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La Nueva Tierra - capitulo 2

Evolución


Sabed que vosotros no estáis separados de vuestra Fuente. Nunca habéis estado separados uno del otro. Nunca habéis estado separados de todos los hermanos y hermanas que tenéis en infinidad de planetas en vuestras galaxias. Nunca habéis estado separados de ninguna criatura en vuestro planeta. Habéis olvidado, eso es todo, habéis olvidado que sois Dios/Diosa oliendo la rosa de la vibración y el entusiasmo de esta dimensión de realidad...


La Creación en sí es una expansión del pensamiento y auto-conocimiento de nuestro Creador. La evolución de las entidades álmicas es otro aspecto de esta expansión. A través del proceso de Evolución, las almas individuales, cada una una  "chispa" de la Conciencia del Creador, se embarcan en un viaje de exploración y crecimiento para finalmente regresar a la unidad con el Creador, dotados con la totalidad de sabiduría y experiencia.

En su descenso evolutivo hacia los mundos de materialidad, el Alma desarrolla cada vez más su conocimiento del yo como entidad individual. El ego-yo se torna más asertivo gradualmente, ganando fuerza y ampliando su campo de exploración. A medida que desciende hacia los mundos de densidad y de materia, el auto-conocimiento se convierte en ego-centrismo, dando lugar al deseo de ganancias personales y a un sentimiento de superioridad, en ocasiones adquirido agresivamente, a veces hasta con violencia. Cuando todas las posibilidades de su ego-desarrollo han sido completamente exploradas puede empezar entonces su viaje de regreso hacia planos más altos de unidad, aprendiendo las artes de cooperación más gentiles, compartiendo con otros. La culminación eventual va a ser su reunificación con la Unidad del Creador en forma de un alma evolucionada, totalmente consciente y llena de compasión.

Y es de esta manera que iniciamos el gran Ciclo de Evolución. Conforme el alma o espíritu va descendiendo hacia mundos cada vez más densos y materiales, va desarrollando su correspondiente sentido de individualidad.

Durante el descenso del Espíritu, en ocasiones llamado el arco descendente, no existe únicamente una tendencia hacia una mayor materialidad, el Espíritu va envolviéndose en materia para poder aprender a recibir impresiones a través de ella, pero también hay una tendencia hacia la diferenciación, la corriente de Vida Divina va dividiéndose y sub-dividiéndose en un cada vez mayor número de pequeños arroyos y unidades de conciencia.

[ "The Solar System" por Arthur E. Powell – Theosophical Publishing House London Ltd]

Por el hecho de descender progresivamente hacia una materia más y más densa, el alma experimenta una creciente separación y pérdida de contacto con las Esferas Superiores. Al mismo tiempo, el alma va desarrollando y experimentando un sentido de separación de las otras almas, y el aumento correspondiente en la conciencia del yo que, a su vez conduce al egocentrismo. Esta incrementada sensación del yo es reforzada por la necesidad de satisfacer los requerimientos de un cuerpo físico en un mundo de materia densa, en donde al alimento y la protección de los elementos son esenciales para la supervivencia. De esta manera la combinación de alma + cuerpo se ve forzada a enfocarse en la propia supervivencia, la cual puede volverse fácilmente competitiva y explotadora en sus relaciones con demás, que a su vez persiguen objetivos similares.

Esta potente combinación de los efectos de la materia física, el egocentrismo y las exigencias corporales, primero crea y luego intensifica a un grado extremo el conflicto entre el Ego y la Unidad: entre el Yo y el Flujo de la Creación. Este conflicto inherente suministra, a su vez, muchas y complejas oportunidades para ejercitar el don del libre albedrío (o voluntad propia) de nuestro Creador, lo que permite al alma en evolución explorar senderos y direcciones evolutivas alternativas hacia la Sabiduría Superior y, por lo tanto, experimentar y aprender a partir de sus efectos.

Ciertamente estamos forzados a confrontar y aprender de los resultados de todas nuestras acciones; esta  "Ley" es expresada en la Sabiduría Oculta y en las filosofías Orientales como la  "Ley del Karma": es decir, que debemos experimentar, comprender plenamente y asimilar los efectos de todas nuestras acciones, tanto  "buenas" como  "malas", antes de que podamos continuar hacia nuestra siguiente lección o experiencia. Cada pensamiento, cada acción, tiene su efecto, del cual debemos, en última instancia, experimentar y aprender. De igual manera, todo lo que nos sucede tiene una causa y esa causa puede entenderse como originada en nuestras acciones pasadas o en nuestro pensamiento. Causa y efecto. Todo lo que ahora existe es el resultado de acciones pasadas, buenas o malas; y el futuro será el resultado de las acciones presentes.

Al experimentar los efectos de estas acciones, el alma en evolución aprende a discriminar entre  "bueno" y  "malo" de esas acciones, que aspiran a o se oponen al sendero de la Sabiduría Superior, esas acciones que promueven el yo y el ego versus aquellas acciones que reflejan el mayor bien universal colectivo; esas acciones que son positivas y creativas versus aquellas acciones que son negativas o destructivas.

Así, el alma gana una mayor sabiduría, que no podría obtenerse de otra manera si se siguiera el  "sendero recto y estrecho". Es solamente a través del conocimiento de lo  "malo", tanto de sus causas como de sus efectos, que el alma en evolución puede comprender lo  "bueno" en su total y genuino entendimiento, resultante de una experiencia física y emocional. Porque aprender a evitar el  "mal" no llega sin sufrir sus resultados; ciertamente experimentar los efectos desagradables de acciones inapropiadas es la llave esencial para el aprendizaje y, por ende, un importante elemento de la evolución.

La concentración por parte del ego en la auto-motivación y el auto-interés, que representa el factor dominante de la parte descendente del arco evolutivo, lleva inevitablemente a un conflicto mutuo competitivo, a medida que cada ego-individual trata de aprovecharse de ello y  "obtener lo mejor" de los otros. Esto explica porqué las relaciones políticas y sociales en la Tierra han tendido a dominar el pensamiento humano y la actividad de grupo. También explica porqué hemos fallado tan rotundamente hasta ahora para vivir en paz el uno con el otro. La simple regla de un comportamiento político correcto, o sea: que no hagamos nada que sea dañino para los otros, es aceptada en casi todos los mundos más desarrollados que el nuestro.

Esta fijación en desarrollar nuestra individualidad a expensas de los otros ha provocado la mayor parte de los problemas experimentados por la Humanidad en la historia de la Tierra. Y también ha causado el que muchas almas  "caigan" aún más. A través de actos negativos y pensamientos manifestados en varias formas de opresión, asesinato, tortura y perversión, estas almas acaban por encontrarse enredadas en los Mundos Astrales, obscuros y densos, en lo que llamamos el  "Bajo Mundo" o  "Infierno" cuando salen del plano de la Tierra.

Además, algunas almas particularmente  "rebeldes" por su fiera voluntad, o aquellas que no han desarrollado una capacidad emocional, han creado dentro de nuestra Galaxia grupos de mundos planetarios totalmente separados del Plan Evolutivo del Creador. Estos son ciertamente Mundos Oscuros y desde ellos han buscado, por medio de conquistas y guerras galácticas, ganar poder y avanzar a través de la Galaxia, utilizando la esclavitud y la perversión de aquellos más débiles que ellos.

Estas almas  "oscuras" y  "negativas", conocidas de forma colectiva en el mundo de lo oculto como las  "Fuerzas de la Oscuridad", han tenido en el pasado distante un éxito parcial al dominar varias veces al Planeta Tierra. Elementos de estas  "Fuerzas de la Oscuridad " han permanecido subsecuentemente en el trasfondo de nuestro mundo, buscando constantemente convertirse en el poder detrás de varios regímenes opresivos y de líderes voluntariosos; promoviendo guerras, conflictos y opresión. Afortunadamente, cualquiera que fuera su influencia, en estos momentos está siendo limpiada de la Tierra por la Jerarquía Espiritual, a tiempo para la pronta Ascensión de nuestro Planeta al nuevo Milenio. De hecho, a las Fuerzas de la Oscuridad se les están reduciendo sus poderes en toda nuestra Galaxia en preparación para el inminente Ciclo de la gran Ascensión Galáctica, que coincide con la nuestra.

Dentro de nuestra Galaxia, generalmente estas Fuerzas Oscuras han sido contenidas físicamente por las más fuertes y numerosas  "Fuerzas Intergalácticas de Luz". Sin embargo, esto no ha sido fácil, ya que en el pasado han tenido lugar en nuestra Galaxia algunas poderosas batallas interestelares entre las Fuerzas de la Luz y las Fuerzas de la Oscuridad. Pero, al final, las Fuerzas de la Luz deben triunfar y siempre lo han hecho, pues el sendero positivo ascendente del amor y la conciencia de los demás debe ser el destino final de toda la Creación evolutiva.

Aun estas almas rebeldes, habiendo  "caído" en mundos de oscuridad, también están aprendiendo de su propia experiencia del mal. Eventualmente ellas van a cansarse del constante conflicto competitivo; al final se sienten impulsadas a empezar a buscar la salvación, hacia arriba, hacia los Reinos de la Luz. Cuando genuinamente empiecen a buscar la Luz, siempre serán diligentemente asistidos por sus Guías Espirituales en su ascenso hacia planos superiores.

Y así, estas almas  "errantes" eventualmente redescubrirán por sí mismas, arduamente, la verdadera dirección de la evolución. Regresarán al Camino de la Sabiduría, no solo mucho más sabios, sino ciertamente como almas más fuertes que muchos de nosotros, con una capacidad de comprensión mucho más profunda de lo que es  "correcto" y lo que es  "equivocado". Así, aun las expresiones más extremas del  "mal" pueden contribuir al conocimiento, al aprendizaje y a la experiencia que componen la esencia misma de la evolución.

A medida que experimentamos las guerras y los conflictos en sus numerosas manifestaciones, entre naciones y grupos étnicos o religiosos a lo largo del mundo, en política y en comercio a nivel nacional o local, en nuestras propias familias o en nosotros mismos, llegamos finalmente al verdadero entendimiento de la naturaleza y la comprensión de la inutilidad de una agresión motivada por el yo, de acciones basadas puramente en el auto-interés individual ejercitado a expensas de otros.

En el desarrollo de esta consciencia, ya sea individual o colectivamente, nosotros, los que estamos en la Tierra, estamos llegando por fin al final del largo y descendiente Arco de Evolución, la fase de individualidad competitiva.

Este es el punto crítico del no retorno, el punto del equilibrio: el movimiento descendente hacia un estado de separación, lejos del Creador, que da un giro, convirtiéndose en el sendero ascendente hacia la Unidad junto con las demás formas de vida. A partir de este punto empezamos a ver las ventajas de la colaboración y la cooperación, del respeto y la asistencia mutuas.

El punto en donde se realiza el giro es, sorprendentemente, el punto de mayor conflicto dentro de cada alma y también en forma colectiva dentro de las sociedades y naciones. En este tiempo crítico sobre la Tierra – y es por ello que muchos de nosotros hemos escogido estar aquí en este preciso momento – aumentan las decisiones inherentes a nuestro mundo de dualidad: el Yo versus la Unidad, y el Espíritu versus la Materia. Aquí también las Fuerzas de la Oscuridad, viendo la forma en la que nos movemos, están tratando desesperadamente de mantener una  "última trinchera " de control sobre la Tierra, redoblando sus esfuerzos para distraernos de nuestro camino de regreso a la Unidad.

“Esta es la gran batalla del Universo, el tremendo conflicto entre el Espíritu y la Materia. En esta parte del Campo de Batalla se encuentra el punto de equilibrio. El Espíritu, habiendo teniendo innumerables relaciones con la Materia, al principio parece dominado; luego aparece el punto de equilibrio, cuando ninguno tiene la ventaja sobre el otro. Luego, lentamente, el Espíritu empieza a triunfar sobre la Materia para que, al final de esta etapa, el Espíritu sea el señor de la Materia, y esté listo para el ascenso”.

[ "The Solar System" - Arthur E. Powell – Theosophical Publishing House London Ltd.]

Tenemos ahora que realizar un cambio de conciencia alejado de la percepción del yo como una unidad individual auto-contenida responsable sólo de ella misma. Necesitamos desarrollar una percepción del yo como un componente de un grupo más amplio: armonizándonos dentro de la familia y la comunidad, colaborando en lugar de competir en el servicio productivo de nuestro  "trabajo", respetando toda vida humana y, finalmente, respetando a toda la Creación. Debemos aprender a transmutar nuestro interés personal por el cuidado y preocupación por los otros, trabajando juntos, cooperando con nuestro prójimo así como con los reinos animal, vegetal y mineral, sin buscar tomar ventaja sobre el otro para nuestro propio beneficio.

Este  "regreso a la unidad" no implica que el individuo se convierta en  "una pieza más de la rueda", sino más bien en un componente sabio, experimentado, compasivo, pensante y dispuesto a cooperar dentro de un grupo más amplio que, en última instancia, es universal. Aunque nos estamos agrupando, no separando, unificando no dividiendo, en categorías, cada Alma permanece por siempre a través de la Creación Unificada como una  "conciencia individual", cada una enriquecida por su propia y personal acumulación de experiencia y sabiduría.

En el ascenso, de regreso a través del Arco de Evolución, cuando el alma regresa a su Origen, porta ya una conciencia totalmente desarrollada y un conocimiento de la vida que incorpora una miríada de aspectos. Sobretodo, hemos aprendido lo que es  "correcto" y lo que es  "equivocado" lo cual nos permite tomar decisiones seguras, acordes con la verdadera dirección evolutiva. Aunque estamos regresando a la Unidad, cada uno de nosotros forma parte ahora de esa Unidad como conciencia plenamente individual.

“Durante el arco en ascenso, cuando la diferenciación se ha realizado finalmente por medio de la división de la Vida Divina como entidades humanas separadas, la tendencia es hacia la unidad, así como hacia una mayor espiritualidad. En esta etapa, el espíritu, habiendo aprendido perfectamente cómo recibir las impresiones a través de la materia, y cómo expresarse a través suyo, y habiendo despertado sus poderes inactivos, aprende a usar estos poderes correctamente al servicio del Logos”.

[ "The Solar System" - Arthur E. Powell – Thesophical Publ. House, London Ltd.]

La Fuerza de Pensamiento de nuestro Creador, que continuamente avanza como un  "Río de Pensamiento" en la creación y el sostenimiento del Universo, también tiene cualidades inherentes magnéticas de fuerza de Luz, las mismas que conocemos como Amor. El Amor es una energía de fuerza de atracción cohesiva y magnética, siendo la fuerza-de-Luz coherente detrás de toda materia que se manifiesta, así como la fuerza magnética que proyecta toda la Creación de vuelta al centro de Su Unidad. Cuando esta Fuerza de Amor es transmutada hacia abajo a través de la experiencia de vida de los individuos, encuentra expresión en niveles inferiores como sentimientos de emoción. La emoción puede manifestarse tanto como fuerza positiva o bien tomando forma de oposición como fuerza negativa: amor y odio, atracción y repulsión.

Es esta experiencia emocional positiva-negativa la que provoca los ímpetus más poderosos para nuestra evolución y aprendizaje. A través de nuestros sentimientos y emociones, experimentamos el dolor por los errores y el gozo de ayudar a otros y de contribuir al flujo. Del mismo modo, es a través de nuestras emociones que nos enorgullecemos de nuestros logros personales, pero al mismo tiempo experimentamos una perenne nostalgia por la unidad, ya sea unidad con el ser amado, con una comunidad en virtud de actividades compartidas o la Unidad final con el Origen de la Creación.

Es a través de las emociones que siempre vivimos el impulso de movernos hacia adelante, y como resultado de esto también experimentamos y aprendemos de las alegrías y las tristezas de nuestras acciones. Es a través de las emociones que sentimos simpatía hacia los demás, como recompensa por nuestras propias experiencias de dolor y aflicción. Nos volvemos más sensibles y conscientes dentro de nosotros mismos; también experimentamos la bondad, al igual que la irreflexión, de los demás. Es por medio de las emociones, así como de la mente, que sentimos enojo al percibir la injusticia, o sentimos la aprobación por una conducta correcta y aprendemos así a comportarnos mejor con los demás.

Mientras que el desarrollo de la individualidad es una parte necesaria del proceso evolutivo conforme lo experimentamos, también podemos recordarnos de vez en cuando que todos somos parte y uno con toda la Creación. Esta gran verdad es algo que fácilmente podemos olvidar, por lo enredados que estamos en un mundo de individualidad y condición separatista. Pero el recuerdo de nuestra verdadera e implícita unidad con toda la Creación puede darnos consuelo en tiempos de estrés, al suministrar un sentido de contexto y de realidad así como de seguridad y dirección.

Todos estamos conectados, tanto por un origen compartido como por el continuo Río de Pensamiento Creativo del Creador. Estamos unidos no solo humanos con humanos, también estamos unidos con cada partícula, roca, planta, animal e insecto. Y, finalmente, estamos unidos a nuestro Creador, porque somos una parte de Su sustancia-de-Vida, y a través nuestro Él se mantiene siempre en contacto con cada una de nuestras experiencias. Nosotros mismos somos una extensión de nuestro Creador, experimentando y aprendiendo junto con Él en nuestra larga jornada de evolución.

“Sabed que vosotros no estáis y nunca habéis estado separados de vuestra Fuente. Verdaderamente nunca habéis estado separados uno del otro. Nunca habéis estado separados de todos los hermanos y hermanas que tenéis en infinidad de planetas en vuestras galaxias. Nunca habéis estado separados de ninguna criatura en vuestro planeta. Ni separados de vuestro Sol y vuestra Luna; o separados de cualquier hoja, brizna de pasto o flor que brota en vuestro jardín. Habéis olvidado, eso es todo, y en vuestro dolor y en vuestro juicio de quienes sois, os habéis cerrado. Habéis olvidado que sois Dios/Diosa oliendo la rosa de la vibración y el entusiasmo de esta dimensión de realidad”.

 

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