Sirva este
articulo para denunciar el estado de abandono del yacimiento tartesio y
fenicio de Montemolin (Marchena) situado en terreno privado y que no
puede ser visitado en la actualidad.
El cerro de los fenicios
"Llegan los fenicios y descargan su mercancía: la extienden sobre la
arena, encienden fuego y regresan a sus navíos. Cuando los nativos ven
el humo acuden a la orilla del mar tomando lo que quieren, y dejando oro
a cambio.(...). Si los fenicios están de acuerdo recogen y se van.(...)
Todo hecho con la mayor honradez". Cuenta Herodoto. No es difícil
imaginar esta escena en las riberas del lago Ligustino, cuando la costa
estaba muy cerca del fértil cerro de Montemolín, parte de una Tartesos
rica en oro y plata.
Desde este cerro, se observan inmensas extensiones de girasol, olivo y
trigo, regada por la serpeante culebra del Corbones y coronadas por un
cielo de plata. Montemolín es una metáfora de Marchena. Aparentemente se
trata de una pequeña elevación en medio de un llano sin principio ni
fin, como
cualquiera otra, sin más ni menos. Vico y Montemolín, son apenas dos
leves senos de la madre tierra fecunda, acariciados por el río Corbones,
y origen de todo cuanto surgió en estas latitudes, diosa madre, trasunto
de todas las divinidades femeninas.
Sin embargo, y como ocurre muy frecuentemente con las cosas de esta
tierra, cuando se acerca uno al origen de la cuestión, acaba
descubriendo una riqueza de matices y de verdades ocultas que acaban
transformando la visión que se tenía previamente. De esta forma, nuestra
vieja tierra siempre acaba
por espolearnos la curiosidad por saber.
Con un golpe de azadón se produjo el reencuentro entre el hombre
moderno y los dioses antiguos. Aquel anónimo cerro de trigo, pasó a ser
el cerro de los fenicios y cartagineses. Uno de los 209 enclaves
arqueológicos del municipio, que siguen siendo destruidos lenta pero
inexorablemente.
Montemolín y Vico son cualquier cosa menos pequeñas elevaciones
insignificantes. Son dos lugares clave para la historia y el mito, con
hallazgos novedosos que confirmaron las influencias culturales entre
fenicios y tartesios. Todo ello a pesar de las trabas encontradas por el
equipo científico de la
Universidad de Sevilla, que continúa publicando y difundiendo los
resultados en congresos y revistas especializadas. Este desconocido
yacimiento contiene un complejo militar y funerario fenicio-cartaginés,
estructuras hidráulicas, y urbanas, una zona sagrada, joyas de oro y
plata, aras y sobre todo centenares de monedas. Además, amuletos,
anillos, broches de cinturón, arracadas o grandes pendientes femeninos.
Los restos hallados -"una mínima parte de lo que hay" según María Luisa
de la Bandera coordinadora del grupo científico- nos hablan de un gran
complejo sacrificial y de abastecimiento de carne (se han encontrado 60
kilos de huesos) . Los animales eran criados en libertad y cada
invierno, toros, cerdos, cabras y ovejas se sometían a la matanza ritual
en uno de los edificios encontrados, con zonas delimitadas para preparar
las ofrendas, altar -piedra sagrada o betilo- para sacrificar las
víctimas y lugares para preparar la carne.
La carne sacrificada era guardada en salazón -también era muy importante
la industria de la sal, aun hoy se hayan áreas de agua muy salada en la
zona- en recipientes cerámicos, algunos, como los "pithoi", usados en
las grandes ceremonias de sacrificio, decorados con esfinges, grifos,
toros y leones. Su
decoración sigue tendencias de talleres de Chipre, que transmitieron el
repertorio decorativo cerámico cananeo y fenicio a los centros
coloniales de Occidente a partir del siglo VIII a.c.
"Mlk" era el término fenicio y hebreo para el sacrificio, pero también
para designar a la persona que los llevaba a cabo, un personaje
poderoso, una autoridad civil con poderes sacerdotales. Los animales
sacrificados, vinieron a sustituir los sacrificios humanos. Los
expertos dicen que los hubo, aunque no fueran muy habituales. Las
estelas púnicas con palmeras y caballos aquí hallados- aluden al Tofet,
lugar sagrado para el sacrificio humano.
No ha sido hallada aquí ninguna necrópolis ni resto de enterramiento,
aunque sí en otros lugares del municipio, como la tumba-hipogeo con pozo
y posterior túnel, hallada por Coullaut Valera. Para hallarla habría que
continuar excavando. Los "refaim" o difuntos púnicos eran llamados a su
última morada por Mot, señor de las sombras. Sus ojos y uñas, cubiertos
con finas hojas de oro o plata, y a veces, su rostro era pintado de
rojo. Se le rodeaba de sus amuletos y objetos cotidianos, además de
huevos de avestruz
finamente decorados, como símbolo de resurrección. Tras el banquete
funerario se rompían los platos sobre la tumba y finalmente se cerraba
la losa o piedra del hipogeo. Así han sido hallados en la mayor
necrópolis fenicia hallada, Puig des Molins, (Ibiza), donde arraigó
especialmente el culto a la diosa Tanit.
A Montemolín, llegarían los hijos de Tanit, gracias a su protección, en
torno al siglo VII a.c., procedentes de Siria, Chipre o Fenicia, pues el
origen era muy variado. A los fenicios nos debemos el torno alferero,
el asno, el podenco, el alfabeto, y por supuesto, sus dioses.
Tanit-Astarté, diosa madre de la fertilidad. “producto de una comunidad
sedentaria y matrilineal” (1).Tnt, en los alfabetos semíticios, avocales.
“Tnt p,n B,l” “Tanit pene baal”, o “la que llora en el rostro de Baal”.
Su signo protector, hallado en piedras talladas de distintos enclaves es
un triángulo como base, en medio una barra horizontal cuyas
extremidades se elevan perpendicularmente, rematado con un circulo, un
esquema primitivo de dama oferente, que básicamente se corresponde con
todas las representaciones de diosas actuales y antiguas. “María, Reina
de los Mártires, se convirtió en la única heredera de todos los nombres
y formas” de las antiguas diosas.(2).
“Los fenicios gustaban de consagrar islas y promontorios a sus
divinidades”.(3). Ríos, arroyos y manantiales estuvieron siempre
asociados a sus santuarios. Tanit era diosa del rocío, la lluvia y el
agua. Sus templos se espaciaron por toda la ruta comercial fenicia desde
Tiro a Gadir en cabos, penínsulas, islas o lagos, para que la señora de
las aguas protegiese a sus navíos.
En el siglo VI se despuebla el cerro de Montemolín, donde queda la
acrópolis o zona simbólica, como vestigio de origen y pasado, mientras
surge una nueva ciudad cartaginesa a sus pies, en el cerro de Vico, un
punto y seguido en la historia púnica.
El momento crucial en la historia de Vico-Montemolín habría de llegar en
el siglo III a.c. Convirtiéndose en escenario de la segunda guerra
púnica, cuando se erigió un campamento cartaginés, como en otros
enclaves estratégicos. Los cartagineses pronto se hicieron con el
control de las antiguas minas y posteriormente fundaron Cartago-Nova,
poniendo en marcha la maquinaria económico-bélica. Reclutaron hombres y
comenzaron a emitir moneda para preparar su guerra contra Roma.
Montemolín es uno de los puntos más antiguos en emitir moneda. “Este
yacimiento es quizás el que concentra mayor número de piezas circulantes
durante la estancia de los Barca en Iberia”, opina la investigadora
María Luisa de la Bandera, (4) que considera “muy probable” que el
yacimiento tuviese su propia ceca. Grandes cantidades de shekels
procedentes de Cartago, Cádiz, Roma o Ibiza han sido halladas en el
yacimiento marchenero, lo que explica el papel decisivo que tuvo en el
desarrollo de la guerra.
“Incluso se ha llegado a proponer Montemolín como el centro de
operaciones de las tropas cartaginesas más importante de Andalucía
occidental”, dice De la Bandera. Shekels con representaciones de Melkart
y Tanit, elefantes, caballos y palmeras inundan hoy museos y colecciones
privadas de toda Europa, procedentes de Montemolín.
Sin duda alguna, desde el cerro de Montemolín, se puede uno asomar a
nuestros mitos, dioses y costumbres más antiguos, pues allí están
hundidas las raíces de este valle.
1.-Marija Gimbutas: “Diosas y dioses de la vieja Europa”.
2.- Joseph
Campbell.
3.-Tucídides.
4.-"Montemolín:
Una página de la historia de Marchena".
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