CAPÍTULO 11:
LOS ANTIGUOS POBLADORES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.
Según el texto bíblico, Abraham, llamado el hebreo, desciende
de EBER, bisnieto de Sem, hijo de Noé.
Eber aparece, pues, como antepasado epónimo de la tribu, y es
curioso que no haya llamado la atención, como conviene, el parecido
de este nombre con el de IBER o ibero.
Además, Eber significa en hebreo «más allá», estando EBER
íntimamente ligado a la raíz hebrea "ABAR" que significa
"cruzar un rio", en vasco antiguo IBAR se traduce como "rio"
y en la Enciclopedia Británica leemos que el significado de
Iberia, según la etimología vasca, es «el país del río» =
Ibaierri.
Y si bien, para situar a Eber pensamos automáticamente en el
Eufrates, no hemos de olvidar que el Ebro,
antiguamente Ibero, es el río de Iberia y de los
iberos.
"Iberia es el país civilizado más antiguo del mundo, han podido
escribir W. deMiIosz y D.Duvillé”.
De aquí, Iberia, salió el pueblo llamado IBRI en la Biblia, y de
aquí salieron también esos otros iberos que se establecieron a los
pies del Caucaso, en Georgia y en la costa siria, procedentes de los
ribazos NÚMIDAS. (Africa), los Fenicios-BEREBERES, con su dios Atlas
resueltamente occidental, lo mismo que los frigios y que los
habitantes de las costas atlánticas, futuros egipcios y fundadores
de la civilización y de la monarquía tinitas, portadores del emblema
real de la abeja. Y desde el oriente regresaron más tarde hasta aquí
los celtíberos, los íberos celtas, los Bebrices o Beribraces que no
son otros, según nos relata Plinio, que los íberos del Cáucaso.
En términos científicos, los habitantes autóctonos de Iberia
descendían de los dolicocéfalos magdalenienses y, por éstos, de los
auriñacienses y solutrenses de Francia y de España,
pues no hay que olvidar que Iberia empezaba en el Ródano.
Fueron estos autóctonos los que, después de haber sido instruidos
por unos iniciadores o civilizadores de cultura superior (los Elohim
atlantes), se extendieron a lo largo de las costas mediterráneas.
Así se explica que el recuerdo del Ebro-Ibero, haya
subsistido en Oriente a través de los milenios y que, según leyes
que no han de sorprender a los lingüistas, se haya transformado en
Eufra-Eufrates, después de haber sido Ebra-Ébrates-
Añadamos que las tradiciones éuscaras conocían la existencia de unas
tierras más allá del Océano.
Existe, además, el difícil problema de los alfabetos, puesto que
Iberia conoció la escritura mucho antes de la romanización y de los
primeros establecimientos fenicios en la Península.
En el escudo de Tarazona puede leerse la leyenda "Tubal
Caín me aedificavit. Hercules me reaedificavit". Tubalcaín,
fue el primer forjador de hierro que cita la Biblia; era hijo
de Sella, segunda esposa de Lamech, hijo de
Mathusalen, de estirpe cainita. René Guenón señala que la
evidente similitud entre Vulcano (padre de Caco quien según las
leyendas fue derrotado por Hércules, tras lo cual éste último fundó
la ciudad de Ágreda en los alrededores del Moncayo, hace unos 3000
años) y Tubalcaín es clara en la cábala fonética, siendo además,
ambos, herreros, la metalurgia dio lugar a ritos iniciáticos tan
importantes como el de los Misterios cabíricos de Samotracia y
Beocia
Podemos creer razonablemente al historiador Ocampo, cuando,
de acuerdo con las antiguas crónicas españolas, nos dice que el
alfabeto fue enseñado a los primeros habitantes de la península por
Túbal , hijo de Jafet . Ello queda plenamente justificado por las
referencias expresas de los escritores antiguos más dignos de
crédito, a las relaciones escritas que conservaban los antiguos
iberos ya, en aquel tiempo, de más de SEIS MIL años. (Cultura
iberoeuskérica, Algorta, 1982, pp. 13-14): "...Nos dice Estrabón
que los Turdetanos estaban orgullosos de su lengua, que ya entonces
tenía 6.000 años de antigüedad, o sea unos 8.500 años desde nuestros
tiempos. Hacían sus leyes en verso. Nosotros añadimos que este
idioma fue el euskera...."
La llamada raza de Cro-Magon, que ha decorado con pinturas y
esculturas las paredes de nuestras grutas, los mangos de sus armas y
de sus herramientas, poseía en grado sumo el sentimiento estético.
Presentaba características semejantes a la de los vascos, de
los guanches y de los cábilas, y se extendió a todo el
África del Norte, y al Occidente y sur de Europa.
Fueron los antepasados de los EGIPCIOS, de los pelasgos,
de los libios, de los fenicios, de los etruscos
y de los ibero-ligures.
Si se admite el origen atlántico y mediterráneo occidental de los
pueblos que hemos evocado, desparramándose a través del
Mediterráneo, colonizando las islas de Chipre y del mar Egeo,
implantándose en Caria y en el delta del Nilo, ANTES DEL QUINTO
MILENIO, el problema se explica; si no, es insoluble.
Por otra parte Adriano Romualdi escribe en su libro "Los
orígenes de los indoeuropeos" : " Durante decenas de miles de
años una profunda cubierta de hielo se extendió por toda la Europa
septentrional, alcanzando el curso inferior del Rín y los Cárpatos.
En aquella época la Europa central era una tundra polar, mientras
que en la Península Ibérica vivían grandes manadas de renos y
bisontes. Las comunidades humanas que permanecieron en el continente
se concentraban principalmente en las costas atlánticas, donde el
clima marítimo y la corriente del Golfo, junto a una gran cantidad
de abrigos y cavernas, ofrecían condiciones de vida más
tolerables... ... En esta eterna estación de niebla y hielo, no lo
suficientemente gélida como para impedir la vida pero sí como para
hacerla dura y difícil, creció el tipo humano de pigmentación débil
y ojos claros, mal adaptado a la luz y el calor del sol, pero
robusto, altamente seleccionado y provisto de calma, firmeza y
tenacidad, a partir de la raza de Cromagnon - a quienes debemos las
pinturas del norte de la Península Ibérica- cuya estatura media se
situaba en torno a los 1,80 metros de altura. En la convergencia de
este tipo con una especie más pequeña, dolicocéfala y grácil (el
hombre de Chancelade o el de Aurignac) podemos buscar el origen de
las actuales razas rubias: la dálica y la nórdica. En aquel clima de
continuo invierno, este tipo humano desarrolló las características
propias de la gente del norte, las mismas de los pueblos arios."
Según el Génesis, los habitantes de IBERIA descienden
de Javán, hijo de Jafet, emparentándolos con los
grecopelasgos de la isla de Chipre. Serían, pues, esos
mediterráneos Occidentales, entre los que se cuentan los IBRI,
antepasados de los hebreos, que poblaron las islas del mar
Egeo y el delta, llevando consigo un dios tocado con plumas
sobre la cabeza, como el hombre occidental de la pintura de Biban
el Moluc (Egipto) y como el primer dios de los aztecas de
México.
En la Península Ibérica, en un radio aproximado de 200 Km.
alrededor de la actual Cádiz, nos encontramos con los restos
más antiguos conocidos de obras megalíticas o de pirámides
construidas por el hombre, concretamente el conjunto monumental de
"Cueva de Menga" es una síntesis perfecta entre la cultura o
arquitectura megalítica y la de las pirámides, siendo además
anterior a cualquier megalito o pirámide de construcción no ibérica.
Teniendo esto en cuenta, podemos afirmar que la perdida "raza de
constructores de megalitos" de la que hablaba Coon en capítulos
anteriores era originaria de la Península y que este pueblo en el
conjunto de sus migraciones se extendió tanto hacia el Norte como
hacia el Sur, creando a su paso los mayores conjuntos monumentales y
civilizaciones de la antigüedad donde dejaría impresos sus
profundísimos conocimientos astronómicos y arquitectónicos.
Es de esta mítica raza, los Atlantes, de quienes descendían los
tartessos, bereberes (rubios), guanches, libios, hebreos, etruscos,
pelasgos (cretenses), tírsenos, sardos, umbros, caledones
(escoceses), irlandeses, británicos, sumerios, egipcios y vascos
entre otros y será esta raza de Atlantes la creadora de grandes
civilizaciones como la minoica (cretenses), la maya o
la egipcia y de increíbles monumentos como el de
Stonehenge o Carnac.