TARTESSOS: CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA

 
                                                     

ANTROPOLOGÍA MASÓNICA

 

  Dr. Carlos Enrique Borro.

 

 

 

 

Música

on/off

Apuntes acerca del retorno al matriarcado

Mujer:
  Animal que vive en la vecindad del Hombre y que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación.  Algunos viejos zoólogos le adjudican cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión; otros, naturalistas del posfeminismo, niegan semejante virtud y dicen que no ha cambiado nada desde siempre. Es la especie más ampliamente difundida de todas las bestias de presa. Infesta todas las partes habitables del Globo, desde Groenlandia a la India. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente la variedad norteamericana,  es omnívora y puede enseñársele a callar.

Hombre:  Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación consiste en el exterminio de otros animales y los de su propia especie, pero a pesar de esto se multiplica con tanta rapidez que ha infestado el mundo habitable, además de Canadá.
                                           

Ambrose Bierce. Diccionario del Diablo.


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1 - Enfoque psicológico

Soslayando las irónicas definiciones de Bierce, las constantes referencias a las inferiores cualidades de la mujer merecen destacar algunos aspectos psicológicos acerca de lo masculino y lo femenino.

 

Existen en cada ser humano mezcla de ambas identidades, correlato lógico del haber sido concebidos y educados de la unión biológico-social de hombre y mujer. El predominio de la función femenina en la formación y educación de los hijos comienza en la vida intrauterina y dura —normal y aproximadamente— hasta que los niños entran a la vida escolar.  Poco antes de esa época entra en el escenario del mundo interno del infante,  el padre, y luego los maestros y compañeros de colegio.

 

Desde lo intrauterino y en los primeros meses de vida extrauterina, el psiquismo infantil en ciernes concuerda con el incompleto desarrollo de su sistema nervioso. El mundo externo es extraño y mal percibido por el bebé, dada la inmadurez de sus órganos (ojos y oídos especialmente). Los sensores con que se conecta precozmente son la piel, el sentido del gusto y la sensibilidad de la boca. El contacto físico materno reemplaza la perdida relación intrauterina y es por ello muy importante.

 

La imagen del mundo exterior que llamaremos real,  la construye el bebé en estas etapas, a través de las sensaciones de piel y el reconocer las cosas llevándolas a la boca.  La madre es el centro de todo su ser y continúa unido a ella cual si estuviera aún en el útero (a ella le pasa también, por eso si el bebé se mueve en su cuna la madre se despierta, etc.). La madre es su eje del mundo, árbol de la vida, paraíso terrenal, etc. Todo deriva y depende de ella, porque el hombre es el animal peor equipado para sobrevivir independientemente después del nacimiento y requiere de un largo período de adaptación. De ahí la importancia de la sumisión a la madre y lo difícil de elaborarla.

 

Después de estas primeras etapas de la vida, y sólo si están bien elaboradas,  se progresa hacia una mayor conexión con el mundo exterior, haciéndose progresivamente importante la relación con el padre, ya que entre otras cosas, en la sociedad patriarcal es el padre quien batalla habitualmente fuera del hogar.  Pareciera que las etapas por las que cada individuo transita hubieran sido también recorridas por la sociedad humana, que ha pasado de una etapa matriarcal en la que la herencia y el desarrollo institucional siguió una línea matrilineal, evolucionando hacia una etapa patriarcal de herencia patrilineal.  Estudiado por antropólogos, psicólogos y sociólogos, esto fue vivenciado como una perenne lucha entre los sexos, sea en el desarrollo de cada individuo o de la sociedad humana, y quizá por ser la dependencia infantil en primer lugar materna, en la infancia de la sociedad humana haya predominado la estructura matriarcal, que en la actualidad demarca su territorio dentro de la microsociedad familiar, en tanto el patriarcado ejerce más control en el área de lo macrosocial.

 

Pudiera ser que el primitivo asociara la maravilla de ver salir un bebé del vientre de una mujer con el ver surgir de la tierra el vegetal que permitiría el alimento y cobijo de los animales y de sí, y esta comparación se constituyera en el primer indicio que llevó a los hombres primordiales a creer en divinidades femeninas y establecer un paralelismo entre las madres humanas y la Madre-Tierra.

 

La participación del hombre en la fecundación se habría desconocido en los albores de la humanidad, pero la caída de meteoros primero, y los rayos solares más tarde, inspiraron la protoidea de que la unión de un Cielo misteriosamente energético y divinizado, con la materia terrestre —y simplemente humana— hayan hecho surgir las primeras concepciones triádicas (Cielo - Tierra - Hombre).  El útero fue el primer cáliz sagrado, importante para lograr mágicamente la comunión entre lo humano y lo superior, y como mucho antes de que el hombre supiera que su semen tenía que ver con el embarazo de las hembras, supo que la tierra producía vida, la transferencia de estos fenómenos a la mujer fue como un pase de magia imitativa hacia la creación de diosas-madres.

 

 

En las tribus primitivas la fertilidad era imperativa tanto para combatir la elevada mortalidad de sus miembros, cuanto para lograr un rápido reemplazo de las piezas de caza.  Fertilidad y vida eran sinónimos y esto pesó en la importancia del rol femenil-uterino haciendo de la mujer un ser con poder mágico, elevándola al terreno divino. La mujer fértil, de grandes pechos y vientre robusto (señal de continuos embarazos) pasó a ser Sacerdotisa y copia de la Gran Madre Tierra, gorda y suculenta que da alimento sin fin.

 

Las comunidades primitivas en gran parte del mundo no tenían líderes, grupos de élite, ni propiedad privada, sino un tótem —heredado por filiación matrilineal— que reunía a varios clanes.  En ellos todo se compartía por igual: tierra, mujeres, alimentos, hombres, hijos. El clan totémico era matriarcal no porque las mujeres gobernaran sino porque el modelo en que asentaban su organización era a través del tótem, cuyo modelo es: el cachorro sale del vientre de la madre, de ella se alimenta y con ella se identifica.  Esta concepción marcó una gran diferencia en favor de la mujer y generó una exclusión del hombre del poder. Es posible que la envidia masculina ante este poder creador llevara al hombre a apoderarse posteriormente del objeto mujer, instalándola como objeto-parte-posesión de la élite de su poder. El hombre primitivo que había tardado en saber que era necesario para gestar vida, al averiguar que el falo era parte del ciclo de la fertilidad, desplazó el culto del útero por el del pene y cambió el sistema matriarcal por el patriarcal. Sexo y religión son inseparables, hunden sus raíces uno en el otro y de ello surgieron los primeros rituales mágicos.

 

 

El predominio de los cuidados maternos cuando el bebé es "un puro cuerpo necesitado de ternura" o sea un manojo de músculos, piel y órganos desacostumbrados a funcionar ordenada e independientemente, hace de la madre una ordenadora en ese cuerpo-niño inmaduro y vulnerable.

 

Debido al imprescindible y prolongado contacto madre-hijo, se generó una correspondencia entre la función materna y los actos y la sensibilidad relacionados con el cuerpo y los sentimientos.  La mayor parte de lo amoroso y la ternura queda unido a la mujer, y pasa a definir lo femenino. Lo masculino queda relacionado con la función de lucha contra las adversidades del mundo externo,  así como son tareas netamente masculinas la caza y la guerra,  y por derivación "civilizada" en tiempo de paz, la guerra con los adversarios en negocios, políticas y profesiones.

La unión de ambos grupos de actitudes es difícil y queda casi acotado al territorio sexual, donde pueden coexistir en el hombre sin contradicción, pasión y ternura y no por ello ser catalogado de femenino.

 

Destaco ambas posturas porque la rivalidad y confrontación entre los sexos se da en estamentos que no tienen que ver con diferencias de nivel intelectual o creativo, esto es un error conceptual, pues las funciones no sólo se complementan sino que coexisten en cada ser independientes del sexo.

 

Los agricultores de la Mesopotamia llegaban al templo a unirse sexualmente con sacerdotisas-prostitutas, y después salían con renovados bríos a sembrar sus tierras o apacentar sus ganados. Ritual de magia imitativa, similar al utilizado para hacer llover (palos de lluvia, cantar al cielo, etc.).

 

En Grecia, aparte de las esposas, madres e hijas, se encontraban las Heteras, cortesano-prostitutas de clase alta, expertas en sexo, que reunían en sus casas y mantenían conversaciones inteligentes aconsejando en arte, guerra, música o  filosofía, influenciando a los hombres importantes del país.

 

Una separación metafórica entre las prostitutas y las vírgenes, atribuye a las primeras el ser capaces de exhibirse y tentar a quien se le atreva, con los contenidos deseables que poseen en su interior (como los libros ofreciéndose en los estantes de las bibliotecas);  mientras la huidiza virgen que muestra poco y es impenetrable es el paradigma de la ignorancia y el desinterés.

 

En grupos de terapia se observa un mecanismo de defensa habitual ante lo desconocido: la separación nítida en subgrupos de hombres y mujeres.  Tal como en los bailes de antes los hombres se ubicaban apoyándose en la barra,  y las mujeres del otro lado esperando sentadas en sus sillas.  En los grupos de terapia esta distribución es interpretada como defensa narcisista donde los iguales entre sí se unen y enfrentan a los diferentes. Funcionó durante tanto tiempo la separación y represión de la unión libre entre hombres y mujeres, que no es posible saber si tuvo un comienzo histórico. Es de sospechar que marquen el pasaje del matriarcado al patriarcado y hayan sido, si no el comienzo, al menos el punto de no-retorno. El actual estado de la relación hombre-mujer así lo señalaría.

 

Las observaciones desarrolladas se reflejan en actuales fantasías personales, mitos de diverso origen, y las raíces de religiones consagradas, constituyendo su base y su retroalimentación.

Quiero destacar una vez más la correspondencia entre:

1. Madre cuyo vientre gesta vida humana.

2. Madre - Tierra raíz de vida en general.

3. Ingerencia en la gestación terrena de lo "venido del cielo" (sol, meteoritos).

4. Ingerencia del pene y semen en la fertilización femenina.

 

2 - En la ficción y en la historia

Hasta el S. XVII la mujer no era sino pura obediencia,  primero al padre,  después al esposo elegido —ellas no están para elegir sino para ser elegidas— 1º por el padre sin intervención alguna de su voluntad. 2º  por el esposo que adquiere así absoluta autoridad sobre la esposa y derecho de corrección,  por el método que sea necesario.  En Las relaciones peligrosas,  la marquesa de Merteuil triunfa sobre el vizconde de Valmont, en encarnizada lucha por el poder de seducción y el sometimiento del otro por la voluntad propia. Acción que transcurre en el S. XVIII.  En 1851 Flaubert es enjuiciado —en la vida real— por su Madame Bovary, obra calificada de ultraje a la moral y religión. La Emma de la ficción se rebela de su rol de ser parte del hogar, del patrimonio familiar y la tradición virtuosa. Viola las reglas del juego dando curso a fantasías de pasión y libertad (el ultraje), derechos exclusivos de lo masculino.

 

La femineidad era pues toda castidad, pasividad, obediencia y la única satisfacción permitida era la maternidad, con algún agregado narcisístico si eran bellas. Las únicas mujeres libres eran las viudas, que si estaban en buena posición económica tenían la posibilidad remota de conocer el amor y el placer.  Era necesario disimular el placer aun en la relación sexual con el esposo porque una mujer decente no podía tenerlo sin ser sospechada de inmoral; o sea: la mujer debe sofocar su erotismo debido al despotismo marital que la obliga a volverse "casta". Siglos del "deber llegar" vírgenes al matrimonio y de reprimir el placer sexual... ¿no será que, finalmente, ese sufriente entrenamiento ha poblado el planeta de mujeres maternales y frígidas,  a las que "les duele la cabeza "cada vez que son requeridas de sexo?

 

Es a partir del S. XVIII que ciertas damas aristocráticas se atreven a ejercer un elegante libertinaje. Pero como el hombre despreciaba la libertad femenina les era imposible conseguir amantes tiernos que despertaran algo más que placer sexual. El S. XIX trae consigo un despertar de lo pasional,  la mujer provoca en el hombre un no sé qué (s/Chateaubriand) desconcertante y tierno,  y el amor comienza a compartirse y la mujer es para el hombre así como el hombre es para la mujer. La moda acompaña los fenómenos descritos. En el medioevo las mujeres vestían como siempre embarazadas y los hombres usaban taparrabos que mostraban sus atributos.

 

En el S. XVI las mujeres llevaban armazones rígidos y tremendos corsés que las hacían ver de cintura estrecha y caderas amplias,  atributos de buenas parideras. Los hombres, calzas ajustadas y jubones acolchados que los mostraban sexuales y robustos.  En el S. XVII las mujeres de la aristocracia bajan sus escotes mostrando los pezones, los hombres usan sedas, lazos y pelucas.  Los puritanos, en contrapartida de la nobleza, se cubren hasta el cuello. El S. XIX despierta el sensualismo,  los vestidos son de cintura alta y telas finas que hasta se humedecían para dejar traslucir los encantos. Los hombres usaban maquillaje. Después de la Gran Guerra aparece la joven emancipada,  con faldas cortas y pechos lisos (que no eran precisamente señal de lácteas madres) ... después llegaron las minifaldas, etc.

 

 ¡Oh mujeres!, ¿para qué aprendéis a ser abogadas, pintoras o escultoras, si existe este milagro? Conocí por fin el gran amor, que sobrepasa el amor del hombre. Estaba tendida y sangrante, rendida y sin fuerzas, mientras que mi criatura mamaba y lloraba.  Vida...  ¿Dónde estaba mi arte? ¿Y todas las artes?  ¿Qué me importaba a mí el arte?  Sentía que yo era un dios,  superior a todos los artistas.

 

Estas palabras de Isadora Duncan, triunfadora del arte y amante de su libertad, confieren mucho valor al hecho de ser madre. Pareciera que la dicotomía señalada entre Eva-madre vs. Lilith-amante, por el relato midrásico no debiera ser, pues la función materna otorga felicidad creativa a la mujer y la disminuye para competir con el hombre en tareas exigentes. El caso de Isadora es excepcional.

 

En el S. XIX, en una villa del lago de Ginebra, se reúnen Lord Byron, Shelley, Mary Shelley y otros.  Para pasar la noche compiten escribiendo cuentos de terror. Mary Shelley había perdido un hijo poco tiempo atrás, pero esa noche concibe a Frankenstein, novela que trasciende su vida y aun la fama de Lord Byron y Shelley.  La novela aborda la fantasía universal del hombre que desafía a Dios creando un ser humano (la criatura sería el primer clonado).  Pero ¿es con Dios el desafío? Quizás el Dr. Frankenstein no retó a Dios, sino que prescindió del vientre generador de vida, y tuvo un hijo sin necesidad de mujer, y como castigo quedó solo, al igual que su criatura, y padre e hijo terminan, en la novela, destruyéndose mutuamente. La madre de Mary Shelley, Mary Wolstonecraft, fue una activa militante pro igualdad de los derechos de las mujeres respecto del hombre, y murió de un parto séptico al dar a luz a M. Shelley. Pareciera una parábola, en la que la falta de amor por rivalidad y envidia entre hombre y mujer, los lleva a quedarse solos y distantes.

 

Según la tradición del Midrash judío,  Dios creó a Adán como un Golem,  y fue tal hasta tanto no le infundió el alma.  La tradición mística según la cual el hombre, creado a la imagen de Dios, podría crear un Golem, de la que parecería derivar Frankenstein, podría interpretarse como el intento humano de concebir yendo en contra de la Naturaleza, excluyendo la dupla creadora hombre-mujer.

 

Ayesha deidad inmortal de la ficción de Rider Haggard, fechada en el S. XIX, tiene su morada en el centro de una región cuasi inaccesible del África oriental y desciende de diosas egipcias. Deidad femenina que tiene la fórmula de la eternidad, se encuentra esperanzada en encontrar al hombre amado, des-esperándolo por milenios, Ella-la-que-debe-ser-obedecida reina en el Pueblo de las rocas, sus habitantes respetan la descendencia matrilineal y sus mujeres viven en condiciones de igualdad con los hombres, quienes dicen de las mujeres:

... hacen lo que les place, nosotros las adoramos y les permitimos todo porque sin ellas no podría continuar la vida,  cuya fuente y origen son.

 

3 - En mitología

Los pescadores de Chiloé no llevan nunca a sus mujeres de pesca pues temen que La Pincoya, (criatura marina mitad mujer mitad pez, como las sirenas europeas) se ponga celosa y los castigue con una mala pesca. Ariadna muestra a Teseo el camino seguro para recorrer el laberinto y salvarse. La diosa Bachué, de los chibchas, emergió de la laguna Iguaqué con un niño de 3 años de la mano, quien al llegar a la virilidad fue su esposo, siendo ella la Gran Madre Chibcha, que pobló la tierra de todos los humanos existentes. La Diosa de la Guajira contrajo matrimonio con Mensch: el Tiempo que existe siempre. Los indios Kogi tenían por Madre Universal a la diosa Haba, mujer a quien se subordinaban los demás dioses. Los Kogi de Santa Marta creen que la madre del mundo era el mar, porque en un principio todo era mar y oscuridad (igual creen los Mayas). El sincretismo la transformó en la virgen María. La diosa Huitaca era una mujer rebelde que predicaba una vida alegre llena de placeres, opuesta a las enseñanzas de Bochica (dios civilizador de los chibchas que predicaba la voz del Creador Chiminigagua). Se interpreta como lucha matriarcado vs. patriarcado.

 

Los guambianos dicen que: allá arriba estaba él/ella el Pishimisak, a la vez masculino y femenino, figura andrógina que existió desde siempre, unidad perfecta de los dos principios que darán lugar a la multiplicación de todo. Dabeida, diosa de la región de Antioquía, es una figura civilizadora que enseñó al pueblo a trabajar la tierra, hacer esteras y otros enseres. Estos mitos indígenas indican la predominancia de la mujer en esas sociedades. El matrilinealismo que se observa en estos mitos marca una posición de privilegiada autoridad, derechos y decisiones políticas de la mujer. También aparece en ellos la rebeldía de la mujer contra el patriarcado y la protección que ejerce en los ritos agrarios. Es importante recordar que en aquellos tiempos primitivos, como la mujer era la poseedora de la total fuerza productora de vida, la dote la entregaba el hombre casadero, porque pagaba con ella un vientre prolífico y el trabajo que su mujer aportaría para su fortuna.  Una orientación matriarcal, diferente a la patriarcal donde el padre de la novia debe dar la dote para "colocar bien a la hija".

 

Según los Vedas, Kali-Durga-Sati era la suprema diosa del mundo, la Potencia Primordial que juega creando, conservando y destruyendo a sus criaturas. Kali tiene diversos nombres según sus funciones.  Cuando no había sino las tinieblas, antes de que se crearan el sol, la luna, los planetas, la tierra, la Madre Maha-Kali era la Gran Potencia, idéntica a Maha-Kala, lo masculino del absoluto.  Después de la destrucción del universo, la Divina Madre acopiará semillas para la próxima creación.

 

Coincidente con el carácter reparatorio de la Divina Madre se interpreta que las Vírgenes Negras  representan a la Gran Madre, que en varias mitologías precristianas se la identifica como Deméter.

 

Conclusiones

Cuando el indio del Mayab se inclina sobre la tierra oye una voz dulcísima, como la música de la canción de una madre que adormece a su hijo... entonces sonríe como un niño pequeño, y mientras pone las semillas  en el agujero, su mano acaricia la tierra y sus miradas se llenan de ternura.

 

Luego se tiende a descansar sobre la tierra, como sobre el regazo de la mujer querida.

Leyenda Maya

 

  La relación del hombre primitivo con la mujer le ha hecho respetarla como símbolo de la tierra a fecundar, de la que saldrán los frutos que posibilitarán la supervivencia de la especie. El hombre ha creado ideas, sistemas y tecnologías a partir de su frustración y en su afán de acercarse a esa creatividad natural. Pero al identificar a la mujer con la maternidad, ha necesitado de otra mujer deseable para la pasión. Y ha despreciado intelectualmente ambos prototipos artificialmente creados. Inferiorizar a la mujer significaría haber perdido la confianza en la propia capacidad creativa. La contra-parte es la mujer que ataca al hombre y lo masculino haciendo una guerra santa de ello.

 

Las afirmaciones referidas brevemente no son sino creencias, al decir de Ortega y Gasset, lo opuesto en algún sentido a las ideas, ya que éstas se piensan en tanto en las creencias se está —dice este filósofo—. Si lográramos pensar en estas creencias quizás nos daríamos cuenta de que la división belicosa entre hombres y mujeres resta inteligencia y creatividad a la Humanidad, que ambos géneros son complementarios... pero más aún que eso, ni siquiera sabemos, por no pensarlo, si las cualidades denominadas femeninas y masculinas son necesariamente parciales y petrificadas en las personas sexuadas con la forma de creencias, disfrazadas de pensamientos y ciencia de las diferencias.

 

La sociedad actual, con sus altas dosis de desempleo y reorganización hacia metas aún no esclarecidas, compromete a la inacción a miríadas de hombres en plena capacidad laboral, y de ser jefes de familia, devienen desocupados desesperanzados en recuperar su rol, pues aun en la reubicación, los nuevos —y difíciles de obtener—cargos, no cubren las necesidades económicas y jerárquicas perdidas. Esto lleva a que las mujeres de la casa (cuando no los hijos) sean quienes cubran el lugar del hombre desorientado, que sufre en la incertidumbre sin poder ubicarse en un enrarecido nuevo rol.

 

Esta sería una de las causas de la vuelta al matriarcado como forma de ordenamiento social.

Nuestro presente señala que la mujer no es sólo una opción económicamente favorable para la producción, sino un componente necesario y con cualidades que el hombre no tiene, para realizar tareas que van mucho más allá que las destinadas a perpetuar la especie. Que las diferencias entre los sexos son complementarias y no necesariamente indican supremacía de lo masculino, y que la superioridad machista es más que una realidad, signo de inseguridad.  El psicoanálisis puso especial énfasis en la envidia al pene, padecida por la mujer... pero por mucho tiempo dejó de lado la complementaria envidia a la capacidad creadora del vientre femenino frente al árido abdomen masculino. Sin embargo, no es sólo en estos terrenos primitivos y corporales que debemos centrar la rivalidad, sino en las múltiples capacidades creativas de personas que, sin deber fidelidad a su rango sexual, destaquen en la actividad que sea.  El cupo que actualmente se propone para que la mujer ocupe cargos políticos es un ejemplo de aceptación del tema, y si bien la medida es imperfecta ya que no debiera haber "cupos" sino capacidades asexuadas para manejar tal o cual situación, al menos es un comienzo. El futuro, continuación del largo y lento camino de liberación de prejuicios que emprendió la sociedad humana hace años, quizás continúe dándonos sorpresas... siempre que respetemos en nosotros la capacidad de librepensamiento que tanto decimos tener. Un retorno al menos parcial al matriarcado, creo que evidente, será positivo si se logra paz en la ya perenne guerra entre los sexos.

 

El reconocimiento individual y social de la mujer aparece como una realidad indiscutible, no sólo en función del avance del progreso moral, sino también como resultado de su propio y valeroso esfuerzo en el desarrollo contemporáneo de la humanidad. Somos parte de ese desarrollo y con él estamos comprometidos.


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