El aroma que exhala el presente artículo me llega con una "entonación --------------" muy característica: la de la Espiritualidad Tartéssica. Hija de la Civilización Madre también, nuestra cultura tartéssica, no obstante, no ha tenido un seguimiento y una tradición que haya llegado hasta nuestros días como la tradición Maya. Nuestra tradición tartéssica, perdida en la zozobra del tiempo y la circunstancia ... acaba de levantar su cabeza de un sueño de siglos. El presente artículo es fiel reflejo de lo que fue vivido y representado (con otros nombres pero de similar significado) en nuestra Andalucía madre. Que irrumpa en escena la larga, primordial y muy antigua tradición de los «Hijos del Sol». Soliman Orta
Al contrario de lo que ocurre durante el 1 de noviembre, día en que los mexicanos celebran la muerte, el acercamiento al mundo de ultratumba y la oscuridad, el 1 de mayo se festeja la luz, la fertilidad y el renacimiento. Una y otra fecha suponen dos puertas simbólicas en la consciencia del pueblo, arquetipos de la muerte y de la resurrección. Por otra parte, no puede ser más apropiada la fecha del 1 de mayo para un culto solar. Nunca como en esta ocasión el sol se proyecta con más intensidad sobre la pirámide que, según una vieja leyenda, habría construido un enano en una sola noche. Eugenia Casarín (Nah Kin: «la Casa del Sol», «la Madre Sol») es la sacerdotisa solar y canalizadora de Kinich Ahau, una entidad divina de naturaleza trina. Kinich Ahau es uno de los dioses más importantes de la espiritualidad maya. Su nombre significa «el Señor con el rostro de Sol», «El Señor espejo del Sol», «La luz que ilumina el rostro», «Sacerdote solar» y «El Maestro que refleja el Sol». Hay que hacer un gran esfuerzo para adentrarse en la riqueza y pluralidad de contenidos del lenguaje maya. Siempre ha sido mal interpretado, tanto en lo que se refiere a sus relieves y estelas, como a la hora de acercarse a la lengua de las distintas etnias que componen el conjunto de esta cultura. Frente a una somera interpretación de un dios entre muchos, Kinich Ahau representa a tres entidades. Religiones y espiritualidad
Por una parte es un sacerdote que, según él mismo habría revelado, forma parte de un sacerdocio solar cuyo linaje se remonta a los comienzos de la humanidad, a una línea de conocimiento maya-egipcia-atlante-lemuriana. Su legado se habría expandido por todo el continente americano, y especialmente por el Mayab. La pirámide de Uxmal sería el retiro etérico de este antiguo sacerdote, biblioteca de luz y «Templo de la Llama de la Luz Eterna». Él habría recibido el nombre de Kinich Ahau en honor al Sol durante su estancia en el Mayab en tiempos remotos. Por otra parte, también sería propiamente el Sol, el astro rey que ilumina y da vida a la Tierra, la estrella de nuestro sistema solar. A su vez sería el receptor y transmisor de las energías espirituales que provienen del resto de la galaxia y del conjunto del Universo. Además, facilitaría los códigos de información que, según los iniciados, empiezan a revelarse ahora a través de canalizaciones y de este tipo de celebraciones en los centros ceremoniales donde están las pirámides mayas, junto con otros muchos lugares del mundo. Su tercera personalidad sería la del Sol central de la galaxia, de donde proviene tanto la energía física como espiritual que establece el modelo de creación y evolución de todo cuanto existe. Aquí se establece su conexión con lo que los mayas denominan Hunab Ku, el gran dador (y Único) de la medida y del movimiento: el Dios Padre creador que recibe interminables nombres en cada una de las culturas del planeta.
Por ello, los mayas custodian lo que consideran el gran secreto para viajar a través del tiempo y del espacio y así fundirse con Hunab Ku: su respiración. Según dicen, el verdadero nombre de Dios se dice suspirando: no existe palabra alguna para definir la verdadera esencia de la divinidad. Los dioses mayas, que gozan del atributo de la dualidad como polaridad manifiesta de todo cuanto existe, en la eterna danza entre la luz y la oscuridad, serían puros reflejos de este único Dios, Hunab Ku. Kinich Ahau simboliza su manifestación más luminosa y visible en el cielo y, según los ahaukines, habría establecido un culto solar extendido por toda la faz de la Tierra por una gran civilización anterior a todas las que conocemos: la de los hijos del Sol. El Rayo Dorado
La compleja ceremonia se desarrolló con una temperatura muy por encima de los cuarenta grados, cuando el astro rey se encontraba en su punto más elevado sobre esta prodigiosa construcción conocida como la pirámide del Adivino. Todos los asistentes lucían sus mejores galas, de acuerdo con el rito. Los ahaukines, sacerdotes y sacerdotisas, vestían ropas luminosas y claras, especialmente blancas o de colores amarillentos, representativos de la frecuencia de Kinich Ahau. Distintos ritos de iniciación habían tenido lugar en los días anteriores, en los que los neófitos fueron iniciados en los elementos de las cuatro direcciones sagradas (bakabes): fuego, agua, aire y tierra. Portaban así sahumadores con copal (elemento fuego); recipientes con agua (jícaras), con la que refrescar a todos los ahaukines por aspersión con una ramita de alhábega (elemento agua); instrumentos musicales como el caracol, sonajeros y tambores (elemento aire); y flores y cuarzos (elemento tierra). Al llegar a la explanada situada frente a la pirámide de Uxmal, las dos enormes hileras adoptaron la forma de dos círculos concéntricos, para hacer, como siempre que se entra a un lugar sagrado, la invocación a las siete direcciones galácticas: las cuatro direcciones del espacio (este-fuego, oeste-agua, norte-aire y sur-tierra), a la Madre Tierra (abajo), al Cielo-Kinich Ahau-Hunab Ku (arriba), y al corazón de la comunidad (al interior de cada uno en fusión con la colectividad, el centro). En las celebraciones anuales que tienen lugar en este día se busca una total conexión con Kinich Ahau, alcanzando su retiro etérico y accediendo a la información de la biblioteca de luz de la pirámide del Adivino. Para ello se utilizan cánticos y mantras. Es fundamental la pronunciación de la letra «i», considerada una nota solar que activa el rayo dorado, así como la repetición del fiat «luz expande, luz expande, luz expande, expande, expande…». Durante la ceremonia se entregaron los bastones sagrados, velados durante toda una noche, a los considerados maestros de sabiduría. Cada bastón mostraba el símbolo del Ahau Can, la Serpiente Solar, que representa el proceso que experimenta aquel que trasciende su naturaleza material en la búsqueda de su dimensión divina. Uno de los trabajos energéticos más importantes que se realizan durante esta ceremonia, es la fusión de la parte masculina y femenina que todos tenemos, uniendo la energía del Sol, el rayo dorado, al de la Luna, el rayo plateado. El culto fálico, característico de Uxmal y uno de los aspectos más llamativos de su arquitectura, adquiere pleno sentido en el concepto de sacralidad que la sexualidad tenía para los mayas. La unión de la fuerza masculina con la femenina se refleja en la aparición del órgano reproductor masculino como símbolo del procreador. Es el generador de vida, inseparable de la esencia divina desde el punto de vista de la visión maya, plenamente comprometida con la necesidad de experimentar la Kundalini, la energía vital que mueve el Universo. Ellos, como los orientales, la asociaban con la serpiente, animal sagrado en el Mayab por éste y otros muchos motivos. Esta era la forma de expresar el movimiento en espiral de la Kundalini, la energía que asciende desde el chakra raíz. Pero también el movimiento del Kuxam Suum (textualmente, «el cordón de luz dorada que comunica»), la senda que une al iniciado con Hunab Ku, y que desde aquí le lleva a cualquier lugar del Universo, viajando a través de su movimiento en espiral. Igualmente se trataba de representar al dios Kukulkán-Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), que todavía desciende simbólicamente a través de la pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera. La piedra que representa el falo masculino y los cuencos que simulan vulvas o la matriz femenina, no son más que los símbolos del Sol como dador de vida, transmisor de la luz como alimento y fuente de conocimiento, y de la Tierra, que recoge la energía solar y hace posible la vida a través de la germinación de la semilla. Los mayas reflejaron, una y otra vez, el tan sencillo como incomprendido misterio de la vida. Nos hablaron sin cesar, e incluso lo hacen ahora a través de las piedras, de la eterna y divina dualidad en que nos movemos. Quisieron que fuéramos conscientes de la necesidad de comprender nuestra participación en el ciclo perpetuo de la naturaleza para vivirlo con la dignidad y la coherencia que se merece. Es, sin duda, una invitación a buscar el equilibrio… Elevado este conocimiento a su más pura esencia, hombre y mujer deben unir sus energías para acceder a la totalidad, siendo conscientes, incluso por separado, de que cada uno de ellos puede realizar esta transmutación, esta alquimia interior, recuperando el vínculo con el Sol y la Luna, con los rayos dorado y plateado, como la unión del cielo y de la tierra, que han de fundirse en uno solo en el plexo solar. El plexo solar es, entre los siete chakras, el más utilizado por los mayas, porque a través de él se disuelven los miedos y bloqueos que nos separan de la divinidad. Como dicen los sacerdotes solares: «hay que comprender que el universo entero está en nuestro interior, que nosotros somos el reflejo del Sol, un puro sol en nuestro interior».
Ciudad de luz y leyenda Si hay algún lugar verdaderamente mágico en el mundo es Uxmal. Cuenta la leyenda que en la aldea de Kabán había una anciana con fama de bruja que encontró un huevo. Lo guardó en un lugar oscuro y todos los días lo sacaba para acariciarlo, hasta que, para su sorpresa, se abrió y de él surgió un niño. Resultó ser un enano al que le creció la barba y la nariz, que llegó a ser rey de Uxmal. La arquitectura de Uxmal es desconcertante. Por algo fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1996 y es la segunda ciudad maya más visitada de Yucatán, después de Chichén Itzá. El viajero se deleita y queda aturdido por su grandeza. Por todas partes se encuentran los mascarones de Chac, el dios de la lluvia, tan aclamado en el panteón maya por la necesidad de este elemento, a quien acompañan serpientes y tortugas, animales también asociados al agua. De la pirámide del Adivino se conocen ya siete etapas constructivas. Los ahaukines siempre recorren los lugares sagrados siguiendo los sacbés, los caminos de la luz que fueron hechos para que se vieran de noche. Representan el sendero iniciático. Todo tiene una finalidad espiritual en el pensamiento maya, en el cual la tierra es un puro reflejo de todo lo que ocurre en el cielo. Pero son interminables los enigmas… El origen del nombre de la ciudad de Uxmal estaría en la palabra Ox (tres) mal (construida): «la tres veces construida u ocupada», aunque también podría significar «lugar donde se cosecha abundantemente». Los ahaukines llaman a Uxmal el ombligo de la Luna y dan a la pirámide del Adivino el «nombre armónico» de Ak-He-Nah-Tun. Y esto, por más que lo parezca, no son palabras egipcias, sino mayas. "Ak" es tortuga, el animal que carga el tiempo, y que los mayas identifican con la constelación de Orión, aunque también significa enano, de donde quizás provenga la leyenda del enano que construyó como por arte de magia la pirámide en una sola noche. "He" quiere decir Hijo, y representa al tercer elemento, pues como hemos visto, la pirámide estaría diseñada para establecer un equilibrio entre la fuerza solar y la lunar, el rayo dorado y el plateado, el poder de lo masculino y de lo femenino. Pero "He" también significa huevo, la forma que extrañamente tiene la pirámide en su base, pues es elíptica y, desde luego, única en su género y distinta a todas. "Nah" significa casa, hogar, donde se guarda la Luz, en este caso retiro o recinto donde reside la Jerarquía Solar. Y finalmente, "Tun" es piedra, manifestación, aquello que se concreta y se materializa. La pirámide de Akhenahtun significaría entonces «La casa de piedra en forma elíptica que guarda la sabiduría de los Tiempos». Las conexiones con la Atlántida, Lemuria y la civilización egipcia son continuas en las canalizaciones de Kinich Ahau, como cuando dice: «Yo soy Kinich Ahau vibrando en el corazón de Dios, sacerdote de la Luz, Aliado de Akhenatón, depositario de la cultura atlante». Pero éstos, o similares testimonios, los hemos recogido de maestros, iniciados o chamanes de otras culturas de México.
Civilización madre Según esta información, todas las civilizaciones de América tienen un origen común y remoto, en el que no sólo fue fundamental la existencia de una civilización madre desaparecida, sino la llegada de seres de las estrellas: los instructores cósmicos. Retrocediendo en el tiempo tendríamos a la civilización madre de los olmecas, cuna de las distintas culturas mesoamericanas, pero ésta tan sólo sería el reflejo de otra mucho más antigua. ¿Pero por qué fue elegido el Mayab para transmitir esta sabiduría? Encontramos respuesta en una de las canalizaciones: «Aquí ya existía una emanación sutil, un ambiente diáfano, donde los seres tenían sinceridad en el corazón. Así que fue el sitio preciso y adecuado donde pudimos depositar esta energía. Caminé como Sacerdote Solar por todas las Tierras del Mayab extendiendo ese conocimiento que había sido acumulado desde antiguas civilizaciones, que había sido el legado cósmico de otros hermanos estelares provenientes de poderosas estrellas y constelaciones más allá de nuestro Sistema Planetario Solar, incluso más allá de nuestras galaxias». Otro de los motivos de la construcción de esta pirámide, como archivo de conocimientos ancestrales, sería el subsuelo de la península de Yucatán, que estaría lleno de cuarzos en los cuales los antiguos mayas habrían preservado estos conocimientos por sus conocidas facultades, desde tiempos inmemoriales, como acumuladores de información. La propia Eugenia Casarín nos confesó que había sido llevada a una de estas grutas secretas donde se encuentran los cuarzos de gran poder.
Pirámides etéricas La estructura energética de la pirámide de Uxmal es fundamental para comprender todo este proceso. Estaría envuelta por otra pirámide en el plano etérico, que es el retiro del maestro Kinich Ahau y la conexión con la Jerarquía Solar. La parte superior de esta pirámide recibiría continuamente rayos de luz dorada con los que alimentar la «Llama de la Luz Eterna». Pero habría otra pirámide, también etérica e invertida, con la punta dirigida hacia la tierra, para que esta energía que llega del Cosmos alcance el centro de la Madre Tierra. Se formaría una figura romboidal cuya parte media sería la superficie de la Tierra. Así se produciría el equilibrio entre las fuerzas cósmicas y las telúricas. La finalidad de esta celebración anual del 1 de mayo en Uxmal, como muchas otras ceremonias a las que asistimos durante trece días (número sagrado maya) en distintos centros ceremoniales de varios estados de México, fue la de activar los lugares de poder para beneficio del conjunto de la humanidad. La clave estaría en que la energía solar forma parte de cada célula del cuerpo, de ahí que la respiración maya consista en «respirar la luz» para que la energía del prana conecte a cada ser humano con su origen, con sus raíces cósmicas, con la fuente de la que procede. Esta energía de cada célula se guardaría en las espirales del ADN y podría ser activada para «recuperar nuestra memoria como verdaderos seres de luz». El trabajo realizado aquí con el plexo solar es fundamental, porque al igual que habrían hecho los antiguos mayas, nos permitiría acceder a la quinta dimensión y viajar, como los ahaukines, por el Kuxam Suum a través de la Tierra y del Universo, rebasando los límites del tiempo y del espacio. Los guardianes de la tradición, lejos de viejos recelos provocados por la persecución que la tradición maya ha sufrido a lo largo de los siglos, invitan a la iluminación colectiva. Por ello, esta ceremonia tenía como fundamento extender la luz a través de los lechos de cuarzos cristalinos a todos los lugares de poder del planeta, para que pueda beneficiarse toda la humanidad. También aconsejan el acercamiento a una fuente de conocimiento que los sabios mayas conocían y utilizaban, uno de sus sagrados calendarios, el Tzolkin, o cuenta de los días, que une las frecuencias de los 20 sellos y de los 13 tonos. Esta herramienta la consideran de vital importancia para adentrarse en el verdadero Tiempo, en el ciclo de la naturaleza, del giro de la Tierra, del Sol y de la Luna, que nos adentra en la pura vivencia de la armonía, de la naturaleza y de los códigos de Luz expresados en cualquiera de las manifestaciones de la Creación. La desaparecida Lourdes Miranda, toda una iniciada, escribía en una carta dirigida a los ahaukines: «Dice el Divino Sacerdote que éste es el momento en que la Humanidad se abra a vivir en la Frecuencia de Tiempo y Espacio que los Sabios Mayas conocían y que es la frecuencia 13:20 basada en el Calendario Maya o Tzolkin sagrado, especialmente diseñado para abrirnos la Consciencia Multidimensional a un concepto radial del tiempo, rompiendo de una vez con la ilusión de la vida material desligada de nuestra verdadera identidad».
Más allá del paso del tiempo, Uxmal continúa revelándonos el misterio de un enigmático pasado…
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