El dios Jano
Pocas veces se habrá descrito de manera
más clara y sencilla que como lo hace Cejador, en dónde
radica la clave de todos los grandes descubrimientos
intelectuales efectuados por la Humanidad. Por eso y
porque de comparaciones reveladoras hablamos,
permítaseme que haga una mención especial a una antigua
estela cantábrica descubierta en Quintanilla
de Somoza, junto a Astorga, y a la que se
conoce como la piedra gnóstica de Astorga. Un
auténtico monumento iconográfico, prácticamente
desconocido, que va a aportarnos la más colosal de las
corroboraciones en relación con la exactitud y el rigor
del contenido completo de este extenso escrito dedicado
a la primera palabra descubierta en el mundo hasta la
fecha. Porque la estela en cuestión nos muestra
una suerte de templo en miniatura, rematado por
dos círculos (el Sol y la Luna) y un triángulo
central. Más abajo, vemos una mano abierta
con la palma hacia fuera y los dedos apuntando hacia
arriba. En el tímpano puede leerse la inscripción
Eis Zeus Serapis y sobre la palma de la mano,
Iao.
¿Quién es ese Iao al que
como a Cristo o a Buda se identifica con
una mano? Pues el mismo al que los Latinos adoraron como
Iovi o Iupiter o los Hebreos
como Iabe o Yeobá...
Variantes, en suma, en torno al nombre de Iabo,
Yano, Yao o Jano...
Sea cual sea la
antigüedad de la estela de Astorga, vemos con
verdadera estupefacción cómo aparece reproducido un
triángulo en ella y cómo, además, esa suerte de
templete o capillita aparece consagrado a
IAO. ¡Nada más y nada menos! A la misma
divinidad, denominada en este caso IA, a
la que ya se dedica -¡hace 40.000 años!- el
amuleto triangular de El Castillo. Coincide,
pues, el triángulo, lo que podría atribuirse a la
casualidad. Pero lo que ya no puede achacarse a la
casualidad, porque sería de necios, es el hecho de
que, además, vayamos a encontrarnos con el nombre
de una divinidad denominada IAO. Léase,
Yano o Yabo. Y puesto que
hablamos de templos y del dios Jano,
ningún momento mejor que éste para sacar a colación a
Juan Antonio de Estrada, cuando en su Población
General de España testimonia lo que sigue:
Guillermo de Choul, en el libro de
Religión Romana, capítulo XII, afirma que
el primer templo que se edificó en el
mundo fue el de Jano.
Un dios que los antiguos
Romanos admitían como originario de España:
Hubo otro Jano llegado de España,
que fundó en Italia una ciudad llamada
Janículo
(Antoine du Verdier, en 1589). Noé Jano tuvo
templos en España, con sacerdotes y ministros que
reverenciaban su memoria (Florián de Ocampo, también
en el siglo XVI).
¿De qué parte de España
procedía el dios Jano? Obviamente, de
aquella en la que su memoria perdura por doquier, como
denominación de determinados montes especialmente
emblemáticos y estratégicamente situados:
Kantabria. Leamos a un autor portugués del siglo
XVII, Pedro de Texeira...
Está situada la villa de Santander
en una punta de su espaciosa ría (...) A la misma parte
del setentrión, , ya en el fin de la ría y en la punta
que en el mar hace volviendo la costa al poniente, en
esta alta punta está el famoso castillo de Jano.
(...) Hízose esta fortificación para la defensa de la
entrada deste puerto de Santander, que en esta parte
viene a ser estrecha por una isla que queda enfrente del
castillo y ansí obliga a que los navíos vengan a tomar
el puerto por bajo del castillo, por no ser la otra
entrada del levante de fondo conveniente para bajeles
grandes; y también para la defensa de una ensenada y
playa que queda al poniente deste castillo, de muy buen
sorgidero, donde pueden desembarcar con mucha seguridad;
llámasela Sardiñera...
Ya sabemos quién fue Iao = Iano.
Ya hemos documentado su relevante presencia en
España y, sobremanera, en Kantabria.
Hablemos ahora de esa mano de la estela de Astorga en la
que aparece grabado el nombre de Iao.
Porque no son sólo este nombre y la figura del
triángulo las que vinculan a la estela de Astorga
con el amuleto de Puente Biesgo. En absoluto.
¿O es que vamos a olvidarnos de que en las cuevas del
Monte Castillo se reúne el que tal vez sea el más
monumental de los paneles de pintura rupestre en los que
aparecen plasmadas manos humanas idénticas a la del
relieve de Astorga?
Como veremos más
adelante, las manos extendidas significaban
libertad. Por eso los primeros pobladores de
Iberia, los Eskitas, llenaron de manos
todas sus cuevas. Porque ése era su timbre o su
sello. Y de ahí que denominasen esku
a las manos y a la libertad. De ahí
escribir. De ahí que Iberia y
liberal difieran en una sola letra.
La mano extendida
fue el emblema predilecto de los antiguos
pobladores del Norte de España, prodigado en
todas y cada una de las cuevas en las que plasmaron sus
prodigiosas pinturas. Aunque, ¿por qué las manos? ¿Por
qué los primeros seres humanos eligieron precisamente
las manos como emblema de su independencia?
¿Por qué para los primitivos Kántabros
la palma de la mano extendida llegó a simbolizar la
libertad e independencia de la
que siempre se supieron privilegiados poseedores y que,
hasta su parcial sometimiento a las legiones de Roma,
valoraron como el más precioso de todos sus patrimonios?
La respuesta a esta
pregunta ha de estar necesariamente relacionada, por
ejemplo, con el hecho de que unos simios como los
babuinos extiendan una de sus manos para manifestar su
rendición y sumisión a sus rivales... O con la evidencia
que nos ofrece el que entre los mamíferos sean varias
las especies que levantan una pata para exteriorizar su
sometimiento respecto a otro animal de su propia
especie... O con el hecho de que los pueblos
occidentales utilicen el apretón de manos como saludo y
muestra de cordialidad, amén de aplaudir con ambas manos
para expresar su satisfacción o demostrar su aprobación
respecto a algo... O con el hecho de que los pueblos
Bosquimanes pongan la palma de la mano sobre el
pecho del desconocido o recién llegado, como
manifestación de amistad y de concordia... O con la
reveladora presencia de manos pintadas en los
umbrales de las casas de los antiguos Bereberes,
descendientes de la antigua Iberia o
Barbariska del Norte de España... O con la
tradición, vigente hasta ayer mismo entre las gentes de
Cantabria, de posar la mano derecha sobre los hitos de
sus propiedades, como expresión de su dominio sobre
ellas. Siendo fácil deducir que ese gesto tuviera su
paralelo en otros semejantes efectuados respecto a otra
suerte de bienes... y de personas.
ANTERIOR
٭
SIGUE