Mucho de lo que aprendió "y no fue
poco" a lo largo de la vida lo hizo de forma autodidacta. Pero
su verdadera pasión eran los astros, su posición en el cielo, sus
movimientos... lo que entonces se llamaba cosmografía. Y el
resultado de esta pasión se materializó en la obra Libro de
Cosmografía, de 1538, que sirvió a Pedro de Medina de
currículo para solicitar un puesto de cosmógrafo la Casa de
Contratación.
Al año siguiente ya era maestro y
examinador de los aspirantes a pilotos. Empezaba, igualmente a
dibujar cartas marítimas y a construir instrumentos náuticos. En
1545 amplió su libro, que se convirtió en el famoso Arte de
Navegar, ocho gruesos volúmenes sobre casi todo el
conocimiento europeo relativo a los viajes a las Indias, y manual
para todos los pilotos de la Casa de Contratación. Pregonaba,
esencialmente, la necesidad de emplear instrumentos astronómicos
para desplazarse por las grandes superficies marinas.
El libro de Medina se convirtió en un
verdadero best-seller, y en menos de un siglo se llegaron a
imprimir quince ediciones en francés, cinco en holandés, tres en
italiano, dos en inglés y muchas en castellano.
Según señala José Matía González Ochoa
en Quién es Quien en la América del Descubrimiento, la
labor de Medina no se limitó a la enseñanza de futuros navegantes
y tratadista: fue asesor real durante las dos juntas convocadas
por el Consejo de Indias en 1554 y 1556 para determinar la
posición correcta de Filipinas y las Malucas, y trazar la
partición definitiva entre España y Portugal de esta región del
planeta.
Medina y Tartessos
A mediados del siglo XVI el cosmógrafo
nos lego su Crónica de los Duques de Medina Sidonia,
y otro menos conocido Libro de las grandezas y cosas,
memorables de España, dedicado al príncipe Felipe y publicado
en Sevilla en 1548. En estas páginas localizaba la mítica ciudad
de Tartessos -sede del fabuloso rey Argantonio-, buscada por
numerosos arqueólogos hasta nuestros días sin ningún éxito. En
dicha obra afirmaba que la ciudad de Tarifa "se llamó Tarteya,
después Tarteso", y después corrompido el vocablo se llamó
Tartesio.
Para el estudioso Enrique Gonzalbes,
Pedro de Medina debió leer la descripción geográfica de Pomponio
Mela, escritor de la primera mitad de siglo I, que precisamente,
como él mismo declaraba, era natural de la bahía de Algeciras. El
texto que Medina debió utilizar era el de la descripción de
aquellas costas, donde señalaba: "más adelante se abre un golfo en
el cual esta Carteia, que algunos creen es la antigua Tartessos".
Cravioto encontró un error de identificación con la antigua
Carteia, hoy bien conocida por las, excavaciones arqueológicas y
situada en la bahía de Algeciras
La obra de Mela, De Situ Orbis, fue
impresa en Roma en 1493, y una de las obras geográficas clásicas
más utilizadas en la España del Renacimiento. Cravioto concluye
que la localización de Tartessos en Tarifa se basaba en la errónea
interpretación de Pedro de Medina de una lectura acerca de la
descripción de estas costas por Mela, Y nos lo con firma cuando lo
cita textualmente: "Llamóse también, según Pomponio, Templo de
Juno, y después se llamó Tarifa, por el capitán de los árabes,
lanado Tarif, cuando entraron en España".
La confusión de Tartessos con Carteia,
y de Carteia con Taría, condujo a Pedro de Medina a situar en
Tarifa la Corte del rey Argantonio y el establecimiento de una
colonia fenicia. En el capítulo XXXIII el ilustre cosmógrafo
realizó otra curiosa interpretación a partir de las informaciones
del historiador Diodoro de Sicilia: "los fenicios que poblaron
Tarifa, de quien arriba se ha hecho mención, algunos dellos
entraron en unas islas que solían estar en aquellos tiempos por
los confines del estrecho —de Gibraltar— solitarias y desiertas,
según dicen las crónicas. Donde, después de haber considerado la
buena disposición que parecían tener comenzaron a labrar casas de
placer, y pusieron gran diversidad de frutales y arboleas nuevas
sobre las que ellas tenían de su natura". Medina consideró que
los únicos vestigios que quedaban de las extraordinarias
construcciones helénicas se encontraban en la isla tarifeña de Las
Palomas: "es la que se dijo la Diosa Juno y frontero de Tarifa
que permanece alguna parte della mención; aunque todavía parece
dentro rastro de sus edificios, bien obrados que declaran haber
sido tratada los tiempos antiguos y provechosa de aquello poco
que en sí contiene". |