He debido sufrir casi veinte años de ostracismo
por defender la tesis del origen cantábrico de toda la población del continente
europeo, probada ahora a través de los estudios de biología molecular. Este
descubrimiento crucial (calco y refrendo del efectuado por mi hace dos décadas)
acaba de publicarse en la revista “Pour la Science”, edición francesa de la
estadounidense Scientific American. En ese reportaje se difunden los resultados
de sendas investigaciones genética y filológica llevadas a cabo por científicos
europeos, de las que se desprende la trascendental conclusión de que la mayoría
de los pobladores del continente europeo proceden del Norte de España. Más
concretamente del País Basko, aunque no debe concederse mayor importancia a este
dato, dado el total desconocimiento que los investigadores de todo el mundo
tienen respecto a la extensión de la antigua Baskonia=Bizkaya=Kantabria=Asturia
que se extendía desde el Hebro hasta el Cantábrico y desde los Picos de Europa
hasta el Pirineo.
A partir de las conclusiones que se desprenden de
mis estudios de filología comparada, complementados con investigaciones
paralelas en los campos de la arqueología, la historiografía, la etnología, la
antropología y la mitología, ya en el año 1984 llegué a conclusiones idénticas e
incluso más precisas que las obtenidas ahora por los investigadores europeos
autores del estudio que acaba de ver la luz en Francia y Estados Unidos.
Porque, como acabo de decir, estos investigadores
desconocen que el foco de irradiación cantábrico desde el que se produjo el
poblamiento de Europa en el decurso
del último periodo glaciar, no estaba centrado
exclusivamente en el País Basko sino que incluía a Cantabria, Asturias, Nabarra
y todas las comarcas septentrionales de Castilla y León, con prolongaciones en
ambas vertientes de los Pirineos”
Y no se queda hay la cosa. Según un reciente
estudio, gran parte de los indígenas “americanos” también podrían descender de
esta antigua comunidad Cantábrico-Pirenaica.
Leamos lo que R. Martínez de Rituerto escribió en
el año 2000 en las páginas del periódico El País:
“Colón partió de España para descubrir América en
1492, pero no fue el primer vecino de la Península Ibérica en pisar aquel
continente. Los primeros habitantes de América, culturalmente emparentados con
los que pintaron las cuevas de Altamira, llegaron al otro lado del Atlántico
hace unos 20.000 años, según el paleoantropólogo Dennis Stanfórd, director del
Departamento de Antropología del Museo de Historia Natural de Washington.
Stanford presentó ayer (7-4-2000) su tesis de que
los americanos tienen tatarabuelos ibéricos, en un congreso celebrado en
Filadelfia por la Sociedad Americana de Arqueología.
"Venían de la Península Ibérica, no de Siberia ",
dice.
Standford ha dedicado su vida de investigador a
buscar a los primeros americanos. La tesis convencional señala que los cazadores
de mamuts llegaron hace unos 14.000 a América desde Asia, cruzando sobre los
hielos del estrecho de Bering para extenderse, con el paso de los milenios, por
todo el continente. El que se tiene como el yacimiento arqueológico más antiguo
de Estados Unidos se halla en Clovis (Nuevo México), en el suroeste del país, y
siempre se ha trabajado en él pensando que, fue un asentamiento de aquellos
viajeros asiáticos. Pero si sus ocupantes procedían de Siberia, en Asia debería
quedar algún tipo de vínculo Los restos de Clovis, imposibles de relacionar con
Asia, son a ojos de Stanford indistinguibles de los del período Solutrense que,
en su momento más brillante, produjo los grabados incisos y el centenar de
pinturas de bisontes, caballos, jabalíes y ciervos de Altamira. Lo que ayer
defendió, Stanford es que los cazadores de Clovis derivan de Cactus Hill, donde
se han hallado útiles y puntas que son otro calco del Solutrense ibérico, y que
esos colonos de Cactus Hill, los primeros americanos, procedían de la Península
Ibérica, convertida entonces en un refugio de los europeos que sufrieron la
última glaciación.
"Sólo existe una cultura que era capaz de
fabricar esas piezas bien pulidas con una tecnología similar: la Solutreuse",
señala Standford. Esta cultura fue intensamente explotada por Cromagnones que
habitaron la Península Ibérica hace 18.000 años. En las últimas décadas, los
científicos han descubierto en numerosos yacimientos de la Península Ibérica,
muestras de esta cultura. Puntas de lanza similares a las norteamericanas de la
cultura Clovis, han sido encontradas en cuevas de Cantabria, Andalucía y una
amplia zona del litoral mediterráneo.
Al margen de las similitudes tecnológicas, Dennis
Stanford sostiene que los recientes hallazgos de fósiles humanos en Alaska y en
el estado de Washington sugieren que los colonizadores del continente americano
proceden de las poblaciones del suroeste de Europa que, paralelamente, también
emigraron hacia las áreas más septentrionales de Asia.
El paleoantropólogo de la “Smithsonian
Institution” está convencido de que los cazadores y pescadores ibéricos
emigraron hacia el norte y el oeste siguiendo el borde de los hielos y que
cuando no avanzaban a pie, lo hacían en barca.
¿No es una verdad indiscutible que la evolución
intelectual del ser humano ha seguido un proceso paralelo al de la evolución del
lenguaje con el que construía y expresaba
sus ideas? ¿Y no es igualmente incontrovertible
que el artista que pintó los bisontes de Altamira, tenía que poseer
-inexcusablemente- un alto grado de desarrollo intelectual? De donde se deduce
que si, efectivamente, poseía ese elevado coeficiente intelectual, tenía que
poseer, a la fuerza, un lenguaje altamente evolucionado. Porque resulta risible
y al propio tiempo patética, las ideas que las nefastas películas sobre la
Prehistoria han inducido a la sociedad, respecto al salvajismo y brutalidad de
los hombres y mujeres que vivieron en las cuevas del Norte de España y del
Sur de Francia, poniendo los cimientos de la civilización de la que, todavía
hoy, somos hijos y beneficiarios.
Las investigaciones sobre los orígenes del
lenguaje, que vengo desarrollando desde el año 1984, han corroborado
abrumadoramente todos estos extremos que acabo de dejar expuestos, pudiendo
demostrarse, inapelablemente, que la Lengua Baska que todavía se habla en el
Norte de España y en el Sur de Francia es, con enorme diferencia, la que más
fiel se ha mantenido al lenguaje de las gentes que protagonizaron el
alumbramiento de la cultura en ese mismo ámbito geográfico. Y esto es
perfectamente constatable hoy, tanto merced al estudio de dicha lengua como
ahondando en el estudio de los nombres geográficos del área cántabricogala o
galocántabrica”
Por su parte el santanderino M .Pereda de la
Reguera afirma “Son importantes las investigaciones que han aludido a las raíces
paleolíticas del vascuence, como el profesor Fc. Hawkes, en su “Prehistoric
Foundations of Europe”, que recoge Tovar,
a la par que cita el planteamiento hecho por algunos antropólogos como R. Lafón,
de la posibilidad de relación del vascuence con el período
azilense, y expresando que se comprende que no
faltan quienes pretenden señalar en el magdeleniense los orígenes más remotos
del vascuence, como Fouche y Boseh, quién dice que “la cultura pirenaica debió
formarse sobre un “substratum” muy
primitivo que se halla en la misma base de la lengua eusquera y que representan
acaso nombres de lugar a lo largo de todo el macizo cántabro-pirenaico”.
“Cantabria raíz de España”.
Del libro “Euskal Zibilizazioa”, de Alfontso
Martinez Lizarduikua, extraemos está comparación de mapas. El primero nos
muestra las cuevas con arte prehistórico en la zona
que nos ocupa y el segundo la zona con toponimia
claramente euskérika. Vemos como la zona de ambos mapas coinciden en una
grandísima parte.
Incluimos a continuación un artículo de Victoria
Cabrera y Federico Bernaldo de Quirós, directores de las excavaciones de la
Cueva del Castillo, en Puente Viesgo (Cantabria).
Fue publicado en un especial de National
Geographic titulado “La evolución del hombre (sic)”.
HACIA UNA MENTE
SIMBÓLICA
Las excavaciones realizadas (en la Cueva del
castillo) a principios del siglo XX por Hugo Obermaier y Henri Breuil, bajo los
auspicios del Instituto de Paleontología Humana
de París, ofrecieron una amplia y completa
secuencia estratigráfica de todo el paleolítico medio y superior, la mayor de
Europa.
Las excavaciones realizadas desde 1980 se han
centrado especialmente en una etapa crítica para la humanidad, la que abarca los
últimos neanderthales y la llegada de los humanos modernos. A lo largo de los
últimos veinte años se han investigado los vestigios de hace entre 50.000 y
36.000 años. En esta franja cronológica se observan las primeras muestras de
mentalidad simbólica. En un nivel de ocupación neanderthal de unos 50.000 años
de antigüedad, apareció un canto de cuarcita tallado, en cuyo córtex se aprecian
cinco cavidades rítmicas, realizadas intencionadamente y sin utilidad práctica
alguna.
Unos 10.000 años más tarde, otro grupo humano
abandonó el extremo de un hueso largo utilizado como cincel, que presenta en el
borde izquierdo una serie de trazos
cortos, realizados con buril y repetidos
rítmicamente. Por último, el nivel auriñaciense de hace 38.500 años, está
proporcionando al equipo de excavación auténticas joyas de arte mueble de una
antigüedad insospechable.
Estos avances humanos, tímidos pero seguros,
coinciden también con el inicio de la expresión simbólica. Así lo atestigua el
hallazgo que tuvo lugar en 2001, en las capas
de 45.000 a 50.000 años de antigüedad, de un
artefacto de cuarcita en el que se habrían practicado cinco pequeños impactos
cincelados, o cúpulas, cuatro alineados y
uno opuesto, claramente intencionales y con una
estructura rítmica. Curiosamente en el nivel 20c, de hace unos 45.000 años, se
halló un premolar de neanderthal adulto
entre restos de cenizas y carbón, residuos de
hogares de más de un metro de diámetro.
En el nivel 18c, correspondiente al auriñaciense
(...) han aparecido motivos simbólicos sobre un pequeño fragmento de cincel y
sobre un hueso. Varias dataciones de las
muestras recogidas en las distintas campañas, a
profundidades diferentes y en puntos diversos, ofrecieron un promedio de 40.000
años de antigüedad, la fecha más antigua para el comienzo del paleolítico
superior en Europa occidental. Las primeras dataciones, publicadas en 1989,
inauguraron un apasionado debate científico que todavía sigue abierto en
nuestros días, ya que hasta esa fecha la comunidad científica situaba el inicio
del paleolítico superior en Europa hace sólo entre 35.000 y 30.000 años.
En el nivel correspondiente a los 38.500 años
salieron a la luz tres dientes de dos individuos infantiles de diferente edad,
de atribución incierta y dos piezas de arte mueble
con grabados muy definidos. Una de ellas
constituye un descubrimiento excepcional por su rareza: se trata de un hueso de
ciervo con el cuarto delantero de un cuadrúpedo grabado y tal vez pintado. Por
la datación media del nivel, se trata de la primera muestra de arte naturalista
de Europa occidental. La otra pieza, que parece tener una simbología femenina,
es un segmento de arenisca recortado en forma triangular y en el que aparecen
grabadas una serie de lineas profundas que parecen representar el sexo femenino.
Este tipo de representaciones se encuentran en antiguos paneles de arte
rupestre”.
Para Rivero-Meneses esa “serie de lineas
profundas” representan dos antiquísimas letras, las más antiguas halladas hasta
ahora. Así en la revista “Los Cántabros” (verano
2004) comenta:
“ […] Aunque un segmento del trazo izquierdo de
la A del amuleto de El Castillo aparece parcialmente borrado, el hecho de que la
incisión llegue hasta el borde mismo del
triángulo, prueba que la letra fue grabada
completa. De todos modos y si no hubiera sido así, seguiríamos estando ante la
representación de una A. Porque en la escritura
ibérica y por mor de la perdida de ese mismo
trazo izquierdo, nos encontramos con letras A que se asemejan a un 4 ligeramente
inclinado. De hecho, el numero 4 es una A mayúscula privada del tramo final de
su trazo izquierdo.
En otro orden de cosas, el hecho de que la línea
horizontal que divide la A en dos mitades, rebase el trazo derecho, no solo es
común en el diseño del numero 4 sino que
encontramos A con esas mismas características en
la escritura ibérica. Las personas interesadas en efectuar esta verificación,
podrán comprobarlo en las inscripciones de
Bemsafrim y de la Piedra de la freguezia de
Ourique.
La A del amuleto triangular de El Castillo, en
suma, es una A perfectamente homologada y plenamente integrada en el contexto
cultural ibérico. Tanto, que podría pasar por una letra de la escritura
ibérica..., si no fuera porque es algo así como ¡35.000 años! más vieja que sus
modernísimas descendientes. ¡Qué antigüedad no tendrá el lenguaje humano, por
consiguiente, cuando vemos que hace ya 40.000 años existían letras perfectamente
configuradas y que han permanecido invariables hasta nuestros días!
Sin duda no existían todas las letras que hoy
conocemos cuando la A de El Castillo fue grabada, pero no abrigo ni la menor
duda de que el alfabeto que conocían los habitantes de Kantabria hace 40 0 50
mil años, tenía ya decenas de miles de años de antigüedad.
No es, pues, la primera palabra de la Historia la
que he descubierto. Es una más de las muchas que sin duda ya habían sido
escritas con anterioridad a ella. Futuros hallazgos lo irán confirmando.
En el único esquema filológico que acompaña a
estas paginas, fruto de mis investigaciones para reconstruir la forma como se
produjo el nacimiento del lenguaje, destaco
los fonemas A y B como primogénitos del lenguaje
humano. Y, junto a ellos y habiendo seguido una evolución distinta a la de
vocales y consonantes, señalo a la conjunción de las vocales I + A como la raíz
de varias consonantes que de ellas se han originado.
En seguida conoceremos la trascendencia de este
hecho, aunque antes de seguir adelante, considero obligado decir que el esquema
en cuestión -que he mantenido en secreto por espacio de veinte años-constituye
el cimiento mismo de la ciencia filológica.
Sin ese esquema, sin conocer la forma como han
evolucionado los sonidos o fonemas y, por ende, las letras que los representan,
no hay Filología posible. [...]
Esquema manipulado
“chapuceramente” por “la cresta de la simiente”
La Filología, como tal ciencia, ha nacido con el
que he denominado “Esquema de la derivación de las consonantes. [...] Una
ciencia que nos permite reconstruir la forma
como ha nacido el lenguaje humano y que, además,
nos ayuda a saber qué idiomas son más antiguos que otros y, por ende, qué
pueblos se han derivado de otros. De dónde resulta que merced al esquema aquí
reproducido, la Filología puede recorrer, respecto a las palabras, un camino de
investigación similar al que la Genética recorre
merced al estudio del ADN. Con la particularidad
de que las conclusiones de la primera resultan ser tanto o más incontrovertibles
que las que aporta la segunda. Por eso y
gracias a que he logrado construir ese esquema,
sé con absoluta certeza que la lengua latina es la más moderna de las lenguas
romances. [...]
Pues bien, la palabra que vemos reproducida en el
triángulo de “El Castillo” es IA, pronunciada de este modo o con cualquiera de
sus equivalentes: YA..., LLA..., JA... o GA.
Porque debemos partir del principio axiomático de
que la proliferación de sonidos y, por consiguiente, de letras, del lenguaje que
hoy conocemos, es extraordinariamente
moderna. Si retrocediésemos en el tiempo, iríamos
viendo como fonemas y letras se reducen, hasta quedar reducidas a la mínima
expresión ya señalada: ba/ya/baya...
Es, pues, absolutamente indiferente que
pronunciemos ya/ia/lla/ja. Es indiferente, porque los matices de articulación
que existen entre unos y otros sonidos son mínimos, casi imperceptibles. Y,
además, relativamente modernos. Quiero decir con ello, que las palabras que hoy
empiezan con esas raíces ya/lla/ja son derivaciones de otras voces más antiguas
en las que no existía esta multiplicidad. De dónde resulta que todas esas
palabras, nacidas de la misma, comparten significados análogos como
denominaciones que son del la vulva y vagina de la mujer. Y..., ¡Cómo olvidar, a
este respecto, las prodigiosas representaciones de éstas que encontramos en
algunas cuevas cantábricas! [...]
El autor de este amuleto labró un triángulo como
símbolo de la bulba femenina y, no satisfecho con ello, grabó en él la palabra
con la que se designaba a ésta. Con la que se designaba...y, de hecho, sigue
designándose. Porque son legión en todas las lenguas las palabras derivadas de
ya-/lla-/ia-/ja-/ga-/ referidas al sexo femenino y/o a la propia actividad
sexual. De dónde se deduce que para corroborar cuanto estoy afirmando, no
tenemos necesidad de remitirnos a lenguas antiquísimas o a idiomas hablados hoy
en regiones remotas. Nos basta con dirigir la mirada hacia nuestro propio
entorno idiomático, para descubrir términos como eyacular... ¿Qué es eyacular?
Pues, lisa y llanamente, depositar el semen en la
vagina femenina. Bagina o vagina a la que, sin la más mínima duda, se conoció
otrora como yaga=yaka= yako=yaja= yaya. Y de ahí que sea yaya el nombre catalán
de las abuelas, como homenaje a la mujer en cuya matriz tiene su raíz una
estirpe familiar... De ahí el nombre castellano de las llagas, como aberturas en
la piel que recuerdan enormemente a la abertura de la bulba... [...] y de ahí el
verbo yacer, que no significa acostarse para dormir, sino acostarse para
eyacular. [...] El propio término hacer que aún sigue vigente en la locución
hacer el amor, es un derivado de yacer. Porque la consonante h suple siempre a
una consonante perdida. Y es que la acción por antonomasia es la fornicación,
concepto este al que todavía seguimos designando como el acto sexual... ¡Ay el
antiquísimo nombre de ojal femenino...!
Algo tiene que ver cuanto acabo de desvelar con
el nombre del mítico Patrón de España, pero no es este el momento de entrar en
ese asunto. Como tampoco podemos extendernos ahora en recorrer todos los
términos vascos surgidos de la radical ya-=ja- y cuyo significado tiene un
carácter sagrado. Empezando por Jainkoa (Dios-a). O jayera (devoción). O
jaurestu (adorar). Adorar... ¿a quién? A la divinidad, por supuesto, pero antes
que a ella y por encima de ella, al órgano genital femenino. Aquel al que
recuerdan las palabras baskas: jaio (nacer), jario (flujo), jarian (manar),
jator (fértil), jatorri (genealogía, origen, linaje...)”
Jorge Maria Rivero Meneses.
Revista “Los Cántabros”
(A todo esto nosotros añadimos que en el euskera
de las estelas neolíticas Jaune es “señora”, posteriormente se invertiría este
significado)
Kaló (gitanos):
Janrelle (organo
genital),
jalar (amar, querer,
hacer el amor),
jallipí (deseo,
apetito sexual),
jalenar (enamorar),
jalí (amor, atracción,
deseo),
jabe (agujero),
jabillar (penetrar).
Quechua (Perú y
Bolivia):
Yaka (vagina),
yaikuy (penetrar),
yaikuna (puerta),
yaku (jugos y
fluidos),
yajuy (copular),
jasaiak (mujer
embarazada),
jaspa(vello rizado)