Fuente: Ituci
Siglo XXI
«En el siglo XX se mataron mutuamente cien
millones de personas y ninguna moral sirvió»
Ratzinger me prohibió hablar en público, pero no le hice caso por motivos de
conciencia
Con un gran número de seguidores tras sus conocimientos sobre mística de las
religiones, el alemán Willigis Jäger habló ayer en el Ateneo Jovellanos de Gijón
sobre «La irrupción a nuestro ser verdadero». Monje benedictino, maestro zen y
maestro de contemplación, abarrotó el aula. Lo entrevista Javier Morán en La
Nueva España.
-¿A qué monasterio benedictino pertenece
usted?
-Vivo fuera del monasterio porque estoy
exclaustrado. Benedicto XVI, cuando aún no era Papa, sino en su anterior puesto
en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el nombre de Ratzinger, me
prohibió hablar en público.
- ¿Por qué?
-Pensó que yo ya no interpretaba correctamente
el catolicismo.
-¿Se defendió usted?
-Le escribí una carta diciéndole que no iba a
hacerle caso por motivo de conciencia y por motivos pastorales.
-¿Por qué un benedictino acude a la espiritualidad oriental?
-En la Iglesia católica no se enseñó la oración contemplativa y aún hoy día
sigue habiendo dificultades con esa enseñanza.
-¿Conoció al jesuita Anthony de Mello, también amonestado por la Santa Sede?
-Parecido problema al mío.
-Le acusaron de panteísta
-A mí me acusan de monista, pero lo que yo
enseño no tiene nada que ver con ello.
-¿Es compatible la espiritualidad oriental con el credo católico?
-Existe una espiritualidad transconfesional y a ésa me dedico. Pero eso no
significa que yo tenga que dejar la confesión católica.
-El teólogo Rahner decía que el siglo XXI, o es místico, o no será nada.
-Yo también creo eso, porque, o bien hacemos
experiencias en el espacio transpersonal, o no vamos a poder sobrevivir como
especie humana.
-¿Qué significa experiencia transpersonal?
-Nuestra personalidad es un logro de la evolución, pero al mismo tiempo
significa una limitación. Nuestra conciencia tiene que ampliarse. Nos hemos
desarrollado desde una conciencia prehomínida y de allí evolucionamos hacia una
conciencia mágica, luego mítica, luego mental racional, pero no podemos
quedarnos ahí.
-¿Qué es ese ahí?
-Provenimos de un paraíso en el que alguna vez
nos sentimos en una unidad simbiótica con la naturaleza, y lo que llamamos
pecado original no es otra cosa que el haber desarrollado la conciencia
individual fuera de esa simbiosis. Pero, apenas salimos de ella y pudimos decir
tú y yo, empezó a matar Caín a Abel. Desde entonces nuestra especie no ha hecho
otra cosa que matarse mutuamente y eso se ha agravado muchísimo. Hemos llegado a
un punto donde no sabemos cómo va a seguir esto. En el siglo pasado se mataron
mutuamente cien millones de personas y ninguna moral surtió efecto.
-¿Por qué?
-Esas frases de «debes hacer», o «tienes que»,
no han hecho adelantar a nuestra especie humana para nada. Los grandes
profesores y sacerdotes del mundo fueron un fracaso en este sentido. No estoy en
contra de los profesores o de los sacerdotes, pero sus enseñanzas no han ayudado
a los hombres.
-¿Alternativas?
-Tenemos en nuestro interior posibilidades
para comprender la realidad de un modo que no puede abordarse con la razón.
Nuestra conciencia personal supone un gran logro de la evolución, pero al mismo
tiempo supone una limitación. Caer en la cuenta de esa limitación es esencial
para nuestra especie.
-¿Cuál es esa limitación?
-Creemos que la conciencia del «yo» supone la
única posibilidad de comprender. Pero eso es igual de tonto que cuando creíamos
en el pasado que la Tierra era el centro del universo. Con esa concepción nos
hemos orientado hacia un gran egocentrismo, que es la fuente de todos los males
que conocemos en el mundo. El egocentrismo nos ha llevado al borde de la
desaparición.
-¿Cómo superarlo?
-Para salir de esa limitación hay que entrar
en el nivel de la unidad. Entonces vemos que somos uno con todo y que sólo
existe uno. Una red de pescador consiste en muchas mallas y una malla sola no
tiene sentido. Cada uno tiene sentido en la totalidad.
-Pero algunas religiones ya predican el amor al prójimo.
-Las religiones predican el amor y dicen
«debes amar a tu prójimo igual que a ti mismo», pero no nos han ayudado las
religiones para dar ni un paso hacia adelante. Decimos «mi religión», «mi
confesión», …egoísmo, …y los que no estaban de acuerdo fueron quemados. Eso
sigue igual en el presente: sunnitas y chiitas, judíos y musulmanes,
fundamentalistas en la Iglesia católica. Todos dicen «yo, yo, yo…». Todos los
problemas del mundo resultan de ese egocentrismo.
-¿Nada han contribuido las religiones?
-Sólo cambiaremos si entramos en un nivel
nuevo de conciencia, en el espacio transpersonal. Superar las limitaciones del
yo es algo que la mística de Oriente y de Occidente siempre han sabido hacer,
pero se puede hacer en las religiones y también fuera de las religiones. La
mayoría de las personas buscan fuera de sus religiones.
-Las religiones también han evolucionado.
-Las reformas en las religiones han sido como
cambiar los muebles de un mismo piso. Lo hemos hecho muchas veces y no ha
servido de nada. Lo que tenemos que hacer es subir un piso más arriba en la
experiencia de lo religioso.
-¿Qué hay en ese piso?
-Un nuevo nivel de la conciencia. Se trata de
ser más plenamente humano. Hay que preguntarse qué sentido tienen esos pocos
decenios de mi vida en un universo de miles de millones de años. Ese sentido es
que debo ser plenamente ser humano, y ahora lo voy a decir en la manera
cristiana: Dios quiere ser persona en mí, tal como soy en este momento, con esta
figura que tengo. Es el único motivo por el que existimos. Por eso bailo esa
danza de la vida, pero no soy yo el que está bailando, sino que estoy bailado.
Dios se baila a sí mismo en mí. El maestro Eckart dice que Dios se saborea a sí
mismo en las cosas. Ése es el motivo de mi existencia.
-¿Y lo transpersonal?
-Yo tengo una importancia sin igual. Por eso
dice Eckart que si no estuviera yo, Dios no sería. Por eso tengo un significado
único con mi vida, con esos pocos decenios en medio del universo. Mi ser
verdadero no es la conciencia del yo, sino algo que no nace y no muere. Lo que
soy en lo más intimo es algo que seguirá cuando mi cuerpo físico haya muerto. Y
no soy el único que está bailando, sino que bailan conmigo muchas personas, que
tienen la misma importancia que yo. Cuando experimento esto, mis actuaciones
serán diferentes.
-¿Cómo se hace uno místico?
-La mística es una forma de oración, un camino
de oración. Existen diferentes formas de oración y la mística es uno de esos
caminos. Y muchos cristianos llegan a una frontera con su oración verbal
dirigida hacia un Dios personal y entonces entran en una nueva forma de oración,
y esa oración es una nueva experiencia de lo que llamamos Dios.
-Esa oración, ¿es la contemplación?
-Eso es lo que la tradición llama oración
contemplativa, y lo conocemos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz,
de Francisco de Osuna… Hay un camino donde se enseña esa religión mística. Todas
las religiones conocen dos formas de oración, una esotérica y otra exotérica.
Las religiones, como el budismo, cristianismo, judaísmo, hinduismo e islamismo,
tiene sus sagradas escrituras, sus dogmas, ritos, liturgias y esa forma de
religiosidad se reza de forma exotérica. «Exoteros», en griego, quiere decir
«desde fuera», y el rezo verbal o meditar sobre un texto serían la oración
exotérica. En esa forma lo que hago es activar mis potencias psíquicas, como
intuiciones, pensamiento…
-¿Y la oración esotérica?
-Todas las religiones también tienen una forma
esotérica de oración. El budismo ha desarrollado las formas del zen y del
Vipassana; el hinduismo ha desarrollado las diferentes formas del yoga; en el
islamismo conocemos el sufismo, y en el cristianismo tenemos la mística, que
también es la contemplación. «Esoteros» significa «desde dentro» y en la forma
de oración esotérica hago lo contrario: voy sosegando toda actividad mental,
intento sosegar las potencias psíquicas, como memoria, voluntad y entendimiento,
para que pueda irrumpir lo que está detrás de ello.
-¿Por qué se perdió en el catolicismo la
contemplación?
-La Iglesia católica dice que esa forma de
oración contemplativa es una oración privada y no le gusta. Quiere que todos
tengan la misma práctica que la Iglesia ha fijado. Todas la religiones teístas,
como el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo, tienen problemas con lo que es la
mística.
-¿Miedo a que la persona entre en contacto
directo con Dios?
-La institución de la Iglesia teme perder el
control.