¿Conocían los guionistas
de la célebre película Matrix los modernos
descubrimientos que sobre el agua (principal componente
de los seres vivos) se han efectuado en las últimas
décadas?, ¿conocían la formulación que hizo la
bioquímica mexicana Esther del Río sobre la naturaleza
del agua de nuestro organismo y que, en sus propias
palabras,"es en su mayor parte cristal líquido en forma
de clatrato (H2O)37,
es decir, un estado intermedio de la materia (mesomórfico),
estable y que por ser cristal líquido conserva las
propiedades de los líquidos más las propiedades de los
cristales ópticos"
Y eso la convierte en un
medio "capaz de almacenar memoria"?
Porque si uno profundiza en ello comprende que en
realidad la diferencia entre un ordenador, una pantalla
de televisión de cristal líquido y un ser humano no es
tan grande como podía hasta ahora pensarse.
De hecho explica
perfectamente que la luz y, por ende la energía recorra
todo nuestro organismo a velocidades increíbles
transmitiendo información. Y que, por tanto, la
interrupción de esa transmisión pueda llevar a la zona
del cuerpo que queda bloqueada a su aislamiento tanto a
nivel fotónico como electromagnético y, como
consecuencia, a desenergetizarse
y patologizarse (a la
enfermedad).
Esther del Río está hoy
ayudando a lograr impresionantes e inexplicables
sanaciones en personas con
graves patologías mediante la ingesta -o aplicación
externa en algunos casos- de una especial agua vital, de
un cristal-líquido que obtiene del agua corriente
mediante un proceso que ha patentado a nivel
internacional. Y ya no hablamos pues de teorías sino de
constataciones prácticas. De pura clínica.
Que el agua es una
sustancia de propiedades únicas era ya evidente. Se
trata del solvente uni-versal
por excelencia, es decir, del medio en el que se
disuelven casi todas las sustancias teniendo lugar
además en su seno innumerables reacciones químicas
fundamentales para el metabolismo de todo ser vivo.
También sabemos que se puede activar,
energetizar, dinamizar,
indumizar, oxigenar,
ozonizar, mesmerizar, cromatizar,
solarizar, sonorizar,
ionizar, imantar, polarizar, magnetizar...
Esther del Río sostuvo
hace tiempo que el agua tiene “memoria”, pero los
científicos lo rechazaron sencillamente porque no lo
entendían, porque no podían explicarlo con sus
conocimientos.
Linus Pauling, dos veces
Premio Nobel, formuló en la década de los 50 la teoría
de que las moléculas de agua podían presentarse unidas
formando dodeicosaedros de
caras hexagonales y pentagonales a las que llamó
clatratos.
Y fue a raíz de esa
propuesta de la que arrancó, la bioquímica Esther del
Río, para desarrollar su trabajo y constatar que la
naturaleza de tales moléculas es el cristal líquido. Y
que es el agua lo que permite la conexión
electromagnética y fotónica de todo el cuerpo.
En otras palabras, ha
descubierto cómo circula la energía vital del organismo
de la que han hablado siempre las culturas orientales
dando así soporte científico a las terapias energéticas;
entre ellas a la Homeopatía y a la
Acupuntura.
Los descubrimientos del
investigador japonés MasaruEmoto demuestran que una
simple frase, emoción o pensamiento puede cambiar la
estructura del agua. Afirmación avalada por miles de
microfotografías electrónicas. Es más, constató
algo sorprendente: cuando el agua se mezcla con la
esencia de una flor la estructura de los cristales que
se obtienen de esa infusión al congelarla es similar a
la de esa flor.
Es decir, que el agua
"capta" la imagen de la flor con cuya esencia ha entrado
en contacto. ¿Comprende el lector lo que tal cosa
implica? Si los cristales líquidos del agua orgánica
tienen las propiedades de movimiento de un líquido y la
óptica de un cristal sólido, ¿cómo extrañarnos que pueda
servir como unidad de almacenamiento de memoria?
De hecho esas propiedades
explican que el organismo puede codificar y recodificar
información en millonésimas de segundo. No olvidemos que
las propiedades de los cristales líquidos han sido la
base de los inventos más importantes de los últimos
tiempos.
Gracias a sus propiedades
el desarrollo de la informática actual nos ha llevado a
los ordenadores y a los láser, a las pantallas de plasma
y a los móviles, a los satélites artificiales y a las
naves espaciales, a los telescopios y a los microscopios
electrónicos así como a toda la informática capaz de
registrar, guardar, ordenar datos, codificar programas,
etc.
Por eso Esther del Río
llega al extremo de afirmar que los seres humanos somos
en realidad "el mejor ordenador del mundo" donde "toda
célula se comunica a través de una pantalla de cristal
líquido capturando y mandando hologramas que pueden ser
codificados".
Y eso la convierte en un medio "capaz de almacenar memoria"? Porque si uno profundiza en ello comprende que en realidad la diferencia entre un ordenador, una pantalla de televisión de cristal líquido y un ser humano no es tan grande como podía hasta ahora pensarse.
De hecho explica perfectamente que la luz y, por ende la energía recorra todo nuestro organismo a velocidades increíbles transmitiendo información. Y que, por tanto, la interrupción de esa transmisión pueda llevar a la zona del cuerpo que queda bloqueada a su aislamiento tanto a nivel fotónico como electromagnético y, como consecuencia, a desenergetizarse y patologizarse (a la enfermedad).
Esther del Río está hoy ayudando a lograr impresionantes e inexplicables sanaciones en personas con graves patologías mediante la ingesta -o aplicación externa en algunos casos- de una especial agua vital, de un cristal-líquido que obtiene del agua corriente mediante un proceso que ha patentado a nivel internacional. Y ya no hablamos pues de teorías sino de constataciones prácticas. De pura clínica.
Que el agua es una sustancia de propiedades únicas era ya evidente. Se trata del solvente uni-versal por excelencia, es decir, del medio en el que se disuelven casi todas las sustancias teniendo lugar además en su seno innumerables reacciones químicas fundamentales para el metabolismo de todo ser vivo. También sabemos que se puede activar, energetizar, dinamizar, indumizar, oxigenar, ozonizar, mesmerizar, cromatizar, solarizar, sonorizar, ionizar, imantar, polarizar, magnetizar...
Esther del Río sostuvo hace tiempo que el agua tiene “memoria”, pero los científicos lo rechazaron sencillamente porque no lo entendían, porque no podían explicarlo con sus conocimientos.
Linus Pauling, dos veces Premio Nobel, formuló en la década de los 50 la teoría de que las moléculas de agua podían presentarse unidas formando dodeicosaedros de caras hexagonales y pentagonales a las que llamó clatratos.
Y fue a raíz de esa propuesta de la que arrancó, la bioquímica Esther del Río, para desarrollar su trabajo y constatar que la naturaleza de tales moléculas es el cristal líquido. Y que es el agua lo que permite la conexión electromagnética y fotónica de todo el cuerpo.
En otras palabras, ha descubierto cómo circula la energía vital del organismo de la que han hablado siempre las culturas orientales dando así soporte científico a las terapias energéticas; entre ellas ala Homeopatía y a la
Acupuntura.
Los descubrimientos del investigador japonés Masaru Emoto demuestran que una simple frase, emoción o pensamiento puede cambiar la estructura del agua. Afirmación avalada por miles de microfotografías electrónicas. Es más, constató
algo sorprendente: cuando el agua se mezcla con la
esencia de una flor la estructura de los cristales que
se obtienen de esa infusión al congelarla es similar a
la de esa flor.
Es decir, que el agua "capta" la imagen de la flor con cuya esencia ha entrado en contacto. ¿Comprende el lector lo que tal cosa implica? Si los cristales líquidos del agua orgánica tienen las propiedades de movimiento de un líquido y la óptica de un cristal sólido, ¿cómo extrañarnos que pueda servir como unidad de almacenamiento de memoria?
De hecho esas propiedades explican que el organismo puede codificar y recodificar información en millonésimas de segundo. No olvidemos que las propiedades de los cristales líquidos han sido la base de los inventos más importantes de los últimos tiempos.
Gracias a sus propiedades el desarrollo de la informática actual nos ha llevado a los ordenadores y a los láser, a las pantallas de plasma y a los móviles, a los satélites artificiales y a las naves espaciales, a los telescopios y a los microscopios electrónicos así como a toda la informática capaz de registrar, guardar, ordenar datos, codificar programas, etc.
Por eso Esther del Río llega al extremo de afirmar que los seres humanos somos en realidad "el mejor ordenador del mundo" donde "toda célula se comunica a través de una pantalla de cristal líquido capturando y mandando hologramas que pueden ser codificados".
Artículo Tomado de Diprored http://ninosdelsol.ning.com/profile/LuciaElenaFraga