Las excavaciones
arqueológicas que desde el pasado mes de abril, bajo la
dirección de los arqueólogos Manuel y Salvador Montañés
Caballero, se están efectuando promovidas por el
Ayuntamiento de Medina Sidonia, están obteniendo unos
resultados especialmente importantes para conocer y sacar a
la luz datos arqueológicos que permitirán conocer las
estructuras defensivas de las diferentes épocas y culturas
que se asentaron en el entramado fortificado situado en lo
más alto del cerro asidonense.
Los arqueólogos directores de las obras han destacado que
“desde que se iniciaran los primeros trabajos de desbroce en
el mes de abril, se ha avanzado de manera importante en la
ejecución del proyecto de excavación arqueológica de las
ruinas del castillo de Medina Sidonia, obteniéndose
resultados bastante significativos en cuanto a conocimiento
de estructuras defensivas de diferentes épocas, tanto de las
que parcialmente estaban emergentes, como de otras
soterradas y de las que ya se poseían algunos datos a partir
de los sondeos realizados en el año 2004 como estudios
previos.”
Manuel y Salvador Montañés, han adelantado que es “
previsible que pronto una parte del castillo esté
perfectamente acabada y pueda ser visitable por el público
tras la consolidación-restauración de las murallas y la
puesta en valor del conjunto”, labor esta última que está
siendo dirigida por el arquitecto José Ignacio
Fernández-Pujol, y señalan que “tras la finalización de
estos doce meses de trabajo se están dando ya los pasos para
que puedan continuar las excavaciones y la consiguiente
adecuación para la visita de la parte que aún va a restar
por ejecutar”.
Por lo ejecutado hasta el momento, se pueden adelantar
algunos de los resultados que van aportando las
excavaciones.
Según destacan los arqueólogos, “se documenta una ocupación
del cerro en el que se sitúa la fortaleza de, al menos, la
Edad del Bronce Final, con lo que nos retrotraemos en el
tiempo unos tres mil años, momento en el que podría haber
existido en el lugar un bastión o defensa estratégica desde
la que se controlaría una gran extensión de terreno en
derredor, gracias a la gran altura del enclave. Si bien
hasta ahora no han aparecido indicios claros de
construcciones de estas fechas tan remotas, sí se están
hallando gran cantidad de restos cerámicos realizados a mano
y de superficies bruñidas de una excelente calidad, y
algunas hachas de piedra pulimentada.”
El equipo de arqueólogos destaca que “sobre estos vestigios
los romanos cimentarían un castellum o fortaleza de gran
solidez, con gruesos muros construidos con sillares,
ocupando la mayor parte de la cumbre del cerro. Se cuenta ya
en el lado Este con un frente de muralla de más de 60 metros
de longitud, que tiene adosadas a tramos regulares seis
pequeñas torres rectangulares, y dos grandes estructuras
cuadrangulares defensivas de las mismas características
adosadas en el flanco Sur.”
Aún sin poder precisar una cronología más exacta, en
diversas zonas, según consta los estudios de Manuel y
Salvador Montañés “se ha constatado la presencia de niveles
de época republicana, es decir anteriores a la era
cristiana, y materiales cerámicos en las fosas de
cimentación de las murallas que están todavía pendientes de
su estudio y que aportarán luz sobre la fecha de
construcción de este castillo.”
La importancia del hallazgo radica en que hasta el momento
no se han encontrado paralelos en la Península (sí existen
cinturones amurallados urbanos y vestigios de campamentos
militares), y aún menos con el grado de conservación que
presenta éste de Medina Sidonia, lo que va a convertirlo en
un monumento único de la etapa de presencia romana en
España, y un ejemplo de los medios utilizados por éstos en
el control militar del territorio, en el que la antigua
Asido Caesarina (nombre que se dio entonces a Medina)
jugaría, por lo que se está descubriendo, un papel
estratégico fundamental, tanto en los primeros momentos de
la conquista de Hispania como en los siglos posteriores en
que se produce la amenaza de las invasiones de los pueblos
bárbaros”.
También asociados al castellum romano se han excavado una
serie de cisternas, que asegurarían el almacenamiento de
agua para el abastecimiento diario y en caso de asedio; y
como parte del entramado defensivo, en la cara Norte se ha
excavado parcialmente un foso tallado sobre el terreno
natural, con una anchura de unos diez metros y siete de
profundidad.
Del período islámico, del que hasta ahora se creía que eran
todos los lienzos de murallas visibles, se están localizando
diversos materiales cerámicos y constructivos en unos
rellenos del terreno muy alterados en épocas posteriores y
como novedad, destacan los arqueólogos “el hallazgo de
varios tramos de murallas construidas con tapial, cuya
fábrica se realizaba con una mezcla prensada de tierra,
pequeños guijarros, trozos de cerámicas y algo de cal, que a
juzgar por los materiales que se han sacado de su fosa de
cimentación podría ser del siglo XI, de época almorávide,
siendo el perímetro de este nuevo castillo sensiblemente
mayor que el romano”.
Para Manuel y Salvador Montañés “tanto en la excavación como
en la documentación consultada, se constata que entre
finales del siglo XVI y bien avanzado el XX el castillo y su
entorno sirvieron de cantera para extraer piedras que se
utilizaron en nuevas construcciones de la ciudad, como la
iglesia Mayor y el Ayuntamiento, dejando a la fortaleza en
las ruinas que han llegado hasta nosotros”.
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