La Señora

Hubo en tiempos muy antiguos una ancestral religión que concebía al poder creador del universo y de la vida como una fuerza generadora femenina

 

KABABELAN

Blanca,

como la nieve de las montañas, la espuma del mar y la luminosa pureza.

Roja,  

como la sangre de la vida, el fuego creador y la poderosa pasión.

Negra, 

como el firmamento infinito, la fértil tierra y la profunda sabiduría.

Ella es la Señora del Grial;

y el Eterno Amor.

 

 

Hubo en tiempos muy antiguos una ancestral religión que concebía al poder creador del universo y de la vida como una fuerza generadora femenina. Una Fuerza plena de belleza, fertilidad, armonía e inteligencia. Una Fuerza Eterna de la que surgían todas las energías que aportan orden y evolución al Cosmos. Una Fuerza de la que nacían tanto la Luz como la Oscuridad.

 

En las viejas culturas de Oriente Medio, Europa y el norte de África denominaron a ese concepto de la Fuerza Cósmica Femenina con el apelativo de la Gran Diosa. Era una Diosa que antecedía a los otros dioses pues era la Matriz sustentadora de toda la creación. 

 

Esta Fuerza Cósmica Original fue concebida subsiguientemente como un ente dual creador, un desdoblamiento en una pareja complementaria. Así se perfiló la existencia de una Diosa y un Dios creadores como Matrimonio Divino que genera el universo polar en el cual existe el espacio-tiempo de nuestra realidad.

 

Pero hace algo más de 30 siglos la humanidad dio un giro hacia los aspectos masculinos arquetípicos de la mente. Paulatinamente la Diosa Original fue apartada como suprema divinidad y sustituida por uno o múltiples dioses masculinos como máximos jerarcas del universo. Surgieron así los panteones conocidos de las mitologías clásicas de la antigüedad y posteriormente las religiones patriarcales monoteístas. 

 

Esa Gran Diosa primera fue simbolizada casi universalmente con el astro lunar, de forma que éste equivalía a aquella en la estética del arte sacro. Otro de sus símbolos más antiguos fue la Serpiente, que para los primitivos chamanes representaba la metáfora de la eternidad y de la sabiduría, así como de las energías que subyacen tras la materia. En el mundo animal hubo también otros símbolos aunque no tan universales como fueron la blanca lechuza (pureza y sabiduría), el negro cuervo (la sabiduría tras la oscuridad), la paloma, la cierva blanca, la osa, la loba, la yegua….. variando estos otros símbolos según cada cultura.

 

Cuando triunfaron las religiones patriarcales la diosa y su símbolo serpentino fueron perseguidos y transformados en Entes del Mal. A las sacerdotisas de la diosa se las llamó brujas, y se las definía como horribles y ancianas mujeres adoradoras del demonio. Nada más falso pues el tal demonio es un invento de algunas religiones patriarcales y nunca los devotos de la diosa podían adorar  algo en lo que no creían en absoluto.

 

La serpiente de luz y sabiduría fue identificada como el Maligno, e igual suerte sufrió el Señor de los Animales que era el esposo-amante de la Señora de los Bosques, otra de las denominaciones de la Diosa. 

 

En el antiguo cantar de los cantares bíblico la divina pareja se busca mutuamente a pesar de haber sido separada por las nuevas concepciones religiosas. La esposa-hermana-amante está desterrada y vilipendiada por los hombres. El mismo patriarcal Islam usa el símbolo lunar de la diosa como reliquia de su antiguo origen, así como la Piedra Negra, otro ancestral símbolo de la diosa. E igualmente el nombre de Allah, el principio divino único, es curiosamente similar a Av-Allah (Avalón) la tierra mítica de la Diosa.

 

Los judíos tuvieron originalmente una Shekinah-Matronit o esposa divina.  Las siglas de Jahveh en un principio eran las letras de la divina pareja o matrimonio divino (la raíz hebrea de cuatro consonantes: YHWH), los polares dioses creadores. 

A pesar de la persecución que sufrió por parte de la religiosidad patriarcal desde hace más de 30 siglos la Diosa ha sobrevivido escondida de mil maneras. Oculta en el arte o en la poesía, disfrazada como una Virgen Negra, como una Paloma, un Cisne, una Oca …..

 

Los trovadores de los siglos XII y XIII la llamaron la Señora, a la que dedicaban sus mejores poesías. Y esa Señora misteriosa era la Diosa Primigenia y Eterna, la Fuente del Amor y el anhelo de los místicos corazones. El arte gótico habla de ella, y así se le dedicaron muchas catedrales, con la denominación de Nuestra Señora o Notre Dame, camuflándola bajo la apariencia de ese invento religioso que fue la Virgen cristiana.

 

Oculta en la literatura se la denominó el Santo Grial, que era portado siempre por sus sacerdotisas: magas, hadas, brujas … Y así se manifiesta en los cuentos originales, luego reconvertidos en fatuas versiones cristianas por los monjes.

 

Durante muchos siglos han persistido en nuestra civilización las tinieblas de la ignorancia, la violencia y la sangre; así como los dogmas, la opresión y la persecución del arquetipo femenino, núcleo verdadero original tanto de la mente como de la materia.

 

Y esa Edad Oscura aún no ha finalizado, pero la Señora retorna a través del corazón de sus hijas e hijos, los hijos de la Señora, los hijos e hijas que algún día constituirán los Círculos del Grial.

 

 

Ella es la Señora de la Oscuridad,

la desterrada,

pero es también la 

eterna Señora de la Luz

 

La Madre del Cosmos

La Sustentadora de la Creación

La Sabiduría Primigenia y Eterna

 

 

la belleza del mundo

 

 

la belleza del macrocosmos

   La Sacerdotisa 

 

El universo infinito. Innumerables estrellas en el interior de una galaxia. Mundos y vida sin fin. 

Frente a los que creen que el Universo es un almacén gigantesco de materia muerta podemos intuir que el Cosmos es un río inagotable de vida por doquier. La presente humanidad vive ajena a la Vida Real del Universo, pero algún día se caerán los velos y nos uniremos con la omnipresente vida. El Cosmos es una sustancia mental que se manifiesta en campos de espacio-tiempo que nosotros denominamos materia. Los viajeros del universo viajan a través de rutas de espacio-tiempo que abren mediante la armonización de sus mentes con el hiperelectromagnetismo que sustenta la base de la materia y los campos de fuerza gravitatoria. Mente y materia han de unirse para realizar un tipo de viaje (el hiper-viaje) que nuestra cultura apenas puede todavía concebir. A lo largo del relato de las Guardianas del Grial se irán exponiendo algunas ideas e hipótesis que aunque parezcan en principio inverosímiles tienen cierta base real. 

Dana, Diana, Artemisa, la Señora de los Bosques, la Cazadora, … infinitos nombres para designar a ese arquetipo y poder femenino que subyace inmanente en la Creación y al mismo tiempo es transcendente al espacio y al tiempo. La Señora, simbolizada por la luna en el cielo o por la serpiente en la tierra, fue venerada durante muchos siglos en esta humanidad. 

 

La Cazadora o Señora del Bosque, era la cazadora de almas.

El Cazador o Señor de los Animales, era su contrapolo y amante. 

En aquel mundo primigenio estos eran arquetipos válidos, aunque hoy en día puedan no decirnos nada. 

La Señora de las Serpientes era la poseedora de la sabiduría y la inmortalidad. 

 

Cuando los dogmas religiosos patriarcales dominaron la mente humana supuso el destierro de la diosa. Ella fue a partir de entonces la novia perdida del arquetipo divino masculino. Expulsada al subconsciente de la humanidad espera el momento de su regreso para hacer reverdecer de nuevo el yermo corazón humano. 

La búsqueda mítica del grial es la búsqueda de ese arquetipo divino femenino, el que encierra las llaves de la verdadera plenitud y libertad. 

 

 

La espiral de la evolución debe dar necesariamente un nuevo giro, y en el horizonte de un futuro  superior espera siempre Ella.  

 

Dos serpientes aladas o dragones, con su poder ígneo, se enlazan y abrazan la copa que evoca al grial.

 

Hija de la Diosa

Hija de la Luna

 

 

María Magdalena no fue ninguna prostituta, tal como difama la tradición patriarcal, sino una sacerdotisa de la Diosa, una Guardiana del Grial. Ella fue la que ungió a Jesús y lo convirtió en el Cristo. Ella era la autorizada para designar un nuevo Elegido, un compañero sagrado en la antigua tradición de la Divinidad Bipolar. Ella fue la alta sacerdotisa de la Divinidad que derramó el óleo sagrado sobre los cabellos de Jesús y así se verificó el rito ancestral de elegir un consorte en los Círculos del Grial. Los artistas que han sabido mantener la tradición  representan a María Magdalena siempre con un túnica o un manto rojo, símbolo de ser la iniciadora. El manto negro es la metáfora de la sabiduría, el blanco de la pureza y el rojo de la iniciación. Igualmente se la representa portando el frasco de alabastro, donde se deposita el óleo con el que ha de ser ungido el Elegido o Cristo en griego, el compañero consorte de la Sacerdotisa Suprema, el Rey del Sacrificio, según aquella Vieja Religión. Cada Iniciado ha de morir ritualmente para alcanzar el nivel de Resurrecto.  Ella era la Iniciadora, la que confiere el rango de Elegido, elevando al iniciado a la categoría de encarnación del Señor o Arquetipo Divino Masculino. Por tanto ella encarnaba a la Diosa y había alcanzado el nivel de Sacerdotisa Guardiana del Grial.