TARTESSOS

 
                                                     

LAS CABEZAS DE TORRECAMPO

 

Luisa Alba

 

 

 

Un conjunto de setenta esculturas que representan imágenes de hombres, homínidos y humanoides, con un antigüedad superior a 11.000 años, fueron descubiertas en el área minera de Ríotinto (Huelva). Este hallazgo pone de manifiesto que todas estas especies pudieron convivir en el mismo tiempo y lugar que supuestamente corresponde a la civilización tartéssico-atlante.

En 1974, en la zona conocida como «Llano de los Tesoros» del área minera de Ríotinto (Huelva), en donde abundan las galerías subterráneas, las máquinas excavadoras horadaron accidentalmente la cubierta de una cueva sellada, extrayendo con su pala huesos humanos, cerámicas y esculturas, que fueron llevadas a Torrecampo por el geólogo Esteban Márquez Triguero para ser estudiadas.


Las 70 esculturas recuperadas representan la diversidad racial del planeta, lo que ya es sorprendente. Pero, además, figuras de hominidos y otras aún más extrañas, de rostro triangular, boca menuda y ojos oblicuos. Este conjunto escultórico fue realizado hace más de11.000 años.

 

 


Demostrada su autenticidad por las universidades de Córdoba y Granada, el hallazgo plantea la posibilidad de que los personajes representados en las esculturas pudieron corresponder al mismo periodo y lugar en que la leyenda sitúa la Atlántida. Y, de aceptarse la existencia de ésta, tendríamos que admitir que en el mítico continente convivieron los hombres de nuestra especie, los homínidos y unos seres de aspecto "un tanto rato".


Al observar el realismo de estas esculturas, se deduce que los artistas que las realizaron tuvieron ante ellos posando a los modelos originales de dichas figuras, o bien unas referencias muy precisas sobre todos los detalles de la anatomía de nuestros supuestos antecesores.


Podríamos estar ante uno de los hallazgos arqueológicos más enigmáticos y más importantes para la historia de la Humanidad, pues bien pudiera ocurrir que estas esculturas sean los testigos silenciosos de un pasado bien diferente al que hemos reconstruido para la especie humana.


Según el historiador y arqueólogo Rafael Gómez Muñoz, «el hecho de que este grupo de esculturas apareciese en una explotación minera de oro, cobre y plata, conocida desde los primeros tiempos de la antigüedad, y que se hallan encontrado huesos humanos me hace suponer que los personajes representados debieron estar relacionados con el entorno minero y me lleva a preguntarme si los homínidos sirvieron como mano de obra, dada su inferioridad intelectual. Pero de ser así, me cuestiono el motivo por el que fueron enterrados junto a los señores e inmortalizados del mismo modo, ya que los restos fueron extraídos del mismo yacimiento». Es decir, si esos homínidos trabajaron para el Horno sapiens y fueron enterrados juntos y con los mismos honores, podíamos encontramos ante un pueblo donde no existían desigualdades sociales, ya que ellos realizaron el duro trabajo de las minas por su inferioridad intelectual, pero tuvieron el mismo rango funerario que sus señores.

 

 

 


Los primeros estudios geológicos realizados a estas esculturas las sitúan en una época pretartéssica desde el punto de vista histórico convencional. Sin embargo, para los historiadores más progresistas Tartessos fue una civilización que se desarrolló en épocas muy anteriores a las establecidas oficialmente para esta cultura, por lo que ven en ella un testimonio arqueológico atlante, ya que consideran que la sociedad de  Tartessos pudo ser la heredera directa del antiguo reino atlante.


Las esculturas debieron estar sustentadas sobre una base cuadrada y apoyadas contra una pared o columna, tal y como parece indicar la parte posterior de los bustos, qué es bastante lisa. Junto a ellas se encontraron también representaciones de leones y linces. Las cabezas presentan una
pátina compuesta de sulfatos y complejos minerales procedentes de las aguas residuales de la actividad minera, dato que confirma que su procedencia fue el área de Riotinto.

 

Estas esculturas, concentradas hoy en Torrecampo (Córdoba), en la Casa-Museo Posada del Moro, podrían haber querido ser una fiel representación de las razas humanas existentes en aquella época: europeóides, negroides, mongoloides y amerindios. Entre los homínidos aparecen varios tipos de Australopithecus. Independientemente de la intención con que fueron realizadas estas esculturas, lo cierto es que nos darían una referencia sobre nuestro origen. Y estos humanóides debieron mantener una estrecha relación con los habitantes de la región, ya que fueron representados como formando parte de la colectividad.


Según el historiador Gómez Muñoz, «resulta demoledor para un arqueólogo e historiador convencional como yo observar esta muestra, pues parece indicarnos que los homínidos convivieron con el hombre moderno, lo que rompe de lleno la teoría de la evolución de Darwin». Por su parte, el epigrafista Jorge Díaz añade que «nos encontramos ante innegables representaciones escultóricas de una especie intermedia entre el mono y el hombre moderno; es decir, frente a individuos con caracteres simiescos que, sin lugar a dudas, son del tipo hominóideo paleoantropo».

 

 

 

 



Un hallazgo marginado
Efectivamente, allí están representados diversos tipos de Australopithecus que debieron haberse extinguido hace un millón y medio de años; también aparece el Horno Sapiens arcaico, que supuestamente desapareció hace 300.000 años, y el Hombre de Neanderthal, cuyo último asentamiento conocido está datado hace 30.000 años por la ciencia académica.

Las preguntas que nos plantean las esculturas resultan muy incómodas para la ciencia oficial, puesto que sacuden los mismos cimientos del concepto de evolución biológica y cultural. Tal vez sea ésta la razón que explique como, a pesar de su posible trascendencia e importancia histórica, permanezcan ignoradas en un pequeño museo privado de un recóndito pueblo andaluz.

La autenticidad de las piezas.

El conjunto escultórico de Torrecampo ha sido analizado por los departamentos de mineralogía y petrología de dos universidades españolas: las de Granada y Córdoba. En ellos se aplicaron diversas técnicas de análisis y datación, entre otras la de Difracción de Rayos X y la de Espectroscopia de inducción de Plasma. De este modo se confirmó su autenticidad mediante el siguiente informe:

"La roca de la que están labradas procede de las antiguas canteras del Mioceno Superior de Niebla (al este de Huelva) y su cortificación exterior está compuesta por óxidos y sulfatos de las aguas residuales del área minera, así como por una gama de elementos químicos de los criaderos minerales, tales como hierro, cobre, plomo, cobalto y otros que se asocian a ellos, como el litio, vanadio, bario, lantano y zirconio, procedentes, tal vez, de la actividad humana, tanto minera como metalúrgica. La analítica realizada en Córdoba de las muestras de estas esculturas describe el material con que fueron elaboradas como una arenisca calcárea rica en restos de fósiles marinos.

 

Como llegar a Torrecampo (Córdoba)