TARTESSOS Y LA ARQUEOLOGÍA PSÍQUICA

 

                                                     

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La arqueología oficial tiene que abandonar su inmovilismo y aventurarse a plantear nuevas hipótesis históricas.

Es difícil hacerse la idea de cual es el volumen total de piezas arqueológicas que hay dispersas en todo el mundo pero con seguridad son millones. Pequeños fragmentos de cerámica, centenares de miles de monedas e incontables utensilios de bronce y hierro, joyas y ornamentos de oro y plata, muebles, telas, papiros, estatuillas… La cifra puede ser interminable y de hecho lo es, pues cada día se descubren cientos de piezas de nuestro pasado en todo el mundo. Existen miles de yacimientos arqueológicos, algunos son de una gran importancia y otros muchos son casi desconocidos.

La gente tenemos la idea de que todo este inmenso material del pasado está atesorado en los Museos arqueológicos. Pero no es así, en los Museos no hay más que una ínfima parte. Entonces, ¿dónde está todo lo demás?. Sin duda alguna, en colecciones privadas. Los Museos, no cabe duda de ello, atesoran el 70% de las piezas de mejor conservación, belleza y tamaño. Y ¿el 30% restante?. Los porcentajes dados aquí ni siquiera pueden considerarse como fiables porque, simplemente, desconocemos el total de piezas arqueológicas que se han descubierto en el mundo.

Quizás les parezca exagerado lo que aquí digo, pero pueden observar por ustedes mismos el gran mercado de antigüedades que se subastan en eBay o en otros sitios de la red. Sobre piezas ibéricas hay un gran mercado de compra-venta en numerosas ciudades de nuestra geografía, sin hablar del mercado negro que existen en Oriente Medio, Egipto, Centro y Sudamérica, India, Pakistán y China. Puedo afirmar que existen colecciones privadas que rivalizan con las de los más importantes museos del mundo y también puedo decir sin miedo a equivocarme que en los últimos dos siglos han sido reemplazadas piezas de gran valor por copias más o menos acertadas que son las que todos podemos ver actualmente en los Museos. También se, porque en su momento hubo documentación de los hallazgos, de descubrimientos asombrosos que luego nadie ha podido ver, como restos de maquinaria con engranajes que recuerdan a nuestros motores actuales, restos de huesos de seres humanos de gran estatura, algunos superando los tres y cinco metros, restos petrificados de tornillos, cubos, esferas, huellas de zapatos… He oído hablar de ciertas personas que atesoran en sus casas manuscritos de la Edad Media de un valor incalculable, mapas elaborados en piel de los primeros siglos de nuestra era, yelmos, espadas, falcatas, joyas, bellos ornamentos, monedas e inscripciones.

Hace unos años se puso en contacto por teléfono un Señor de Castellón que afirmaba poseer más de 150 inscripciones ibéricas encontradas por él en diversos yacimientos arqueológicos de la comunidad valenciana y de otras comunidades. Parecía muy interesado en mostrármelos para ver si me interesaban pero, debió darse cuenta de que no estaba interesado en comprarlas y simplemente se volatilizó no sabiendo más de él. Mi experiencia no es extraña. Si tuviera unos millones que invertir en compras de este estilo podría con facilidad hacerme con una buena colección de piezas arqueológicas y es muy posible que me vendan gato por liebre ya que las falsificaciones están a la orden del día. De hecho, muchas de las piezas de los Museos han sido adquiridas en estos mercados clandestinos donde se trafica con nuestro pasado.

Y escribo todo esto para que nos demos cuenta de cual es la situación de nuestro conocimiento de la Historia. Los arqueólogos solo conocen una pequeña parte del conjunto que intentan explicar según unos fundamentos que ellos saben son aun muy fraccionados. Existe una teoría que tiende a la unificación del criterio histórico y un método de estudio y catalogación de los hallazgos pero, con franqueza, aun existen grandes lagunas en nuestro pasado histórico. De hecho, incluso existen lagunas en lo que sucedió en nuestro pasado más reciente: sin ir más lejos, todavía desconocemos quien mandó matar realmente a J. F. Kennedy o si es verdad o no que saddam Hussein tiene armas de destrucción masiva ocultas (que ya definitivamente no las tiene. Nota de Tartessos.info)

Los arqueólogos se fían de las palabras de los escritores clásicos, citan cuando les interesa a Avieno, a Plinio, a Plutarco, y un largo etcétera, aún a sabiendas que muchos de ellos construyen sus relatos de leyendas ya tergiversadas y explican las cosas bajo la atenta mirada de los gobernantes de entonces, que aplicaban una férrea censura sobre lo que podía escribirse y lo que no. A mi entender, nos podemos fiar de los clásicos tanto como de la Fox o de las actuales agencias de noticias. Incluso menos diría yo, pues entonces el “rigor” era mucho menor y la ignorancia científica muy grande.

En este estado de cosas, afirmar que conocen nuestro pasado es una incongruencia.

Desde aquí intentamos mostrar otra alternativa al conocimiento del pasado. Presentamos una teoría de la historia. Utilizamos como razonamiento lo que puede ser leído en textos de mayor antigüedad que los clásicos, teniendo presente que muchos de estos textos están expuestos en los Museos arqueológicos de todo el Mundo, además de otros documentos que no son de conocimiento público. Hemos comprobado que las traducciones de tales documentos no son acertadas por desconocerse los lenguajes que se hablaban en la antigüedad, en especial en aquellos que son datados en más de 2.500 años.

Por tanto, el relato histórico que nosotros reconocemos difiere bastante del oficial. Gracias al conocimiento de las lenguas antiguas que, en su mayoría derivan del Elengoa, es decir, de la Lengua Celeste, se ha podido saber, entre otras muchas cosas, que la mayoría de la Humanidad es descendiente de estirpes humanas extraterrenas.

Y es aquí, cuando afirmamos esto, que la mayoría de los arqueólogos y profanos nos lanzan una cínica mirada y nos catalogan de chalados cuando esta teoría es la que puede explicar muchos de los expedientes X de la arqueología, incluidos ese gran cúmulo de hallazgos que han sido ocultados o destruidos por ser demasiado comprometedores. Prefieren ponerse una venda en los ojos y engañar a todos antes que admitir que existen evidencias que demuestran que nuestros antepasados utilizaban una tecnología y unos conocimientos que no cuadran con sus teorías evolucionistas. Si prestaran atención a lo que explicamos y analizaran con detenimiento las incontables leyendas de los pueblos de antaño empezarían a comprender de donde ha surgido el mito de los “dioses venidos del Cielo”. Muchos de esos arqueólogos creen en Dios sin caer en la cuenta de que su credo especifica que ese Dios vive en los Cielos y nos creó a su imagen y semejanza. Pueden creer en la Santísima Trinidad y en la virginidad de María aunque engendrara un hijo por obra y arte del espíritu Santo. Y estas creencias les parecen más coherentes que decir que ese Dios es un ser venido de otro Mundo, que llegó a la Tierra y engendró numerosos hijos a su imagen y semejanza, cosa que es muy factible si se cree que hay vida en otros Mundos. El embarazo de María pudo ser una fecundación in vitro, cosa que la ciencia es capaz de hacer hoy en día. Todas las madres de hoy que han tenido hijos sin el auxilio de un varón podrían ser consideradas como la virgen María. ¿Acaso nuestras explicaciones son más descabelladas que las de los teólogos?.

Casi todas las religiones - por no decir todas - hablan de dioses venidos de los Cielos y sus narraciones son bastante parecidas. Algunas incluso sospechosamente iguales. Nuestra creencia, fundamentada en numerosas pruebas, dice que en el pasado la mayoría de la Humanidad hablaba un mismo lenguaje, del cual, con el paso del tiempo, fueron derivándose numerosos dialectos hasta llegar a diferenciarse claramente los unos de los otros. No estamos hablando del Nostrático, sino del Elengoa, un lenguaje del que aun queda un fósil viviente: el euskera. Cuando presentamos una vez a unos vascos algunos ejemplos de este lenguaje afirmaron que se le parecía aunque no del todo. Estamos de acuerdo en ello, el euskera también es un dialecto del Elengoa. Así, no afirmamos que nuestros antepasados hablaran euskera, eso nunca lo diremos. En cambio, es acertado decir que el lenguaje de los vascos, debido a numerosos factores únicos, ha conseguido preservar una buena parte del vocabulario base del Elengoa. De hecho, un euskaldun no tendría grandes problemas para entenderse con un antepasado que le hablase en Elengoa.

Tenemos que dar gracias que la providencia haya preservado la lengua arcaica entre los euskaldunes. Si hubiera desaparecido este lenguaje la humanidad no habría tenido oportunidad de conocer su pasado por haber sido imposible traducir los textos ibéricos, los cretenses, los etruscos y otros de Oriente Medio, por ejemplo. Gracias al euskera ha sido posible reconstruir el Elengoa en un gran porcentaje y ha sido la llave que nos ha abierto los secretos de la Historia antigua. Así, no tenemos más que palabras de agradecimiento hacía este valiente pueblo, que ha plantado cara a todos sus invasores y ha sabido preservar una buena parte de sus tradiciones.

Estamos hartos de que se nos trate como locos o como unos ingenuos estúpidos que creen en marcianitos y en conspiraciones paranoicas. Explicamos todo con la ciencia en la mano y queremos que se nos respete de igual modo que se hace con todos aquellos que creen fielmente en las religiones. A menudo he oído de hombres con prestigiosas carreras teorías que harían reír a cualquier cuerdo y sin embargo se les cree. A Einstein se le consideró un loco hasta que sus colegas de oficio les dio por tomarle en serio. Creo que es hora de que se analice con cierta seriedad lo que exponemos. No es cuestión de creernos porque si, no buscamos eso, sólo queremos que se nos trate con respeto.

 

 

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