La búsqueda heterodoxa de la Atlántida

 

El que de verdad se interesa por el origen de las civilizaciones y la posibilidad de la Atlántida termina encontrándose con informaciones a nivel histórico, religioso, espiritual y esotérico que le toca el alma profundamente y que le hace despertar a otra visión de la historia que muy posiblemente es más cercana a la verdad

 

 

José Torres Fernández. Investigador y escritor 

Dentro de los heterodoxos en la búsqueda de la Atlántida estarían todos aquellos que se apartan de la ciencia oficial, con lo que el ramillete de estudiosos y aficionados es de lo más variopinto, desde los que de cualquier cosa hacen una prueba de que la Atlántida estuvo al lado de su pueblo hasta los que con ciertas evidencias escritas, lingüísticas y arqueológicas hacen hipótesis mucho más serias y merecedoras de tener en cuenta que las de los que se llaman científicos.

Desde mi punto de vista merecen atención prioritaria aquellas teorías que situan la Atlántida en el occidente mediterráneo junto al Océano Atlántico (que por eso se llama así) pues los viejos textos griegos, entre los que destacan los de Platón, y otras fuentes como la misma mitología griega o la egipcia, fundamental en este tema, consideran que aquella civilización antiquísima estaba por allí, en la zona por donde se ponía el sol, donde el océano y la tierra se juntaban, donde las Columnas de Heracles-Hércules se levantaban… Algunas alusiones a las tierras españolas son tan claras hasta el punto de decir Platón que una de las regiones de la Atlántida era Gadeira – Gadira (Cádiz), cuyo rey era Gadeiro, hermano gemelo de Atlas, el rey de Atlantis, hijos ambos del fundador, el dios Poseidón. Algunos investigadores consideran que Tartessos, la cultura andaluza de hace 3.000 años, es la Atlántida, pero para otros, más fieles a las fuentes, ven en ella una heredera de los atlantes pues para estos, según esas fuentes griegas y egipcias, se maneja una antigüedad de miles de años más hasta un tiempo crítico, inaceptable para los historiadores y arqueólogos ortodoxos, hace unos 12.500 años, que curiosamente según los estudios paleoclimáticos y geológicos fue la época del final de la última era glacial que supuso una subida del nivel del mar que pudo ser en algunos momentos catastrófico, lo que nos recuerda el desastre que para el final de Atlantis se describe.

Como considero, como otros muchos que nos interesamos por el tema, que la teoría hispano-norteafricana sobre la localización de la Atlántida es la más verosímil, y además estamos hartos de estudiosos normalmente anglosajones y germanos que muchas veces lo que hacen es copiar y repetir lo ya conocido (no quiero generalizar, siempre hay excepciones), voy a nombrar a los investigadores españoles que están, de una manera u otra, encabezando las teorías heterodoxas mejor fundamentadas.

Para unos es un excéntrico, para otros simplemente un loco, pero para algunos es un genio al que el tiempo le dará la razón. Jorge María Ribero Meneses merece respeto aunque solo sea por su enorme, enciclopédico, trabajo desarrollado durante décadas basado fundamentalmente en estudios filológicos y toponímicos que le han llevado a la conclusión de que Iberia es la cuna de la humanidad y que la capital de la Atlántida estuvo enfrente de Cantabria, con lo que todo el norte de España y principalmente la misma Cantabria es la heredera directa de aquella civilización.

Manuel Riquelme es un ingeniero onubense jubilado que utilizando un método de exploración del terreno con aparatos radiónicos, es decir, basados en los principios del bioelectromagnetismo que tradicionalmente utilizan los zahoríes, ha detectado con éxito varios lugares arqueológicos de la zona de Huelva y Cádiz que ha llegado incluso a cartografiar. Sus conclusiones son que la capital de Tartessos debe estar en la ría de Huelva y que la Atlántida era un archipiélago, una de cuyas islas habría estado entre Portugal y la ensenada de Huelva; las islas Canarias serían la parte más alta de otra isla de la Atlántida, con una extensión como la de Andalucía, que se habría hundido al igual que las otras del archipiélago.

El hispano-cubano Georgeos Díaz-Montexano se puede decir que es el que encabeza la teoría más científica de la heterodoxia, a pesar de lo cual no tiene respaldo alguno para poder realizar estudios de campo, tan necesarios en esta búsqueda. Su estudio de los códices con los textos más antiguos conocidos de Platón le han llevado a interpretar algunos detalles importantes de una manera distinta a la conocida y aceptada. Su hipótesis es que la Atlántida fue un imperio ibero-mauritano que se enfrentó con los griegos y que sufrió un cataclismo que hizo desaparecer su capital y buena parte de su territorio compuesto de islas frente al estrecho de Gibraltar, en el Océano Atlántico, junto a las costas gaditanas. Todo esto ocurrió hacia el 1.500 a.C., en la Edad del Bronce, con lo que cronológicamente encajaría en la ortodoxia, pero el problema es que el origen de esta civilización la sitúa en la época anterior o alrededor del fin de la era glacial, como otros que consideran fidedignos los textos platónicos basados en los egipcios, con lo que se gana la oposición y negación científica.


Y, en general, estos investigadores ya tienen la ciencia oficial en contra cuando defienden la existencia de la Atlántida en España, como si esta teoría fuera un tabú que no se debe abordar. Si incluso la búsqueda de una cultura histórica aceptada como Tartessos tiene problemas imagínense hablar de su posible civilización madre, la Atlántida. Investigadores del CSIC, posiblemente animados por las imágenes satelitales de unos alemanes (a los de fuera siempre se les tiene en cuenta) y quizás también por los diversos estudios heterodoxos, hace unos años empezaron a indagar por la zona de las marismas de Doñana en busca de posibles restos tartesios, encontrando algunas estructuras interesantes y evidencias de que hubo una gran inundación hacia el 1.500 a.C. Enseguida, pero con prudencia, salió al respecto lo de la destrucción de Atlantis, pero como esta es una palabra casi prohibida no se ha dicho nada más de ello.

Mi opinión, contrastando diversas informaciones de todo tipo, es que la Atlántida fue una civilización atlántica (valga la redundancia), próxima a España y el norte de África, tanto que incluso estos dos territorios fueron parte de esa cultura, cuyo origen hay que remontarlo a una época indeterminada anterior al fin de la era glacial, es decir, anterior al 10.000 a.C. como poco, que posiblemente sucumbió en esa época de grandes cambios planetarios cuyo recuerdo es el Diluvio presente en todas las tradiciones y mitos, pero unos pueblos atlantes supervivientes hicieron que su memoria y parte de su legado se transmitiera a lo largo de los milenios llegando hasta el principio de las civilizaciones históricas conocidas, como Egipto, Sumeria, Mesoamérica o Sudamérica, cuyo inicio fue repentino y con un nivel de conocimientos extrañamente muy alto y parecido, que en Europa fue la denominada Edad del Cobre, la época dolménica, hace algo más de 5.000 años, como podría demostrar la estructura atlante de la ciudad calcolítica de Jaén. Luego, Tartessos no sería más que el último florecimiento de la herencia atlante en lo que fue parte de su territorio.

Pero hay un punto de vista sobre la búsqueda de la Atlántida que, aunque no presenta evidencias materiales claras que tanto importan en estos tiempos, me parece muy atractivo y que puede dar claves fundamentales sobre este tema. El que de verdad se interesa por el origen de las civilizaciones y la posibilidad de la Atlántida termina encontrándose con informaciones a nivel histórico, religioso, espiritual y esotérico que le toca el alma profundamente y que le hace despertar a otra visión de la historia que muy posiblemente es más cercana a la verdad. La búsqueda de nuestro más remoto pasado, como es la Atlántida y otras civilizaciones míticas como Lemuria, no es solo la indagación arqueológica materialista sino más bien una búsqueda de nuestros ignotos orígenes como especie y como individuos, con lo que es también una búsqueda interior de lo que somos y lo que seremos. En ese camino cada vez hay más gente, sirva de ejemplo Solimán Orta, que desde su web “Nueva Tartessos” difunde un punto de vista y un movimiento muy heterodoxo que, aunque se apoya, claro está, en la identificación de ciertos lugares sagrados relacionados con antiguos yacimientos arqueológicos, da prioridad a la búsqueda espiritual que conlleva el ir comprendiendo un pasado en el que nuestros ancestros tenía una unión mística con la Tierra y el Universo; de esta forma considera que paralelamente al hallazgo de las evidencias materiales de Tartessos y la Atlántida en Andalucía es necesario e imprescindible el hallazgo de la espiritualidad de nuestros antepasados que toma una gran importancia porque supone un despertar para nuestra dormida civilización actual.

La fascinación que provoca en el presente las más antiguas civilizaciones, destacando Egipto, y la legendaria Atlántida no puede explicarse solo por motivos de la simple curiosidad por el misterio o por la estética tan atractiva que poseen, aunque muchos se queden en eso sin reconocer nada más, sino más bien porque nos llegan de forma inconsciente hasta lo más profundo de nosotros mismos y nos llaman a redescubrirlas porque sentimos que es esencial comprenderlas para comprendernos, por el bien de nuestro presente y nuestro futuro. Pero para redescubrirlas y comprenderlas hay que dejar a un lado nuestra esclavizante racionalidad, dándole su lugar conveniente, y con mente abierta optar por otras teorías y formas de conocimiento a las que tan afines eran nuestros antepasados que tanto nos fascinan ahora.