Morfo viene de la palabra griega morphe, que significa forma. Los campos
morfogenéticos son campos de forma; patrones o estructuras de orden. Estos
campos organizan no solo los campos de organismos vivos sino también los de
cristales y moléculas. Cada tipo de molécula, cada proteína por ejemplo, tiene
su propio campo mórfico -un campo de hemoglobina, un campo de insulina, etc-. De
igual manera cada tipo de cristal, cada tipo de organismo, cada tipo de instinto
o patrón de comportamiento tiene su campo mórfico.
Estos campos son los que ordenan la naturaleza. Hay muchos tipos de campos
porque hay muchos tipos de cosas y patrones en la naturaleza. Los campos
morfogenéticos o campos mórficos llevan información, no energía, y son
utilizables a través del espacio y el tiempo sin pérdida alguna de intensidad
después de haber sido creados. Son campos no físicos que ejercen influencia
sobre sistemas que presentan algún tipo de organización inherente.
A través de los hábitos, los campos morfogenéticos van variando su estructura
dando pie así a los cambios estructurales de los sistemas a los que están
asociados. Por ejemplo, en un bosque de coníferas se genera el hábito de
extender las raíces a mayor profundidad para absorber más nutrientes. El campo
morfogenético de la conífera asimila y almacena esta información que es heredada
luego no sólo por ejemplares en su entorno sino en bosques de coníferas a lo
largo del planeta a través de la resonancia mórfica.
Estos campos permiten la transmisión de información entre organismos de la misma
especie sin mediar efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del
universo, sea ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano,
existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera
del espacio y el tiempo. Este vínculo es lo que Sheldrake denomina campo mórfico
o morfogenético.
El campo morfogenético es pura información y se manifiesta unitariamente en el
tiempo y en el espacio. O sea, si un aprendizaje ocurre en un campo especifico
en algún lugar, esta información queda disponible en cualquier manifestación de
este campo en cualquier lugar.
William Mac Dougall, un psicólogo de la Universidad de Harvard, en los años 20,
realizó un estudio sobre la conducta basado en el comportamiento de unas ratas.
Fue él quien encontró la punta del ovillo para desenmarañar la compleja teoría
de los campos morfogenéticos. Su hipótesis era que las características y
conductas adquiridas pueden transmitirse genéticamente, una hipótesis que ya
había sido sugerida por Jean Lamark.
Pero Lamark creía que la transmisión de la información se hacía por la vía
genética biológica. Mc Dougall creó un laberinto por el que hacía pasar unas
ratas, comprobando que sucesivas generaciones de ratas iban encontrando la
salida al laberinto mucho más deprisa que las anteriores, lo cual corroboraba la
teoría de Lamark.
Sin embargo, otros investigadores decidieron hacer el mismo experimento, con el
mismo laberinto pero con ratas que estaban en el otro extremo del planeta –en
Escocia- comprobando que las ratas (que no tenían posibilidad de comunicarse con
las de Harvard, ni por e-mail, ni por móvil) ya poseían la información de cómo
resolver el laberinto. Esto tumbó la teoría de Lamark, ya que la información no
sólo había sido transmitida a las ratas de la misma generación sino a toda la
especie.
Rupert Sheldrake, Doctor en Ciencias Naturales y en Bioquímica de Cambridge,
Doctor en Filosofía y Psicología por Harvard, fue el que acabó de clarificar el
asunto al afirmar que los campos morfogenéticos no sólo gobiernan la estructura
de los organismos vivos, sino también su conducta. Dijo también que los hábitos
y conductas de cualquier especie en el pasado se acumulan, por obra de un
proceso que él llama “resonancia mórfica”, la cual afecta la conducta y hábitos
de las especies que viven hoy. Dice Sheldrake:
“La información genética está codificada en el ADN y este código forma el
programa genético. Sabemos lo que hace el ADN: codifica las proteínas; codifica
la secuencia de aminoácidos que forman las proteínas. No obstante, existe una
gran diferencia entre codificar la estructura de una proteína y programar el
desarrollo de un organismo entero.
Es la diferencia entre fabricar ladrillos y construir una casa con ellos.
Necesitas los ladrillos para construir la casa. Si tienes ladrillos defectuosos,
la casa será defectuosa. Pero el plano de la casa no está contenido en los
ladrillos, o en el mallado de alambre, o en las vigas, o el cemento.
Análogamente, el ADN sólo codifica los materiales a partir de los cuales el
cuerpo es construido: las enzimas, las proteínas estructurales, etc.. No hay
evidencia de que también codifique el plano, la forma, la morfología del cuerpo.
La forma de los brazos y las piernas es diferente, sin embargo, los compuestos
químicos de los brazos y las piernas son idénticos”.
El campo mórfico pretende definir la existencia de un patrón o estructura
energética que sería la que organiza la vida de los miembros de todas y cada una
de las especies existentes y que se encargaría de “informar” a las células sobre
cómo deben disponerse para formar al individuo de cada especie, determinando de
manera sutil los movimientos, tendencias y comportamientos de todos los
ejemplares de la misma.
Según Sheldrake, el campo mórfico no se encontraría en los genes, sino que se
“ubicaría” en el exterior de cada individuo concreto. Sería el depositario de la
información esencial que permite que la vida se desarrolle. En los campos
mórficos residiría buena parte de lo que actualmente llamamos instinto. También
sería la fuente u origen de los sentimientos religiosos o místicos. En suma, el
campo mórfico no pertenecería al mundo físico, sino que sería inmaterial y
constituiría una especie de memoria colectiva. Sin embargo, cuando Shealdrake
dice que el campo mórfico no se encuentra en los genes se refiere al ADN
biológico, evidentemente, no está ubicado ahí, sino en el ADN sutil, también
llamado ADN chatarra. Es algo que he podido comprobar a través de la Terapia de
Alquimia Genética.
Y la resonancia mórfica sería una vía mediante la cual el conocimiento se
transmite instantáneamente entre los miembros de una especie y ello
independientemente del espacio y del tiempo. Algo así como un sistema de
telegrafía sin hilos.
La resonancia mórfica
Todo lo que existe en el cosmos tiene su “historia”, una especie de radio emisor
que siempre está emitiendo esas informaciones, todavía en una franja de
frecuencias especificas que define ese campo. Por un lado esa radio (campo) está
permanentemente al aire, haciendo disponible las informaciones, por otro, está
también siempre recibiendo y almacenando nuevas informaciones emitidas por otras
“radios” que están funcionando en la misma franja. Esto forma una compleja red
de informaciones, con constantes “inputs” y “outputs”.
A medida que estas informaciones van siendo repetidas y almacenadas en la red
(campo), la emisión de las informaciones que van a definir el campo
morfogenético se va transformando en un patrón, formando lo que Sheldrake llama
“resonancia mórfica”, algo así como la memoria de la especie o del individuo. En
determinadas escuelas lo llaman "Archivos Akásicos".
Cada persona tiene su campo que está compuesto por innumerables informaciones de
todos los planos de la vida (biológico, emocional, mental…). Cuando el primer
ser humano se realizó como un Buda (super-consciente), se creó el embrión del
Campo Búdico. El paso siguiente fue la primera comunidad alrededor de él que
reforzó ese campo original. El surgimiento de este primer campo búdico creo la
posibilidad de la aparición de otros budas dentro y fuera de la primera
comunidad. Lentamente, por el mundo, fueron surgiendo otros budas que así
enriquecieron el campo búdico en el planeta con nuevas “informaciones akáshicas”.
Cada Buda crea su propio campo específico que incorpora las informaciones de los
otros campos búdicos a sus propias informaciones. Si un campo búdico específico,
a través del tiempo, recibe nuevas informaciones generadas por la aparición de
otros budas dentro del linaje del primero, el campo es renovado. (Por ejemplo,
dentro del linaje de Gautama surgió una ramificación, el Zen, que dentro del
campo del budismo, está incrementando nuevas informaciones). Por ejemplo, las
informaciones transmitidas por los teléfonos celulares necesitan torres
re-transmisoras que refuercen la señal. Si no hay torres la señal se pierde.
Los “campos búdicos” creados por todos los Budas, a través de los tiempos,
constituyen el Campo Búdico Planetario o Resonancia Mórfica Búdica.
Creación de nuevos campos
Cada Escuela de pensamiento puede crear su propio campo. Por ejemplo, a través
de las terapias y Talleres que realizo, estoy creando el campo de la Alquimia
Genética, que se ve reforzado por cada una de las personas que emprenden este
camino iniciático. Para la primera persona, resultó un tanto complicado hacer
los ejercicios requeridos (de meditación), para la segunda lo fue un poco menos,
para la tercera menos aún y así sucesivamente, ésta es una aplicación de la
teoría de los campos mórficos. Y a medida que los miembros de esta red van
profundizando y descubriendo nuevos caminos neuronales, nuevos recovecos de su
psique, van abriendo camino para todos los que llegan después.
Por ejemplo, la primera vez que (a través de una de las mencionadas terapias) se
hizo un tipo específico de conexión con los maestros terapeutas de la octava
dimensión –Orión-, se abrió una puerta, una vía de comunicación, gracias a la
cual los interesados van descubriendo en cada ocasión nuevas formas de sanación.
Principalmente a través de la geometría sagrada.
Estamos por ejemplo en un momento en que el campo crístico planetario ya alcanzó
una estructura lo suficientemente desarrollada como para que no se necesite la
presencia física del Cristo para crear dicho campo; basta con que un grupo de
personas conscientes y con el ser crístico despierto se reúnan para que la
Presencia se manifieste.
Y esta manifestación puede traducirse en gozo, en éxtasis, en celebración de la
vida, en sanaciones sorprendentes, en la sensación de estar estableciendo
fuertes lazos de amistad, solidaridad, o en una gran expansión de la conciencia.
Esto es lo que sentimos muchas de las personas que nos reunimos para abrir el
portal de Orión el 8.8.08.
La Noosfera
La noosfera a nivel planetario es lo análogo al pensamiento, al producto del
córtex cerebral en los humanos. También se ha definido como la red planetaria
pensante, un sistema de conocimiento e información, una red global de
autoconciencia, instantáneamente retroalimentada y en comunicación planetaria.
Es decir, es la mente de la Tierra.
Javier Candeira afirma, que si el mundo está como vislumbra Teilhard de Chardin,
recubierto de una noosfera, una capa de materia pensante con una conciencia
propia, Internet es el sistema nervioso artificial que nos permite pensar como
una comunidad, con facultades que superan a las de cada una de las partes, sea
cualitativa o cuantitativamente. Obviamente esto se refiere únicamente a la
especie humana. La teoría de los Campos Mórficos tiene muchas similitudes con la
Noosfera..
La Realidad Cuántica y la Consciencia
En el plano más profundo del mundo natural, encontramos el campo cuántico. Se
considera hasta ahora que el cuanto es la unidad más pequeña de luz,
electricidad u otra energía que pueda existir. En ese nivel no hay materia
sólida sino que son meras vibraciones de energía que han tomado cierto aspecto
de solidez.
La física cuántica demostró que todo lo que vemos está conectado por infinitos,
eternos, ilimitados campos cuánticos, una especie de red invisible en la cual
está entrelazada toda la creación, y los límites de cada objeto son ilusiones
que nos impone nuestra limitada percepción.
Einstein trabajó en la teoría del campo unificado, sosteniendo la idea de un
universo totalmente relacionado, pero todavía no se ha logrado demostrar con una
única fórmula matemática toda la realidad del cosmos. David Bohm, eminente
hombre de ciencia en el campo de la física, mantiene su postura sobre la
existencia de un orden implicado presente en todos los seres vivos y las cosas.
Existen distintas formas de conectarse con este campo unificado; una de ellas es
por medio del sonido.
El sonido de nuestra voz, que representa una vibración, es capaz de ordenar los
desequilibrios energéticos de nuestro cuerpo. El canto por ejemplo, es una
vibración, así como la oración o la repetición de un mantra, todas ellas,
expresiones que tienden a restablecer el equilibrio. Por ejemplo, cantar como si
fueran mantras, las frases del ADN, ayuda a reordenar la psique y crea
importantes movimientos de energía.
La Teoría Sintérgica
Dicha teoría fue desarrollada por el investigador mejicano Jacobo Grinberg y su
enunciado es el siguiente: “Nosotros interactuamos con una matriz o campo
informacional que todo lo abarca y envuelve y que contiene en cada una de sus
porciones toda la información. Es una matriz de tipo holográfico. En ese nivel
de cualidad de la experiencia no hay objetos separados unos de otros, sino que
se trata de un extraordinario campo informacional de enorme complejidad.
Nuestro cerebro interactúa con ese campo informacional que algunos llaman campo
cuántico y otros como David Böhm, el orden implicado. Los físicos actuales
hablan de un campo espacial y la Teoría Sintergica la denomina campo sintérgico.
La Teoría sintérgica afirma que en el procesamiento que el cerebro realiza para
“ construir” la realidad, uno de los últimos pasos es la creación de “campo
neuronal ”. La idea es que cada proceso energético que se lleva a cabo en la
estructura de cada neurona, dendrita o axón del cerebro, crea una
microdistorsión de la estructura del pre- espacio y que las interacciones entre
todas estas microdistorsiones dan lugar a una macrodistorsión hipercompleja
denominada “campo neuronal”.
Así el “campo neuronal” es una matriz resultante de la actividad neuronal del
cerebro. La teoría sintérgica afirma que este “campo neuronal” actúa a su vez
con la matriz pre-espacial y a partir de esa interacción, aparece la “realidad
perceptual”, es decir la que percibimos con los sentidos físicos.
Dependiendo del “campo neuronal”, de su sintergia, de su coherencia y su
densidad informacional, así será el nivel de interacción congruente con el campo
cuántico. Se puede predecir o plantear la hipótesis de que una persona con un
gran desarrollo debería poseer un “campo neuronal” de alta sintergia, muy
coherente y equilibrado, pero funcionando en alta frecuencia.
Siendo el “campo neuronal” una particular distorsión de la estructura del pre-espacio,
se puede inferir que existe un nivel de esta estructura que contiene la
información de todos los campos neuronales existente. Esta estructura es lo que
en sintergia se ha denominado “hipercampo”.
En un intercambio recente con los maestros de Orión, ellos dijeron lo siguiente:
“Sois una geometría dentro de un hipercampo. A través de las rejillas de luz que
vais creando cuando mandáis luz a la Tierra o a otros seres humanos, se van
abriendo puertas. Gracias a ellas, podemos trabajar con vosotros y vosotros
podéis trabajar con nosotros, son puertas de doble sentido, eso es trabajar en
la quinta Dimensión.”
Entonces pedí que nos sugirieran (a Maribel Bermúdez y a mi) cómo influenciar y
actuar sobre el hipercampo en grupo. Ya que para que una sola persona pueda
hacerlo, tiene que ser un avatar, como Jesús, Buda etc… y esa fue la
contestación:
“ Tiene que haber una onda, una frecuencia especial, que sea explosiva, pero
primero tenéis que empezar a captar la energía en movimiento, aprender a vibrar.
La energía puede expresarse a través del cuerpo, se trata de crear una onda
expansiva y proyectarla, lanzarla al universo. Se puede notar la energía
produciendo una vibración con la voz, cantando mantras”.
Pregunté si sería una buena idea utilizar los nombres de las doce Capas del ADN
y cantarlos y contestaron:
“La frecuencia producida por una sola sílaba de estas frases es correcta para
crear esta onda. La información sobre cómo actuar sobre el hipercampo bajará en
su momento, primero tenéis que aprender a jugar con la energía, a notarla”.
Y es que un grupo de personas capaz de actuar sobre el hipercampo, podrá influir
en las decisiones de la política internacional y estar presente etéricamente en
las reuniones de los altos mandatarios en los momentos en que se tomen
iniciativas que impacten sobre toda la sociedad.