-Señor Pimentel, su
apellido sigue abriendo puertas.
-Le vieron con un libro,
y creo que es eso lo que abre puertas.
-¿Echa de menos la
erótica del poder aquí, a unos pasos del Salón de los Pasos
Perdidos?
-No, la erótica del poder
no la echo de menos. Fui feliz cuando estuve en política, me
divertí, conocí gente maravillosa, y lógicamente siempre
queda la melancolía de lo bueno, pero no el deseo del
retorno.
-¿En qué se parece el
animal político al animal editorial?
-En que eres un domador
de leones y un cazador de mariposas. La política conlleva
una parte dura, agresiva, de realidad, también la editorial
de ventas, pero que forma parte de algo más hermoso y
sensible que en política son las ideas y el deseo del bien
común, y en el mundo editorial la búsqueda del libro, de la
nueva idea o forma.
-Tiene usted alma de
«escudriñador de quimeras». Explíquese.
-La sociedad y el
Occidente nos han llevado a veces a dosis de hiperrealismo,
que no es muy normal porque hay que estar con los pies en el
suelo. Pero hay que combinar el día a día con la mirada a
largo plazo, que requiere capacidad de ensueño, y donde hay
ensueño hay quimera. Hay que mantener cierto idealismo y
cierta utopía.
-¿Dónde ha ganado más
amigos: en el libro o en la política?
-Donde más roce con lo
humano hay es en la política. El editor, quiera o no,
contacta con autores, escritores, lectores, tiene menos roce
de personas y mucho más de ideas. En política a unos caes
bien y a otros mal, pero se hacen muchos amigos.
-¿Con Almuzara quiere
convertir a Córdoba en meca del libro?
-Un día me planteé: ya
que soy empresario, ¿por qué no de lo que más me gustan, los
libros? Y de ahí nace la idea de montar una editorial hace
tres años: Almuzara. Comenzamos desde muy abajo, y desde una
cosa pequeñita hemos ido creciendo con mucha prudencia, y
hoy ya somos una editorial media, con diversidad de temas, y
en España e Iberoamérica con una distribución significativa.
Tenemos unas líneas más minoritarias y otras más
comerciales, y no nos da pudor. Aunamos calidad literaria,
fondo, distribución y ventas.
-Ahora usted se rasca el
bolsillo y junto a otras editoriales lanzan el sello «Books4Pocket»...
-Y si los tipos de
interés siguen subiendo, venderemos más libros de bolsillo.
-¿Se puede ser librero en
la Atlántida?
-Hay un poco de
chauvinismo español y andaluz, cuando veo que Platón habla
de la Atlántida, y las fuentes clásicas la sitúan en la
Península Ibérica de forma inequívoca. Si Platón y tantos
otros hubieran sostenido que estaba en Francia, Alemania,
Italia ya habrían creado el Instituto Nacional de la
Atlántida. Y a nosotros aquí nos da vergüenza. Sólo hablan
de la Atlántida los poetas y los locos.
-Bendita locura: ¿la
Atlántida estuvo en Al Andalus?
-La Atlántida vuelve a
ponerse de moda ahora por lo del cambio climático, que no
sabemos a dónde va, hay teorías mayoritarias de
calentamiento y minoritarias, a la cuales yo me agarro, de
glaciación. Y el caso es que muere y nace el mito de la
Atlántida por una catástrofe que probablemente tenga mucho
que ver con el último deshielo, que se produce hace 11.500
años cuando Platón sitúa exactamente el fin de la Atlántida.
Y nace una afición que persigue que el mito de la Atlántida
tiene que estar en el sur de la Península Ibérica.
-Como experto ganadero,
¿se avecina calentamiento global?
-La palabra calentarse
tiene muchas connotaciones en español. ¿A cuál se refiere?
-A la política
precisamente no.
-Bueno, de una parte creo
que no, porque el macho ibérico está perdiendo puntos, luego
el sentido del calentamiento global del español retrocede.
-¿Y en el meollo
político?
-Ahí yo creo que estamos
en una etapa de calentamiento crónico, y no veo variaciones.
España es un país pasional y en las Cortes se refleja un
poco cómo discutimos: en familia, en los bares se pegan
voces, somos vehementes, celtíberos y explicamos nuestras
cosas así. Pero no tengo la sensación de crispación tan
alta. España, un Fórmula 1 que va muy rápido.
-¿Si nos metemos en el
motor?
-Están las bielas, los
pitones, las explosiones, y hay mucho ruido, parece que es
un desastre, pero es la señal de vitalidad. Somos gente con
sangre globalmente calentada.
-¿El macho ibérico tiene
una razón para resurgir con los 2.500 euros que promete
Zapatero?
-Dado que el macho
ibérico está decayendo, me temo que no sólo va a hacer falta
ese dinerito, sino un gran apoyo extra.
-¿Usted edita por amor al
libro?
-Yo huyo del glamour o de
las vanidades literarias, y me meto con mi «Manual del
editor» en la sala de máquinas.
-¿Volvería a la política?
-No. Terminé mi etapa.
Cuando se entra en política todos nos creemos hombres
extraordinarios, y que conocemos la sociedad, pero en el
fondo cada uno está con la orejera puesta. Yo era pequeño
empresario y estaba con mi orejera, pero al llegar al
Ministerio te das cuenta de que la sociedad es mucho más
compleja, hermosa y rica.