“Hola, oscuridad, mi vieja amiga, ya llegué otra vez aquí, para conversar contigo de nuevo”.
Se empieza a escuchar una música antigua de Paul Simon y
Garfunkel.
El Silencio es el secreto escondido en el ritmo del sonido de la música. Es lo que da sentido a la melodía. Sin el silencio la música sencillamente, no existirá.
En el Budismo
Zen aprendemos que la razón de
las cosas está en la inactividad. Cuando la gran mayoría de la gente cree que lo
importante es lo que aparece o lo que se hace, lo que es tangible, la verdad es
que el secreto está en aquello que no se hace, en aquello que no es aparente, lo
que no es tangible y que está oculto por las apariencias. Son los maestros Zen
los que nos dan estas enseñanzas.
La importancia de una copa por ejemplo, no está en su materia, esto, es decir en
la copa misma sino en el espacio vacío que ella contiene o delimita. En verdad,
la utilidad de una copa no se mide por ser de plata, cristal, oro o cualquier
otro material, si no por el contenido líquido que puede soportar su interior
vacío.
“ !Ah,
el vacío!”-.
La oscuridad, la manifestación de la ausencia. El silencio, para unos es
sepulcral, para otros, divino.
Un maestro dijo que una vez invocó teúrgicamente a Minerva, la Mitológica Diosa
Griega de la Sabiduría. Cuando ella se manifestó, lo hizo callada, y así se
mantuvo todo el tiempo. La mayor lección que este maestro obtuvo, según el
mismo, fue “que el silencio es la mayor elocuencia de la sabiduría”
El silencio es femenino, pasivo, vago, indefinido y misterioso. Dicen que el verdadero maestro espiritual, esta siempre pronto a oír, a aprender, a dejar que otras personas le enseñen, le digan las cosas. El que escucha aprende, absorbe, y se calla. El no tiene porque probar nada a nadie, no tiene por qué querer convertir a otros, ni discutir. Así él está un paso al frente de las otras personas.
Así, aprendemos que “la palabra es de plata, pero el silencio es de oro”.
El éxtasis espiritual es silencioso, interior. Pocas personas consiguen
administrar bien el silencio y la soledad en sus vidas. La Gran Fraternidad
Cósmica Universal de las Estrellas (Luces) habita el vacío, lo infinito del
silencio. Ahí, ellas ejecutan la llamada “Sinfonía de las Esferas” sin emitir,
sin embargo, ningún sonido. “Aquel que tenga oídos, que escuche”, ya dijo
antes el Maestro, Jesús.
En la sagrada Cábala, existen cuatro niveles de interpretación de las cosas
creadas. Estos niveles van desde el literal y obvio, hasta el nivel más elevado,
reservado a los maestros que son “el Sol”, es decir “el secreto”. En este nivel
reina el secreto del silencio. Es el nivel del esoterismo puro, profundo y
trascendente de todo lo que existe, es lo Divino latente en la Creación. Es la
perfección pulsante, o vibrante en el corazón de la Criatura.
En Astrología, Saturno y Plutón, son planetas de silencio, profundidad,
eternidad y elevada espiritualidad. Son planetas que nos traen referencias de
que puede existir lo más elevado y trascendental en la vida espiritual. Son los
símbolos de la más alta jerarquía, de la existencia de seres que son verdaderas
columnas para sostener toda la Creación y para cumplir los Designios de Dios.
Ellos son los astros del silencio de la voluntad de Dios, de la Gran Ley que
rige al Cosmos, de esta ley que emerge del Caos, de las Tinieblas, de los
orígenes de la Creación, de lo in manifiesto de la Suprema Perfección. Si el
silencio es el alma de la música, la sombra u oscuridad, es la gloria del arte
de la fotografía y de la pintura.
Cuanto más sabe una persona, cuanto más se embellece, cuanto más una persona
evoluciona, cuanto más se va destacando del conjunto homogéneo de la humanidad.
Así ella se eleva sobre sus antiguos compañeros de jornada por la vida, como
también acaba por asumir grandes responsabilidades por causas de esto. Pues ella
se vuelve más competente para administrar, guiar, orientar, comprender y
orientar a los suyos, debido a su visión más amplia, completa y profunda de las
cosas de la vida.
Por otro lado, esta persona evolucionada, mientras más camina rumbo a la
perfección, más se está destinando a la soledad, pues raros serán aquellos, que
estarían en su mismo nivel de comprensión y vivencia.
En el Universo, es rara la coincidencia de estrellas duples. Lo normal en
términos de una estrella, es iluminar, aparecer, dar calor y dar vida a un grupo
de planetas. Una estrella es un Sol, si deseamos volvernos una estrella, un Sol,
nos iluminaremos, nos acercamos a la verdad, entonces es mejor prepararnos para
la soledad y para vivir en el vacío.
Solamente estando vacíos, huecos de nuestra personalidad. En silencio interior
es como podemos ser realmente útiles al Creador. Solamente así podremos contener
en lo cóncavo de nuestras almas, la Luz de la Verdad, de la Justicia y de la
Belleza y del Poder del G.A.D.U.
Saturno y Plutón, en astrología, gobiernan el color negro, no en el sentido de
algo maligno, si no, más bien como ausencia, como secreto, como misterio o
profundidad. Ellos delimitan los horizontes de la Criatura, hasta dónde él puede
llegar en su esfuerzo máximo de elevación y trascendencia. Es sabido que el
color negro absorbe la luz totalmente, no la refleja.
Normalmente, tendemos a huir de la soledad, del silencio, de la responsabilidad;
damos preferencia a los reflejos ilusorios, al brillo, a la aprobación de las
masas y a la búsqueda de satisfacciones, facilidades y alegrías. Actuando así,
tomamos el camino inverso a aquel indicado por el Creador y por sus secretos
revelados a nosotros.
|