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EL NACIMIENTO DE LA HUMANIDAD RACIONAL EN CANTABRIA
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Pocos Cántabros son conscientes del enorme prestigio que a nuestra región
le depara mi investigación sobre el nacimiento de la Humanidad
racional en Kantabria. Prestigio tanto mayor cuanto que mi tesis
tiene a sus espaldas nada menos que 18 años de imbatibilidad
y un volumen de evidencias jamás reunido, ni de lejos, por ninguna de las candidaturas
que a lo largo de la Historia han ido proponiéndose como cuna de la
Humanidad. Que, por supuesto, han sido legión. Justamente porque mi
trabajo está reforzando y consagrando la identidad de Kantabria,
así como contribuyendo poderosamente a atraer tanto la atención como el
turismo hacia ella, el día en que el Gobierno de nuestra región acceda al Guiness
por ceguera, se le otorgará también el mismo reconocimiento por su ingratitud.
Porque nadie le habrá hecho a Cantabria una aportación
de mayor magnitud y trascendencia de la que yo le estoy ofreciendo al haber
identificado en ella la cuna de la Humanidad y al estar construyendo una obra de
investigación científica que así lo acredita y que aunque podrá ser mejorada
en aspectos puntuales, ni hoy ni nunca podrá llegar a ser rebatida. Porque la
primogenitura histórica de Kantabria es algo tan
obvio y que cuenta con tal respaldo de pruebas y evidencias, que causa asombro
no haya sido ni sikiera entrevista con anterioridad. Son numerosas las revistas y periódicos de dentro y fuera de España que
desde el año 1984 han consagrado amplios espacios a la difusión de mis
investigaciones. Y ello a pesar del veto que algunos medios mantienen sobre
ellas, debido por una parte a mis tesis sobre el origen hibérico y
prehistórico del Cristianismo y, por otra, a la guerra
sin cuartel que vengo librando con cuantos defienden el disparatado y simiesco
origen africano de la especie humana. Y tampoco me ha granjeado muchos amigos
el hecho de haber demostrado que la pretendida maternidad de la lengua latina
sobre la mayoría de las lenguas europeas, es la mentira más colosal que ha
consagrado la Historia... El caso es que en el decurso de este mismo mes de Septiembre, dos
publicaciones importantes, ambas de difusión nacional, se hacen eco de mis
tesis sobre el alumbramiento de la Humanidad racional y de la cibilización
en lo que yo gusto de denominar la Tierra Kántabrica.
Con toda intención y fundamento, por cuanto Tierra
fue uno de los nombres de la primera montaña poblada por el ser humano. Montaña
que, obviamente, se alzaba y se alza sobre la geografía de esta región,
explicando el hecho inexplicable de que haya sido La Montaña
otro de sus nombres genéricos. Pues bien, la revista Año Cero,
por una parte, dedica un extenso reportaje de veinte páginas a la tesis, cada día
más extendida y acreditada, de la ubicación de La Atlántida
en España, sirviendo de cierre y corolario del mismo un artículo titulado Cantabria:
cuna de la Humanidad y de la civilización. Lo escribe la
periodista Luisa Alba y en él se reproducen no más
de media docena de los millares de pruebas que respaldan esa conclusión. Ni
quise abrumar a los lectores de esa revista entrando en mayores profundidades,
ni tampoco lo estimé conveniente. Las verdades científicas resultan tanto más
asimilables cuanto más sencillas y escuetas sean. Y quien desee saber y
profundizar más, debe remitirse a los libros, que para eso están: para contar
todo aquello que ni cabe ni debe tener cabida en los artículos de divulgación,
reuniendo cuantas pruebas y argumentos respaldan toda obra científica digna de
tal nombre. El segundo reportaje respecto a la maternidad de Kantabria sobre
la Humanidad inteligente, lo publica la revista Tiempo
en este mismo mes de Septiembre, reproduciendo en este caso algunos de los
argumentos históricos y antropológicos con los que cimiento dicha tesis. Es la
propia Luisa Alba la que firma este trabajo, que tanto
habrá de escocer a quienes vienen haciendo todo lo humanamente posible para
detentar el monopolio sobre la verdad en materia antropológica. Y me refiero,
naturalmente, a los endiosados antropólogos de Atapuerca,
trasformados por la popularidad de individuos corrientes y molientes en
aspirantes a genios. ¿Quién es el guapo que, careciendo de luces, no
acaba convenciéndose de que es un as, cuando se ve todos los días en las páginas
de los periódicos y ante las cámaras de televisión? Por esta misma vía,
acaban creyéndose dioses la inmensa mayoría de los políticos, de los
deportistas, de los artistas y de cuantos cretinos militan en las huestes del famoseo… Si he titulado este artículo Nos sacan en “los papeles” no es
porque utilice el llamado plural mayestático referido a mí, sino
porque considero que son todos los habitantes de Cantabria
y, de modo muy especial, todos aquellos que leen asiduamente esta página,
quienes tienen derecho a sentirse protagonistas de esos dos reportajes periodísticos
que en tan altísimo lugar dejan a nuestra región y que suponen un paso más en
el camino que habrá de conducir al reconocimiento unibersal de
la filiación cantábrica de todos los pueblos de la Tierra.
Son, pues, todos los lectores de esta serie, así como el propio periódico que
la acoge y difunde, quienes en igual o mayor medida que yo deben sentirse
orgullosos por el hecho de que lo que nació como una idea peregrina y aberrante
en el mes de Abril de 1984, no haya cesado de consolidarse, acreditarse y
difundirse desde entonces. Porque, a la postre, yo pasaré y lo que quedará será
la obra que he realizado, así como la región y las gentes que, durante
milenios, habrán de beneficiarse de ella.
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