La cuna de la
Civilización
No por azar ni por casualidad, el foco
desde el cual se produce la proyección del lenguaje
humano, coincide puntualmente con la región en la que se
gesta el arte paleolítico y la arquitectura megalítica.
O, lo que es lo mismo, las primeras manifestaciones
culturales de la Humanidad.
Con el valor añadido de que es en ese mismo espacio
geográfico del planeta, donde se produce la aparición
-probada, documentada e indiscutible- de los
primeros seres humanos neta e incontestablemente
racionales o sapiens (figs. 17 a 19).
¿No es de la más
aplastante coherencia que la cuna del lenguaje coincida
exactamente con la región en la que se gesta la pintura,
la escultura, la arquitectura y, por consiguiente, la
cultura y la civilización humanas?
¿No es abrumadoramente
evidente que si la pintura, la escultura y la
arquitectura comparten una misma cuna, sea ésta a su vez
la que viera nacer las restantes manifestaciones
culturales humanas, imposibles de documentar hoy por el
hecho de que no fueran plasmadas sobre materiales
imperecederos como la piedra?
¿No cae por su propio
peso que fueron aquellos mismos pueblos del Norte de
España y del Sur de Francia que acuñaron sobre piedra
las primeras manifestaciones culturales que nos son
conocidas, quienes crearon la Música, la Tragedia o la
Poesía? ¿O es acaso concebible que quienes pintaron
Altamira o Lascaux no poseyeran el nivel intelectual y
artístico necesario como para componer melodías o poemas
que, sin la menor duda, estarían a la altura de las
magistrales composiciones pictóricas que nos han legado?
Y si el más elemental
sentido común nos enseña que los hombres del Paleolítico
Superior poseían ya un lenguaje cuyo nivel de desarrollo
era, como mínimo, similar al de sus creaciones
artísticas, ¿no resulta meridianamente obvio que la
matriz del habla humana tiene que hallarse
-necesariamente- en la misma región en la que -por
espacio de decenas de miles de años- se desarrollara la
más antigua civilización conocida, al tiempo que -con
abismal diferencia respecto a las demás- la más longeva?
Por otra parte y no
existiendo indicios en ningún otro lugar del mundo, de
una cultura que hubiera podido servir de modelo a la
gestada por los cromagnones cantábricos y galos,
¿no tenemos elementos de juicio más que suficientes para
deducir el carácter autóctono de estos pueblos y, por
consiguiente, de la lengua por ellos creada?
Y si es manifiestamente
obvio que la primera cultura de la Tierra -o, lo que es
lo mismo, la primera Civilización digna de tal nombre-
se fragua a orillas del litoral Cantábrico ibérico y en
la región gala que se extiende entre el río Dordoña y el
macizo de los Pirineos, ¿quién podrá rebatir con
argumentos científicos de una mínima entidad que el
lenguaje humano nació exactamente en el mismo punto en
donde se forjan el Arte y la Cultura humanas?
¿No es una verdad indiscutible que la
evolución intelectual del ser humano ha seguido un
proceso paralelo al de la evolución del lenguaje con el
que construía y expresaba sus ideas? ¿Y no es igualmente
incontrovertible que el artista que pintó los bisontes
de Altamira, tenía que poseer -inexcusablemente- un alto
grado de desarrollo intelectual? De donde se deduce que
si, efectivamente, poseía ese elevado coeficiente
intelectual, tenía que poseer, a la fuerza, un lenguaje
altamente evolucionado.
Porque resulta risible y al propio tiempo
patética, las ideas que las nefastas películas sobre la
Prehistoria han imbuido a la sociedad, respecto al
salvajismo y brutalidad de los hombres y mujeres que
vivieron en las cuevas del Norte de España y del Sur de
Francia, poniendo los cimientos de la civilización de la
que, todavía hoy, somos hijos y beneficiarios.
Las investigaciones sobre
los orígenes del lenguaje, que vengo
desarrollando desde el año 1984, han corroborado
abrumadoramente todos estos extremos que acabo de dejar
expuestos, pudiendo demostrarse, inapelablemente,
que la Lengua Baska que todavía se habla en el Norte
de España y en el Sur de Francia es, con enorme
diferencia, la que más fiel se ha mantenido al lenguaje
de las gentes que protagonizaron el alumbramiento de la
cultura universal en ese mismo ámbito geográfico. Y
esto es perfectamente constatable hoy, tanto merced al
estudio de dicha lengua como ahondando en el estudio de
los nombres geográficos del área cantábricogala o
galocantábrica.
ANTERIOR
٭
SIGUE