Tras serpentear durante algo más de media hora por las costas del sur de Galicia, nos acercamos finalmente a nuestro destino: Santa María de Oia, al sur de la provincia de Pontevedra. Desde el centro de la villa comenzamos a subir por un pequeño camino de acentuada pendiente. Atrás quedaba el mar y frente a nosotros el paisaje estaba dibujado por montes cubiertos de vegetación salvaje, sólo interrumpida por miles, quizá millones, de pequeñas y grandes piedras. Algunas de ellas eran el motivo de nuestra visita a este insólito paraje, ya que un buen número de estas rocas tiene grabados rupestres de miles de años de antigüedad.
Pero, si bien estos petroglifos constituyen un enigma por sí mismos, la clave de nuestra visita a aquel paraje era nuestro guía, quien posee una curiosa cualidad para descubrir restos arqueológicos a través de supuestas capacidades psíquicas. José A. Sanromán Veiga ha encontrado desde 1992 cerca de un millar de grabados rupestres en Galicia y en el norte Portugal, incluidos una veintena que habían permanecido "perdidos" desde 1926.
Luego de ascender unos
doscientos metros, dejamos el coche en un cortafuegos y continuamos la marcha
monte a través. Tras cruzar un pequeño bosque, el panorama se presentaba libre
de árboles y hasta donde alcanzaba nuestra vista sólo había una manta de
vegetación salvaje, interrumpida por enormes rocas semienterradas. A medida que
ascendíamos, el paisaje parecía repetirse una y otra vez: grandes piedras
asomando entre un manto verde oscuro de tojos y silvas.
UNA AGUJA EN UN PAJAR
No podíamos evitar mirar cada una de las rocas que íbamos dejando atrás,
buscando en ellas las señas de algún grabado. Pero sólo un puñado de las miles
que se presentaban ante nosotros habían sido modificadas por la mano del
hombre. Y no podíamos dejar de preguntamos cuáles eran las posibilidades de
encontrar -por puro azar- una roca con petroglifos entre todas las esparcidas
por aquel paraje. Cientos, quizá miles, de horas y una abundante dosis de
paciencia serían necesarias para peinar todos y cada uno de los pliegues de
aquellos montes...
José se detuvo ante una
pequeña roca de modestas dimensiones en la que se apreciaban unos grabados de
apariencia antropomorfa y de tosca representación. "Éste -nos dijo- es uno de
los petroglifos descubiertos por un monje llamado Jalhay que vivió en el
monasterio de Oia. Desde 1926 no se conocía su ubicación exacta, ni la de otros
grabados que hay en la zona. En 1992 me propuse buscarlos ,. y éste fue el
primero que encontré. "
UN HALLAZGO SORPRENDENTE
Quien ha peinado los montes en busca de estos grabados sabe la dificultad que supone buscar un petroglifo sin disponer de alguna piedra como referencia. En estas condiciones nuestro protagonista ha descubierto miles de restos arqueológicos: unos 800 en el lugar donde nos encontrábamos -Santa María de Oia- y otro millar en diferentes puntos de Galicia y Portugal.
"Hay piedras -nos explicó José- que han llamado poderosamente mi atención por la forma en la que las descubrí; yo mismo me sorprendí porque estaban totalmente cubiertas. "
Eso le sucedió en la provincia de A Coruña, cuando localizó dos piedras que tienen dos espirales de cuatro metros de diámetro y que aún siguen cubiertas de maleza. Recuerda que, cuando llegó al lugar por primera vez, encontró algunos sitios de arte rupestre, pero hubo una zona concreta que le "impactó muchísimo porque, estuviera en la posición que estuviese", siempre llamaba su atención. Sin embargo, allí no parecía haber piedra alguna. La sorpresa llegó cuando un año después regresó a la zona acompañado por un hombre que había encontrado numerosos petroglifos en aquel lugar. "y resulta -concluyó-que en aquel sitio en el que centraba mi atención había dos espirales grabadas que él mismo había ocultado para preservarlas."
La técnica y las capacidades
desarrolladas por Sanromán para encontrar grabados rupestres han mejorado con el
tiempo, hasta tal punto que en la actualidad puede aportar datos sobre el tamaño
de los grabados y la distancia a la que se encuentran. Pero ¿qué capacidad es la
que le permite descubrir restos arqueológicos?
ARQUEOLOGÍA PSÍQUICA
Se conoce con el nombre de arqueología psíquica al método de búsqueda de restos del pasado a través de sensaciones y técnicas basadas en percepciones extrasensoriales psíquicas estudiadas por la parapsicología. Desde hace al menos dos siglos son muchos los investigadores heterodoxos que se han valido de sensaciones, sueños y capacidades supuestamente extrasensoriales para encontrar vestigios de otros tiempos.
En este apartado se pueden encuadrar las capacidades de nuestro protagonista, quien, sin embargo, no cree que sean exclusivas: "Creo que todo el mundo puede desarrollarlas, pero hay que practicar un poco y llevar una vida determinada, algo a lo que no todo el mundo está dispuesto".
En todo caso, José asegura que las capacidades que le han llevado a encontrar miles de grabados rupestres le han acompañado toda la vida. Durante muchos años las negó públicamente, pero desde que decidió que ya no las ocultaría más las percepciones fluyen con más facilidad.
Vista general de Santa
María de Oía, en Pontevedra, donde Sanromán ha encontrado alrededor de
ochocientos petroglifos.
Cuando trabaja sobre el
terreno; José pone a funcionar sus capacidades a través de una técnica que le ha
dado excelentes resultados: "Me sitúo en un lugar determinado y empiezo a girar
sobre mí. De repente, siento una sensación especial que me índica que en una
dirección determinada puede haber algo. Con el tiempo he conseguido controlar un
poco esa sensación, por lo qué, en algunas ocasiones, puedo calcular también las
distancias una vez fijada la dirección, echo a andar y tengo casi la certeza de
que voy a encontrar grabados a una distancia aproximada a la que me había
fijado, incluso cuando éstos no están visibles".
La curiosidad
José Sanromán está convencido de que el hecho de llevar una vida sana (no bebe,
no fuma y no prueba ningún tipo de droga) contribuye a fomentar su
extraordinaria capacidad para encontrar restos arqueológicos. También asegura
haber observado que sus presuntas visiones se vuelven más claras cuando se
encuentra "con falta de sueño y en estado de vigilia o semivigilia".
Pablo Novoa. Investigador
Es un incansable estudioso del arte rupestre y, muy especialmente, de los
petroglifos. Sus investigaciones le han llevado a recorrer todos los rincones
del noroeste de la península Ibérica, pero también países como Venezuela,
Colombia, Guatemala, Bolivia, Perú, Italia o Portugal. Novoa ha sido testigo de
excepción de los descubrimientos de José Sanromán. "Para mí ha sido una sorpresa
la forma en que accede a los grabados", nos explica. "A veces -recuerda- íbamos
en el coche por el monte, extendía su mano y, cuando decía que sentía
algo, parábamos. Él se dirigía hacia el sitio señalado, donde en la mayoría de
los casos descubríamos petroglifos, muchas veces tapados por la vegetación o por
la tierra. Cada vez que salía -y salgo- con él surgen nuevos hallazgos y
sorpresas. "
El dato
La para psicología considera que capacidades como las de José Sanromán se deben
a que el sujeto somatiza las percepciones a través de sensaciones. Con el fin de
saber si estas facultades se amplían también a otros ámbitos de la Percepción
Extrasensorial (PES), José está siendo sometido a una serie de pruebas y tests
coordinados por el investigador vigués Juan Carlos Blanco.