1.Los pueblos de la raza Atlante habían recibido
directamente de sus Grandes Instructores las
verdades de sus religiones. Estas verdades,
fortalecidas por el poder psíquico de percepción
propio de esa raza, eran de carácter completamente
Divino.
2.Estas religiones lindaban con el mundo de la
conciencia superior y no utilizaban símbolos
naturales. Eran de un monoteísmo selecto.
3.Pero cuando esta raza empezó a decaer y degenerar,
las prácticas religiosas fueron suplantadas por
actos de poder psíquico y de magia negra.
4.Al diferenciarse los arios semitas de los
atlantes, aún mantuvieron una lejana vislumbre de
esas Divinas religiones, aunque completamente oculta
bajo el peso de muchas centurias y de la razón,
nueva prerrogativa de la naciente raza.
5.Los Atlantes, sumergidos en las profundidades del
mar en las que se hundió su continente, llevaron
consigo su Divina Religión.
6.Pero nuevos Iniciados y nuevas ideas madres
hicieron su aparición y, en consecuencia, fue
implantada una nueva religión, que acompañó a la
nueva raza Aria y que fue base de todas sus
religiones posteriores.
7.Los Arios Semitas, después de la gran lucha
sostenida con sus adversarios negros (si bien ellos
también eran negros, aunque con distinta estructura
física), se lanzaron a la conquista del nuevo
continente que, cual tierra prometida, virgen, había
emergido de las aguas para ellos.
8.Los primitivos hombres, en inmensas caravanas,
guiados por sus Divinos Instructores, abandonaron
las viejas costas para buscar tierras nuevas y
emigraron hacia el centro de Asia y Europa.
9.Encontraron una tierra fértil, maravillosa pero
terriblemente dura de conquistar. El clima ponzoñoso
y ecuatorial a que estaban acostumbrados, era
suplantado allí por uno áspero y frío.
10.La pereza cedía a la necesidad y, después de una
mortandad espantosa los habitantes del nuevo
continente aprendieron a luchar poco a poco con la
naturaleza para buscarse el alimento y procurarse
reparo.
11.La naturaleza era dura de vencer pero, al ser
subyugada daba maravillosos resultados y revelaba
sus secretos. Por eso los hombres primitivos la
divinizaron, a ella y a sus fuerzas manifiestas.
12.Estos hombres ya no eran los Arios Semitas; ellos
se habían transformado en una raza característica:
Arios Puros.
13.Su tez se volvió blanca como la nieve que sobre
ellos caía; sus ojos tomaron un tinte azulado y
grisáceo como la neblina que constantemente los
envolvía; y sus cabellos se colorearon de rojo y
rubio.
14.La religión nueva que surge, basada en el culto
de la naturaleza, es puramente humana y fálica y es
el fundamento del politeísmo.
15.Más vino un día en que los Arios volvieron a la
tierra de donde vinieron, encontraron a sus negros
predecesores, los Arios Semitas, los cuales, con un
rudimentario monoteísmo, conservaban la Religión
Divina de los Atlantes, y los vencieron.
16.De estas dos corrientes, de una Religión Divina
olvidada y de otra, natural y humana naciente, se
formó el armazón de todas las religiones venideras.
17.Las religiones Arias, entonces, nacen del
recuerdo de un estado divino perdido y del
conocimiento de una fuerza natural puesta al alcance
del hombre.
18.Las palabras de los primeros Divinos Instructores
se funden, se cristalizan, con la experiencia
material de los pueblos; el recuerdo de lo divino es
materializado con una imagen, con el culto a los
antepasados, y de este manantial en donde Dios y el
Hombre se encuentran, en donde el círculo y la cruz
se abrazan, brota el agua cristalina que inundará el
mundo y los tiempos, que tendrá diversos nombres,
que volverá a juntarse una día en el océano del
hombre hecho Dios.
19.En todas las religiones Arias, predomine en ellas
el monoteísmo o el politeísmo, siempre se encuentran
estas mismas bases fundamentales; el culto al
empezar es sencillo y claro como el amanecer; como
en todo amanecer, la quietud humana se vuelca en la
serenidad divina con cantos e himnos; estos son
transmitidos de padres a hijos, de un pueblo a otro
y, con el andar del tiempo, se transforman en textos
sagrados e idiomas fundamentales.
20.La tradición transforma las sencillas elevaciones
del alma en ceremonias y cultos, y los cultos
reclaman las vestiduras, los signos y los misterios.
21.Todas las religiones Arias siguen las mismas
rutas y el mismo sendero; son espirituales y puras
al empezar; se hacen fuertes y potentes al seguir su
marcha para llegar a su apogeo, cuando la mente y el
espíritu de la religión se juntan, se unifican.
Después decrecen, se hacen intelectuales y sabias,
dogmáticas y rígidas, frías y obscuras; y terminan
en una organización sectarista, conservadora de las
propias divinidades.
22.Tiene que ser así, irremediablemente; una mezcla
de espíritu y materia no puede ser más que una lucha
entre el espíritu y la materia. Cuando el espíritu
domina, el materialismo es vencido; pero cuando la
fuerza material se sobrepone al espíritu, éste se
oculta tras espesos velos.
23.Tras las formas dogmáticas y prácticas de todas
las religiones, está un principio Real y Divino.
24.Aquel que sabe encontrar ese principio Único,
conoce a todas las religiones, participa de todas
ellas y ha encontrado el secreto, el manantial uno y
primero de las mismas.
Del libro "Religiones comparadas" |