gran ignorancia que tenemos acerca de cómo se comenzó a escribir en la Península se pueden pasar cosas por alto, se desprecian trazos por desconocimiento", comenta el arqueólogo. Sin embargo, después de llevar más de cuatro años inmerso en el estudio de piezas con grabados, los signos no pasaron desapercibidos para el malagueño. "Lo de Antequera no es un hecho aislado, ya que no son únicos en su género", afirma Muñoz Gambero. Para él, están relacionados con otros hallazgos no sólo por la metodología del grabado sino también por las formas de los signos.
Para Muñoz Gambero, parece que existió un denominador común, aunque con matices, y se empleaba la misma signografía en todos estos lugares. Para buscar paralelismos con piezas encontradas desde Casabermeja hasta Los Millares en Almería, el arqueólogo y su equipo, en el que también trabaja Elena Loriguillo, ha confeccionado un signario, "una especie de alfabeto, aunque desconocemos aún el significado exacto de cada signo". Este sistema le ha permitido comprobar que estos signos, que no son trazos aislados, "tienen una determinada forma e intencionalidad en la lectura". "Hemos llegado a la conclusión de que los signos se repiten en todas estas provincias y por ende se extiende a toda Andalucía", comenta Muñoz Gambero, que reconoce no estar "inventando nada, sino que trabajamos con una metodología estricta".
Este tipo de escritura incipiente se encuentra siempre asociada a los monumentos megalíticos, pero es porque son los grandes hitos que han permanecido de la época, de los que "siempre queda un testimonio". Si la palabra y la transmisión oral fueron los primeros modos de comunicación, la escritura surgió por la necesidad imperativa de permanencia de ciertos mensajes. En ese primer momento es en el que Muñoz Gambero fecha los signos que ha ido clasificando durante estos años.
"Creemos que esta escritura dolménica no tenía alfabeto, la organización alfabética llegaría más tarde, con las oleadas colonizadoras fenicias y griegas", considera el arqueólogo, que está en contacto con el lingüista Francisco Correa, "que sigue investigando aunque aún se muestra cauteloso". Mientras los teóricos terminan de dar sentido a estos signos, Muñoz Gambero continuará cosechando piezas para su estudio.
Fuente: CRISTINA FERNÁNDEZ / Diario de Málaga, 10 de
septiembre de 2006
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