Para perfeccionar el auto
desinterés, éste debe ser cultivado en las tres áreas de la interacción
humana: con Dios, con los otros hombres (y la relación
matrimonial es la forma más personal e intensa de este tipo de
interacción) y con uno mismo.
Con respecto a Dios el altruismo significa la humilde sumisión
a Su voluntad, con respecto a la esposa significa hallar en ella la
consorte espiritual predestinada (bashert) y relacionarse
a ella en ese nivel, y con respecto a uno mismo significa
refinamiento del carácter.
Nuestra conciencia normativa, según
la Cábala y el Jasidismo, es sólo una pequeña parte de la conciencia
del alma, que comprende niveles adicionales y modos de
conciencia de los que no somos generalmente conscientes. Se dice que
estos niveles adicionales "nos rodean", ya que no está
normalmente en nuestro poder centrarnos en ellos. Por lo contrario,
suele decirse que nuestra conciencia corriente está "dentro" de
nosotros, significando que somos capaces de acceder a ella y en gran
medida controlarla. Los niveles que nos rodean son calificados de más
"elevados" o "distantes", ya que generalmente no están a nuestro
alcance, mientras que de los niveles interiores se dice que son más
"bajos" o "cercanos" a nuestro alcance.
En general, estos tres aspectos del esfuerzo espiritual necesario para
cultivar el verdadero altruismo, emplean las tres divisiones mayores de
la conciencia: "conciencia circundante distante", "conciencia
circundante cercana" y conciencia interna" [1].
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Devoción a la voluntad
de Dios
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Reconocer nuestra alma
gemela
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Refinamiento de nuestro
carácter
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Nos enseñan, en particular, que el
alma comprende cinco niveles de conciencia [2],
dos "circundantes" y tres "internos". Estos, en orden descendiente, son:
La fuente de la que emana el
compromiso de cumplir la voluntad de Dios, es la absoluta devoción a Él,
intrínseca al más elevado de los cinco niveles del alma, la iejidá.
La iejidá es la esencia irreductible de la conciencia,
solamente consciente de la realidad absoluta y totalmente
comprehensiva de Dios.
En la práctica, raramente somos conscientes de este nivel espiritual, y
generalmente actuamos en el contexto de deseos y motivos a corto
alcance. Pero todos nuestros deseos se reducen finalmente a la voluntad
de existir (o de mejorar o expandir nuestra existencia). Esta voluntad,
a su vez, esta permeada por el placer de existir y basada en él,
experimentado la fe en que la existencia es real. Siendo que la única
realidad es Dios, la iejidá Lo reconoce como su única fuente
de placer y como el objetivo de su voluntad. Este apercibimiento subyace
en todo pensamiento consciente, por lo que se dice que la iejidá
se encuentra siempre presente en los flancos, rodeando y motivando
nuestra cognición conciente e influenciando desde la distancia nuestro
proceso de toma de decisiones.
La habilidad de reconocer a nuestra verdadera alma gemela deriva de
jaiá, el segundo de los cinco niveles del alma. Jaiá es el
nivel en el que se manifiesta la sabiduría (jojmá) innata del
alma. Normalmente también este nivel se encuentra fuera del ámbito de la
conciencia y sólo ocasionalmente se revela como destellos de percepción
de inspiración divina. Sin embargo, al manifestarse en la mente
consciente más a menudo que la iejidá, este nivel es descrito
como rodeando a nuestros pensamientos conscientes desde más cerca
[3].
Aunque todo destello de percepción
es una experiencia de la jaiá de cada uno, la quintaesencia de la
percepción es la conciencia del origen común de nuestra alma y de todas
las demás almas, como está escrito: "¿Es que no tenemos todos un Padre?"
[4] El caso más personal de esto, es la conciencia
de la raíz espiritual que uno comparte con su consorte
[5].
El proceso constante de corrección y refinamiento del carácter, implica
relacionarse con los demás con auténtica misericordia [6]
y altruismo, haciendo lo posible a la vez por anular todos los motivos
egoístas o egocéntricos. Este esfuerzo concentrado de la mente y el
corazón implica los tres niveles internos y conscientes del alma,
neshamá, ruaj, y nefesh.
La neshamá, en particular, es el nivel de la mente (la
inteligencia activa del alma), el ruaj es el nivel del corazón
(los atributos emocionales), y el nefesh es el nivel de acción en
general y los rasgos de comportamiento innatos en particular.
Mediante un esfuerzo espiritual
concentrado, uno puede refinar su habilidad de percibir la realidad con
profundidad y de verdad, sensibilizar su corazón para reaccionar en
forma apropiada al fenómeno de la vida y adquirir una "segunda
naturaleza" rectificada en el momento de actuar y conducirse.
En resumen:
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devoción a la
voluntad de Dios |
conciencia
circundante distante
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fe, placer,
voluntad, devoción absoluta
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reconocimiento del
alma gemela |
conciencia
circundante cercana
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refinamiento de
nuestro carácter
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percepción de
la realidad
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acción, modos
de conducta
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Ahora, es un principio general que
"cuanto más elevada es una entidad, más bajo desciende"
[7] . Nos enseñan en la Cábala y el Jasidismo que el más alto
nivel del alma, la iejidá, origen del compromiso consciente de
cumplir la voluntad de Dios, se manifiesta mayormente en el nivel más
bajo, nefesh, a través de buenas acciones individuales en
constante aumento [8].
El segundo nivel superior del alma, jaiá, la percepción que
reconoce la unidad esencial de todas las almas, se manifiesta en el
segundo nivel inferior, ruaj, a medida que uno rectifica sus
emociones y aprende a relacionarse con los demás con misericordia.
Esto deja a la neshamá como eje del alma. Y efectivamente, el
foco primario del esfuerzo espiritual en relación con el alma es su
neshamá [9], su intelecto maduro y su poder de
percepción respecto a una realidad aparentemente separada. Mediante la
meditación concentrada, uno puede entrenar su mente para que ésta pueda
percibir correctamente la realidad, tanto en lo que respecta a percibir
la presencia de Dios en el mundo (la providencia Divina) como en la
comprensión de otros individuos y sus interrelaciones.
La percepción refinada de la realidad (neshamá), provocará a su
vez la rectificación de las emociones del corazón (ruaj,
inspirado por jaiá), que a su vez lo motiva a uno a incrementar
continuamente sus buenas acciones (nefesh, reflejando iejidá)
[10].
NOTAS:
1- En hebreo or makif
rajok, or makif karov y or pnimi, respectivamente.
2- El Midrash (Bereishit Raba 14:11) nota que hay cinco términos para el
alma usados en la Biblia. En la Cábala (Shaar HaGuilgulim, introducción
1) se explica que estos se refieren a los cinco niveles de conciencia
del alma.
3- "Cerca" implica una dinámica de "entrar y salir de la mente" a la que
se hace referencia como "tocar y no tocar"; ver más adelante.
4- Malaquías 2:10. En la Cábala, jojmá y jaiá están asociadas con la
imagen del padre (el partzuf de Aba) Tania cap.32.
5- Jaiá, como nombre propio, es la rectificación de Javá. Eva es la
primera mujer, que recibió ese nombre (en lugar de Jaiá) a causa del
pecado original. Jaiá es entonces un nombre genérico de la consorte
espiritual verdadera en su estado de mayor perfeccionamiento.
6- Misericordia es la emoción primaria del corazón y se dice de ella que
"acompaña" a las demás (Etz Jaim 25:2, Pri Etz Jaim, Shaar Jag HaSukot
1, ver Zohar 3:103ab, 191b).
7-Likutei Torá 2:34c
8-La rectificación de este nivel del alma depende de buenas acciones en
constante aumento. Uno de los significados de nefesh (???) es "aumentar"
(lafush).
9-La neshamá puede verse tanto como un nivel de conciencia interno como
circundante: es interno al ser consciente y circundante al referirse a
la acción. El intelecto es solamente el motivador indirecto de la
acción, relativo a la emoción, que es el motivador directo (Tania, cap.16
[22ab]). También desde el punto de vista físico, la cabeza es
considerada tanto una parte del cuerpo como una entidad separada,
hablamos de cabeza y cuerpo.
10-Esta es la esencia de las enseñanzas de la jasidut en general y de la
jasidut de Jabad en particular, ya que ésta mantiene que el servicio
divino comienza con meditación concentrada, al nivel de la neshamá.