Introducción:
En dos de los más celebres diálogos de Platón, el Timaeus y el Critias podemos leer que justamente “delante de la boca” (pro tou stomatós) de los Pilares de Hércules había una Nêsos (isla/peninsula) que Solón, uno de los siete sabios de Atenas tradujo - desde el idioma atlante - por el nombre griego de Atlantis (femenino de Atlante o Atlas).
Desde que Platón decidió registrar la historia que Solón había traído de Egipto sobre esa misteriosa isla o península Atlántica, el debate sobre su posible existencia y ubicación no ha cesado. Con razón se ha constatado, que después de los temas bíblicos, la Atlántida ha ocupado el segundo lugar en cuanto a ediciones de libros, redacción de artículos y producciones audiovisuales.
Los debates siempre giran en torno a dos grandes bandos enfrentados, los llamados atlantologists y los anti-atlantologists, o sea, los que creen que Atlantis era una “historia verdadera” (alethinon logon) como afirma Platón, y los que creen que es una mera invención o mito. Algunos ocupamos una posición intermedia, o sea, que la historia de Atlantis podría estar sustentada sobre la base de un sustrato histórico y geográfico verdadero, mientras que otros aspectos de la historia podrían ser informaciones deformadas o malinterpretadas por el traspaso de una civilización a otra, al menos tres (atlante > egipcia > griega) hasta llegar a Platón.
En mi teoría de Atlantis como un imperio Ibero-Mauretanean de la Bronze Age, he conseguido aportar bastantes evidencias y datos que confirman la existencia de un sustrato histórico y geográfico verdadero en la Atlántida de Platón. Solamente el análisis de los nombres de la toponimy que usa Platón – ya advertido por otros autores españoles, al menos desde el siglo XVII - demuestra la existencia de un sustrato geográfico verdadero, pues Platón menciona los Pilares de Hércules, el Atlántico y una región de Atlantis que era nombrada Gadeira. La descripción que hace Platón de estos tres puntos geográficos - reunidos e interrelacionados es tan exacta que podría pensarse que Platón visitó alguna vez el entorno de Gibraltar.
En cualquier caso, haya sido Platón, o Solón, o incluso algún marinero fenicio, o unos sacerdotes egipcios, la precisión geográfica es de tal agudeza que obliga a cualquier investigador - verdaderamente riguroso - a considerar que el autor original de la historia tiene que haber vivido en el entorno inmediato de Gibraltar, o haber visitado el lugar, al menos una vez. Es imposible describir con tanta precisión la situación de los Pilares de Hércules entre el Atlántico y el mar interior (Mediterráneo), su angostura o condición de estrecho marítimo, y la existencia de una región llamada Gadeira, que se hallaba próxima a los mismos Pilares de Hércules, así como otros aspectos de la geografía física del suroeste de Andalucía, y las características de sus costas y marismas - con detalles tan precisos como la intrincada red de canales - sin haberse visitado nunca el lugar. Es evidente que el autor original, es decir, la fuente primaria, el primero que realiza la descripción, debió conocer suficientemente el área más inmediata al estrecho de Gibraltar y las costas del suroeste de Iberia, y en especial la gran llanura Bética o Tartessia.
Solamente podríamos aceptar tres posibilidades:
1- el autor
original de la historia sobre la Atlántida era oriundo de alguna región
muy cercana a Gibraltar;
2- el autor
conocía el lugar, es decir, visitó dichos parajes, al menos una vez;
3- el autor de la
narración utilizó fuentes escritas de otros autores que vivían (o
estuvieron al menos una vez) en el entorno de Gibraltar.
Llegados a este punto nos encontramos con un problema no advertido hasta la fecha, la falta de referencias exactas o concretas que justifiquen que Platón, o Solón, hallan podido redactar la historia utilizando otras fuentes anteriores, ya que si bien existen algunas referencias que demuestran que los griegos ya conocían la ubicación de los Pilares de Hércules, y Gadeira, en el entorno de Gibraltar, en el comienzo o embocadura del Atlántico, no existe ningún texto anterior a Platón (conocido o bien datado) que sea tan exacto y preciso en la descripción de esa parte del mundo extremo occidental. Dicho de otra manera, la descripción de Platón sobre el área del entorno de Gibraltar, donde ubica a la Atlantis Nêsos, es la más exacta conocida en cualquier autor de la antigüedad, anterior a Estrabón, que como es sabido escribió después que Platón. De hecho, la descripción de Platón de esta región del suroeste de Iberia y Andalucía, es más exacta incluso que la de otros autores que le sucedieron, y que supuestamente visitaron Iberia.
Platón ofrece algunos detalles reveladores y muy precisos, que solamente un buen conocedor de las costas de Cádiz - desde Gibraltar -, podría conocer, como por ejemplo, los “fondos muy bajos” (karta brakheos) y el fango (pèlos) que obstaculizaban la navegación. Características que siempre han sido típicas de estas costas, y aunque algunos autores creen que pudo inspirarse en una vaga mención de Píndaro, lo cierto es que este autor no realizó jamás una descripción tan exacta como la que hace Platón; Píndaro solamente habla de la imposibilidad de navegar más allá de Gadeira, por tratarse de un mar con corrientes cenagosas (tenagos), pero no usa en ningún momento expresiones tan precisas como la usadas por Platón que hablan de un piélago con “fondos muy bajos” (karta brakheos) y “fango” (pêlos).
Mi análisis comparativo demuestra que quienquiera que haya sido el autor de la historia de Atlantis, o bien era nativo del entorno de Gibraltar, o visitó esos parajes, o quizás utilizó a un autor anterior que era un buen conocedor de la geografía de las costas atlánticas del suroeste de Iberia, sin embargo, respecto a esta última posibilidad nos encontramos con el obstáculo de la inexistencia de textos anteriores que permitan soportar esta idea.
No hallamos en ningún autor anterior a Platón descripciones tan precisas y exactas como las que hace Platón de la geografía de Iberia en el entorno de Gibraltar, descripciones que se extienden también a la gran llanura Bética, o del Guadalquivir, que además de presentar una forma igualmente rectangular y estar orientada hacia el meridiano, y rodeada de montañas que terminan en el mar, presenta también las mismas dimensiones que ofrece Platón. Antes de Platón ningún autor describió estos parajes con detalles tan precisos; en realidad no existe una descripción de esta gran llanura; de hecho, no volvemos a encontrar una descripción similar de la llanura Bética, o Tartésica, hasta después de Platón, en Estrabón. No existe ninguna constancia de que Platón haya estado en Iberia, pero sí de que conocía a los Ibéricas, pues él habla de estos como gente guerrera, y grandes bebedores de vino, que tomaban puro, sin mezclar con agua.
En cualquier caso, al no existir datos que permitan acreditar que Platón haya visitado Iberia, estamos pues obligados a considerar que Platón realmente utilizó como fuente un texto ajeno, es decir, un texto escrito por otro autor, pero que no es ninguno de los conocidos hasta la fecha. Platón afirma que se trataba de una ”historia verdadera”, sin embargo, su honestidad ha sido puesto en duda durante siglos por investigadores arrogantes y carentes de ética que ni siquiera han ofrecido a Platón el beneficio de la presunción de inocencia, o mejor dicho de la presunción de honestidad intelectual. ¿cuántas razones verdaderas existían para dudar de la honestidad de Platón?; sencillamente ninguna.
La incapacidad para interpretar correctamente sus textos, las deficientes traducciones, y los errores de interpretación de las fuentes anteriores a Platón han terminado por crear una visión errónea de la Atlántida de Platón donde la Atlántida es mostrada como algo que es fantástico, imposible, increíble; algo que solamente podría ser considerado como el producto de la imaginación de Platón. La arrogancia de todos los estudiosos de Platón que han sostenido esta postura de que todo es una mera invención mítica del célebre filósofo, ha impedido que pudieran considerar la posibilidad de que quizás fueran ellos los que no hubieran sido capaces de interpretar correctamente las fuentes y los datos.
Los análisis comparativos que vengo realizando durante más de quince años demuestran que Platón utilizó un texto ajeno, un texto de origen externo, un texto que debió contener una parte importante de los datos reflejados en la descripción de Atlantis que él hizo en el Timaeus y en el Critias. Este texto podía haber sido escrito varios cientos de años antes, pues en el análisis de los “codices vetustissimi” del Critias he hallado paleographical evidencias de formas arcaicas que en los tiempos de Platón ya estaban obsoletas; así como formas típicas del dialecto jónico, mientras que Platón siempre escribió en Classic Attic.
Respecto a la geografía de Atlantis, toda la información geográfica que existe en el relato de la Atlántida, fue redactada originalmente por alguien que era nativo del entorno más cercano a Gibraltar, o bien por alguien extranjero, pero que sin dudas conocía muy bien el lugar, quizás por ser un punto de escala o destino de viajes que serían frecuentes y periódicos. En cualquier caso, la hipótesis planteada por algunos expertos de que Platón pudo usar a Píndaro no puede sostenerse, ni siquiera Píndaro fue tan exacto y preciso en las dos únicas frases donde alude al entorno de Gibraltar.
La teoría más lógica es que el texto provenía de Gadeira, o sea de Cádiz, y la principal evidencia que presento es precisamente la elección de Gadeira como el único nombre que es ofrecido como ejemplo de un nombre Atlante, lo que demuestra que el autor original del relato sobre la historia de la Atlántida era de Gadeira, o sea, un Gaditanus. El orgullo nacional es algo inherente a la mayoría de los seres humanos, es un sentimiento natural que solamente puede estar ausente en algunos apátridas o ciertos filántropos que se sienten “ciudadanos del mundo”, pero sin duda alguna, el sentimiento de orgullo nacional, o tribal, era algo muy extendido en la antigüedad. No puede ser una mera casualidad que el único nombre Atlante que se muestra sea el de Gadeira; si el autor hubiera sido Lixitian, o sea, de la colonia fenicia de Lixus, habría cargado las tintas sobre el nombre de Lixus, haciendo que fuera Lixus (y no Gadeira) la región más importante de Atlantis después de la principal de Atlas. Y lo mismo habría hecho cualquier otro autor de otra región.
Por otra parte, no parece lógico que Solón sea el que haya decidido dejar como ejemplo de nombre Atlante el nombre de Gadeira, no existe ningún indicio de que Solón haya tenido ningún vínculo especial con Gadeira ni con Iberia, ¿por qué entonces esta preferencia? El sentido común obliga a pensar que Solón estaba traduciendo un texto que presentaba la misma estructura y forma, es decir, que en el texto egipcio (o en el relato), muy probablemente ya existía este mismo nombre de Gadeira como ejemplo, es decir, que es muy probable que los egipcios tuvieran un texto traducido al egipcio, donde solamente se dejaba como ejemplo de un nombre Atlante el nombre de Gadeira, y la única manera de entender este hecho de favoritismo respecto a Gadeira, es aceptando que el autor original de la historia, o la persona que llevó la historia a Egipto, era de Gadeira, o sea, un Gaditanus.
Esta es mi hipótesis sobre el origen del relato de Atlantis. Un autor probablemente Gaditanus, o indígena, Turdetano (de origen Tartessio). Recordemos como Estrabón nos informa de que los Turdetanos eran los más cultos de Iberia, tenían anales y escritos, leyes, y una gramática con más de 6000 años de antigüedad, y hacían venir de Grecia y Roma profesores para enseñar a sus hijos. La historia del destino fatal de la civilización Atlántica, de la que los Turdetanos serían sus últimos descendientes, estaría registrada en los anales históricos de los Turdetanos, es muy posible que algún fenicio de la colonia de Gadira, haya tenido acceso a dicha historia, y sobre la base de estos Turdetanos texts redactaría la historia de Atlantis, destacando en la traducción de los nombres originales Atlantes, o Turdetanos, el nombre de la región de Gadeira, por ser esta la región donde se hallaba la colonia fenicia donde él residía.
Conclusión: este texto de origen turdetanian, redactado ahora en idioma fenicio por un gaditanus, pudo ser llevado a Egipto por algún miembro de la célebre expedición egipcia y fenicia de Nekao, que con toda probabilidad debió hacer escala en Gadeira (pues no debemos olvidar que Gadeira fue la colonia fenicia más importante de todo el extremo occidental del mundo conocido desde el siglo XI BC, según las referencias históricas), aunque también es probable que el texto haya sido llevado a Egipto en otro momento, aunque siempre antes del 560 BC, fecha aproximada de la visita de Solón a Sáis.
Esta hipótesis sobre el origen de la historia de Atlantis de Platón, es la única que podría explicar todos los detalles de la geografía física del suroeste de Andalucía, y las características de sus costas y marismas con detalles tan precisos como la intrincada red de canales, detalles todos que no volvemos a ver descritos hasta que Estrabón escribió su descripción de Iberia.
¿Motivos históricos o
mitemas sobre Atlantis en el arte pictórico de la antigua Iberia?
Una vez que hemos comprendido la necesidad de la existencia de un texto (o tradición oral) originario de Iberia, o sea, producido en algún lugar de Iberia - con toda probabilidad en la Turdetania, o antigua región de Tartessos -, podemos ahora abordar otras cuestiones, que podrían ayudarnos en un intento por confirmar esta hipótesis. Por ejemplo, la posible existencia de evidencias físicas, es decir, de evidencias arqueológicas que permitan apoyar estas ideas.
Es obvio que, si consideramos que la historia de Atlantis hunde sus raíces en una auténtica tradición histórica, o legendaria, existente en Iberia deberíamos poder hallar aunque sea algunas evidencias más que permitan confirmar este supuesto. En todas las naciones de la antigüedad, que de alguna manera hicieron uso de diversas expresiones artísticas como la pintura o la escultura, suelen aparecer obras que de alguna manera reflejan aspectos históricos, o mitemas (cuando se trata de mitos o leyendas), de algunas de sus más importantes historias, leyendas, mitos o concepciones mágico-religiosas. No será necesario que citemos ejemplos, todos conocemos las innumerables representaciones de escenas mitológicas, religiosas y hasta históricas que se hallan en frescos, vasijas de cerámicas, relieves y esculturas de las civilizaciones clásicas greco-latinas, y de otras grandes civilizaciones como la egipcia, la sumeria o la cartaginesa. Como era de esperar, también en Iberia contamos con numerosas representaciones pictóricas y escultóricas en las que igualmente podemos apreciar escenas que podrían ser legendarias, mitológicas, religiosas, e incluso históricas; sin embargo, a diferencia de la mayoría de las civilizaciones con escritura propia cuyos sistemas gráficos y lenguajes han podido ser descifrados, las escrituras y lenguajes de las civilizaciones clásicas, y de la Bronce Edad de Iberia, aún no han sido descifrados, lo que hace bastante difícil el trabajo de interpretación de los motivos, escenas o mitemas representados. Técnicamente, mientras más conozcamos sobre las leyendas e historias de los Iberos o Tartessios - fundamentalmente si han sido escritas por ellos mismos - más fácil sería que pudiéramos realizar una identificación certera o al menos aproximada. Es obvio que hoy no sabríamos que significan realmente las escenas representadas en la mayoría de los frescos y relieves egipcios si aún no se hubiera descifrado su lenguaje y escrituras.
No obstante, y siendo concientes de este gran obstáculo al que nos enfrentamos para el estudio de la interpretación simbólica, mitológica e histórica, presente en el arte pictórico y escultural de los antiguos pueblos de Iberia prerromana, existen algunas vías que han sido ya exploradas (quizás no tanto como se debiera) como por ejemplo, el enfoque interpretativo partiendo de los datos que nos ofrecen las fuentes clásicas, que aunque ciertamente pocas veces consiguen ser lo suficientemente exactas o precias como para permitir identificaciones más o menos seguras, a pesar de ello, se han obtenido algunos resultados bastante óptimos, y aceptables, recordemos por ejemplo algunas de las interpretaciones realizadas sobre los relieves de la tumba ibérica - y también monumento - de “Pozo Moro”, Jaén, y su compasión con algunos mitos de la teogonía griega, donde al parecer vemos una escena de Cronos devorando a sus hijos, entre otras similares.
En líneas generales, la mayoría de los arqueólogos e historiadores del arte están abiertos a este tipo de interpretaciones que se sustentan en antiguos mitos clásicos que evidentemente trascendieron las fronteras locales y se expandieron por casi todo el Mediterráneo y las costas del Atlántico. De sobra es conocido el emplazamiento que hicieron en suelos de Iberia muchos autores griegos - desde los escritores más antiguos conocidos – de varios de sus más importantes mitos, leyendas y parajes extremos. Por ejemplo, en Iberia creyeron la mayoría de los escritores griegos que se hallaban las “Islas de la Felicidad, o del Placer”, o los “Campos Elíseos”, la cuna de algunos de los dioses más antiguos; en algún momento anterior al siglo V se colocó en Iberia también la Montaña de Atlas, o Atlante, y las Hespérides; igualmente a la Isla Erytheia donde moraba el célebre gigante y pastor de bueyes Geriones; y por supuesto a los célebres Pilares de Hércules. Y por último, al parecer también a la Atlántida misma, aunque solamente nos agarremos a la mención de Gadeira, como una de las diez regiones en que fue dividida la isla o peninsula de Atlantis. Llegados a este punto, podemos preguntarnos ahora, ¿existe alguna representación pictórica, o escultórica, que de alguna manera pudiera ser vinculada con la historia de la Atlántida?, ¿formó parte la Atlántida del temario simbólico usado por los Tartessios o Iberos en algún momento en su iconografía histórica, mágica y religiosa?. Pienso que es bastante probable, y de hecho he conseguido reunir algunas evidencias que podrían ser interpretadas como muestras de la existencia de una tradición Ibérica sobre la Atlántida de Platón.
Ya he publicado varias de estas identificaciones, como por ejemplo, la interpretación que he propuesto de uno de los motivos exclusivos del arte ibérico que también ha aparecido dentro de un contexto Tartessio, me refiero al motivo de varios anillos concéntricos que son atravesados por una línea que parte desde el punto central, y se extiende hasta el exterior de los anillos. Este diseño que he bautizado como “Concentric Rings and Canal”, es exactamente el mismo que se obtiene cuando se intenta dibujar un esquema o plano de la ciudad principal de Atlantis, o sea, de su “isla sagrada”, donde se hallaba el templo dedicado a Poseidón y a su amada Kleitós. En el relato de la Atlántida, se describe como Poseidón, después que se unió a Kleitós, rodeó la colina de poca altura donde ella residía con tres fosos circulares que fueron inundados por el agua del mar que se trajo por un canal de unos 9 kilómetros de longitud que conectaba la pequeña “isla sagrada” con el mar. Entre media de estos tres fosos circulares llenos de agua de mar, se crearon dos anillos de tierras que estaban conectados con la sagrada isla central a través del mismo canal que unía a dicha isla, o acrópolis, antigua morada de la gran madre fundadora de las estirpe Atlante, Kleitós.
He descubierto hasta la fecha una docena de ejemplos donde podemos apreciar exactamente este mismo diseño, unas veces con la misma cantidad de anillos, otras con mayor cantidad, pero que en cualquier caso, cuenta con el elemento singular, “sui generis”, que los distingue de todas las comunes representaciones de círculos concéntricos conocidas en casi todos los rincones del mundo, y este elemento singular, específico del arte ibero-tartessio, y de la Bronce Edad de Iberia, es justamente esa línea que atraviesa a los círculos siempre desde el punto central hacia el exterior de los anillos, o sea, exactamente igual que en el esquema o planta arquitectónica de la ciudad sagrada de Atlantis.
Este elemento singular es lo que permite que esta identificación no pueda ser despedida con ligereza bajo el manido argumento de que “círculos concéntricos” hay en todas las civilizaciones; argumento este que algunos aún siguen usando en contra, a pesar de mostrar esta singularidad, única de las representaciones pictóricas sobre cerámica de la Iberia prerromana, ya que en las manifestaciones del Arte Rupestre sí es cierto que no es exclusivo de Iberia, aunque en realidad solamente se halla - además de en Iberia - en algunas islas del Atlántico como Irlanda y Escocia, pero la mayor concentración conocida (por miles de ejemplos) está justamente en la península Ibérica, entre las costas de Portugal y Galicia, donde además se hallan los más antiguos ejemplares conocidos; lo que demuestra que Iberia es la cuna de este motivo tan singular y tan parecido al esquema arquitectónico de la sagrada ciudad concéntrica circular de Atlantis.
Pero además, resulta que no solo hallamos en Iberia este diseño de “Concentric Rings and Canal”, o símbolo de Atlantis, en el arte pictórico cerámico y petroglyphical sino que además hemos hallado también en Iberia la única ciudad de toda la prehistoria mundial conocida que igualmente presentaba este mismo diseño, o planta arquitectónica, compuesta por fosos circulares concéntricos para contener agua, alternados con anillos de tierra y puentes que conectaban a unos con otros. Me refiero a la ciudad circular concéntrica que existía bajo la actual Jaén, en el barrio conocido como “Marroquíes Bajos”. Los estudios arqueológicos han demostrado además que esta ciudad concéntrica llegó a tener cinco anillos concéntricos entre fosos y anillos de tierra, o sea, la misma cantidad que describe Platón. Pero más sorprendente aún es que hasta las medidas de los diámetros de estos anillos coinciden con un margen de error mínimo, y al igual que la ciudad sagrada de Atlantis, la ciudad circular concéntrica de la primitiva Jaén estuvo rodeada de canalizaciones que traían las aguas de las cercanas montañas hasta la ciudad.
Las coincidencias son tan sorprendentes que resulta casi obligatorio asumir que Platón debió conocer de alguna manera una descripción de esta ciudad, y podría sostenerse que incluso es esta misma ciudad la que él describió como la acrópolis de la civilización Atlántica sino fuera solo por un detalle, que nos guste o no, no puede ser ignorado, que él localiza la ciudad a unos 9 kilómetros de la costa, por lo que es obvio entonces que esta ciudad primitiva de Jaén – por muy similar que sea a la acrópolis de Atlantis - no podría ser entonces la misma ciudad circular concéntrica que según Platón se hallaba cercana al mar, y que quedó sumergida por unos grandes terremotos y una gran inundación o tsunami. Jaén no está unos 9 kilómetros de la costa del mar ni quedó sumergida bajo el mar. Definitivamente no puede ser la acrópolis sagrada de Atlantis, sin embargo, es igualmente obvio que la existencia de esta ciudad circular concéntrica de Jaén es una prueba arqueológica, es decir, física, real, de varias cosas verdaderamente reveladoras:
1. Que en Iberia existió al menos una civilización prehistórica que desde el Calcolítico fue capaz de construir una ciudad circular concéntrica en torno a una pequeña “isla central” que fue rodeada por fosos circulares para contener o conducir agua, alternados con anillos de tierra que estaban conectados a la vez con la isla central donde se hallarían los principales edificios cívicos o del culto. Al igual que la ciudad concéntrica de Atlantis, la primitiva ciudad concéntrica de Jaén presentaba una red de canalizaciones, y las medidas de los diámetros y perímetros de los anillos coinciden con los de la Atlántida con errores de pocos metros.
2. Que esta primitiva ciudad circular concéntrica de Jaén pudo haber sido una ciudad anexa al reino de Atlantis, es decir, una de las ciudades que por lógica deberían hallarse en el miso distrito o reino principal de Atlantis.
3. Que es muy difícil asumir que Platón pudo inventar la existencia de una ciudad tan “sui generis”, con un modelo arquitectónico circular concéntrico - no conocido en ninguna de las civilizaciones clásicas que Platón pudo conocer – y que ahora en fechas recientes, descubramos una ciudad prácticamente idéntica hasta en las dimensiones en Iberia, justamente en Andalucía, es decir, en la misma región geográfica que coincide con las descripciones de Platón del reino de Atlantis, el cual se hallaba cercano a Gadeira, de un lado de los Pilares de Hércules.
Para muchos autores de sobrado prestigio estas evidencias serían más que suficientes para defender la hipótesis de la existencia de una tradición sobre la Atlántida entre algunos pueblos de Iberia, fundamentalmente de las regiones del Occidente, y el Suroeste de la península. Pero creo que podríamos añadir una nueva evidencia. En esta ocasión se trata de un tema pictórico desarrollado en una cerámica clasificada por algunos como celtIbérica, y por otros como Ibérica. En cualquier caso, es una cerámica que fue fabricada y pintada antes de que los romanos llegaran a Iberia, y posiblemente también, antes de la llegada de los griegos.
En esta cerámica podemos apreciar dibujado en perspectiva, en primer plano dos grandes Pilares, ¿acaso los Pilares de Hércules?, y justamente en el medio, enfrente, pero un poco más lejos, lo que parece una península, càpe, o Nêsos, junto al mar, o junto a la corriente de un río, con un símbolo, que justamente parece el esquema de la acrópolis de Atlantis, vista desde lejos, en una perspectiva casi aérea, donde debido a la lejanía no se aprecian los detalles de los anillos, pero sí que se trata de una superficie circular unida a la que sería la costa, por una canàl. ¿Otra simple casualidad?
Ciertamente, este misterioso diseño podría se interpretado de otras maneras, sin embargo, es incuestionable que estamos ante un diseño pictórico absolutamente original que no se halla en ninguna cerámica de otra civilización conocida, por lo que no podemos aplicar ningún patrón de estilo. Estamos ante un diseño “sui generis”, que precisamente por esta condición tan singular, y original, parece poco probable que esté reproduciendo un mitema común a varias civilizaciones. No estamos ante simples símbolos geométricos abstractos; todo lo contrario, estamos ante una representación gráfica única, que nos está revelando una información exclusiva y original de una civilización de Iberia. Es posible que mi interpretación resulte errónea, pero yo veo una representación simbólica de los Pilares de Hércules, y frente a estos, junto a una costa curvada, una Nêsos, càpe, o península, en la que se puede ver una acrópolis circular que al igual que la acrópolis de Atlantis presenta un canal que la conecta con lo que parece ser la costa del mar.
Mientras no exista una explicación más científica, o sea, más convincente, que permita refutar esta propuesta de interpretación, creo que no es ningún delito que al menos se nos permita soñar con esta fascinante posibilidad, con esta hermosa hipótesis de que un maestro, un filósofo, un sacerdote, o un simple artista de la antigua Iberia quizás quiso reflejar en esta cerámica un mitema de una de sus más importantes leyendas o historias, y en una especie de mapa en perspectiva, quizás quiso representar la ciudad circular de Atlantis, "delante de la boca" de los Pilares de Hércules, justamente como describió Platón mucho después en sus diálogos del Timaeus y el Critias.