Hoy existe un estrecho que separa Europa de África, eso es
evidente, pero: ¿Hubo alguna vez un istmo que uniera las dos
orillas?
Pues sí, lo hubo y desapareció hace
tan sólo 7500 años, pero como dicho así nadie lo creería, a
continuación trataremos de probarlo:
Es sabido, o al menos así lo afirman
los geólogos, que entre finales del Mioceno y mediados del
Plioceno existió una gran isla entre la península ibérica y
África, con una extensión semejante a la de las actuales
provincias de Cádiz, Málaga, Granada, Almería y Murcia, que
estaba separada de ambas masas continentales por los
estrechos bético al norte y rifeño al sur.
Hace unos cinco o seis millones de
años, la orogénesis alpina cerró el estrecho bético por el
Este, dejando un gran golfo al Oeste constituido por la
depresión del Guadalquivir, que se fue rellenando con el
tiempo por los sedimentos procedentes de su cuenca, cuyo
proceso continúa aún en Doñana. Algo más tarde, es decir,
hace unos cuatro o cinco millones de años, se cerró también
el estrecho rifeño y el mar Mediterráneo se convirtió en un
gran lago sin comunicación con el océano Atlántico.
El estrecho rifeño se abrió más tarde
y hoy es conocido como el estrecho de Gibraltar, pero en lo
que no estamos de acuerdo es en la fecha que ocurrió, puesto
que hasta ahora se venía diciendo que dicho estrecho se
había abierto hace aproximadamente un millón y medio de años
y lo cierto es que hay evidencias suficientes para pensar
que ocurrió hace tan sólo 7.500 años, es decir, antesdeayer,
aduciendo para ello, entre otras, las siguientes razones:
1. Nivel estable de
sedimentación
Existe en el Mediterráneo un nivel
estable de sedimentación Plio-Cuaternaria a una profundidad
aproximada de 90-100 metros, lo cual permite suponer que
dicho mar estuvo estabilizado durante varios millones de
años a dicha profundidad, sin que apenas le influyeran las
fluctuaciones originadas por las glaciaciones, lo cual sólo
pudo ocurrir mediante una separación física entre el mar
Mediterráneo y el océano Atlántico, es decir por una lengua
de tierra que los mantuviera separados.
2. Las antiguas lenguas y la
paleontología
Estas dos ciencias aportan pruebas
colaterales muy interesantes, entre las que cabe destacar
las similitudes existentes entre las antiguas lenguas del
norte y del sur del estrecho de Gibraltar, puestas de
manifiesto por el historiador y lingüista José Alonso
García, con el que concuerda totalmente nuestro ilustre
filósofo e historiador Ramón Méndez Pidal, que no dudó en
calificar el eusquera como una lengua neo-ibérica, incluso
antes de que se hubieran conseguido descifrar los textos
ibéricos usando el vasco como lengua matriz. Las similitudes
entre dichas lenguas, es decir entre el vasco-ibérico y el
bereber, sólo se pueden explicar con la existencia de un
istmo que uniera las dos orillas y facilitara las
migraciones constantes y masivas que debieron tener lugar
entre el sur, que se estaba desertificando al término de la
última glaciación y el norte, que acogía el exceso de
población procedente de lo que hoy es el Sahara.
La paleontología también refuerza esta
tesis, al destacar la presencia de neandertales en ambas
orillas del estrecho, para lo cual baste recordar al hombre
de Gibraltar (primer neandertal descubierto en Europa) y los
recientes descubrimientos de neandertales llevados a cabo
por la Universidad de Cádiz en la Cueva de la Cabilia, Benzú
(Ceuta), así como los de Atapuerca (Burgos), con una
antigüedad del orden de 800 000 años y del hombre de Orce
(Granada), cuya antigüedad puede llegar a los 1,3 millones
de años, que los convierte en los restos de homínidos más
antiguos descubiertos en Europa , lo cual permitió intuir a
nuestro por fin rehabilitado paleontólogo, José Jiménez Clos
(descubridor del hombre de Orce), que el hombre pudo llegar
al continente europeo mucho antes de lo que se pensaba,
cruzando el entonces accesible istmo de Gibraltar.
3. La mitología
Existen diversas citas históricas
antiguas, de Estrabón, Eratóstenes, Píndaro, etc. Y la
leyenda de la destrucción del istmo de Gibraltar por
Hércules, que afirman la existencia de una conexión
terrestre entre ambas orillas. Sólo es mitología y citas de
historiadores que, a pesar de su reconocido prestigio,
carecen de rigor histórico al mezclar realidad y fantasía.
Pero tanta insistencia en que hubo un istmo, así como en su
destrucción en una época relativamente reciente, nos induce
a pensar que tal vez tengan algo de razón, que la leyenda
puede tener un origen real y que fue trasmitida por
tradición oral desde la más remota antigüedad hasta los
albores de la historia.
4. Una prueba concluyente
Todo esto no serían más que palabras,
si no hubiera evidencias concluyentes que avalaran la
existencia del mencionado istmo despejando cualquier duda.
Pero lo cierto es que dichas evidencias existen y vienen
determinadas por el hecho de que en 1998 los geólogos
norteamericanos de la Universidad de Columbia, William Ryan
y Walter Pitman, descubrieron, gracias a las pruebas del
carbono catorce realizadas en los sedimentos del mar Negro,
que dicho mar había cambiado bruscamente de salinidad hacia
el año 5500 a.C., pasando de ser un lago de agua dulce a
convertirse en un mar de agua salada, proceso que sólo se
puede explicar si admitimos la existencia, hasta esa fecha,
de un istmo en lo que hoy es el estrecho de Gibraltar, que
propiciara que el mar Mediterráneo estuviera a un nivel
mucho más bajo que el océano Atlántico y que dicho istmo se
hubiera destruido bruscamente en ese momento, desencadenando
la inundación del Mediterráneo, la elevación repentina de su
nivel y acto seguido tuviera lugar el mismo proceso en el
mar Negro.
Otras pruebas, que reafirman la
repentina inundación, son las evidencias encontradas en el
Bósforo, de la erosión producida por algo que bien pudiera
ser una avalancha de agua, y las observaciones y trabajos
realizados por el oceanógrafo búlgaro Petko Dimitrov, que
descubrió restos de playas y litoral en el fondo del mar
Negro. Examinando conchas localizadas en una expedición
submarina, Petko llegó a la conclusión de que el nivel del
agua se había elevado de golpe unos 60 metros, como lo
demuestra el hecho de que existe un homogéneo nivel de
sedimentación situado a 60 metros bajo el nivel actual del
mar, por encima del cual, los sedimentos anteriores al 5500
a.C., muestran siempre una procedencia seca con restos de
raíces y vegetación terrestre.
En cuanto a la mencionada elevación
repentina, la cual indudablemente tuvo lugar, se debe
matizar, no obstante, que en el Mediterráneo debió ser del
orden de 78 metros, más otros 17 metros de suave ascenso que
tardaron en alcanzarse unos 1500 años, coincidiendo con el
momento en el que se estabilizó el nivel del mar al término
de la última glaciación. La elevación del nivel del mar
Negro fue tan sólo de 60 metros y también tuvo lugar en dos
fases, iniciándose la primera al alcanzarse el umbral del
Bósforo y los Dardanelos y los 17 metros restantes 1500 años
después.
¿Pero como pudo ocurrir, teniendo en
cuenta que las apariencias geológicas parecen indicar lo
contrario y es creencia generalizada suponer que el estrecho
de Gibraltar se abrió en el Plioceno?
La explicación es muy sencilla, a la luz de las evidencias
apuntadas en los párrafos anteriores, de acuerdo con las
cuales no cabe albergar duda alguna sobre la ruptura del
istmo hace tan sólo 7500 años, y es que el istmo de
Gibraltar no llegó a romperse en el Plioceno, aunque la
tectónica de placas tendiera a separar las masas
continentales, ya que la fractura que se estaba produciendo
era sellada al mismo tiempo por la ingente cantidad de
sedimentos aportados por la erosión costera y sobre todo por
la procedente de los ríos Guadiana y Guadalquivir,
coadyuvados por las corrientes marinas, las mareas y los
vientos dominantes que, suponiendo fueran semejantes a los
actuales, no sólo habrían contribuido al sellado y
consolidación del istmo, sino que incluso hicieron posible
su recrecimiento en los periodos de ascenso del nivel del
mar.
Una vez destruido el istmo,
seguramente como consecuencia de un maremoto, semejante al
que tuvo lugar en 1755 a 300 Km del cabo de San Vicente y el
consiguiente tsunami que ocasionó, las evidencias de que
había existido un istmo desaparecieron arrastradas por las
aguas y solo quedaron las pruebas que se han mencionado en
lo párrafos anteriores, las cuales se han puesto de
manifiesto hace tan solo algunos años, pero que, sin duda,
son suficientes para asegurar que el istmo de Gibraltar
perduró hasta casi el término de la ultima glaciación.
Es por tanto casi seguro que el istmo
de Gibraltar lo destruyó un tsunami, arrasando los
sedimentos que formaban el entonces precario istmo de
Gibraltar. El istmo en aquel momento debía ser muy estrecho,
debido al acelerado ascenso del nivel del mar que se estaba
produciendo y, aunque la naturaleza tenía recursos
suficientes para sobreelevarlo y permitir que llegara a
nuestros días, esa misma naturaleza desencadenó un
cataclismo en la fractura entre las placas continentales
africana, europea, originando su destrucción.
Paulino Zamarro Sanz
pzamarro@gmail.com
Ingeniero Técnico en Química Industrial
Autor de los libros: Del Estrecho de Gibraltar a la
Atlántida y Las lagunas de Cantalejo
Madrid,
España