Shiva dijo:
Cuando haces el amor, estás haciendo el amor con tu propia
existencia. La mujer es solamente una puerta, el hombre es solamente
una puerta. El otro es solamente una puerta al todo.
No aceptes ni rechaces nada... ahí está la clave de la serenidad
Avinabhagupta.
Maestro Escuela Sivaíta de Cachemira
La actitud es la manera en
que nos tomamos los acontecimientos, los cuales nos "afectarán" de forma
más o menos intensa según como sea ésta. En realidad las cosas no son
como son, sino como nos las tomamos.
La afectividad es algo íntimamente relacionado con nuestro humor o
estado de ánimo. La afectividad está también estrechamente unida a la
sensibilidad. El afecto es la inclinación que sentimos hacia quien
despierta en nosotros atracción, simpatía o cariño.
Los integrantes de la esfera afectiva son:
- Las emociones y sentimientos, incluyendo las reacciones emocionales.
- Las pasiones
- El estado anímico o humor.
- Los condicionamientos afectivos.
- El afecto propiamente dicho y la capacidad afectiva de la persona
Los sentimientos
Una relación afectiva sana proporciona sentimientos genuinos de cariño,
afán de cooperación, vitalidad y alegría; una insana provoca
sentimientos de rencor, falta de vitalidad, confusión y amargura.
Una relación afectiva carente de sensibilidad va a la deriva y puede
estar abocada al desastre; la sensiblería tampoco es buena consejera,
porque termina por agotar a quienes tienen que soportar a la persona
sensiblera y sus excesos.
La sensibilidad
Vivimos en un mundo que le falta mucha sensibilidad y, por tanto, mucha
compasión. Debemos cuidar la sensibilidad como si se tratara de una flor
hermosa e irrepetible. La sensibilidad hace que seamos entrañables,
comprensivos e indulgentes tanto con quien despierta nuestro afecto como
con los demás.
Una emoción puede provocar un pensamiento y un pensamiento puede
provocar una emoción. Una emoción puede generar un estado anímico
específico y un estado anímico se traducirá, a su vez, en emociones.
Toda emoción, sobre todo si es intensa, movilizará, tanto el cuerpo como
la mente; es a la vez física y mental.
En toda relación afectiva es necesario saber controlar las emociones y
las reacciones emocionales insanas y, por supuesto, no llegar a
expresarlas; cuando las emociones basura se expresan compulsivamente
siempre acaban abriendo heridas en la relación afectiva que luego son
muy difíciles de cerrar. Para controlar los afectos de forma lúcida y
sana, es preciso aprender a dominar las emociones de forma cuerda e
inteligente, porque las emociones perniciosas que inciden una y otra vez
en la relación sólo consiguen deteriorarla y desbaratarla.
Posteriormente, hay que aprender a desreprimir aquello que nos hace daño
y para ello nada mejor que un buen Kriya, como por ejemplo: cantar,
bailar, chillar, correr, respirar,... descontroladamente pero en un
entorno seguro. En casos graves donde haya que desreprimir cosas graves
y/o muy antiguas, traumas, rechazos, ascos, manías, etc. mejor acudir a
un especialista.
Como suele decir el dicho: "el hábito hace al monje y el camino se
hace caminando", por tanto, para alcanzar el grado de maestría
emocional aprenderemos a canalizar adecuadamente esas emociones insanas,
sin hacer daño a nadie ni tan siquiera a nosotros mismos.
La pasión
Cuando algo nos atrae o nos repele poderosamente, se convierte en una
pasión.
La pasión entronca, pues, con la avidez y la aversión, surgiendo dicha
avidez o inclinación descontrolada cuando experimentamos una sensación
placentera. No nos basta con disfrutar de esa sensación, sino que
empezamos a generar sobre ella actitudes de adicción, obsesión y
posesión. La pasión se desencadena cuando una persona comienza a pegarse
a ella en exceso y a desarrollar una obsesión compulsiva, afán de
posesión, celos y expectativas no fundadas. En el extremo opuesto,
cuando experimentamos una sensación desagradable hacia alguien es cuando
surge la aversión, el rechazo, el odio, ... que puede llegar a la
autosugestión autodestructiva con el fin de hacer sentir lástima en los
demás y manipularlos para atraer a aquellos que desea rechazando
colectivamente a aquel que rechaza.
Tanto la avidez como el odio son emociones intensas que se tornan en
pasiones. Estas pueden llegar a absorber a una persona hasta el punto de
aturdirla y alienarla, La pasión te ciega, te domina y te roba el
sentido. Se puede llegar a identificar tan ciega y mecánicamente con la
pasión hasta el punto de perder todo control sobre sí misma,
convirtiéndose en "pasión en movimiento", ignorando a su consciencia y
careciendo de toda consciencia de sí misma.
Siempre suele imponerse a la razón, salvo en el caso de personas muy
racionales y maduras, con mente muy clara y controlada.
La pasión siempre condiciona la conducta y comportamiento, llegando a
anular por completo el entendimiento, pues toda pasión intensa enturbia
la visión y distorsiona el discernimiento. La persona sumida en la
pasión puede perder el control de sí misma y dejar de ver la realidad
tal y como es para contemplar sólo lo que se quiere o teme ver.
Aquellos con escaso autocontrol, inmaduros, caprichosos, impulsivos y
que, en resumen, no se conocen bien, son los más proclives a dejarse
arrebatar por pasiones profundas.
La persona demasiado apasionada carece de juicio cabal e imparcial, de
razonamiento claro y lucidez mental.
No hay apego más peligroso que el de las ideas, ni apasionamiento más
pernicioso que el ideológico. Lo mejor es llegar a reorientar y
canalizar la energía pasional, evitando herirnos a nosotros mismos con
ella o herir a los demás, algo que es digno de madurez emocional. Una
afectividad rica y verdadera no se asienta únicamente sobre la pasión,
sino que al contrario, hace gala del desapego, porque la obsesión es una
actitud que malogra infinidad de relaciones afectivas.
La pasión es el motor de la vida, es imposible de matar, pues si ella
muere nosotros morimos. La pasión es como un león, de la misma manera
que un domador no mata ni anestesia a los leones, nosotros no matamos ni
anestesiamos las pasiones. La represión es tan maligna como el apego
descontrolado a la pasión. La represión provoca falta de vitalidad,
inmadurez, perversiones sexuales, lujuria, infinitas enfermedades
psicológicas, narcisismo,... Esas perversiones se llevarán a la práctica
o no, pero lo que sí es seguro que estarán permanentemente atormentando
nuestra consciencia, sin dejar un momento de paz. Por tanto, debemos
aprender a sanarlas, para vivir una vida llena de vitalidad, fuerza,
coraje y sin miedos, sin miedo a nada, pues nada hay que a temer. Como
dice un dicho tántrico: sálvate de ti mismo, pues tú eres tu mayor
peligro.
El estado de ánimo o humor
Ánimo es hálito, energía, vitalidad, fuerza, tono o vigor.
Cuando estamos animados, nos sentimos joviales, optimistas, plenos;
cuando estamos desanimados, nos notamos deprimidos, pesimistas, vacíos.
La constancia de ánimo es el mejor auxiliar que existe para que podamos
alcanzar el equilibrio y la estabilidad.
"Los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto." Era un
factor externo que podía influir en su esta de ánimo, pero, al no
reaccionar a él, mantenía el ánimo equilibrado.
Un periodista acudió a
entrevistar a un hombre realizado y le preguntó:
- ¿Se deprimía usted antes de realizarse?
- Sí, claro, como todo el mundo -repuso el hombre tranquilamente.
- Y después de la realización, ¿se deprime usted?
- Sí, a veces, pero ya no me importa.
Es preciso trabajar de forma
diligente para que en una relación afectiva prevalezcan los tonos
sentimentales constructivos, lo cual no implica que no se deba mostrar
un ánimo abatido si se diera el caso, no es malo llorar, es mala la
represión o la histeria, el caso contrario.
Debemos tener la certeza de que podemos influir en el equilibrio, tono y
armonía de nuestro propio estado de ánimo y de que podemos poner medios
para mejorarlo, sosegarlo y alegrarlo. Toda persona debe procurar
mantener el buen humor en sus relaciones con los demás y no salpicarlas
con su mal genio, su irritabilidad y su enfurruñamiento.
Pero hasta los estados anímicos son moldeables cuando la persona tiene
la capacidad, por limitada que sea, de cultivar e incluso "imitar"
estados de humor positivos.
Era un maestro que
siempre estaba contento. Los discípulos, intrigados, le preguntaron:
- Pero ¿cómo es posible que siempre te encuentres feliz?
- No es difícil, amigos -contestó el maestro-. Todas las mañanas, al
despertar, me pregunto a mi mismo: "A ver, ¿qué elijo hoy, la
alegría o la tristeza?." Y siempre elijo alegría.
Todo aquel que sea
susceptible, suspicaz, emocionalmente débil o inmaduro, se verá sobre
afectado y sus reacciones emotivas y cambios de humor serán muy
pronunciados; en cambio, aquel que sea más integrado y maduro, más
ecuánime, se verá menos afectado, sus reacciones emotivas serán menos
intensas y sus cambios de humor resultarán menos estridentes. Además,
los que no estén tan dominados por las tendencias de avidez u odio,
mantendrán también un ánimo más armónico y estable; mientras que
aquellos que tiendan a la obsesión y a la aversión, se verán arrastrados
de continuo por sus oscilaciones anímicas, pasando rápidamente de un
estado de ánimo a otro.
Como decía un maestro tántrico de la escuela de Cachemira en India:
no aceptes ni rechaces nada y encontrarás la felicidad y la paz