TARTESSOS

 
                                                     

VELÁZQUEZ Y VELASCO,

Luís José (MARQUES DE VALDEFLORES)

 

  MANUEL MONTERO RASTRERO - LICENCIADO EN GEOGRAFIA E HISTORIA

 

 

 

 

Historiador, escritor y arqueólogo nacido en Málaga  en 1.722. Un año antes, se iniciaba el Movimiento de la Ilustración con la publicación en Francia de las "Cartas Persas" de Montesquieu.

El siglo que le toco vivir a Velázquez y Velasco era, en concreto de la  sociedad andaluza, un siglo contradictorio, pletórico de luchas ideológicas. Andalucía se debatía entre las fuerzas oscurantistas y represivas impuestas por la estructura dominante del Estado Español y las fuerzas pretendidamente progresistas, cultas e ilustradas. En realidad, U­na contienda estéril y contraproducente para nuestro pueblo, llevada a cabo por sectores que coincidían en lo básico, como la historia se encargó de demostrar. De ella surgiría la división provincial actual que reforzó la estructura estatal, etc.…, etc.

 

El Imperio se resquebrajaba  paulatinamente y el Estado se concentraba, cada vez más, en sí mismo. Como dice Domínguez Ortiz, "lo que se perdió en extensión, se gano en cohesión”. Ello se vería claro y patente en el siglo XIX. De todos modos, es interesante resaltar que las actuales estructuras tienen su origen más próximo en las controversias ideológicas del siglo XVIII, concretamente en los sectores ilustrados. Estos no pretendían nada más que la adaptación de la sociedad real del Estado del Antiguo Régimen, de corte imperial y colonial, a las nuevas técnicas e innovaciones sociales.

 

Velazquez y Velasco fue hijo de esa época oscura e iluminada. Miembro de una importante familia malagueña, perteneciente al hábito de Calatrava y ostentadora del título de Regidores perpetuos de la ciudad. El mismo fue Caballero de la orden de Santiago. El hábito, en este caso, era un moti­vo de ostentación que a nada obligaba. Una paradoja más de la Ilustración del Estado. Las pruebas de limpieza de sangre seguían haciéndose a los que pretendían ingresar en Colegios Mayores. Para superarlas se necesitaba ser caballero. Velázquez inició sus estudios en el Colegio Imperial de San Miguel de Granada en 1.735. Después cursaría Jurisprudencia y, más tarde, Filosofía Aristotélica.

Las potentes estructuras de la Inquisición seguían intactas en una sociedad que, aunque ya expulsadas parcialmente y prohibidas las prácticas judías e islámicas, básicamente estaba rota y forzada a vivir en la clandestinidad en sus elementos más primarios y esenciales. Tal es el caso de la  Andalucía del XVIII, heredera de la conquista y de las luchas consecuentes. Velázquez, hijo de nobles y titulados, pertenecía a una Andalucía, nublosa, estereotipada, fabricada artificialmente, castellanizada y divorciada de la realidad prístina. El era en sí una contradicción entre su Málaga abierta y “liberal”, entre  sus más sinceros propósitos intelectuales y el artificio burocrático-ideológico-impuesto de unas estructuras anquilosadas pero necesarias para, la supervivencia de una idea imperial y nefasta.

 

En 1.743 es admitido, con el nombre de Caballero Doncel del Mar en la Academia Poética del Trípode, que se reunía - en el palacio granadino del Conde de Palma. En 1.745 consigue el doctorado en Teología en Roma. En 1.750 ingresa en la Academia Poética de Sarria en Madrid, y, más tarde, 1o hace en la Real Academia de la Historia­.

 

En esta, época, ya, en el reinado de Fernando VI, es cuando D. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada, le confía a Velásquez la misión de un viaje por la Península para recoger datos con la idea de hacer una histo­ria monumental. Para ello, la -recorre durante tres años, enviando sus investigaciones a. la Academia. Fruto directo e indirecto del periplo son sus varias obras de historia y arqueología. Entre ellas, destaca la "Colección de Documentos de la Historia de España hasta 1.516, compuesta por 30 to­mos conservados en la Real Academia de la Historia.

 

En "Anales de la nación española desde el tiempo más remoto basta la entrada de los romanos, sacados únicamente de los escritores originales y monumentos contemporáneos”, el Marquéz de Valdeflores divide la historia en tres tiempo: desconocido, fabuloso e histórico propiamente dicho. El desconocido comprende la etapa que no ha dejado prácticamente restos de su existencia. El tiempo fabuloso es el mi­to por excelencia y a él se remite. La historia como tal comienza con la escritura descifrada y con un aumento considerable de datos objetivos. Sus Anales se refieren, casi todos, a Tartessos y Turdetania. Para él, y dentro del tiempo des­conocido, “la Nación Turdetana, es descendiente de Tharsis, hijo de Javan, nieto de Jafer y biznieto de Noé", reconociendo las especulaciones subyacentes. Indica que el uso de la escritura ya se daría a partir de Archaleo, hijo de Cadmo, fundador de Gades. El tiempo fabuloso y mítico es la época de Gárgoris que reinaron con tanta conformidad que parecían el mismo cuerpo con tres cabezas, remitiéndose para ello a Justino y S. Isidoro. Este tiempo va desde Archa­leo hasta la entrada de los Tirios. El historiador comprende desde aquellos hasta la conquista romana. La visión histórica que tiene Velázquez del Estado parte de una óptica andaluza, para enriquecimiento de aquél y confusionismo y desidentificación de la historia de nuestro pueblo.

 

También su “Ensayo sobre los alfabetos de las letras desconocidas”, editado en Madrid en 1.752, se remite mayoritariamente a datos andaluces. Para él, el alfabeto turdetano dimana casi todo del griego antiguo. Estudió e investigó las medallas de Obulco (Porcuna), interpretando en sus reversos los nombres de los antiguos dioses turde­tanos, como lsis y Osiris, prueba de la constante orientalización de la cultura Andaluza. También trabajó sobre la inscripción “Aimphat", que, según él, alude a Amba, "un pueblo antiguo de la Bética". Por otra, parte, los toros y lunas crecientes son inscripciones frecuentes en las medallas y monedas turdetanas.

 

Relacionado con lo anterior, escribió "Conjeturas sobre las medallas de los reyes godos y suevos de España”.

 

En "Origenes de la poesía castellana", editado en Málaga en 1.754, estudia la influencia fundamental que la  poesía islámica-andalusí tuvo en la cristiana-medieval.

 

También escribió estudios políticos y ensayos sobre Góngora, Bachiller de la Torre, Arnovio, etc.

 

Velázquez y Velasco tuvo una vida azarosa y se le a­cusó de implicaciones en los constantes conflictos del s. XVIII. En 1.766 se produce el motín de Esquileche, una reacción popular contra la intromisión del gobierno o "Consejo de Castilla" en, la vida privada del ciudadano, contra  el proyecto de Ley de amortización (discutido en 1.764)  y la liberalización económica. Fue un motín de subsistencia, no exento de in­tereses políticos. Oficialmente la culpa recayó en los jesuitas. El Marqués de la Ensenada, partidario de aquellos y protector de Velásquez, es destituido. Con él, cae en desgracia su protegido, privándosele de una pensión mensual de tres mil reales. Se le acusa de ser uno de los ins­tigado res del motín y correligionario de los jesuitas. A éstos se les expulsa, gobernando ya Carlos III, más que por motivos religiosos por motivos políticos, debido a las riquezas que monopolizaba la Compañía. Al Marqués de Valdeflores se le persigue y arresta en el domicilio del Marqués de la Vega de Santa María. Se le encarcela en los castillos de Alicante y Alhucema, dentro todo ellos de un proceso oscuro pero lógico en los odios seculares que lo determina.

 

Recobrada la libertad, pasó sus últimos días dedicado al estudio, a la recopilación de sus obras y a su vida privada, arrepentido de su pasado. Murió en la misma ciudad que lo vio nacer en 1.722.