La senda hacia el
descubrimiento del origen del habla
Las más viejas formas de
escritura del planeta se encuentran en la Península
Ibérica. Y ello ya desde época paleolítica. Lo que
convierte en un chiste todas esas cábalas respecto a si
la escritura nació en la India hace 5500 años o en
Egipto algún tiempo más tarde. Ni en un sitio ni en
otro. Y voy a seguir aportando pruebas de ello,
recurriendo en este caso a un libro publicado en 1868.
Se trata de las Antigüedades prehistóricas de
Andalucía, escritas por Manuel de Góngora.
Uno de tantos libros como antes se editaban en España,
escritos por hombres eminentes y repletos de pruebas que
unos y otros se han ido encargando de hacer desaparecer.
Para comprender el
talante de Manuel de Góngora nada mejor que estas
palabras de presentación escritas por él mismo:
Los alemanes distinguen entre dos clases de doctos: unos
que sólo piensan en el objeto científico y en la verdad;
y otros que antes que todo piensan en sí mismos, en su
fama y en su vanidoso nombre. Quiera Dios que pueda yo
contarme entre los primeros, pues datos es lo que faltan
a la ciencia y sobran sermones y elucubraciones.
Sabias palabras que, ocioso es decirlo, suscribo de
forma apasionada.
Manuel de Góngora
reproduce en su obra un buen número de signos
encontrados en cuevas y sepulcros de Andalucía, habiendo
sido él mismo el descubridor de algunos de ellos. Por
eso escribe con legítimo orgullo: Este
descubrimiento es exclusivamente mío y me proporciona la
gloria de ser el primero en España que da a conocer una
escritura prehistórica enteramente nueva y desconocida.
Y parece indudable que lo era, ya que Julio Cejador
y el alemán Waldemar Fenn son posteriores a
Góngora.
Manuel de Góngora nos
habla de las Cuevas de Carchena, descubiertas en
1848 cerca del monte Horquera, no lejos de Torre
del Puerto:
El ansia de buscar tesoros hizo que las
escudriñasen ciertos vecinos de Baena, dando con unas
sepulturas... y con numerosa colección de lajas sueltas
donde aparecían estraños geroglíficos. Lleváronse a
Baena secretamente, se guardaron y aún guardan con
misterio como receta segura de la anhelada riqueza.
Y reproduce en su libro
el dibujo de dos de ellas. Dibujo en el que puede
apreciarse que no se trata de planos para localizar un
tesoro, sino de escritos cuya antigüedad debía ser
enorme. Y digo debía porque es obvio que esas
tablillas de piedra han pasado a mejor vida. Como casi
todo lo que ha aparecido en España. Por eso resulta una
misión tan titánica la de redescubrir su pasado: porque
han sido tan grandes la ignorancia y la codicia en la
vieja Iberia, que todo cuanto de valor se
descubre, primero se oculta y a la postre se pierde.
Como aguda y chuscamente escribiera mi cuarto hijo,
Ibán: la prueba de que el Paraíso estaba en España es
que no se ha encontrado. Si la cuna de la Humanidad
hubiera estado en cualquier otra parte del mundo, ya se
habría localizado hace tiempo. Pero aquí no hay forma.
Entre el clero, los buscadores de tesoros, los
coleccionistas, los afectos a los detectores de
metales, los mangantes que especulan con todo lo
antiguo, ciertos arqueólogos que volatilizan los
hallazgos que comprometen sus tesis y, en fin, los
ignorantes que destruyen todo lo que tiene aspecto de
viejo, ya me dirán ustedes cómo se pueden aportar
pruebas que refrenden la primogenitura histórica de la
antigua Hespérida...
Nos habla también Manuel
de Góngora de una preciosa colección de pinturas
prehistóricas descubiertas...
... en
Piedra Escritá, en un lugar casi inaccesible, habitación
de fieras y cabras monteses. Pasado el río de los
Batanes, en remotísima edad y con arte y simetría, se
cortó a pico de espiochas la falda del peñasco, que es
de pedernal fino, dejando una fachada o frontispicio de
seis varas de alto y otras tantas de ancho, abriendo
allí dos cuevas contiguas pulimentadas en sus cuatro
caras. En los dos frentes esteriores aparecen más de
sesenta símbolos o geroglíficos escritos con modo
rústico y sencillo, con tinta rúbrica bituminosa.
La media luna, el sol, una segur, un
arco y flechas, una espiga, un corazón, un árbol, dos
figuras humanas y una cabeza con corona se destacan
entre aquellos signos, albores de la escritura
primitiva.
Aunque no puedo entrar
ahora en ello, todos esos grabados que ornaban el
frontal de Piedra Escritá constituyen una
auténtica antología de la más vieja mitología
ibérica. Al tiempo que una prueba más de que la
Mitología tuvo su cuna en Iberia. Cosa por otra
parte lógica ya que las mayores invenciones hechas por
la primera Humanidad -escritura, pintura,
escultura, metalurgia, religión, astrología...-
tuvieron que darse necesariamente la mano y ser gestadas
por un mismo pueblo en un tiempo relativamente cercano.
¿Nos sorprenderemos, a
partir de cuanto antecede, de que alguno de nuestros
viejos historiadores denomine certeramente
enuskera a la lengua de los Baskos, probándose
así su parentesco con la lengua hablada en la supuesta
primera ciudad de la Tierra, conocida en la Biblia con
el nombre de Enokia?
¿Nos sorprenderá, así
mismo, el hecho de que la lengua enuskera =
euskera = eskuara resulte compartir su
denominación con términos tan primordiales, en relación
con cuanto venimos viendo, como puedan serlo las voces
escuela y escribir?
Un investigador
francocatalán al que me referiré más adelante, Juan
Parellada de Cardellac, supo comprender no sólo la
ancianidad de la lengua hablada por los Baskos, sino
también su carácter incontestablemente autóctono:
Los primitivos autores
del euskaro, abuelos de los vascos, vivían ya en
su actual territorio en la época glacial, como está por
otra parte plenamente demostrado en nuestros días.
Si los vascos han podido
conservar su lengua es porque han mantenido, a través de
milenios, su primitiva identidad racial, sus caracteres
antropológicos ancestrales. La estricta probidad
científica me obliga a declarar que los últimos trabajos
científicos del Dr. de Bos, del Instituto Rockefeller,
han demostrado que contrariamente a lo que se ha
admitido hasta hoy, los genes ADN son susceptibles de
mutaciones motivadas por agentes exteriores de clima y
de medio ambiente. Ello implica que si el hombre vasco
ha conservado íntegras sus características peculiares,
ha sido en su medio ambiente, o sea en las montañas
vascas.
El éuscaro es la lengua
paleolítica de los territorios ibero-ligures, que no
procede de ninguna parte sino que es autóctona. La
lengua vascuence, como lengua prehistórica, constituye
el monumento lingüístico más arcaico de Occidente, cuya
conservación incumbe tanto a Francia como a España.
Cerca estuvo Parellada de
comprender que detrás del euskera se
oculta la primera lengua hablada por el ser humano,
madre de todas las lenguas de la Tierra. Y tampoco
estuvo lejos de vislumbrar esta verdad Miguel
de Unamuno, a tenor de estas palabras que cita José
Luis Comenge en su Ensayo sobre la geografía y las
lenguas ibéricas y cuya redacción, un tanto
deficiente, me he permitido corregir recordando mis
tiempos de profesor de castellano en la Universidad de
Bruselas:
Las crónicas nos hablan
de los Iberos, de los Celtas, de los Fenicios, de los
Romanos, de los Cartagineses y de las invasiones
bárbaras y árabes. Todo esto induce a pensar que se
produjo aquí una mezcla de todos los pueblos llegados de
fuera, pero la realidad es que estos últimos no
representan más que una ínfima minoría menor de lo que
se cree y comparable a una delgada capa de aluviones
sobre la roca viva de la población indígena y
prehistórica de España.
Una forma como otra
cualquiera de afirmar que las lenguas ibéricas no
proceden del latín. Porque sería insensato pretender que
esa delgada capa de aluviones hubiera podido
prevalecer sobre la roca viva de nuestras hablas
milenarias. Una idea que está también latente en estas
sorprendentes palabras de Ramón Menéndez Pidal en
su Estudio en torno a la lengua vasca:
No existen razones para negarse a creer,
con Aranzadi, que el vasco es una de las lenguas que se
hablaban bajo los dólmenes e incluso, tal vez, en las
cavernas cuaternarias. Los hombres que hablaban esta
lengua pueden identificarse con aquellos a los que los
autores antiguos denominaban Iberos. El vasco
representa el vestigio venerable de las lenguas ibéricas
desaparecidas y merece por ello toda nuestra atención y
el respeto que se debe a las reliquias de la Antigüedad.
Estoy en condiciones de afirmar la influencia del
elemento vasco en el desarrollo
de las principales características de la lengua
española.
Como he escrito
anteriormente, sólo el hecho de que estas ideas de
Unamuno y de Pidal no fuesen propias sino
adquiridas, permite entender que ambos filólogos no
llegasen a descubrir, a partir de ellas, no sólo que las
lenguas romances no proceden del latín sino que la
primera lengua hablada en el mundo tuvo su matriz a
orillas del Cantábrico. Mucho más cerca estuvo de verlo
un cura francés que merecería se le erigiera un
monumento por su lucidez. Me refiero al Abate
Espagnolle, autor del libro Origine des Basques:
El sustrato principal de
la lengua francesa es prelatino. Yerran por lo tanto
aquellos que la hacen derivar de la lengua latina.
Palabras tan
clarividentes como contundentes... y ciertas. Siempre
han ido los Franceses por delante de los Españoles en
las cosas del pensamiento y de la cultura. No es extraño
por ello que algunos de ellos se hayan negado a comulgar
con ruedas de molino en lo tocante a la latinidad
de las lenguas del Occidente de Europa. Por eso Franc
Bourdier, en su libro Les origines de la langue
basque, se expresa en estos términos no menos
concluyentes:
Tengo la impresión de que
el vasco no ha sido tomado suficientemente en
consideración para la búsqueda de las etimologías
francesas, incluidos los nombres geográficos. La mayoría
de estas etimologías son rebeldes a las derivaciones
latinas.
A estos dos Franceses
clarividentes a los que acabo de referirme, se unen
varios sabios europeos cuyos nombres merecen ser
recordados en el momento en que, al descubrirse a
orillas del Cantábrico las más antiguas manifestaciones
escritas de la historia de la Humanidad, se prueba de
manera concluyente que todas las lenguas del planeta
nacieron en ese mismo contexto geográfico en el que se
habla la lengua baska, desde hace tanto tiempo
postulada como la más antigua de cuantas existen. Y con
el fin de acabar con tópicos como los que hoy circulan y
de probar los vínculos que, desde siempre, han unido a
Kántabros y a Baskos, bueno será que
empiece por recordar estas palabras del Doctor
Alfonso de Guevara en su Fundación y Antigüedad
de España y conservación de la Nobleza de Cantabria,
publicado en Milán en 1586:
Tratando de Ibero, segundo Rey de
España, hacen gran memoria Alberto Magno, Solino y
Poliodoro, cómo el río Hebro nace en el remate
de los Perineos, en los confines de los
Cántabros, vulgarmente llamados Vizcaynos, y lo que
digo dellos digo de los Guipuzcoanos, que todos son
Cántabros superiores, porque
es toda una gente, una nación, una
lengua, una antigüedad, una nobleza y un valor...
Esto dicho, escuchemos ya
a los pensadores europeos de los que fuera discípulo el
eminentísimo aragonés, Julio Cejador:
Herder
(Memorias de la Academia de Berlín):
Hallo muy probable que todo el
linaje humano provenga de un solo tronco y que las
lenguas se deriven de una sola primitiva, más bien que
de diversas fuentes.
Julio Klaproth
(prefacio de "Asia políglota"):
La afinidad universal de las
lenguas está rodeada de una luz tan resplandeciente,
que todo el mundo debe considerarla como enteramente
demostrada. Lo cual sólo se puede explicar
suponiendo que los retazos de la lengua primitiva, se
hallan todavía desparramados por todos los idiomas del
antiguo y nuevo continente.
Alejandro Humboldt
(Epígrafe al "Asia políglota" de Klaproth):
Por aisladas que parezcan algunas lenguas, por raras que
parezcan sus caprichosas maneras de expresión y sus
dialectos, todas tienen analogía, y sus idénticas y
comunes relaciones quedarán todavía más patentes a
medida que la historia filosófica de los pueblos y el
estudio de los idiomas vayan perfeccionándose.
Max Müller
("Lectures"):
En la portentosa fecundidad de
la primera emisión de los sonidos y en la instintiva
selección de las raíces, hecha después por las diversas
tribus, podemos hallar la explicación de la diversidad
de las lenguas, como nacidas todas de una sola fuente.
Podemos comprender no solamente cómo se formó el
lenguaje, sino también cómo hubo de escindirse en tantos
dialectos; y estamos convencidos de que sea cual fuere
la diversidad que haya en las formas y raíces del habla,
no puede sacarse de semejante diversidad ninguna prueba
concluyente contra la posibilidad de un origen común.
La ciencia del lenguaje nos levanta a una altura desde
donde podemos atalayar la aurora de la vida humana,
y donde la frase del Génesis de que en toda la tierra no
había más que una sola lengua, nos ofrece un sentido más
natural, inteligible y científico que el que antes
conocíamos. Mejor que ningún
otro monumento de la tradición, el fenómeno del lenguaje
da fe de las luces que rodearon a la cuna de la
Humanidad.
Gonlianoff
(Discurso sobre el estudio fundamental de las lenguas,
París 1822): La
sucesión de los hechos anteriores a la historia,
borrándose con los siglos, parece oponerse a la unidad
del linaje humano. Si algún día osara algún filósofo
asentar la multiplicidad del origen del humano linaje,
la identidad de los idiomas todos vendría a
desenmascarar el error y llegaría a convencer con su
autoridad a los más convencidos de lo contrario.
Jacobo Grimm
("Acerca del origen del lenguaje",
Berlín, Dümmler 1852): Si el
lenguaje hubiera sido un don celestial dado al hombre y
creado sin él y fuera de él, la ciencia no tendría
derecho ni medios para buscar su origen;
pero si es obra humana, si ofrece un
derrotero y un desarrollo regular, es posible llegar
hasta su cuna por medio de legítimas inducciones.
Julio Cejador
("Introducción a la ciencia del
lenguaje", Madrid, 1911):
... los pocos que han sostenido la
pluralidad originaria de los idiomas, no formaron tal
juicio estudiando las lenguas. La lingüística en
cuanto tal ha llevado siempre a creer en la unidad
originaria del lenguaje. Lejos estaban Platón y
Humboldt de recurrir a la intervención inmediata de la
divinidad en el origen del lenguaje, y no menos lo estoy
yo, que trato de exponer el origen del habla de una
manera tan natural como el origen del gesto, de la
fisonomía, de la visión y de la locomoción.
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