¡En el nombre de Allâh, el Clemente, el Misericordioso!
¡Nosotros imploramos su ayuda!
¡Gloria a Allâh, ante cuya Unidad no hay nada anterior,
si no es Él, que es el Primero! ¡Gloria a Allâh, después de cuya Singularidad
no hay un después, si no es Él, que es el Siguiente!
Con relación a Él no hay antes, ni después; ni alto ni
bajo; ni cerca, ni lejos, ni cómo, ni qué, ni donde, ni estado, ni sucesión de
instantes, ni tiempo, ni espacio, ni ser. Él es tal como es. Él es el Único
sin necesidad de la Unidad. Él es lo singular sin necesidad de la
Singularidad.
Él no está compuesto de nombre, ni de denominado, porque
Él es el nombre y el denominado. No hay nombre salvo Él. No hay denominado
salvo Él. Por ello se dice que Él es el nombre y el denominado.
Él es el Primero sin anterioridad. Él es el Último sin
posterioridad. Él es Evidente sin exterioridad. Él es Oculto sin interioridad.
Porque no hay anterior, ni posterior; no hay exterior, ni interior, sino Él.
Es necesario comprender este Misterio para no caer en el
error de los que creen en las encarnaciones de la divinidad. Él no está en
ninguna cosa y ninguna cosa está en Él. Es preciso conocerle pero no por la
ciencia, la inteligencia, la imaginación, la sagacidad, los sentidos, la
visión exterior, la visión interior, la comprensión o el razonamiento.
Nadie, salvo Él mismo, puede verle. Nadie, salvo Él
mismo, puede asirle. Nadie, salvo Él mismo, puede conocerle. Nadie distinto de
Él puede ocultarle. Él se ve y se conoce a Sí mismo. Su velo impenetrable es
su propia Unidad. Él mismo es su propio velo. Su velo es su propia existencia.
Su Unicidad le vela de forma inexplicable.
Nadie le ha visto, le ve, o podrá verle jamás. Ningún
profeta enviado ni ningún santo perfecto o ángel se le aproxima. Su Profeta es
Él. Su mensajero es Él. Su mensaje es Él. Su Palabra es Él. Él ha mandado su
Ipseidad con Él mismo, de Él mismo y hacia Él mismo, sin ningún intermediario
o causalidad exterior a Él mismo. Ninguna diferencia de tiempo, espacio o
naturaleza hay entre El que envía el mensaje, el mensaje y el destinatario del
mensaje.
Su existencia está únicamente en los textos de la
profecía. Sin embargo, sólo Él existe y no puede dejar de existir puesto que
jamás vino a la existencia. Por eso ha dicho el Profeta: "Quien se conoce a sí
mismo conoce a su Señor". También ha dicho: "Yo conozco a mi Señor, por mi
Señor". El Profeta de Allâh ha querido hacerte comprender que tú no eres tú,
sino Él: Él y no tú; que Él no cabe en ti y tú no cabes en Él; que Él no sale
de ti y tú no sales de Él.
Lo que quiero decir es que tú no eres, o posees tal o
cual cualidad, que no existes y que no existirás jamás, ni por ti mismo, ni
por Él, en Él o con Él. Tu no puedes cesar de ser, porque no eres. Tú eres Él
y Él es tú, sin ninguna dependencia o casualidad. Si alcanzas a reconocer en
tu existencia esta cualidad de la nada, entonces conoces a Allâh, En otro
caso, no.
La mayor parte de los iniciados dicen que la Gnosis, o
Conocimiento de Allâh, viene a continuación de la extinción (fanâ) de la
existencia y de la extinción de esta extinción (fanâ el-fanâ'i). Pero esta
opinión es falsa, pues parte de un error manifiesto. La Gnosis no exige la
extinción de la existencia y la extinción de esta extinción, sencillamente
porque las cosas no tienen ninguna existencia y lo que no existe no puede
dejar de existir. Decir que una cosa ha dejado de existir, que no existe ya,
equivale a afirmar que ha existido, Pero si conoces el ti-mismo, es decir, si
puedes concebir que no existes y que, por tanto, no puedes extinguirte jamás,
entonces conoces a Allâh. En otro caso, no.
Atribuir la Gnosis a la extinción (fanâ) y a la
extinción de la extinción (fanâ el-fanâ'i) es un credo idólatra. Si atribuyes
la Gnosis a fanâ y a fanâ el-fanâ'i, pretendes que algo distinto de Allâh
puede gozar de existencia. Esto es negarle y entonces eres formalmente
culpable de idolatría. El Profeta ha dicho: "Quien se conoce a sí mismo,
conoce a su señor". Si se afirma la existencia de algo distinto no se debe
hablar de su extinción, porque no se puede hablar de la extinción de aquello
que hay que afirmar.
Tu existencia es nada y "nada" no es añadido a alguna
cosa, temporal o no. El Profeta ha dicho: "Tú no existes ahora y tampoco
existías antes de la creación del mundo". La palabra "ahora" significa, como
presente absoluto, la eternidad sin comienzo y sin fin, Pero Allâh es la
existencia de la eternidad sin comienzo, y de la eternidad sin fin, tanto como
de la preexistencia, Estos tres aspectos de la eternidad son Él, Allâh es la
existencia de estos tres aspectos de la eternidad sin que Él deje, por eso, de
ser absoluto. Si Él no fuera así, su Soledad no existiría. Él no carecería de
compañero. Pero es de necesidad racional, dogmática y teológica que Él no tenga
pareja posible. Su pareja sería aquel que existiera por sí mismo y no por la
existencia de Allâh, y sería, consecuentemente, un segundo Señor Allâh, lo que
es imposible. Allâh no tiene pareja, ni en semejanza ni en equivalencia.
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