Por Lluis Bleiz
Desde la antigüedad, los Druidas utilizaban la fuerza de
esta Sangre para mantener el Sagrado Equilibrio Creador
en la Tierra."
Las venas son los canales por donde circula la Sangre
del Dragón, emanaciones energéticas poderosas que tanto
pueden confluir en el exterior ocasionando una irrupción
energética como pueden descender al interior creando un
vórtice o "cueva".
Desde la antigüedad, los Druidas, sabios Maestros de la
Madre Naturaleza y de todo cuanto le rodea, utilizaban
la fuerza de esta Sangre para mantener el Sagrado
Equilibrio Creador en la Tierra. Para efectuar esta
Armonización, el llamado 'Diálogo con la Diosa', los
Druidas como excelentes y profundos conocedores del
llamado telurismo terrestre utilizaban las
construcciones megalíticas que los ancestros habían
erigido.
Los Dólmenes por lo general tienen su eje orientado en
dirección Sureste. Las líneas Hartmann alrededor de un
dolmen se apartan en las cuatro direcciones, rodeándole
y formando un caparazón de protección energética cuya
zona central ( bajo la Gran Losa) que es neutra y en
donde reina la calma. Es en definitiva un templo
natural, armonizador y equilibrador.
Esta zona neutra, es conocida como "estancia dolménica"
y se le asigna una polaridad negativa. El Eje
Sureste-Noroeste, es el eje entre Mundos, es el Velo o
Umbral. El Dolmen que esta cargado se convierte así en
una cámara que da acceso al iniciado para penetrar en
los Sidhe de los Tuatha.
En una estructura dolménica desde el interior de la
Tierra asciende una onda vibracional cuyo armónico
sintoniza con otra medida espacio-temporal, pudiendo el
iniciado sentir aspectos del pasado o penetrar
directamente en otras realidades. El punto de este
vórtice de energía se sitúa a 1/3 de la altura de la
cámara dolménica o zona neutra y es literalmente un
agujero de entrada al otro Mundo.
¿Porque estas estructuras se realizaban en piedra?.
Hemos de tener en cuenta que la piedra posee dos
características notables; primero, es un acumulador de
energías cósmicas y telúricas y segundo, la piedra es
una materia capaz de entrar en vibración. Es gracias a
estas dos características que la losa superior del
Dolmen, adquiere gran importancia. Cuando se abre una
línea energética hacia la superficie, de forma
especular, una línea energética celeste o cósmica
desciende a su encuentro (como es arriba es abajo) de
misma intensidad y polaridad inversa.
Dicha energía de polaridad positiva, es detenida y
acumulada por la Gran Losa. La Gran Losa, es utilizada
para reestablecer la armonía vibracional positiva, lo
cual regenera los nodos energéticos de los seres vivos,
proporcionándoles en definitiva salud.
Precisamente aprovechando la energía de un dolmen activo
y contagiándonos del egregor ancestral que desprende
podemos conseguir una armonización de nuestro estado
general de salud, impregnándonos de todo ese telurismo
terrestre almacenado en esa matriz o receptáculo llamado
dolmen y del telurismo cósmico proveniente de nuestro
cielo, de nuestro universo, del cosmos.
Las construcciones megalíticas interaccionan con los
seres vivos, pero sobretodo interactúan con la Madre
Tierra. Los dólmenes estaban casi siempre colocados en
lugares privilegiados, en nudos de corrientes telúricas
que pueden ser de muy diverso orden: ya sean corrientes
cuyas fuentes profundas nos sean desconocidos, surgidos
sin duda del magma central, o bien de otras, más
fácilmente determinables, surgidas de capas freáticas
subterráneas. Es en este lugar donde la corriente
telúrica ejerce en el hombre una acción espiritual, el
dolmen así situado, "alienta el espíritu" y recrea la
caverna primordial donde el hombre va a buscar el don
terrestre.
Las corrientes de agua subterráneas originan multitud de
radiaciones y cambios en el terreno por donde pasan, por
ejemplo, si observáis los árboles que están al lado de
una cauce de un río o los árboles que hay en la ciudad
por encima del alcantarillado, podréis observar como
muchos de ellos están inclinados en la dirección en que
corre el agua. Incluso algunos tienen protuberancias que
indican el efecto de dichas corrientes.
Tal y como comenta Mariano Bueno, Director del Centro
Mediterráneo de Investigación Geobiológicas:
“ En zonas de gran radioactividad natural hallamos los
lugares sagrados, zonas de culto milenario o de reposo
de los antepasados. Nuestras mediciones actuales nos
muestran fuertes anomalías geomagnéticas, elevados
niveles de radioactividad u otras alteraciones
geofísicas en tales asentamientos, que por regla
general, fueron marcados por petroglifos, menhires,
dólmenes, pirámides u otras construcciones pétreas que
siguen indicándonos la presencia de algo especial, de
una energía que convenía tener en cuenta o temer, según
el caso".
Para los Druidas, si bien los Dólmenes, hacían una
función más pasiva, como receptáculo de la energía
cósmica y telúrica a la vez, siendo así el polo pasivo o
femenino (La Diosa), el Menhir establecía el polo activo
o masculino (El Dios) contrapunto megalítico que
proporcionaba el equilibrio sagrado y la armonización
del terreno en donde vivían, cultivaban y pastaba su
ganado, obteniendo por ello mejores cosechas y calidad
de vida.
Es por esta razón, que nuestros sabios ancestros
llevaban a su pueblo a instalarse cerca de Dólmenes y
Menhires con la certeza que a través de estas
construcciones megalíticas vehicular izarían un medio de
protección para la subsistencia de sus campos de
cultivo , así como del pasto de sus animales y de la
salud de su tribu.
El Menhir, contrariamente al comportamiento del Dolmen,
atrae las Venas del Dragón, que se deforma para
adaptarse a esa atracción. Por lo general se encuentran
bajo el Menhir tres Venas tanto en sentido Norte-Sur
como Este-Oeste, de modo que el Menhir queda
intensificado por nueve nudos o cruces.
Por lo tanto los menhires actúan como captadores y
emisores de energías. Estas columnas de piedra tienen la
función de captar y acumular las corrientes telúricas.
Si el Dolmen generaba un vórtice hacia el interior, el
Menhir es literalmente un surtidor, una abertura para la
energía concentrada en el cruce de nodos. Los ancestros,
al 'sacar' esa energía del subsuelo lograban convertir
en más fértil un perímetro dado con el beneficio que
suponía para la agricultura y por consiguiente para la
Tribu.
El Menhir es una Salida, una irrupción energética que se
canaliza con sabiduría. Como en el caso de los Dólmenes
son por consiguiente puertas aunque de dirección
opuesta.
Un Campo con Menhires, es un campo profundamente
energizado y ratado' es un recinto donde el Dragón se
manifiesta mientras que en el Dolmen o 'cueva', el
Dragón dormía guardando el tesoro (recordemos las
leyendas de Dragones).
La energía circula bajo el Menhir de forma espiral, con
dos espirales bajo tierra y cinco arriba. Como toda
emanación, la polaridad del Menhir es positiva. En
definitiva, el Menhir viene a ser para la Tierra, una
gigantesca aguja de acupuntura.
El más grande, conocido a la fecha, es "Le Grand Menhir
Brisé" o "Er Grah" cerca de Locmariaquer en Bretaña, el
cual mide 21 metros de altura y pesa más de 300
toneladas. Este Menhir fue derribado por el clero.
En muchos casos los Menhires se encuentran en grupos, ya
sea alineados en una sola línea, en varias líneas
paralelas como el caso de Carnac, o dispuestos en
círculos, dependiendo de la zona que se quiera generar.
No es lo mismo fertilizar una Tierra evitando su
inundación (los bloqueos de cruces Hartmann frenan las
corrientes freáticas) que elaborar un recinto Sagrado,
un lugar donde la energía telúrica se manifieste y
podamos 'comunicar' con los Dioses. El Menhir,
neutraliza la actividad de los cruces energéticos
provocados por las corrientes subterráneas y distintas
ondas sacándolas hacia el exterior. El menhir señalaba
los lugares en los que las "corrientes fecundantes eran
particularmente activas".
Para Miguel Serrano los menhires se clavaban en sitios
específicos para evitar inundaciones, hundimientos y
otras catástrofes, mientras que los dólmenes servían
para la transformación espiritual del iniciado.
En definitiva, los monumentos megalíticos fueron
estudiados y reutilizados de manera profunda por los
Druidas para conseguir armonizar la Tierra y sus
criaturas. Además, también los utilizaban para sus actos
mágicos, ya que dada su energía, se servían de un gran
canal que potenciaba las invocaciones a sus Dioses y a
los elementos de la naturaleza. Es por ello, que puestos
en pie desde la Gran Losa de los Dólmenes celebraban
ciertos ritos de evocación. Cerca de los Dólmenes y en
las piedras circundantes, pueden observarse en muchos de
ellos, una especie de receptáculo hecho en la propia
piedra, llamado cazoleta, que era donde los Druidas
hacían las mezclas para sus pócimas, elixires, etc...
Más adelante, los templos substituirían a Dólmenes y
cromlechs, como el de Stonehenge. Olvidaríamos la
Astronomía celeste que regían estas Grandes Estructuras
al igual que dejamos de sentir como vibran los Dólmenes
y Menhires de señalados centros terrestres, al ser
mojados por el rocío o "agua de la luna".
Para facilitar la comprensión de lo que en este artículo
se expone en referencia al telurismo, es conveniente
aclarar conceptos.
¿Que es esto del telurismo?
Lo primero que se aprende al iniciarse en la
radiestesia, es que todos los cuerpos emiten unas ondas
o radiaciones que el instrumento radiestésico traduce
mediante una serie de movimientos. Los radiestesistas,
en su afán por catalogar cuanto se ponía bajo su péndulo
o varilla, fueron clasificando todos los cuerpos según
sus radiaciones, llegando al extremo de afirmar que cada
persona, enfermedad, medicamento u objeto, emite ondas
particulares. No es de extrañar, entonces, que
intentaran hallar la radiación de cualquier anomalía
detectada en uno u otro lugar. Así fue como percibieron
reacciones con sus instrumentos en el emplazamiento de
las camas de algunos enfermos, y comprobaron que al
hacerles desplazar la misma, o cambiar de habitación, se
conseguían abundantes casos de mejoría y curación. Las
radiaciones causantes de dichas perturbaciones fueron
llamadas "ondas nocivas".
Las primeras observaciones científicas sobre las
influencias nocivas de los suelos de las habitaciones, y
las perturbaciones que provocan, se atribuyen a un sabio
inglés, el doctor Haviland, quien a finales del siglo
pasado presentó varios de sus trabajos a la Sociedad de
Medicina de Londres. Apenas le hicieron caso.
En el periodo de entreguerras, un ingeniero francés
apasionado por la radiestesia, Henri Mager, percibió la
existencia de un determinado tipo de radiación en el
suelo de algunos terrenos. Constató que formaban como
una "red" de mallas relativamente regulares y que su
máxima intensidad se centraba en los puntos de
intersección de las líneas de la red. Mager limitó sus
investigaciones a determinados lugares: suelos muy
mineralizados, arcillosos o que presentaban excesos de
agua. Fue el doctor Peyré, un médico del municipio
francés Bagnoles-de-L'Orne, apasionado por la
radiestesia, quien enunció la hipótesis según la cual
esa cuadrícula energética circundaba todo el planeta:
Se trata de una radiación norte-sur, aparentemente
magnética y causada por el magnetismo terrestre, y una
radiación este-oeste, perpendicular a la primera y de
apariencia eléctrica. Son radiaciones rectilíneas, por
lo que no pueden ser debidas a distintas influencias
telúricas, como la composición del suelo o a presencia
en el subsuelo de fallas o corrientes de agua
subterráneas, que son siempre sinuosas y surcan la
corteza terrestre siguiendo un recorrido variable, en
función de los accidentes del suelo. (Esas nuevas
radiaciones) cubren nuestra esfera de una red que marca
zonas cuadradas neutras, compartimentando el suelo y
elevándose en la atmósfera, entrecruzándose en dirección
norte-sur y este-oeste...
Sin embargo, el verdadero emprendedor de las
investigaciones sobre esta red de energía fue un médico
alemán, el doctor Ernst Hartmann. El Dr. Hartmann
trabajo por más de diez años en el estudio de las
influencias del medio ambiente en el hombre,
principalmente las del subsuelo. En 1935, tras numerosas
experiencias efectuadas en la ciudad en la que ejercía,
llegó a la conclusión de que la salud física y mental de
una persona depende del lugar en el que vive, duerme y
ejerce su actividad. Junto con un equipo de físicos y
médicos, y tras numerosos experimentos, concluyó que "la
tierra está recubierta por una red global de ondas fijas
que parecen ser producidas por una radiación terrestre
que proviene del interior del planeta y que se ordena en
forma de retícula al atravesar las capas de la corteza
terrestre".
El Dr. Hartmann y su equipo midieron la resistencia del
cuerpo humano y las variaciones que ésta experimentaba
al desplazarse una persona dentro del área estudiada. Se
encontraron así puntos donde se registraban alteraciones
bruscas en las mediciones. Al marcar estos puntos sobre
un plano, vieron que estos conformaban una especie de
cuadrícula o retícula, es decir, constituían los puntos
de intersección de unas hipotéticas líneas de fuerza o
energía, dispuestas en forma de malla o red. La
existencia de estas líneas ha sido corroborada por
posteriores investigaciones
El arquitecto Rémi Alexandre la definió como una
cuadrícula de radiaciones o zonas de perturbaciones
cosmo-telúricas, como una inmensa telaraña tejida a
escala de todo el planeta.
De hecho, esa extensa red estaría compuesta de varias
rejillas que se superponen e interfieren. Podría decirse
que todas forman una rejilla global biológicamente
activa. El doctor Hartmann constató que esa "rejilla"
global constituye un vasto conjunto de "paredes
invisibles", como una red o una cuadrícula de
dimensiones supuestamente fijas. Dispuesto sobre el
suelo, se le encontraría elevado en toda la biosfera.
Las líneas Hartmann se pueden concebir como paredes de
energía sutil emanando del subsuelo y extendiéndose
verticalmente hasta una altura de 2,000 metros. Esta red
se puede detectar en todas partes, tanto en terreno
llano como en la montaña, en el agua, en el exterior y
en el interior de las viviendas. Si éstas son de varias
plantas, está verticalmente presente en los mismos
lugares de cada nivel. Estas líneas o bandas se orientan
en función de los polos geomagnéticos; corren
paralelamente en direcciones norte-sur y este-oeste. Su
intensidad y densidad son muy variables, dependiendo de
innumerables factores como son la hora del día y los
cambios atmosféricos. No obstante se establece una
constante de unos 21 cm de espesor y su disposición
paralela a intervalos de 2.5 m en las orientadas
norte-sur y de unos 2 m en las orientadas este-oeste. Se
les ha llamado también "Constantes Vitales Terrestres",
pues su armonía o distorsiones nos muestran el grado de
equilibrio o de desequilibrio de un lugar o sus
alteraciones en un determinado momento. Por ejemplo, el
espesor de las líneas puede ir de 21 a 80 cm durante un
eclipse solar o hasta 120 cm durante un movimiento
sísmico.
Tampoco hay que imaginarse la red Hartmann como una
trama geométrica que se proyecta en mallas regulares
sobre la superficie del planeta. Su trazado tiene
múltiples ondulaciones, contracciones, accidentes
diversos e incluso interrupciones puntuales. Con lo que
se compara mejor es con una red o una rejilla.
Esta trama delimita tres zonas de distinta irradiación:
-- Las "paredes" en longitud. Su intensidad es demasiado
débil para molestar al hombre. De todos modos, a veces
la información radiestésica pone de manifiesto una
actividad nociva en su vertical, procedente de una
interferencia entre las asimetrías del subsuelo y de la
red H propiamente dicha.
-- Una zona neutra. Es la parte delimitada por las
"paredes de la cuadrícula". En su interior se encuentran
más armonizadas las constantes biológicas del individuo;
se puede decir que es un área particularmente benéfica,
donde se pueden recuperar las energías perdidas.
-- Los cruces Hartmann. Son las intersecciones de las
líneas de fuerza de la red, que forman cuadros de 21 cm
de lado, donde la energía es más intensa, se hace
notoria y perjudicial.
Los geobiólogos actuales califican esos cruces Hartmann
de "puntos geopatógenos". Consideran que cuando influyen
prolongadamente sobre un organismo, ya sea vegetal,
animal o humano, pueden favorecer la aparición o
evolución de enfermedades. Un cáncer o una depresión
nerviosa profunda no se generan sentándose un par de
horas en un lugar así; a veces deben pasar varios meses
o años, para que se manifiesten trastornos, enfermedades
crónicas o afecciones agudas. Eso se produce
principalmente cuando el punto geopatógeno corresponde
al emplazamiento de una cama o de un puesto fijo, de un
trabajo, por ejemplo. Añadamos que los cruces Hartmann
no son obligatoriamente generadores de enfermedades o
nocivos, sino que pueden serlo en determinadas
condiciones; específicamente cuando dichos cruces
coinciden con venas de agua subterráneas, fallas
geológicas o algún otro tipo de perturbación
subterránea. En estos casos, es cuando los efectos son
más notorios y perjudiciales.
Dado que la red Hartmann es una cuadrícula que se
extiende sobre la superficie habitable en rectángulos de
2 x 2.5 metros, más o menos regulares, es inevitable que
en un dormitorio haya uno o más cruces H. Es
absolutamente imprescindible evitar que la cama se
encuentre en la vertical de uno de ellos. Desde hace
unos veinte años, el Instituto Suizo de Investigaciones
de Geobiología de Chardonne, dirigido por Blanche Merz,
realiza estudios médicos sobre las nocividades
relacionadas con los cruces Hartmann y otras
aberraciones telúricas. Han encontrado que, en la mayor
parte de los casos, basta con desplazar la cama de los
enfermos para constatar una mejora de su estado,
iniciándose un proceso de curación.
En un cruce de líneas Hartmann, sobre una zona
geopatógena debida, por ejemplo, al paso de dos
corrientes de agua subterránea que se cruzan, se
observan alteraciones en la emisión de radiación gamma e
infrarroja. Estas radiaciones de alta frecuencia se
vuelven muy agresivas para el ser humano, cuando se dan
también perturbaciones metereológicas, produciendo
grandes variaciones de las constantes vitales del
individuo, que se traducen en excitación e irritación
continua de sus células nerviosas.
Una de las hipótesis de trabajo sobre la red H establece
que estas líneas de fuerza o energía transportan o
disipan de alguna manera los excesos energéticos
terrestres, ya sean éstos de origen natural o artificial
(como el caso de los transformadores y líneas de alta
tensión, etc.). Las pruebas que apoyan esta hipótesis se
encuentran en las mediciones efectuadas en presencia de
fuerte contaminación electromagnética artificial. Se
observa allí que la estructura de la red H se condensa,
apareciendo con separaciones de tan sólo 1.5 m e incluso
menos.
La detección de la red Hartmann requiere de cierto
entrenamiento, así como un concepto claro de lo que se
busca. Como ya se explicó, estas redes tan solo son
nocivas en la medida que se superponen a otras anomalías
telúricas mucho más fácilmente detectables. Los sistemas
electrónicos empleados en el laboratorio para su
detección, como los georritmogramas, medición de
radiación, receptores de onda corta adaptados, etc., no
son de fácil aplicación y su uso, aparte de su
complejidad, requiere muchas horas de trabajo. Pero el
propio doctor Hartmann ideó un sencillo instrumento que
recibe el nombre de varilla Hartmann o lóbulo antena.
Con su empleo adecuado, permite una detección clara y
precisa de la red en pocos minutos.
Los perjuicios fundamentales que ocasionan tales zonas
de perturbación son de carácter desvitalizante, y van
desde la astenia, trastornos cardíacos, renales,
vasculares, respiratorios, gástricos o metabólicos,
hasta dolencias crónicas graves como el cáncer. Parece
que en locales de proporción áurea no existen
perturbaciones (relación: altura 3m, anchura 4m,
longitud 5m). Las casas de planta circular o hexagonal
son favorables en este sentido.
A partir de aquí pueden practicarse numerosos
ejercicios iniciáticos así como meditaciones que nos
hacen rellenarnos de esa energía universal, recuperando
nuestro propio equilibrio energético. Si tenéis ocasión
de visitar algún dolmen, aunque muchos de ellos están
semidestruidos y nuestra administración los ha relegado
muchas veces al olvido, haced la siguiente prueba:
"Poneros tumbados boca arriba en la losa de cubierta del
dolmen, con las piernas y brazos extendidos. Cerrar los
ojos e intentad captad la energía durante unos minutos,
seguidamente entrareis dentro de la cámara y haréis lo
mismo tumbados o sentados. Si el dolmen todavía esta
cargado, notareis esa energía".