En los tiempos presentes ciertos movimientos
de tendencia Nueva Era han redefinido este concepto y ubican ahora a dios o a
los supuestos seres superiores en algún lugar del cosmos: en un super planeta,
una super galaxia o un universo de universos.
Aunque en los primeros libros de la Biblia
dios aparece caminando por el Paraíso, sin embargo tras la expulsión de la
primera pareja humana el edénico jardín se esfuma y la divinidad se retira a un
lugar conocido como el cielo. Y así se ha mantenido hasta la época presente.
¿Es el cielo un lugar? ¿Se halla Dios en un
lugar? ¿Donde se encuentra ese lugar llamado cielo? Curiosamente nuestros
antepasados situaron el cielo sobre la nubes, como si fuera un piso superior
sobre ese plano terrestre que ellos creían era el mundo. Y muchas gentes hoy en
día aún sostienen esa creencia ridícula. Pero en realidad no hay nada sobre las
nubes, tan sólo el vacío frío y desolador del espacio interplanetario e
intersolar, un lugar inhóspito que soporta continuas tormentas de rayos cósmicos
biocidas. Por ello los líderes de los modernos credos Nueva Era han concebido un
nuevo lugar lejano donde se halla Dios, los ángeles, los seres superiores, la
Jerarquía Galáctica, etc.
Han ubicado este nuevo cielo en un confín
del universo: una galaxia central, un universo maestro, un planeta divino
llamado la Isla Eterna, y cosas parecidas.
Sin embargo vuelven a cometer el mismo error
de nuestros antepasados de las religiones patriarcales: la ubicación de Dios en
un lugar determinado, por muy cósmico que ahora sea siguiendo la terminología de
los tiempos.
Una estrella lejana, una galaxia
paradisíaca, un universo maestro ... Insisten en situar a Dios o el cielo en un
ámbito del espacio. Mas esta reincidente equivocación es característica de
todas las religiones machistas o patriarcales. Todas localizan a Dios en otro
lugar. Dios es siempre Otro. Por el contrario las desaparecidas religiones
originales o genuinas, también denominadas en ocasiones religiones
matriarcales, poseían el conocimiento perdido de que lo que llamamos Dios o
lo que denominamos Cielo no se hallan en Otro Lugar. Sino que se trata
simplemente de Otro Estado.
En las religiones originales (entre las que
destaca la perdida religión de la Serpiente) el Universo no es sino lo
que podríamos denominar una ILUSIÓN. Y es el velo de esta ilusión lo único que
separa lo terrestre de lo divino, lo mundano de lo ultramundado, lo perecedero
de lo eterno. Traspasado el velo, disuelta la ilusión, las dos realidades se
funden y se hacen Una.
Aunque percibir el velo es relativamente
fácil para un místico, no es tan fácil destruirlo. De hecho la destrucción total
del velo supone la desaparición del ser humano como tal, pues lo humano sólo es
posible a este lado de la realidad.
Dios no se halla en ningún lugar, tampoco en
ningún tiempo. Eso que llamamos Dios no está ubicado en parámetro temporal o
espacial alguno. Se trata de un nivel de energía-realidad más allá de las
coordenadas de espacio-tiempo.
Mientras los seres humanos permanecemos en
cuerpo y mente en los límites de espacio-tiempo no podemos acceder a la realidad
intemporal e inespacial que hay más allá. De hecho no hay un sólo plano de
espacio tiempo en el universo, sino que éste se compone de un innumerable tejido
de espacio-tiempos superpuestos prácticamente sin fin.
Nuestro cuerpo es una especie de agujero en
el plano espacio-temporal de nuestra realidad. Y en ese agujero estamos ubicados
físicamente y nuestra mente emite desde ahí. Disuelto el cuerpo perdemos el
agujero o ubicación y ... pasamos a lo que sería denominable como otra realidad,
otro plano espacio-temporal del universo.
¿Y Dios donde está? ¿En el cielo? ¿Donde
está el cielo?
Al ser dios la energía primigenia ajena a
los planos de espacio-tiempo no se halla precisamente por ello en ninguno de
ellos. Sin embargo esa energía está entretejida con todos los planos, pues en
realidad los penetra y sustenta a todos. Por ello Dios no está en el cielo o el
cielo no está en ningún sitio, sino que es la realidad original que se halla al
otro lado del VELO, pero realidad oculta y omnipresente.
Así que Dios no está tan lejos ni el cielo
tampoco. Bueno sí está lejos, infinitamente lejos en cierta forma pero
infinitamente cerca en cierta otra. No hay que ir al cielo, ya que el cielo no
se encuentra en lugar alguno del espacio. En realidad hay que desubicarse de los
parámetros del espacio y el tiempo para retornar al cielo que es la realidad
original.
En las antiguas religiones originales
(matriarcales, serpentinas, etc) lo Divino se hallaba dentro del Mundo y no en
un cielo lejano. Sabían que la apariencia del mundo es un Velo y que en realidad
el Cielo se halla al otro lado. Por ello concebían a la Diosa oculta en toda
la Creación, la Serpiente Cósmica se hallaba omnipresente, la
Serpiente Cósmica es infinita.
Mas la estructura del Velo es sumamente
sólida, es un tejido confeccionado durante millones de años y su extensión no
tiene límites. Nuestras raíces moleculares y genéticas están entretejidas con el
Velo. Este constituye la estructura del universo material. Sin embargo esto
forma parte de la ILUSIÓN que es la esencia del VELO. ¿Como resolver este enigma
que ya plantea la ESFINGE desde el origen del tiempo?.
Desde luego la clave se halla en el ser
humano. La mente humana puede llegar a convertirse en la herramienta que cambie
la sintonía de los planos de espacio-tiempo. Y es posible el acceso a la energía
primigenia que se halla al otro lado del VELO. Los caminos iniciáticos de la
antigüedad (antes de la religiones patriarcales) buscaban perfeccionar la mente
humana (que no el intelecto) para poder alcanzar otros planos superiores de
realidad. Pero para esa meta, para ese viaje cósmico, no se necesita una nave
espacial ni un carro divino, sino una introspección y transmutación endógena (o
enteógena).
Los sabios originales descubrieron que Dios
está dentro y no fuera. Que Dios no es Otro sino nosotros mismos transmutados,
pues esa energía primigenia ultraterrena es omnipresente, y desde antes del
tiempo ya se halla en nuestro interior. Más Allá de la ILUSIÓN y del mítico y
legendario VELO está el escurridizo CIELO. Lugar donde no hay Coros de Ángeles
ni devotos cumplidores pues carece de ubicación así como de tiempo.
Y si Dios no está en otro lugar es que está
en todos los lugares. En todos y en ninguno. Tanto en el pasado como en el
presente como en el futuro está Dios, pues la Divinidad no pertenece al tiempo.
Y si no existe nada ahí arriba y nada ahí abajo ¿entonces donde ubicar el cielo?
Al no estar Dios lejos tampoco está fuera, por eso como ya hemos señalado nada
más lo podemos encontrar DENTRO. ¿Y que es dentro? Pues una forma de decir con
palabras limitadas que podemos hallar la energía primigenia ultraterrena o
divina en la misma raíz de nuestro ser.
De ahí que los sabios originales denominaran
a ese Dios como la MATRIZ, es decir la Madre Primigenia de toda realidad.
Una Madre omnipresente y un ser humano separado de Ella por un Velo. ¿Os
recuerda esto algo?