TARTESSOS

 
                                                     

TARTESSOS Y EUROPA

 

  Miguel Romero Esteo

 

 

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23. De los pre-tartesios en sus tinieblas y demás rincones insospechados


Y ahora pues hay que echarles un vistazo a los proto­tartesios. Y que tanto entusiasmo vienen despertando últimamente en algún que otro sector de los protohistoriadores más o menos profesionalmente arqueólogos. Está claro que el asunto comienza con los legendarios proto-tartesios del cada vez menos legendario y más histórico gran rey Gerión, o protohistórico más bien, el de la lucha a muerte contra el Hércules menor, el gran Hércules de los más o menos norteafricanos proto-griegos. Ya dicho quedó que el tal asunto, Hércules versus Gerión, o el borroso hecho histórico que al tal asunto le subyace, hay que remitirlo hacia el año 2500 antes de Cristo. Y en tomo a los tiempos en los que el muy tiránico gran faraón Queops construía en Egipto su inmensa gran pirámide. O sea,. que académicamente los proto-tartesios muy bien pudieran ir -esto no está todavía muy fijado- desde a mitad del siglo XIII a.e. con el asunto de los teresh o tartesios en el segundo asalto naval a Egipto -y hacia donde se sitúa ahora académicamente, y algo dubitativamente, lo del kyneto-tartesio gran Abis o Habis- hasta los tales tiempos en torno al tal año 2500 a.C. y que muy aproximativamente, o primer tanteo. Pero están de base y previamente los pre­tartesios como es lógico.

 

Desde en tomo al tal 2500 a.e. y remontándonos cronológicamente hacia arriba, y para pre-tartesios tiempos, entendidos en sentido lato, pues hay que comenzados con el gran esplendor muy mediterráneamente protociclópeo de los arqueológicamente millarenses en el sureste hispano -las ahora andaluzas tierras de Almería- y que tan demasiado tempranamente arquitectos geniales, urbanistas geniales, metalurgos geniales, y con una demasiado temprana agricultura de regadío metida en el lote del tan demasiado esplendor, y hacia el año 3400 a.e. el tal asunto. Bajando cronológicamente, en tomo al año 3000 a.e. aproximadamente, en mi opinión, tenemos el hecho histórico que sumergido subyace con respecto al gran Zeus de las legendarias historias que luego y finalmente convertidas en religiosa mitología griega. Nos resulta pre-tartesiamente importante por lo de Poseidón, el gran caballo del océano, el legendario hermano olímpico del gran Zeus, pero que tuvo siempre una especie de rancho aparte en las legendarias historias -Hades, Apolo, etcétera- de los dioses olímpicos. Importante porque lo del océano lo sitúa geográficamente en el luego muy tartesio entorno del estrecho de Gibraltar. Y no menos importante porque está en el origen de la legendaria geneología -la oceánica Medusa de la cabellera de serpientes, y el pre-geriónida Krisaor, el de la espada de oro- que con Pegaso, el gran caballo volador del océano, lleva al proto-tartesio gran Gerión y sus geriónidas. O sea, el asunto de las naves de guerra o naves-serpientes, y de las naves-caballos que tan característico de los históricos tartesios, terminales o no terminales.


No menos importante el asunto Poseidón -un gran caudillo muy navegante luego elevado a la categoría de gran dios- porque el nombre, a juicio de expertos del tema, remite a un previo y más completo Hipposeidón, y en lo que en lo del hippo va metido lo de caballo. Pero si es que, y es otra opción, no resulta más bien el Poseidón pues la contracción fonética de un previo Apopis seidón que previamente kyndonio y con los ya hispanos kynetes o kunetes metidos en el asunto, que es lo que yo pienso. Que de un Kyndonia se llega luego a un Sindonia o Seidona, y finalmente a una Sidonia hispana. Y no menos a una Sidón libanesa que muy pre­bíblica y muy pre-cananea. En las legendarias historias, el apopis Poseidón etimológicamente kyndonio y kunetonio, y el tal -don o donio pues del kunetonio llega hasta el nombre del terminal e hispano-tartesio rey Argantonio, y cuántos siglos demasiados duran a veces los nombres, casi dos mil quinientos años en este larguísimo caso. Yo estoy en que el tal apopis sumergido en el nombre de Poseidón -y posiblemente también en el muy pre-griego nombre de hippo para el caballo, y acaso para significar un caballo-rey, un gran señor cabaIlo- pues que no menos sumergido en el nombre del demasiado imperial y kyneto-tartesio gran rey Habis o Abis. Con el Apis como variante. O sea, un gran kipo o cipo, un gran falo. Un gran padre-falo, si remitiendo el asunto a un appokipo o kippo-abba o cosa parecida. Que bien sabemos que en los no muy civilizados tiempos a los guerreros caudillos los apodan de gran falo, y con toda tranquilidad. Y tirando del hilo, pues traer aquí que en las legendarias historias egipcias, convertidas luego en codificadas mitologías de diosas y dio­ses, Apopis es precisamente el nombre del gran demonio anti­Egipto y anti-dioses. O el gran señor de todas las tinieblas, si dicho egipciamente el asunto. No menos parece estar sumergido el apopis en el nombre, en versión egipcia, del gran faraón Khepu -o Queops, y que remitiendo a un Queopis, en la versión griega- de la inmensa gran pirámide. O sea, especie de invasor llegado del extremo oeste mediterráneo. Y que o en la línea Khepu, Khapy, Hapys, Habis, Abi, o lo parece. En fin, yo estoy en que el gran demonio Apopis -y que muy negro y muy navegante- es el oceánico gran Poseidón. Y el Khepu pues un no menos muy navegante, aparte de que invasor. y con perfil de que muy mediterráneo-occidental en cualquier momento. O de que muy mediterráneamente euro­occidental pues a la menor oportunidad.


O siguiendo de la pre-tartesia base para los proto­tartesios tiempos del hispano gran rey Gerión y sus geriónidas. Pues que en torno al año 2800 antes de Cristo está el origen hispano de la agrícola y refinada civilización del vaso campaniforme o elegantísimo tazón cerámico para beber vino -o sea, el por ahora origen mediterráneo del cultivo de la vid- y que ya no para beber cerveza, que es lo que decían hasta hace poco los especialistas del tema. No menos y simultáneamente está por la tal época la inicial y transmediterránea ruta del estaño ibero-peninsular. Y que borrosamente -y a lo largo de una no menos transmediterránea serie de enclaves portuarios con nombres en -ussa o similares- transportaba en naves el anaku o estaño desde el país de Anakuki en el ámbito del estrecho de Gibraltar -el pre-tartesio ámbito del río Anas, las ahora andaluzas tierras de Huelva- hasta la asiático-anatolia Tarso -donde luego el templo del gran Hércules Tarsio, en paralelo con que también del tal Hércules el famosísimo templo en las tartesias costas de Gades, ahora Cádiz- y que al arrimo de la isla de Chipre, en el finalmente turco-anatolio rincón nordeste del Mediterráneo oriental. Con el ibero-peninsular estaño por allí, y con cobre, pues a fabricar el bronce. Tengo para mí el que el imperial Sargón meso­potámico de la inscripción en la que asoma lo del anaku y Anakuki pues muy bien puede que sea el pre-tartesio gran Hércules Tarsio. En el sentido de que de un vasconamente sufijado Tarse-on se llega luego a un Tarkón o Tarxón pero no menos a un Sarkón o Sargón, que así gira el mundo, y no hay que darIe más vueltas. Y desde un tar-zar para significar sol­rey. Que así el asunto. Claro que lo de Sargón también puede muy tranquilamente remitirlo hacia un saor konio o kyneto, kuneto en suma. Y llevamos al geriónida padre, el gran Krisaor. o que pues kiri-saor para significar el gran señor rey. O gran señor zar y no haya espasmos. Que los filólogos indoeuropeístas, y de sus arqueologías lingüísticas, nos dicen que en torno al tal 2800 antes de Cristo, o tiempos de la inicial y transmediterránea ruta del estaño ibero-peninsular, están naciendo las euro-occidentales lenguas indoeuropeas, incluido un kirios en una embrionaria lengua muy proto-griega, y un zar en una no menos muy embrionaria lengua eslava. O más bien muy proto-persa de un muy tempranísimo shah al menos. O en fin, lo interesante con respecto al tal 2800 es que en el asunto de la cultura del vaso campaniforme o civilización -o sea, una taza para tomar el vino, y que así ha seguido hasta ahora en las tierras gallegas del noroeste hispano- pues que remitiendo a un muy temprano torno de alfarero. Que de un pegotón de barro blando asentado a mitad del redondo tablero superior del torno -y el alfarero dándole con el pie al no menos redondo tablero inferior, que especie de dos redondas ruedas macizas unidas por un eje pues así el torno, o dos redondos tableros- y si metiéndole por arriba al blando pegotón la mano en piña de apretados dedos, rápidamente se forma un hueco campaniforme a mitad del barro blando, y etcétera. O el asunto de que el tal cerámica vaso campaniforme remite directamente al torno de alfarero. O el torno en el horno.


O en fin, que antes de dejar los tales pre-tartesios tiempos del 2800 a.e. pues habría que abordar que un siglo antes, en torno al 2900 a.C. aproximadamente está lo del llegar a Egipto el famosísimo Menes con la escritura jeroglífica y con los papiros. O al menos así el borroso asunto a manos de egiptólogos. Pero pues sin tampoco olvidar que, en la costa granadina, en la Sexi Duro que finalmente la turística Almuñécar, se exhumó arqueológicamente una refinadísima copa de mármol -para beber regios vinos, o cosa similar, que el vidrio todavía no estaba inventado- en la que, y en escritura jeroglífica, y si traducido, pues que para una regia hermana de Apopi Auserra y pues qué bien. Y con este nombre metido en una cartuchita, a modo de nombre de egipcio faraón. El asunto Menes pues llevando a un Menesteo meramente Me­noético. De lo cual un residual y pre-romano templo Menes­teos por donde ahora, y en algo jerezano Puerto de Santa María, arqueológicamente excavando murallas ciclópeas o cosa similar. Y que con la legendaria trifulca del gran Zeus contra Menesteo en el extremo oeste mediterráneo, ya en su lado hispano-oceánico como que más bien, pues apunta hacia si de por allí llegó o no llegó á Egipto el gran Menes con su escritura jeroglífica, inicialmente hispana -valga de temeraria hipótesis- y que ya egipcia finalmente. Desde luego, y por el Auserra vascoide, lo del tal Apopi Auserra en la copa de mármol suena a hispano. Lo de las tales refinadísimas copas de piedra o mármol tiene en Egipto su apogeo en tomo al año 2700 a.e. con lo de los faraones de la segunda dinastía que enterrados en Abidos -a orillas del Nilo, muy río abajo en el mapa, y más abajo estaba la famosísima Tebas- y que con nombre bastante homófono con el del kyneto-tartesio gran Abis. Nombre que, lo dicho, desde su variante Apis, llevando a un sumergido y previo Apopis. Con o sin meter en el asunto las varias pre-romanas Tebas en las ahora tierras andaluzas. y de alguna de las cuales -tierras malagueñas- sigue sobreviviendo el nombre. Que viene de tan demasiado lejos, y ya es sobrevivir. O sea, que los nombres parecen durar mucho más de lo que los filólogos de las arqueologías lingüísticas sospechan. Con o sin meter en el asunto Menes el no menos asunto de que lo del babilo o papiro pues o remite etimológicamente. a la palabra vasca pil-pil que significa gachupeta -secada y luego cortada en laminillas, pegadas, etcétera, en este caso- o que lo parece. Con respecto al tal percance de un borrosísimo asunto de muy tempranos papiros y escritura en el sur oceánico ibero-peninsular, y vía el gran Menes, y que no se sabe de dónde a Egipto finalmente llegó, pues el no menos escriturario asunto del muy primitivo alfabeto pre­ibero y en el que cada signo es una larga rayita -a modo de mango- que en su remate por arriba se abre en mini-rayitas varias, especie de tenedorcito en suma. Y así en cerámicas en el Museo Arqueológico de Huelva, y que no se sabe de cuándo, y que borrosamente pues de muy remotos o remotísimos tiempos. Especialmente si teniendo en cuenta que los filólogos estudiosos del asunto lo relacionan con la pre-cuneiforme escritura en la sumeria Mesopotamia -la cuna de la civilización en jerga de arqueólogos, las tierras del Uruk, que ahora el sur del Irak- y que más o menos cronológicamente paralelos tiempos hispanos pre-tartesios y proto-tartesios. Con la transmediterránea ruta del estaño ibero-peninsular metida de eje central en los tales tiempos. O sea, lo dicho, en torno al año 2800 antes de Cristo. Resulta interesante que el tal alfabeto pre-ibero y embrionariamente cuneiforme haya sido exhumado arqueológicamente en la oceánica y finalmente andaluza costa de Huelva, que era donde se iniciaba la tal transmediterránea e ibero-peninsular ruta del estaño o así al menos a juicio de especialistas. Con o sin el muy pre-romano Uruki o Urki en el meollo de los millarenses protociclópeos y proto-hispanos.

 

Y tres siglos después del vaso campaniforme. y la Anakuki del estaño, pues ya estamos en los más o menos tiempos del proto-tartesio gran rey Gerión. Y con lo de que, un poco antes, pongamos que hacia el 2600 a.e. aproximadamente, el geriónida padre y gran Krisaor -tan oceánicamente navegante, la velera gran nave paga uso era legendariamente su hermana, y nave-caballo, o el oceánico y volador gran caballo Pegaso, que volador del viento en las velas lo mismo que si grandes alas, y con también aquí la lengua vasca metida en el asunto- pues trae de las Islas Británicas el estaño. Y en plan de un Kritias o Krissias. Y, lo dicho, el gran Plinio al respecto, o según creo recordar. Claro que también el asunto bien puede remitir hacia el 2800 a.e. si lo de padre e hijo no se lo toma uno muy al pie de la letra. O en fin, era el gran Krisaor pues el gran dios de los carios. Que en la mediterráneo­oriental gran isla de Creta y sus alrededores pues por allí ya están antes que por allí lleguen los proto-europeos minoicos de la diosa Europa. A los que -lo dicho- les sirven de navieros, y de ingenieros navales. El gran Herodoto recoge el tal asunto, en el siglo IV antes de Cristo. O sea, que con los minoicos ya hacia el año 2000 antes de Cristo, pues que por allí los carios unos cuantos siglos antes, dos siglos al menos. Con lo que lo de Gerión pues parece bajarse al menos un par de siglos y quedarse en tomo al año 2300 aproximadamente. Pero en fin, todo esto son borrosidades y tanteos, y tampoco hay por qué pedirle peras al olmo.
 

O pidámoselas un poco, y pues a ver. Legendariamente, la genealogía de navegantes gentes pre-tartesias en el extremo oeste mediterráneo -y que finalmente lleva a los proto­tartesios del gran Gerión, previo al pasar por el muy legislador y bastante imperial gran Krisaor, que a las leyes y a las confederaciones carias se las llamaba krisaóridas- pues comienza en el muy navegante gran Nereo, que el muy famoso abuelo del mar para los antiguos griegos, proto-griegos incluidos. Y que hijo de Pontos y de Gea, la Tierra para los antiguos cherkessios, cosa más en consonancia no sólo con lo de Nereo sino que también con lo de los misteriosos egeos como pre-minoicos navegantes algo proto-mediterráneos, y transmediterráneos. Y lo de Pontos, pues lo dicho, remitiendo hacia el posterior punt que a su vez pues remitiendo hacia unos muy tempranos poenetos en plan de que remotísimos proto-hispanos, y si es que no un poeneteos que finalmente lleva a los minoicos y cretenses eteo-kéretos terminales. Los nereos hermanos son Taumas y Forkis. Y las nereas hermanas, las hermosas Keto y Euribia. Por su parte, el gran Taumas era el padre del famoso monstruo marino Eskila. O sea, y siguiendo los rastreos usuales en los filólogos de las bíblicas arqueologías lingüísticas, los tales legendarios antropónimos pues remitiendo hacia toponimias, o hacia nombres étnicos. En este caso, pues los taumas y los eskilas que con un eskiras como inevitable variante mecánica. Lo cual, y con el substrato de proto-finlandesa lengua uralo-atlántica en la lengua vasca, y en la muy pre-romana toponimia ibero-peninsular, pues que muy bien pudiera remitir hacia unos muy proto­vascoparlantes euskales y euskeros, y ya muy tempranamente metidos en asuntos de proto-navegaciones, y no menos hacia unos proto-lapones sama que finalmente arrinconados en el extremo norte de Noruega, y que el extremo norte de Europa, o de la Europa atlántica al menos. Con o sin meter en el asunto, y para el borrascoso y marino monstruo Eskila, el arcaico y enigmático topónimo Scilly, fonéticamente Skily, para los islotes del estaño situados en las muy borrascosas y atlánticas aguas oceánicas de la extrema punta sur en el no menos extremo suroeste inglés.


Por su parte, el también marino y enigmático Forkis pues tanto puede llevar al cabo Forkes en la mediterránea costa marroquí, y también cabo Talaza, homófono con lo de los atalas en su Atlántida, como no menos llevar hacia un muy temprano foroxes en plan pharusses y que etimológicamente acaba en lo del nombre de África, tras previamente no menos acabar en lo de los offirussos o filisteos. Y no menos en lo de los pherses o persas, y qué problemón. Bueno, hay fuentes con respecto a que unos muy tempranos e insospechados persas, en plan de que muy proto-persas, y para remotos o remotísimos tiempos mediterráneos, pues pulularon alegremente a uno y otro lado del estrecho de Gibraltar. En concreto, integrados en cuerpo de ejército dentro de las tropas del más o menos proto-griego gran Hércules norteafricano -es el gran padre ancestral de los bereberes argelinos- que invadieron el proto-tartesio y geriónida sur de la Península Ibérica, y chocaron de frente contra los ejércitos del tartesio gran Gerión. Y que ya no meramente tarsio como su padre el gran Krisaor. Y en alguna fuente menor, de la antigüedad mediterránea, está el curioso dato de que tanto los iberos peninsulares como los itálicos etruscos provenían de los tharsis y que no sé si es que hay que asumirlo como que de los estañeros tarsios del gran Hércules Tarsio -que acaso el gran Krisaor- o como que de los ya y muy tranquilamente tartesios.

 

Del ponto y algo nereo Forkis se originaron también las abuelas del mar o al menos así en la jerga de los antiguos griegos. O sea, las Greas. Y con nombre que tanto puede llevamos al plural del cherkessio ghe para significar el mar, como no menos al ager como sobrenombre de los lingüísticamente más o menos pre-georgianos mingrelios, nombre que o lleva metido el Greas en su central sílaba la raíz gre o que lo parece. También de los navegantes forkis se originaron las oceánicas y monstruosas Górgonas. Con nombre que, y también Górgodas, pues o remite a los korkos que finalmente karkedones, incluidos los proto-mingrelios kolkos o kólikos. Con o sin los kiklos o kíklopes metidos en el asunto. O sea, los cíclopes. Y con o sin el nombre de las islas Kíkladas también metido en el asunto, latinamente las islas Cícladas, y que los finalmente griegos archipiélagos a mitad del mediterráneo-oriental y no menos finalmente griego Mar Egeo, y en los que la pre-minoica y borrosamente algo hispana y millarense civilización de ciudadelas ciclópeas a base de murallas de piedra, y la famosa diosa blanca en plan de blanco cuerpo de mujer-diosa esculpido en mármol blanco, y hacia el 2500 antes de Cristo el tal asunto. Y con lo de las naves-serpientes, o naves de la guerra a base de espolón y remos, pues pintado en sus cicládicas cerámicas.

 

Lo cual pues se corresponde con lo de la famosa cabellera de serpientes -que tanto entusiasmaba a los pintores y escultores de la antigua Grecia, y de la antigua Roma- en la no menos famosa y que más bien famosísima gran górgona Medusa, tan oceánica y tan fatal: a los que la miraban los convertía en piedra. O sea, que los medusos górgonos le erigían de memorial una piedra-menhir a los que asesinaban. O les colocaban encima de la sepultura unas cuantas piedras o para mantenerlo bien enterrado. O para memorial. Tal y como ha venido siendo tradición en los judíos y desde no se sabe qué remotos tiempos. Y a lo largo del Sáhara hay a veces montocitos de las tales piedras. Y no se sabe si remitiendo a que, y muy tranquilamente, pues como que más bien fue a través del larguísimo Sáhara el no menos larguísimo éxodo -unos cuarenta años- que sacó de Egipto a los proto-judíos hebreos. Especialmente si teniendo en cuenta que Egipto -o los egiptos más bien- también fue en remotos tiempos la isla de Creta, y la costa norteafricana. A mi modo de ver, en el etimológico asunto, entre los pontos ketos de la hermosa Keto, y los eskites o escotos que no los finalmente orientales -tierras de Ucrania- sino que más bien los euro-occidentales en el entorno del estrecho de Gibraltar. Incluidos los hispanos y peninsulares skytes iberos que finalmente llamados malamente celtíberos, o al menos así el impertérrito Estrabón. Lo de los escapados hebreos dando vueltas y más vueltas durante cuarenta años por el pequeño desierto del Sinaí pues resulta como que demasiado.
 

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