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GRAN MADRE-MUJER ETERNA


El Nacimiento de La Rueda Púrpura


 

Myriam Wigutov, Teatrista, Docente de Técnicas Corporales. Instructora de Yoga y Bruja - Sacerdotisa de la Diosa

myriamwigutov@hotmail.com

laruedapurpura@hotmail.com

www.laruedapurpura.com.ar

4553-2575/15-5- 729 4064

 

Entrevista realizada por Claudia Lamata: http://www.wadjet.com.ar/Contenidos/FEspirutual.htm 

 

 Un tibio y soleado día de Septiembre, Myriam Wigutov abrió la puerta de su casa y me recibió con una sonrisa y un cálido abrazo. Nos acomodamos en su templo, su lugar de trabajo, para dar comienzo a lo que ella denomina un encuentro.

 

Después de varias horas, pude comprender más profundamente la naturaleza femenina, la mía y la de todas las mujeres, así como la energía femenina y la necesaria revalorización de la menstruación.

 

Con la soltura y la gracia que caracterizan lo genuino y verdadero, Myriam supo conducirme tanto por su historia personal como por sus creaciones.

Así, de esta forma,  inició la charla.

 

M/- Me presento: Myriam Wigutov de profesión, Bruja. Uso esta palabra, depreciada a partir de la inquisición, para devolverle su verdadero valor, y detectar a las personas de mentalidad escasa. Aquellos/as que preguntan “¿vos sos bruja?, pero las brujas son malas y vos no pareces demasiado mala”. A esas personas no les voy a explicar de que se trata mi tarea, en cambio a quien pregunta ¿y qué es ser bruja? Con el adecuado asombro curiosidad y respeto le contaré que:

 La palabra bruja que en ingles se dice  witch, deviene de una bella y antiquísima palabra y práctica egipcia, “Baq”.Significa varias cosas: poder femenino, mujer de poder, mujer que conoce su poder y lo usa, mujer que conoce las palabras mágicas o de poder. O sea que bruja significa mujer empoderada.

Pero en verdad mi título honorífico es Sacerdotisa de la Diosa.

¿Y qué es ser una sacerdotisa de la Diosa?, en pleno siglo XXI, preguntará el interesado... es ser una mujer que cultiva diariamente (como quien cultiva un jardín) la amistad, la relación con la ENERGÍA FEMENINA, propia, en otras en otros, en los ríos, los montes, la atmósfera, en el universo. Cultivo la relación con lo femenino para mantenerla, hacerla consciente, florecerla, quitarle la maleza de siglos de descrédito, aumentarla, dirigirla, ofrecerla, protegerla y darle rango sagrado, instalarla en la conciencia de la humanidad como un valor positivo, como un capital de la humanidad.

 La Energía Femenina en las religiones tradicionales y mayoritarias ha estado relegada a lugares secundarios, terciarios, ha sido devaluada, así como la mujer en la sociedad y en la cultura. Una cosa guarda proporción con la otra. Porque en el imaginario religioso actual no hay Diosas, es que las mujeres estamos en este lugar de degradación, luchando por recobrar nuestros derechos porque  no tenemos mitos, no tenemos arquetipos que guíen nuestra vida, nuestro viaje del alma.

 Ser Sacerdotisa de la Diosa es traer nuevamente a la conciencia el caudal de lo Femenino como sagrado. También lo llamo lo femenino impersonal que está en todo, en todas y todos, es inmanente. Es lo que los chinos llaman  Energía Yin, lo que trato de cultivar en mi, en vos, en nosotras, en las relaciones, en los trabajos, y cada vez que puedo.

Esta ENERGÍA FEMENINA IMPERSONAL está excluida, denigrada de variadas maneras en nuestra cultura. Está ausente en el lenguaje, en nuestro pensamiento, en nuestras relaciones, en nuestra economía. Mi propósito es traer desde el fondo de nuestro inconsciente personal y de género, esa energía femenina  inmortal que también vive a través de nuestros cuerpos. Volvernos conscientes de ella es mi propósito, poner palabras, acreditar esa energía y devolverle el rango sagrado.

 

C/- ¿Lo que decís es maravilloso pero cómo lo desarrollas, cómo se ve en el afuera?

 

M/- Lo desarrollo en varias áreas, que son aparentemente todas diferentes pero en verdad son distintas manifestaciones de cultivar la energía femenina.

Soy profesora de yoga, entonces una de las cosas que hago cotidianamente es dar clases de yoga en mi casa a todo el mundo, desde la óptica de la Espiritualidad Femenina y desde la cosmogonía donde lo femenino es sagrado.

Esto por supuesto se transmite mas allá de las palabras y de las prácticas, porque está en mi carne, en mi vida,  en mi casa, se transmite, sucede mas allá de lo que yo diga o deje de decir.

La práctica de yoga es una práctica cotidiana que la hago hace muchos años, desde este contexto como bruja.

Comencé mi formación muy jovencita.

 

C/- ¿Cómo fue esa formación?

 

M/- Llegué al yoga ya mas de grande, inicié la carrera de TÉCNICAS CORPORALES a los diecinueve recibiéndome a lo veintitrés años. Exploré todas la TÉCNICAS CORPORALES occidentales que estaban en boga en los finales de los;’70 y comienzo de los’80, Expresión Corporal, Eutonía, Gimnasia Conciente, la técnica de Moshe Feldenkrais, psicodanza, biodanza, tai-chi y llegué al Yoga luego de haber pasado por todas estas técnicas que las exploré en mi misma y las trabajé como coordinadora de grupos habiendo elegido y sintiéndome con mucha identidad en la GIMNASIA CONCIENTE. En esos años en los que me dedicaba al trabajo corporal occidental  llegué con este equipaje al yoga y dije “ Hoooooooo!!!! Aquí está el principio y el fin de todo”. Sintiendo que el yoga fue el primer sistema que codificó no solamente el trabajo corporal sino sus resultados, integrando desde el trabajo corporal, el trabajo psíquico, el trabajo emocional para llegar a  la espiritualidad.

 También, en esos años, antes de encontrar el yoga hindú  hice un entrenamiento Zen muy poderoso, tuve la buena estrella  de encontrarme con mi maestro Zen, Augusto Gen’Un Alcalde Roshi,  de la familia de La Nube al que siempre estaré agradecida porque me enseño, cómo él solía bromear, a limpiarme los mocos espirituales. Y también a su maestro: Robert Aitken Roshi.

  Un hombre, fue mi primer maestro sí, un hombre con un buen par de tetas, muy nutricio, femenino en el sentido de poder incluir la energía femenina en el orden de lo sagrado. Con él discutía bastante ¿por qué en el Zen no hay casi Kohans donde las protagonistas eran mujeres? Por eso luego salí del Zen,  porque la estructura patriarcal del budismo no contenía mi indagación. Pero realmente conocí el corazón de la práctica de primera mano y esto ha marcado un surco en mi corazón, cuerpo y espíritu.

Me dediqué al teatro veintidós años desde mis dieciséis, hice de todo en el teatro, desde armar las luces, hasta escribir, actuar, dirigir, enseñar, investigar.

El teatro era mi identidad y haber logrado un lugar respetable y vivir de él fue cumplir mi máxima aspiración. Hacía lo que quería y sabía hacer y lo uní con el sueño de dejar la capital y vivir en las afueras. Todo estaba de maravillas...pero un día estando en la cresta de la ola de mí sueño sucedió lo inesperado: no sé porque dejó de interesarme el teatro. Tenía muchos grupos de alumnos, elencos que venían para que yo los dirigiera, estaba asociada a un grupo internacional, coordinaba un pequeño teatrito suburbano...y un día me empecé a aburrir.

Traté de negar esa realidad mucho tiempo, de sobreponerme. El teatro empezó a vaciarse de sentido para mí, había renunciado muchas cosas  por éste, había logrado ser la artista que quería e iba por más. Y aunque  me apasiona la medicina había logrado ser la Teatrista y no la médica que debía haber sido según los mandatos familiares.

 Vengo de una familia de científicos: mi padre es médico cardiólogo, mi hermano cirujano y mi madre enfermera diplomada e instrumentadora quirúrgica. Mi padre estudió conmigo en su regazo desde que yo era un bebé, me llevaba a las operaciones desde que tengo uso de razón. Para mi un cerebro, un corazón latiendo, un hígado, la muerte, es algo cotidiano y esto se lo voy agradecer siempre a mi padre y a mi madre. Papá, cardiólogo resucitador, lo he visto en la danza chamánica de traer las almas a éste plano, claro que con su guardapolvo blanco y el estetoscopio, y esto lo he visto desde que nací. Investigador de la hipnosis y la sugestión... tenía cinco años, y detrás de la puerta del consultorio que estaba en casa, lo escuchaba hipnotizar a sus pacientes.

He sido una buscadora de unir el cuerpo con el espíritu y con muchos aportes valiosos, no tengo un diploma de la universidad de medicina, pero le digo siempre a mi madre, finalmente soy “médica” pero del alma, vengo a completar lo que a la familia le faltaba.

Me enorgullece ser bruja porque ellas han sido las primeras anatomistas, botánicas, investigadoras, buscadoras del origen de la vida y de las causas de la muerte. Las primeras creadoras de terapéuticas, de la recepción de las almas en los partos y de la despedida de las almas en las muertes.

Sin estructura institucional hago eso que hacían las brujas de antaño: investigo, busco el origen, nunca me alcanza saber lo que  sé,  esta sed de conocimiento  del origen es lo que me ha llevado hasta la morada de la Diosa.

 

C/-- Es muy clarificador lo que relatas y lo asocio con el Ser Bruja como vos decís, pero ¿qué pasó entonces con el teatro?

 

M/ - Empezó a aburrirme, no sabía lo que me pasaba, era como si mi cuerpo se estuviera vaciando de mi alma y no podía oponerme a esa realidad. Era un movimiento extraño, desconocido para mi, contra el que luché denodadamente. Viví una crisis  vocacional en un momento en que toda mi vida giraba en torno a la práctica teatral. Hoy sé que estaba viviendo una profunda transformación.

 Lentamente me relajé y cedí a eso que estaba sucediendo y pude abandonarme a la idea de dejar el teatro sin morirme de hambre porque tenía el recurso del yoga. Gracias a ceder, gracias  a descender, a aislarme empezó a ser conciente y creciente, el  Portal Iniciático Central de la Vida, el de la Adulta Realizada (cit. Analía Bernardo) o La Madre.

 Antes de llegar a la maternidad, porque todavía no estaba embarazada, estaba viviendo espiritualmente un desplazamiento de mi pequeño yo, porque un alma iba a encarnar a través de mí, a quien  le iba a prestar mi cuerpo para que se materializara. La Maternidad es un portal iniciático que tiene muchos subportales. Y esto ya estaba sucediendo en mi espíritu y no sabía como se llamaba y realmente me rendí ante el suceso. Leído desde otro lado, podría interpretarse como que estaba deprimida. Lo que necesitaba era tener un sábat, una pausa, introspectarme, atravesar un estado en blanco. Luego de mucho oponerme me lo permití. Y así empecé a tener visiones, sueños, comenzaron a llegar a mi personas, libros, palabras; lentamente se organizaba lo que estaba sintiendo. Daba clases de yoga y me dediqué a escucharme, a meditar, dibujaba lo que veía en mis sueños, dibujos que no entendía. Recibía mensajes, visiones, como un sueño lúcido que años después pude resignificar, pero en ese momento solo bajaba información a través de mi que no sabía cómo  ni qué eran.

El primer libro con que me encontré fue el de Dianne Stein, se llama Espiritualidad Femenina. Un texto que organizó y acreditó todo este evento, estaba conociendo de un modo no racional la energía femenina, mi propia Energía Femenina. Y entonces ocurrieron las primeras visiones de la Diosa. No eran muy figurativas, eran más bien abstractas, sensaciones, texturas volúmenes que barrían mucha polución mental. El caudal de Energía Femenina Impersonal no se manifestaba cómo apariciones físicas, no. Sino que tenía percepciones abstractas, volúmenes, colores, luz. Sentía que era algo muy importante que me estaba pasando y decidí hacerle espacio dentro de mí.

 

C/- Además de las visiones, las sensaciones que tenías cuando se te aparecía, ¿cómo eran? que sentías en tu alma, en tu interior?

 

M/- La sensación era una certeza de que la luz y la sombra coexistían trabajando a través de mí todo el tiempo. Nada cómodo. Eran ráfagas de iluminación, tomando a la iluminación como comprensión, como isigt. Como ver el ser no como la cosa idílica del Buda iluminado. No, era muy vívido,  muy físico, en el cuerpo, en el mundo. La práctica de la Bruja es muy en lo mundano, muy experimental, pragmática, soy terriblemente pragmática. Es una espiritualidad pragmática, no es una espiritualidad abstracta allá en el templo, allá en el cielo, el templo es tu casa, tu vida, tu cocina, tu cama, tu hijo, tu pareja, sobre todo tu cuerpo, todo es el cuerpo de la Diosa.

Por ejemplo cuando soñaba: eran transpersonales, el arquetipo de la Diosa me hablaba directamente, eran sueños de otro calibre diferente a los sueños con abundante  resto diurno, durante el sueño recibía una transferencia de energética, de un poder que me colmaba y me gratificaba de una manera nueva para mí. Cuando salía del sueño estaba llena de inquietud porque no sabía lo que me había pasado, entonces el contraste era muy inquietante. Estuve viviendo en solitario esta experiencia casi dos años. Fue durísimo, pero muy interesante porque estaba aprendiendo de mi propia experiencia sin manipularla, y con la espontaneidad propia de la ausencia de dogmas.

Imagínate que el teatro fue una vida sumamente gregaria, comunitaria, social, grupo, gente, público, expuesta. Esto que hice de cerrar la puerta de mi casa y meterme en la espiral de mi propio útero fue como un trabajo compensatorio de esos veintidós años, aunque ciertamente violento en su contraste.

Hasta que pude acreditar esta experiencia y me auto inicié, dije bueno, yo estoy transitando mi espiritualidad, estoy conociendo a la Diosa en mi vida y esto se llama así, nadie me dio este saber de afuera, yo me lo acredité o mejor dicho le di crédito  a este saber. Digo que no es nada cómodo porque mucha de mi estructura anterior, del sistema de valores se rompía para poder recibir este caudal. No era muy pacífico el fenómeno, realmente era como estar adentro de una moulinex, algo moría y algo nacía.

En ese contexto quedé embarazada. Había soñado un embarazo toda mi vida, lo había buscado y nunca había quedado, creía que era estéril y quedé embarazada sin buscarlo. Me sentía muy mal, estaba incómoda y tenía unos niveles de angustia que hasta ese momento no había conocido y que no podía pilotear, estaba desbordada. Me encuentro de modo casual con un parapsicólogo que hacía sanaciones espirituales con el que trabajaba una gran amiga mía. Yo desde los quince años me psicoanalicé con la misma psicoanalista con la que hice psicoanálisis freudiano en el diván, quince años de mi vida! Y viniendo de una familia de científicos era bastante escéptica. Pero en la primer sesión de sanación sucedió algo que en quince años de análisis no había sucedido: recordé , mejor dicho reviví, que a los once años fui violada, emergiendo el dolor largamente reprimido, una herida en mi Yoni ( palabra sánscrita que designa , entre muchas mas cosas, los genitales femeninos, pero también significa Diosa) físico y no físico, olvidado, reprimido. Tapiado, bajo diez mil cerrojos, para que no asome dolor tan grande. Ese embarazo me llevó hasta la profunda Herida Femenina y allí en el corazón de ese daño emergió La Rueda Púrpura.  Preguntándome hondamente ¿qué hago con este dolor? Cómo respuesta se gestó el Taller.

 

C/- Lo siento como que además atravesaste por una sanación espiritual intensa, profunda y reveladora.

 

M/- Si, así fue todo lo que había hecho en mi vida cobró un sentido nuevo. Era como un océano que estaba migrando hacia un desierto, esa era mi vivencia física. Todo lo que sabía se estaba reorganizando, armando otro dibujo, para entender algo que tenía que ver con lo que yo llamo en mí libro La Herida en lo Femenino Sagrado. La Herida Femenina que cala tan hondo, que atraviesa, no solamente el cuerpo, la psique y la mente sino que llega hasta el plano energético, espiritual, y el alma  y que incluye, por supuesto, las relaciones.

Junto con el recuerdo de la violación a los once años, vino también el recuerdo negado de un brutal castigo que recibí de manos de mi padre por haber iniciado mi vida sexual a los dieciséis años. Creo que la violación y aquel castigo, fueron los dos traumas más profundos en mi Espíritu Femenino; al meterme allí, en ese profundo dolor, La Diosa trabajó enviándome información para sanarlo. No encontraba herramientas allí afuera, entonces las tuve que inventar, vinieron todos los ayudantes, los libros, las personas, las palabras, todo convergía para que ordenara, imaginara y creara ese banquete que luego se llamó La Rueda Púrpura para sanar Lo Femenino Sagrado Herido.

Cómo ya dije, esto no era nada prolijo, era inquietante. Estaba embarazada de dos “seres”, dos almas, Ulises y La Rueda Púrpura. Yo creo que el alma de Ulises me trajo La Rueda Púrpura por lo tanto estaré eternamente agradecida a él y a mi ex marido Alejandro que fue el primer ser humano y hombre al que le contaba lo que estaba viendo, sintiendo y le dio valor. Él me ayudó a no quedarme en “che, no será una locura, no me estaré volviendo loca”. Fue un muy buen compañero para ese proceso de creación doble.

 

C/- Nacieron juntos,

 

M/- Casi. Antes de  parir a Ulises terminé de organizar el taller, llegué a las últimas semanas del embarazo con el taller diseñado casi igual que como lo hago hoy día. La rutina de La Rueda Púrpura está aumentada y enriquecida por los años de experiencia y porque yo me he transformado mucho, pero es casi la misma que había diseñado en papeles, dibujitos, esquemitas en los que se iban tejiendo toda esta información de los sueños, de los libros, de las personas y de mi propia experiencia. Al cuarto mes de nacido Ulises, hice el primer taller y desde ahí no paré.

 

C/- ¿En qué consiste el taller?

 

 Taller Sangre Femenina – Instituto Hanna Arendt

M/- El propósito de LA RUEDA PURPURA, al igual que el de LA SANGRE FEMENINA (que co-coordinamos con Analía Bernardo en el Instituto  Hanna Arendt) es el mismo: devolverle al ciclo menstrual, y a todos los procesos biológicos del cuerpo femenino, su valor positivo y sagrado. Restituirles el valor de portales iniciáticos espirituales. No dejarlos solamente en sucesos orgánicos, sino redimensionarlos en todo su espectro: como seres totales, materia cóncava, vasijas rojas que se llenan y vacían con cada luna, que sangran sin morir. Cada uno de estos portales iniciáticos nos dotan de un conocimiento transpersonal y espiritual que no solamente nosotras necesitamos, también la comunidad.

La humanidad está enferma de falta de amor, y las mujeres somos usinas de amor. En cada portal iniciático que una mujer atraviesa recibe información, herramientas, caudal de amor. No el amor rosa de Hollywood, sino ese amor que crea que disuelve, que mata y que da vida, como el trabajo ecológico de la madre tierra. Como el trabajo ecológico de nuestros úteros que crea para crear y disuelve su propia creación, entonces el valor disolutorio de la energía femenina es tan importante como el de creación.  Solo que estamos silenciadas hace ,nada mas ni nada menos, que seis o diez mil años de cultura jerárquica, androcéntrica, o mas popularmente llamado patriarcado.

 

 

Pero a mi me gusta mas pensar en la palabra androcentrismo que es el gobierno de la energía masculina, cuyo mayor exponente es la guerra. La llegada del concepto de  El Dios Padre, Zeus,  instala en el conciente y en el imaginario religioso la ética, moralidad y cosmovisión del guerrero conquistador. Yo cultivo la Energía Femenina para nutrir los valores de creación y disolución natural de las leyes universales.

La Diosa no es una abstracción, una señora gorda que está en el cielo. La Diosa está acá, en la luz de ese velador, en el agua de esa canilla, en esa hornalla, trabaja todo el tiempo. Es inmanente, le damos representación por ejemplo con figuras de la Pachamama, para poder focalizar, direccionar y cargar de sentido, un concepto y una vivencia de ésa “energía”: para que esa idea no se disperse. Volvernos conciente de esto, cultivar el vínculo, esa amistad, como quien cultiva cualquier otra relación, honrarla,  dedicarle tiempo...eso es lo que hace una sacerdotisa de la diosa, disponerse a labrar Lo Femenino que circula en todo y en cada cosa.

Mi trabajo como Bruja-Sacerdotisa de la Diosa se desarrolla como maestra de yoga, como coordinadora de La Rueda Púrpura, para todas las mujeres, las que tienen aspiraciones espirituales y las que no. Es muy positivo para las que tienen su interés en el aspecto físico, psicológico o emocional. Y para aquellas que tienen ganas de pegar un salto hacia otros planos de su ser también está muy bien.

Para las mujeres que no tienen ganas de participar en un grupo y prefieren trabajar La Rueda Púrpura en forma individual, entonces hago lo que llamo, un poco haciendo broma pero no tanto, Brujería Clínica.

 

C/- Muy interesante e impactante, ¿de qué trata la Brujería Clínica?

 

M/- Son sesiones individuales en donde trabajo con técnicas tradicionales mujeriles desde la cosmogonía de lo Femenino Sagrado para todas aquella personas que tienen algún sufrimiento. Utilizo las herramientas ancestrales femeninas, ese poder del que hablamos al comienzo de la entrevista, el de las palabras mágicas, de los rituales, de las ceremonias, de esta conexión con lo espiritual que las mujeres hemos cultivado a lo largo de la historia y que el judeo-cristianismo ha borrado del campo espiritual. Es un propósito para mí y para Analía Bernardo volver a traer al conciente estas herramientas, por eso trabajamos tanto con la Arqueomitología.

Queremos darle rango de ciencia a nuestro trabajo, de una “otra ciencia” no jerárquica, no institucional.

Volviendo a una pregunta que me hiciste mas arriba acerca de mi formación: Luego de esos años en solitario encontré con dos mujeres Claudia Vicco y Adriana Achillini, que tenían lo que ellas llamaban Escuela De Sacerdotisas de la Diosa y que editaban una revista: “El Caldero”. Ellas fueron mis iniciadoras formales, y fue a través de ellas que conocí a todas las mujeres de la Diosa que están o estaban trabajando en Buenos Aires a principio de las ’90, incluso a Ethel Morgan. Con Claudia y Adriana  hice una experiencia de dos años que para mi fue importante y rica.

 

C/- ¿En que consistió?

 

M/- Ellas intentaban una escuela de Sacerdotisa De La Diosa, un experimento del que aprendí mucho. Intentaban que transitáramos por la experiencia, la vivencia, de lo que ellas habían organizado de sus propias experiencias y su estudio del Oficio. Éramos muy pocas alumnas, empezamos tres luego fuimos dos y al final se disolvió el equipo que habían formado. Claudia Vicco continúa trabajando, Adriana no.

También soy maestra de Brujas, para aquellas mujeres que quieran descubrir su bruja interna, les ofrezco un espacio de entrenamiento y acompañamiento emocional. Yo no tengo una Escuela De Sacerdotisas, ni la voy a tener jamás. No me interesa institucionalizarme. Sí tuve cinco grupos de mujeres (que fueron experiencias increíblemente ricas), pero ya no trabajo más ese  entrenamiento en grupos. Creo que llegué por experiencia a entender que la  iniciación debe ser de boca a oídos, personal, porque necesito dedicar mucho tiempo a cada persona, al proceso de cada persona, necesito  la riqueza que me permite la intimidad, el grupo otorga otra riqueza, pero siento que mi energía para los grupos debe ser dedicada totalmente en La Rueda Púrpura.

 

C/- ¿La Rueda Púrpura en qué año nació?

 

M/- A fines de Agosto de 1999.

 

C/- ¿Y el Libro?

 

M/- Se materializó el 21de Diciembre, Solsticio de Verano del 2004, tardé cuatro años en escribirlo. Yo no quería que el libro fuera un evento teórico, quería nutrirlo con la vivencia personal, con mis propios ciclos menstruales, la de coordinar el taller, la de acompañar a mujeres en las sesiones individuales y así fue!

El libro tiene dos partes: el cuerpo teórico, la cosmogonía, el lugar desde donde miro la Menstruación y el Ciclo De La Vida Femenina  y una segunda parte donde está la batería de técnicas que utilizo para experimentar esa ética y cosmovisión.

Amén de esto,  ya venía trabajando dos años antes mis propios ciclos menstruales, primero lo hice intuitivamente y luego con la información del libro de Espiritualidad Femenina de Diana  Stein. Con este pude certificar mi intuición y me animé a más. Años más tarde, cuando la Rueda Púrpura ya estaba diseñada me encontré con el libro de La Luna Roja de Miranda Gray, al que viví como un regalo, que certificaba lo que yo había experimentado años antes.

C/- ¿Cuál es la dinámica del taller?

 

M/- La Rueda Púrpura es cómo un  laberinto. Esto me caló hondo del Zen. El Zen tiene rutinas precisas, formas deliciosamente exactas, y descubrí una forma: entramos a una espiral para llegar a nuestro útero, y salimos de él transformadas.

  

Comenzamos danzando, cantando, nos metemos en nuestra propia historia. Uso el arte, la pintura, la danza, el canto, la poesía  me valgo de todo esto para llegar a nuestro útero.

A mitad del taller hacemos un pic-nic de frutas y mate, descansamos un poco y disfrutamos de ese momento erótico, bellísimo que están todas las frutas abiertas  mostrando sus semillas ,igual que las participantes, es un momento hermoso. Trabajamos con faldas y propongo que las que quieran se quiten las bragas. Así circula nuestra energía femenina que brota de nuestros genitales. Hacemos visualizaciones, les doy información, hay tiempo para interactuar y contar historias personales, también hacer preguntas y responderlas. Todo esto termina con una enorme danza que se llama La Danza Púrpura, en donde bailamos las cuatro energías básicas del ciclo menstrual y del ciclo vital femenino, las cuatro lunas.

Me enfoco en  que la vivencia sea física, energética, emocional, intelectual, y por supuesto grupal.

 

C/- ¿Cómo definirías a la Rueda Púrpura?

 

M/- La Rueda Púrpura es un refugio lunar. Donde las mujeres primero nos volvemos concientes de que somos usinas productoras, receptoras de esta frecuencia de onda, que podemos no solo conocerla, sino usarla, administrarla, conducirla, aumentarla, diluirla, concentrarla, transitarla o reservárnosla, o las dos cosas. Que podemos adueñarnos de nuestra propia Energía Femenina. Es un laboratorio de relaciones positivas entre mujeres, por eso digo que es un hecho político también, relaciones no competitivas, relaciones no jerárquicas: es muy sanador! Es una Tienda Roja que intenta sustituir el vacío de los antiguos consejos de ancianas tribales.

 

C/- Un último mensaje Myriam.

 

M/- Como último mensaje te entrego un poema  que escribí, y que también está en el libro-

 

C/- Muchas Gracias Myriam.

 

 

Bendición de la Sangre

"Bendigo mi vagina: puerta de la vida y el placer

...Bendigo esta sangre que por esta puerta fluye

 porque me hace pura

y me eleva hacia mundos infinitamente insospechados

a donde puedo viajar sola o acompañada.

...Bendigo esta sangre porque convierte al sexo

en algo especial y Sagrado.

...Bendigo esta sangre que me libera

del imperativo biológico de parir,

de entregarme abnegadamente a otros,

Bendigo esta sangre porque me hace completamente libre,

y por ella todos mis actos son para

mi placer y el de los que amo...

...Bendigo esta sangre porque con ella

puedo hacer Magia y Rituales...

..Bendigo esta sangre que fluye a través mío con cada luna

y me hace una con todo el Universo

...Bendigo esta sangre que me invita a meditar

y a salir del mundo desenfrenado y material

...Bendigo esta sangre que me invita a ver mi propio Ser,

 y el de todos los Seres.

...Bendigo esta sangre porque a través de mis emociones

el mundo puede ver su propio rostro sensible

que tanto se esmera en esconder...

...Bendigo esta sangre porque no estoy embarazada

pero, gracias a ella, podré estarlo si lo decido...

...Bendigo esta sangre porque me da

el trance y el Éxtasis necesario,

para hacer oráculos, viajes astrales y sanar.

¡Bendigo esta sangre porque me purifica,

me transforma y me libera de todos los mandatos

que me han herido a mí y a todas mis hermanas

y a las antepasadas a lo largo de la historia!

                         

 

 

 Myriam Wigutov

Del Libro "LA RUEDA PÚRPURA- Taller de Conocimiento Femenino"

Ed. de la autora, 2004.

 

 

  

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