Es el HÉRCULES
latino. Era hijo de Zeus y Alcmene (esposa de Amfitrion rey de Tebas) y
hermano gemelo de Ificles. Al nacer no se llamó así sino Alcides, por su
abuelo paterno Alceo. Su nombre le fué puesto más tarde por Apolo.
Su mito terminó siendo el resultado de la fusión de varias divinidades,
a causa de las migraciones dóricas, pueblo en el que ésta era una de las
grandes figuras. Fue absorviendo las hazañas de numerosos héroes locales
e incluso de dioses cuya naturaleza era análoga a la suya, e incluso en
Roma el mito fue enriquecido aún con numerosas aportaciones.
Sobre su concepción ver a su madre Alcmene.
Tan orgulloso estaba Zeus del hijo que iba a nacer, que presumió en
plena asamblea de los dioses de que estaba a punto de nacer un niño
llamado a realizar las más gloriosas empresas y a extender su dominio
sobre toda Grecia.
Hera le hizo jurar lo que acababa de decir: que aquel día nacería un
niño que reinaría sobre Grecia entera. Y apenas Zeus lo juró Hera voló a
Argos, donde hizo que la mujer de Stenelos embarazada de siete meses
diera a luz a Euristeo, corriendo al punto a Tebas a retrasar el parto
de Alcmene. El tiempo fue suficiente para que apuntara un nuevo día,
hecho de gran importancia porque el héroe quedó sometido a Euristeo, rey
que instigado por Hera le impondrá los famosos trabajos.
Amfitrión una vez nacidos Heracles y Ificles, supo pronto cual de los
dos era su hijo y cual el de Zeus. Una noche cuando los niños tenían
ocho meses, Hera metió en su alcoba dos serpientes tremendas y mientras
que Ificles empezaba a llorar, Heracles cogió a cada una con una mano y
las estranguló.
Otra noche y para conceder al niño la inmortalidad, Hermes lo cogió de
la cuna y lo subió al Olimpo y mientras Hera dormía le acercó a uno de
sus senos. El niño empezó a chupar, más lo hizo con tan terrible fuerza
que la diosa despertó dolorida y le rechazó. Pero el propósito ya estaba
cumplido y con el chorro de leche que sobró se formó la Vía Lactea.
Zeus no descuidó la educación de su hijo, y tuvo como maestros al
Centauro Quiron, a Linos, a su propio padre terrestre Amfitrión. Incluso
se decía que al propio Apolo que le enseñó a tirar con el arco.
Ya a los dieciocho años mató a un león que había en la zona del monte
Citerón (montaña del Ática) y cuando volvía de matarlo, encontró según
llegaba a Tebas, a los enviados del rey de Orchómenos que venían a
cobrar el tributo que los tebanos pagaban a los habitantes de este país.
Heracles les cortó orejas y narices y los envió atados de vuelta a su
país.
El rey de Orchomenos invadió Tebas pero fue batido por Heracles. Su
padre Amfitrión murió luchando a su lado.
El nuevo rey de Tebas, Creón, casó a Heracles con su hija Megara y a la
Menor con Ificles. Heracles y Megara tuvieron varios hijos. A todos los
mató Heracles en un acceso de locura que le envió Hera, así como a dos
de los hijos de Ificles y por poco mata también a su suegro. Cuando
recobró la razón, y antes de irse a Delfos a purificarse se separó de
Megara, la que dio como esposa a Iolaos.
Una vez en Delfos el oráculo le dijo que tenía que ir a Tirinto a
ponerse bajo las órdenes de su primo el rey Euristeo durante un periodo
de doce años y fue cuando Euristeo por mandato de Hera le impuso los
doce trabajos siguientes:
1. Matar al León de Nemea.
2. Matar a la Hidra de Lerne.
3. Matar al jabalí de Erimantos - A su caza va unida la leyenda de su
lucha contra los Centauros.
4. Traer viva a la cierva de Keronea - Era una de las cinco ciervas de
cuernos de oro de las que cuatro tenía Artemis, y que estaban dedicadas
a esta diosa, era pues una impiedad tocarlas.
5. Matar a las aves del lago Stmfalos - Aves monstruosas que comían
carne humana, favoritas de Ares.
6. Limpiar las cuadras del rey Augeias - Rey de Elis (Peloponeso) e hijo
del sol. Cuadras que no se habían limpiado nunca. Para lo cual desvió la
corriente de dos ríos: el Alfeios y el Peneios, haciéndolos pasar por
las cuadras.
7. Traer vivo al toro de Creta - Toro que Poseidón había regalado a
Minos y que se había vuelto salvaje. Heracles lo trajo ante Euristeus,
que quiso dedicárselo a Hera que lo rechazó, por lo cual el toro fue de
nuevo puesto en libertad. Cruzó la Argolide, el istmo de Corinto, y
llegó al Ática y será el mismo que matará Teseo en Maratón.
8. Las yeguas de Diomedes - Diomedes, rey de Tracia, tenía unas yeguas
que se alimentaban de carne humana, Heracles se apoderó de ellas y hizo
que se comieran al propio Diomedes.
9. El cinturón de la reina Hipólite- Símbolo del poder que Hipólite
tenía sobre su reino de amazonas. Hipolite se lo dio sin discusión, pero
Hera suscitó una disputa que degeneró en batalla y creyendo Heracles que
había sido traicionado mató a Hipólite.
10. Los bueyes de Gerióneus - Los bueyes estaban guardados por el boyero
Euritión y el perro Ortros. Heracles mató a ambos y dejó toda una serie
de leyendas durante su viaje de ida y de vuelta con los bueyes.
11. Robar las manzanas del jardín de las Hespérides- En esta aventura
liberó a Prometeo que estaba encadenado en el monte Caucaso, tras matar
al águila, y sostuvo la bóveda celeste que sujetaba Atlas, mientras que
este le alcanzaba las manzanas que solo él podía coger.
12. Traer al perro Cerberos - En esta aventura además liberó a Perseo
que estaba en el infierno pegado al asiento donde le había dejado Hades,
y también a Askalafos que gemía bajo una enorme roca por haberse chivado
de que Perséfone había comido un grano de granada del jardín de Hades.
Consiguió traer el perro con permiso de Hades, y no sabiendo que hacer
con él lo volvió a los infiernos.
Terminadas las doce pruebas que su primo Euristeo le mandó, no terminó
aquí su leyenda, pues empezó una serie de expediciones : Contra Euritos,
rey de Oechalia, al servicio de la reina Onfale, Aventuras en Troya,
castigó a Augeias, que se había negado a pagarle por limpiarle los
establos, marchó contra Neleis, rey de Pilos, contra Hippokoón, rey de
Esparta, lucho contra los lapitas... y numerosas aventuras más.
En toda la mitología griega no hay ninguna figura que ofrezca la
variedad de caracteres que Heracles. Es ante todo la personificación de
la fuerza física, por lo que era protector de gimnasios y palestras, con
Apolo y Hermes. Era también dios de la guerra, que conducía y mandaba.
Era asociado también a divinidades curadoras como Asclepios, y varios
episodios de su vida le hacían dios civilizador y pacificador, pues tras
la guerra el que vence pacifica.
Por su abnegación en aceptar los trabajos, fue también personificación
del deber y abnegación de la humanidad.
Por su viaje a los infiernos se le asociaba a veces con divinidades
chetónicas e incluso por una serie de degradaciones se hacía de el un
héroe sensual, dado al vino y a la buena mesa.
Fue un héroe muy popular y sus grandes centros de culto estuvieron
sobretodo en el Peloponeso, donde según Pausanias se le ofrecían
sacrificios como a un dios. En la Arcadia era el héroe nacional, en
Atenas tenía un santuario conocido con el nombre de Cinosarges, en la
plaza de este mismo nombre. En Tebas su puesto en la religión oficial
fue importantísimo, en Mantinea poseían un Heraclión, en Tegea era
adorado al mismo tiempo que Poseidón y en las islas se han encontrado
pruebas de su culto en Tasos y a lo largo del litoral de Asia Menor.
El héroe murió al ponerse una túnica que le había regalado su esposa
Deyanira, la cual engañada la había empapado con la sangre del centauro
Nessos, que le había dicho que así recuperaría el amor perdido del
héroe. En lugar de esto la túnica se pegó a su piel quemándole y tanto
era su sufrimiento que subiéndose a un montón de leña pidió que le
prendieran fuego. Lo que hizo Filoktetes (o su hijo Hilo según otras
versiones), al cual regaló su arco y sus flechas.
HERACLES EN ROMA
Su culto pese a la
apariencia indígena que tomó en tiempos de Augusto era en Roma de origen
griego, y era adorado en las principales ciudades de Italia meridional.
De la gran Grecia partió este culto hacia el norte, apareciendo con el
nombre de Hercules a fines del siglo VI en los monumentos etruscos. De
Etruria pasó a Roma poco después. En esta ciudad su templo más antiguo
estaba en el Aventino cerca de la puerta Trigémina, de donde no tardó en
entrar en la ciudad.
En las proximidades del Circo se le consagró el Ara Máxima que hasta el
312 AC. no fue sino el santuario de una secta privada, tal vez
pitagórica, de origen Crotoniano (ciudad de Croton). En este año Appius
Claudius suprimió culto y secta y transformó este en culto del estado.
Allí era ofrecido un sacrificio solemne cada año, un novillo o ternera,
el día 12 de agosto por el pretor urbano. Las mujeres como en Croton
estaban excluidas de la ceremonia y lo mismo los esclavos al principio.
Luego tuvo otros santuarios en Roma pero ya más recientes. Hércules
Custos (guardián, protector) tenía en el Campo de Marte, cerca del circo
Flaminius un templo circular y no lejos de este había otro dedicado a
Hercules y las Musas, éste lleno de obras de arte, erigido en el año 189
por M. Fulvius Nobilios. Esta asociación con las Musas, era también un
recuerdo de Crotón. Se sabe que los pitagóricos crotonianos habían
establecido cierta relación entre Heracles y Apolo y que se ponían
siempre bajo la advocación de las musas.
Heracles y las manzanas de las
Hespérides:
Finalmente Euristeo pidió las "manzanas de oro" del jardín de las
Hespérides. Estas, las "Ninfas de la Tarde", habían confiado su jardín a
la custodia de un dragón de cien cabezas, nacido de Equidna y de Tifón.
Heracles partió hacia su país. Empezó por averiguar el camino. Pasando
por Macedonia, encontró a Cicno, hijo de Ares, y le mató; luego atravesó
Iliria y llegó a las bocas del Eridano (el Po), donde las ninfas le
dijeron que el único ser que sabía el camino que deseaba conocer era
Nereo, el dios marino. Llegado a la presencia de Nereo, Heracles le
encadenó y le obligó a hablar. A partir de ese momento, el itinerario de
Heracles se hace poco inteligible. Va a Libia, donde ha de luchar contra
el gigante Anteo, hijo de la Tierra, que recobraba sus fuerzas cada vez
que tocaba a su madre. Heracles tuvo que ahogarle elevándole en sus
brazos. Luego atravesó Egipto, donde mató al rey Busiris, que
sacrificaba a los extranjeros; se le encuentra en Arabia, donde mata a
Emation, hijo de Titono. Llegado a orillas del mar Rojo, se embarca de
nuevo en la "copa del Sol" y llega a la región del Cáucaso, donde libera
a Prometeo, matando al águila que devoraba el hígado del desgraciado.
Para agradecérselo, Prometeo le enseñó que no podría coger él mismo las
manzanas maravillosas, sino que las debía coger Atlas. Entonces fue a
buscar a Atlas, condenado a llevar el cielo sobre sus hombros, y le
ofreció reemplazarle mientras el otro fuera a coger las manzanas
deseadas. Atlas asintió, trajo las manzanas y declaró entonces que iría
a llevárselas él mismo a Euristeo. Heracles fingió consentir, pidiendo
solamente que Atlas le deslizara un cojín en el hombro. El otro, sin
desconfianza, aceptó, pero mientras sostenía el cielo, Heracles se
escapó, se llevó las manzanas y dejó a Atlas con su carga. Euristeo,
cuando tuvo los frutos maravillosos, los consagró a Atenea, que se
apresuró a hacer que Heracles los volviera a llevar a donde los había
tomado, ya que el Destino prohibía que estuvieran en otro lugar.
Las Columnas de Hércules:
Llaman Abila a dicho monte, al otro Calpe y a los dos juntos Columnas de
Hércules. Da cuenta la fama del origen legendario de esta denominación
diciendo que fue el mismo Hércules quien separó los dos montes unidos
anteriormente como una cordillera continua y que así fue como al Océano,
contenido antes por la mole de los montes, se le dio entrada a los
lugares que ahora inunda: desde aquí el mar se difunde ya más
extensamente y avanzando con gran fuerza recorta las tierras que
retroceden y quedan bastante más alejadas. (Pomponio Mela. Corografía,
I5, 27)
Aristóteles afirma que las columnas
que ahora se llaman de Hércules, antes de que se llamaran así se
denominaban de Briareo. Pero después de que Heracles purificó la tierra
y el mar y se convirtió claramente en un benefactor de los hombres,
éstos le honraron abandonando la mención de Briareo y sustituyéndola por
Columnas de Heracles (Claudio Eliano. Historias varias, V, 3)
Cuando Heracles fue en busca de los
bueyes de Gerión llegó a la llamada Eritía, junto al Océano, y tras
recorrer todo el mar navegable, quiso seguir más allá. Pero al
encontrase con el caos y las tinieblas estableció unas columnas con las
que pretendía dar a conocer el fin del mar, en la idea de que a partir
de allí ya no era transitable.
Según el autor árabe Masoudi (siglo X
d.C.) unos faros de cobre y piedra habían sido construidos por Hércules
en el estrecho de Gibraltar. Tenían unas inscripciones y unas estatuas
que señalaban con sus manos que era imposible adentrarse más allá. Según
la Geografía de Estrabón se trataba de unos pilares de bronce que
formaron parte de un templo gaditano consagrado a Heracles. Era un lugar
de peregrinaje donde se hacían sacrificios en agradecimiento por una
navegación llevada a feliz término.
La prueba de las manzanas de oro:
Heracles había realizado estos diez trabajos en el espacio de ocho años
y un mes, pero Euristeo, descontando el segundo y el quinto, le impuso
dos más. El undécimo trabajo consistía en tomar los frutos del manzano
de oro que la Madre Tierra había obsequiado a Hera como regalo de bodas,
una dádiva que le había complacido tanto que Hera lo plantó en su jardín
divino. Este jardín se hallaba en las laderas del monte Atlas, donde los
jadeantes caballos del carro del Sol terminaban su viaje y donde los mil
rebaños de ovejas y otros tantos de vacas del Atlante vagaban por los
pastos de su indisputable propiedad. Cuando un día Hera descubrió que
las hijas del Atlante, las Hespérides, a quienes había confiado el
árbol, hurtaban las manzanas, mandó al siempre vigilante dragón Ladón
para que se enroscara alrededor del árbol como su guardián. Algunos
dicen que Ladón era hijo de Tifón y Equidna; otros, que era el hijo
menor de Ceto y Forcis; y otros, que era hijo partogénico de la Madre
Tierra. Tenía cien cabezas y habla con varias lenguas. Se discute
igualmente si las Hespérides vivían en el monte Atlas, en el País de los
Hiperbóreos, o en el monte Atlas de Mauritania, o en algún lugar más
allá del Océano, o en las dos islas situadas en las cercanías del
promontorio llamado Cuerno Occidental, que está cerca de la Hesperia
etíope, en las fronteras de África. Aunque las manzanas pertenecían a
Hera, Atlante sentía por ellas un orgullo de jardinero, y cuando Temis
le advirtió: "Un día, dentro de mucho tiempo, Titán, tu árbol será
despojado de su oro por un hijo de Zeus", Atlante, que todavía no había
sido castigado con el terrible trabajo de soportar el globo celestial
sobre sus hombros, construyó sólidas murallas alrededor del huerto y
expulsó de su territorio a todos los extranjeros. Es muy posible que
fuera él quien puso a Ladón a vigilar las manzanas. Heracles, sin saber
en qué dirección se hallaba el Jardín de las Hespérides, marchó a través
de Iliria hasta el río Po, hogar del dios oracular marino Nereo. En el
camino cruzó el Equedoro, un pequeño arroyo macedonio donde Cicno, hijo
de Ares y Pirene, le desafió a un duelo. Ares actuó como padrino de
Cicno y puso en orden a los combatientes, pero Zeus lanzó un rayo entre
ellos y renunciaron a la lucha. Cuando por fin Heracles llegó al Po, las
Ninfas del río, hijas de Zeus y Temis, le mostraron a Nereo dormido. El
asió al viejo y venerable dios marino y, sujetándolo a pesar de sus
muchas transformaciones proteicas, le obligó a profetizar cómo se podían
conseguir las manzanas de oro. Algunos dicen, no obstante, que Heracles
acudió a Prometeo a buscar esta información.
Nereo había aconsejado a Heracles que
no arrancase las manzanas personalmente, sino que utilizara a Atlante en
su lugar mientras él le aliviaba temporalmente de su enorme carga. Así
pues, cuando llegó al Jardín de las Hespérides le pidió a Atlante que le
hiciera ese favor. Atlante habría realizado casi cualquier trabajo con
tal de tomarse una hora de respiro, pero temía a Ladón, al que Heracles
mató al instante con una flecha que disparó por encima de la muralla del
jardín. Después de eso, Heracles inclinó la espalda para recibir el peso
del globo celestial y Atlante se alejó y volvió poco después con tres
manzanas arrancadas por sus hijas. La sensación de libertad le pareció
deliciosa. "Yo mismo llevaré sin falta estas manzanas a Euristeo -dijo-
si tú sostienes el firmamento durante unos pocos meses más". Heracles
simuló que accedía, pero como Nereo le había advertido que no debía
aceptar ninguna oferta de ese tipo, pidió a Atlante que soportase el
globo sólo un instante más, mientras él se ponía un almohadón en la
cabeza, Fue fácil engañar a Atlante, quien dejó las manzanas en el suelo
y volvió a ponerse el firmamento en los hombros, lo que aprovechó
inmediatamente Heracles para recoger las manzanas y alejarse de allí con
una irónica despedida. (Robert Graves)
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