Esther Morales León
Psicóloga Clínica y Educacional - Chile www.esthermorales.cl
Tenemos la costumbre de asociar los conceptos masculino y femenino al sexo
gonadal o genital, entendiendo entonces, que los hombres son masculinos y las
mujeres son femeninas.
Antaño, la masculinidad y femineidad estaban determinados por patrones
culturales más rígidos, por estereotipos que castigaban duramente el actuar,
sentir o pensar como si se fuese del otro sexo, considerándolo algo anormal, una
transgresión. Actualmente y en las sociedades modernas las personas de ambos
sexos pueden moverse con más fluidez entre estas dos energías, condiciones o
características, de acuerdo a circunstancias, tareas o situaciones que les toque
o elijan vivir.
La energía masculina tiene que ver con la racionalidad, la fuerza, el valor, la
decisión, la capacidad de poner límites, la sexualidad, la perseverancia, el
sentido de realidad, lo práctico, el poder personal, la toma de decisiones, etc.
y la energía femenina tiene que ver con la capacidad de amar, la sensibilidad,
la emocionalidad, los afectos, la intuición, la ternura, la comprensión, la
generosidad, la colaboración, la capacidad de perdonar.
En nuestros tiempos, las energías masculinas y femeninas se combinan en forma
dinámica en la vida de personas de ambos sexos y al estar en equilibrio, esto
genera que tanto hombres como mujeres sean personas más completas e íntegras,
con la posibilidad de utilizar indistintamente cualquiera de estas
características, según lo amerite la situación. Obviamente es mejor que
utilicemos más energía femenina con nuestros hijos o con la pareja y más energía
de tipo masculino, en el trabajo por ejemplo.
Debido a las demandas de nuestras sociedades actuales, existen muchas mujeres
que se han masculinizado y hombres que se han feminizado, lo cual está muy bien,
siempre que no se llegue a los extremos, lo cual produce un desequilibrio.
En mi consulta como psicóloga, veo frecuentemente mujeres demasiado emocionales,
incapaces de poner límites, proclives al maltrato, pegadas en el pasado,
culposas, con baja autoestima, dependientes, miedosas, inseguras, complicadas
con sus relaciones de pareja o con los hijos y a hombres desconectados de sus
emociones y sentimientos, duros, cerrados, autoritarios, muy racionales,
egocéntricos, que se creen poseedores de la verdad, complicados con sus trabajos
y logros económicos o profesionales.
Las emociones esencialmente femeninas son de contracción, que enfrían y
paralizan, como el miedo, el temor y la pena y las esencialmente masculinas son
calientes, que llevan a las acción, como la rabia, el rencor, la posesión y los
celos. Desconozco si esta es una situación mundial, pero al menos en las
sociedades latinoamericanas, estas
tendencias se ven claramente reflejadas en una cantidad nada despreciable de de
mujeres sometidas, maltratadas, violadas y golpeadas y en la cantidad de hombres
que son autoritarios, violentos, celosos, controladores y posesivos.
Podría decir que muchos problemas de pareja se producen porque los miembros de
ésta, se han polarizado demasiado en un papel femenino o masculino, sin importar
el género al que pertenezcan, incomunicándose siendo incapaz de leer los códigos
que emite el otro, deteniendo el fluir y la apertura que alguna vez los enamoró.
Si los hombres trabajan su lado femenino serán más sensibles, emotivos y por
ello mejores parejas y padres. Si las mujeres trabajan su lado masculino serán
más fuertes e independientes, podrán obtener buenos logros a nivel intelectual y
mayores éxitos laborales y económicos.
Cuando las personas logran percibir su polarización masculina o femenina y con
voluntad y paciencia, se comienzan a desplazar en forma racional y equilibrada
en el otro sentido, logran una gran armonía y felicidad en sus vidas,
resolviendo problemas a veces de larga data, que les provocan sufrimiento e
infelicidad, tanto a ellos mismos como a quienes les rodean.
EJERCICIO SUGERIDO
Busca un lugar tranquilo, respira profundo desde tu corazón, permite que tu
pecho se abra y sientas el latido del órgano de la vida, relaja tu cuerpo
progresivamente y traslada la atención a tu cabeza, siente el hemisferio derecho
de tu cerebro, el que se encarga del lado izquierdo de tu cuerpo, el lado
femenino de tu ser y genera una luz de color rosado, que inunda esas zonas
despertándolas y activándolas.
Luego concéntrate en el hemisferio izquierdo el que se encarga del lado derecho
de tu cuerpo, el lado masculino de tu ser y genera una luz de color azul que
inunda esas zonas y las activa armoniosamente. Pregúntate cual es la energía que
debes aumentar en tu vida para ser una persona más equilibrada y feliz,
prométete a ti mismo(a), trabajar cada día por lograrlo, tú serás seguro, él
(la) principal beneficiado(a). Recuerda eso sí que tu alma no tiene sexo, el ser
esencial que eres, siempre es perfecto, completo, un pedacito de divinidad.