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LA ENSEÑANZA SUFI

 

 

 

 

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El hombre, a la manera de un sonámbulo que súbitamente “vuelve en sí” en alguna ruta desierta, en general no puede hacerse una idea exacta de sus orígenes o de su destino. En la vida ordinaria está a merced de toda clase de influencias. Si reconoce alguna de ellas, ignora todas las otras; o si no, las considera no como influencias que pueden cambiarse, sino como cosas inevitables.

No puede evaluar cualitativamente lo que le acontece, como tampoco los medios de controlar o dirigir su actividad psicológica. Reconocerá, por ejemplo, la ambición y verá cómo parece funcionar. Irá más lejos y trazará sus orígenes aparentes. Pero no logrará jamás alcanzar, por medios ordinarios, el factor de base que domina la ambición. En consecuencia, busca un refugio detrás de conceptos que no hacen más que llamar las cosas por otro nombre y da así la impresión de que sabe lo que significan.

Tomemos la palabra ambición. El hombre dirá que siente interiormente la necesidad de luchar, de alcanzar algo. ¿Por qué tiene esa tendencia ? Dirá porque en él existe un impulso sexual, por ejemplo. ¿Por qué este impulso ? Porque debe propagar la especie. ¿Por qué esta propagación ? Porque es su naturaleza. ¿Por qué esta naturaleza ? No lo sabe, Aunque sus razones estén sabiamente falsificadas, no podrá sustraerse al hecho de que no sabe...

Mientras tanto, la criatura llamada hombre tiene igualmente el vago presentimiento de que existe «un mundo del más allá», otra dimensión, o al menos algo que sobrepasa su percepción ordinaria. Habituado a buscar respuestas únicamente por ciertos procedimientos, no puede establecer contacto con este elemento vital, única cosa que puede ayudarlo en su dilema.

La consecuencia de todo esto es que el hombre da vueltas en redondo y estos círculos toman las siguientes formas, o alguna de sus variantes:

1.- Construye sistemas para tratar de penetrar en el «territorio desconocido». Pero estos sistemas lo llevan a ninguna parte, porque están levantados sobre cimientos de sistemas que se utilizan para otros fines.

2.- Adapta enseñanzas tradicionales y las deforma hasta el punto en que no operan para nada de cómo deberían. Las infecta con el «germen de la prisión».

3.- Elige y se acomoda en un equilibro de reemplazo en cuyo seno vive de acuerdo a un sistema que es evidentemente incompleto, pero que a pesar de todo responde a algunas de sus preguntas. En cuanto a las que es incapaz de contestar, «las envía de un escobazo debajo de la alfombra».

De todos modos hay otra salida para este laberinto. Pero ha sido tal la incomprensión de este «Camino», que en la mayoría de los casos está deformado hasta no poderse reconocer lo que verdaderamente es. ¿Cuál es este Camino ?

El Camino es el producto de cierta especialización científica efectuada durante un cierto número de siglos. Es nada menos que el descubrimiento de ciertas leyes y su aplicación. Esto puede ser formulado de muchas maneras. Una de ellas, que la mayoría de las personas pueden reconocer, es la que dice que es el método trasmitido a través de milenios, bajo el nombre de «doctrina oculta» de las religiones, y que consiste en franquear nuestras fronteras familiares adquiriendo así el conocimiento por un método inusitado. Todo esto es nada menos que el descubrimiento de la razón de ser del hombre.

En ese momento la única cosa que puede decirse de la razón de ser del hombre, es que es evolutiva. El hombre posee la capacidad, y tiene el deber, de tender un puente entre él mismo y el resto de la creación. Es lo que intenta hacer en el mundo físico por medio de métodos tecnológicos y materiales. Lo mismo trata de hacer en su vida psíquica. Pero fuera de las escuelas cuya especialidad es esta enseñanza, le falta todavía el conocimiento de la forma en la que debe prepararse para tender el puente: la manera de aprender a aprender, de estabilizar su consciencia. Por lo tanto, ha perdido antes de empezar, pues con su consciencia acostumbrada a la inestabilidad, prácticamente no puede hacer nada.

La mayor parte de los sistemas religiosos enseñan este hecho de una manera más o menos evidente. Lo único que desconcierta a la gente en estos sistemas es que, en general, las religiones obedecen a la ley física de este planeta, que hace que exista una tendencia a desviarse continuamente hacia la repetición (Ley de Siete). De esta manera la finalidad se pierde rápidamente y el sistema se convierte en automatismo. Además la distinción entre la estabilización social a que apunta la religión, y su otra finalidad que es la de preparar ciertas personas para una «enseñanza interior», deja de existir. La religión se convierte en un simple instrumento de dominación social, y es en el momento en que esto se produce que aparece el sabor emocional. Pronto ese carácter emocional resulta tan marcado que se puede concluir que tal religión está enteramente fundada en la emoción. «El secreto se protege solo».

Como un parásito, el automatismo se instala en la mayor parte de las formas del pensamiento humano y lo anula. Por otra parte, este fenómeno se produce tanto en la política y la filosofía como en la religión. La ciencia y la psicología modernas están imposibilitadas de estudiar el «Camino» del cual hablamos, a consecuencia de ciertas razones muy reales y evidentes:

1.- La subjetividad del hombre de ciencia, forjada en un mundo físico que solamente se interesa en lo que se llama «resultados ciertos». Pero como la mente de estos hombres no ha sido estabilizada, se ven reducidos a trabajar sólo en los restringidos dominios propios de mentes no equilibradas.

2.- El principio establecido a partir de experiencias corrientes, que dice que los fenómenos psicológicos deben producirse obligatoriamente de la misma manera que las operaciones
«groseras» de este mundo. Esto en parte, o constituye una dificultad semántica, porque las palabras están llenas de asociaciones que son provocadas por una experiencia primitiva, o bien están ligadas a las asociaciones por impresiones cotidianas.

Nosotros nos ocupamos de una ciencia enteramente diferente, y la apertura hacia ella debe producirse por medios y leyes que sólo se aplican a esa ciencia. Como esas leyes no juegan de una manera evidente en el mundo familiar, no forman parte del «programa» ordinario de estudio del hombre. De hecho, son de una sensibilidad tal que sus manifestaciones son casi imperceptibles y uno puede fácilmente no notarlas, o despreciarlas, o no hacer caso de ellas, «El secreto se protege solo».

En un sentido puede decirse que para el hombre medio esas leyes no existen. De la misma manera que uno considera que la luz de una vela colocada bajo un poderoso rayo de luz eléctrica no parece existir, estas leyes no existen. Si, mientras tanto, hay alguna razón para haber puesto allí una vela, puede ser que ésta esté en vías de cumplir una función. Sólo el electricista puede decir que «no existe», en la medida que sólo le interesa la electricidad y está ciego para lo que se refiere a la vela. Esto no niega, de todos modos, la existencia de ella o su función.

A pesar que la única salida para el hombre es aprender el sentido de su razón de ser, por el único medio que existe de hacerlo consciente de ella, a menudo obra como si no lo creyera. ¿ Por qué ?

a) Ha oído hablar de varios sistemas psicológicos, religiosos y metafísicos y considera que éstos no hubieran sobrevivido si no encerraran una parte de verdad. Y esta conclusión le hace creer que por poco que sea el tiempo y el trabajo que consagre a estos sistemas, encontrará la verdad por medio de uno u otro. Esta es una presunción ridícula y falsa.

b) El hombre ha sido generalmente instruido de forma tal, que cree poder alcanzar por sí mismo la salvación por medio del esfuerzo, Todo lo que tiene que hacer es empeñarse lo suficiente para comprender, y comprenderá. Esto no es cierto en absoluto. Tampoco es un hecho, sino una generalización derivada de la experiencia primitiva adquirida a nivel del entorno material. Este razonamiento no puede aplicarse al campo psicológico.

¿ Cuáles son las exigencias de este Camino ?

El Camino exige:

1.- Un Maestro, que haya pasado por este estado anteriormente.
2.- El individuo cuya consciencia esté directamente orientada, de suerte que pueda utilizar el material que se le da.
3.- Un grupo de tales personas.

Hasta este punto, entonces, puede decirse que efectivamente el Camino procede de la naturaleza de las empresas llevadas a cabo sobre el nivel social familiar. Pero los tres factores en total deben funcionar correctamente para que se haga posible el pasaje de la consciencia humana, de su estado grosero al grado de refinamiento necesario, antes de que el individuo y el grupo logren un nivel en que puedan ser consideradas como mentes integradas o personas conscientes.



Ciertas condiciones de orden físico son necesarias para que pueda existir tal situación o estado de enseñanza. La comunidad humana forma parte de un movimiento evolutivo. La existencia del Maestro y la comunidad en un lugar determinado está ligada, por leyes cósmicas, a una necesidad de esta última. De hecho hay una situación orgánica en cuyo seno la posición psicológica es sólo una parte. El hombre medio, en busca del
«conocimiento» o de la «revelación», no se detiene a preguntarse si estas condiciones existen. En general no tiene la menor idea de ello, Ni siquiera se pregunta si posee, por inherencia o de otra manera, el equipo para emprender su «mejoramiento».

Las consecuencias de esta desastrosa carencia se hacen sentir implacablemente. El hombre medio sigue pensando «en redondo», inducido al error de creer que tiene una vida y una experiencia ricas en cambios, por la aparente variedad de los «caminos» de desarrollo y mejoramiento humanos. Puede rechazar todos los caminos o patinar en varios de ellos. En ningún caso tiene el equipo completo requerido para darse uno u otro de esos lujos. Sin embargo tiene la absurda noción de poseerlo.

El hombre medio no tiene absolutamente ninguna unidad objetiva de medida para apreciar o poner sobre una escala de valores reales:

Lo que le hace falta.
Cómo obtenerlo.
Lo que es verdadero.
Lo que es falso.

Comprende, pero sólo hasta cierto punto, alguna o todas estas cosas. Lo cual, por otra parte, no le impide comportarse ante los demás como si comprendiese o pudiera comprender. Es un autoengaño, que nosotros llamamos «mentira».

Para poder superar este estado tan insatisfactorio y empezar a cumplir su destino, el hombre debe:

Reconocer los hechos que han sido expuestos.
Liberarse hasta cierto punto del automatismo que lo rodea y lo invade.
Trabajar para su liberación y su realización.

En todos los tiempos los hombres han tenido la intuición más o menos exacta de que por esos medios se logra satisfacer la humana necesidad de dar un sentido a su actividad. Pero el hombre ordinario ignora cómo, cuándo y dónde, y con qué empezar a llevar a cabo tal empresa.

Esta puede ser empezada y llevada a cabo solamente si se cumplen ciertas condiciones. El conocimiento de estas condiciones ha sido transmitido desde los tiempos más remotos a aquellos que pueden continuar este trabajo. Este conocimiento es una característica de ciertos individuos y un signo de su calidad. No es una propiedad muy extendida. Suponiendo que sea capaz de acceder a este conocimiento por las formas convencionales, el hombre ordinario comete un grave error desde el mismo punto de partida. Tal persona es indigna del conocimiento y no puede siquiera desde allí alcanzar el umbral. Así «el secreto se protege solo», por sí mismo.

El hombre occidental, habitualmente se representa el Oriente como un lugar de misterio, donde se respetan tradiciones inmemoriales, religiosas y ocultas. Como muchos occidentales, ignora cuál actividad práctica de seria instancia se oculta detrás de esta imagen exterior. Como muchos occidentales, tiende a dejarse atraer por el lado exterior y espectacular, y adherirá a una fachada o personalidad atractiva y emocional, dándole la temporaria ilusión de «sentido» o «santidad».

El hecho es que existen en Oriente lugares en que el «Trabajo» o «Camino» se perpetúa con un fervor y un despliegue de fuerza activa, sensata, paciente y consecuente, con un espíritu de finalidad científica preciso, y que son enteramente ignorados por el pensador tosco, emotivo, o el «buscador de sensaciones»

En su mayor parte, esta actividad sigue el camino de su necesidad orgánica. En consecuencia, no se debe tratar de entrar en contacto con ella emprendiendo viajes optimistas, o haciéndose reclutar por un "maestro", por más misterioso que parezca.

El «Trabajo» se concentró en Oriente durante numerosos siglos en razón de hechos muy reales y bien definidos. Uno de ellos es geográfico o físico. Otro, es que la comunidad en general tiene, bajo la forma de valores culturales retransmitidos, importantes elementos que pueden servir para incentivar el desarrollo del hombre. Estos elementos han perdido valor en Occidente a causa del impetuoso lanzamiento hacia el «progreso a cualquier precio». No tienen valor monetario.

De tanto en tanto, existieron movimientos de enseñanza oculta del Oriente hacia Occidente, que formaron parte integrante de una necesidad orgánica. Pocas personas saben cómo y por qué se efectuó ese proceso. Uno similar tiene lugar en este momento, pero su importancia es enormemente mayor. Digamos que de cuando en cuando se hace necesario injertar una planta sobre la raíz que creció en un lugar determinado, y cuyos frutos han dejado de reproducirse. Puede ser necesario igualmente, sembrar una raíz completa en un lugar, de modo que los elementos necesarios para este desarrollo humano encuentren la función y expresión previstas.

Para comprender cómo y por qué se hace este trabajo, uno debe estar equipado para la comprensión, y la única manera de estarlo es comprometiéndose en lo que llamamos «una situación de trabajo». El «Trabajo» es la actividad con sentido preciso, que desarrollan los individuos y grupos de personas que se consagran al Camino, bajo la égida de un maestro cuya misión es presidir este trabajo.

Donde no hay maestro, no hay situación de trabajo ni actividad real. Las personas que continúan repitiendo actos exteriores puestos en práctica por un antiguo maestro y que no han recibido esta misión, son simples autómatas. «El secreto se protege solo», impidiendo la entrada a los que no son dignos. Hay que darse cuenta positivamente que el trabajo es efectuado por el maestro, conforme a la neta concepción que tiene de la situación en la que se encuentra. Esto significa que no hay libro, ni textos, ni sistemas, ni otro método que el que pertenece a la escuela del momento. Los ejercicios no son simples instrumentos con los que el maestro provee al grupo con que trabaja. Por el hecho de ser orgánico y de estar condicionado al intercambio que se hace en sí mismo, como por el medio ambiente cultural del momento, el trabajo no puede ser enseñado por la repetición y los dogmas. Sólo puede serlo en la medida en que las personas a quienes concierne se asocien constantemente entre ellas y utilicen situaciones existentes.

Hay muchas imitaciones y derivados que son un debilitamiento, y se distinguen del Trabajo verdadero desde el punto de vista antes expuesto, No es en los libros, ni repitiendo las cosas hechas o dichas por antiguos maestros, que se aprende. El Trabajo toma su expresión del conocimiento real, traducido por un maestro viviente, un modelo, con métodos que juzga oportuno emplear y que sólo él puede proveer a su comunidad. Todo lo que no contenga estos elementos, es absurdo.


Donde existe la enseñanza hay tres clases de personas:

1.- Las que han entrado en contacto con los principios de base que han sido enunciados, y que estudian esos principios esenciales.

2- Las que son admitidas en el cuadro de una de las formas del Trabajo en un grupo en vías de prepararse para un desarrollo consciente, despertando en ellas ciertas funciones y capacidades.

3.- Las que continúan activamente el cumplimiento de una función, como personas conscientes y están capacitadas para proseguir su evolución y, en algunos casos, la de otras personas.

Existen otros grupos, pero por razones de orden práctico estos tres se consideran los principales.

Para ser apto para formar parte aunque sea del primer grupo, es necesario estudiar textos fundamentales como éstos. Se debe recordar que la simple lectura de un texto y la tendencia a «forzar la marcha» sin descanso para llegar al estado siguiente, no es absolutamente la manera por la que obra este trabajo. Todo material que se relacione con él tiene la posibilidad de ser comprendido a diferentes niveles, El material debe estudiarse bajo diferentes aspectos, no partiendo de distintos puntos de vista. Ejemplo:

1.- Estudiar el material en función de su contenido evidente o su significado de hecho.

2.- Después, en función de la relación que tiene con nosotros, detectando los errores que el material podría corregir en el propio modo de pensar.

3.- En función de lo que puede comunicarnos, fuera de estos dos dominios. Hay que tratar de darse cuenta de que el material no es solamente una exposición formal, sino que contiene elementos que nos ayudarán a comprenderlo más profundamente.

Hay que recordar que sólo los sistemas repetitivos, artificiales o de imitación, están fundados sobre exageraciones como estas: retirarse del mundo, ejercer actividades complicadas y repetidas aprendidas de memoria, o seguir ciegamente ciertos modelos de pensamiento o acción. El Camino y el Trabajo se continúan en el seno de la vida normal. Su objeto es también mejorar la suerte y las capacidades del individuo en la sociedad ordinaria, así como también aumentar su percepción de la verdadera realidad. Este Camino no tiene nada en común con un estado monástico en cuanto tal, o el hecho de dar arbitrariamente directivas con el objeto de agitar o hacer sufrir a la gente. Todo el mundo debe hacer sacrificios cuando se trata de ajustarse a ideas y situaciones nuevas e inconfortables. Esta necesidad se hace sentir en cualquier actividad que tenga una finalidad.

La costumbre del sacrificio, por amor del sacrificio, o «cualquier acción es mejor que ninguna», no tiene nada que ver con este trabajo, por muy instituida que pueda estar en otras comunidades, Solamente el sacrificio hecho con una finalidad precisa es sacrificio. Es estudio real, sólo el estudio de lo esencial. La «Situación de Trabajo» es la más importante de las situaciones humanas posibles: debe considerarse una actividad sagrada.

 

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