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Restos de necrópolis. Dos de los enterramientos de inhumación
hallados en el solar.
Curiosidades del mundo funerario
Los resultados de la excavación del solar de la Avenida de Portugal
donde se construirá un hotel desvelan la existencia de restos
fechados en un arco cronológico que oscila entre el siglo V a.C. al
IV d.C. Ochocientos años separan los restos de cerámica fenicia
rodada hallados en el terreno y el niño enterrado dentro un ánfora,
lo más antiguo y lo más moderno localizado en un solar en el que
otrora se llevaran a cabo diversos rituales funerarios, y que ha
permitido encontrar restos de perros que probablemente fueran
elementos de alimentación relacionados con estos rituales.
La excavación, llevada a cabo por Arqueogades y dirigida por Paloma
Bueno, concluyó a finales del pasado mes de mayo. Los trabajos han
estado divididos en cuatro fases: control del movimiento de la
primera capa térrea, sondeos previos, control de la zona perimetral
y excavación. En estas dos últimas se localizaron veintidós
enterramientos, veinte de ellos inhumaciones y dos incineraciones.
De las veinte, tres son infantiles y diecisiete de adultos. Doce
fueron expoliadas en la propia antigüedad.
Los enterramientos, localizados en el borde de la Avenida de
Portugal con la Avenida de Andalucía, se realizaron bien en caja de
sillares o sillarejos de piedra –ocho, y que por lo general muestran
el uso de piedras reutilizadas de otras tumbas o edificaciones–, en
cajas de madera –seis, que han sido documentadas gracias a los
clavos de hierro y bronce aparecidos–, una en fosa simple con
protección de tégulas a dos aguas y otra en el interior de un ánfora
de tipo africano, de inicios del siglo IV d.C., en época ya de
Constantino el Grande.
Estas tumbas aparecieron sin ajuares –sólo se localizó en la
inmediación de una de ellas una aguja del pelo–, con una orientación
noroeste-sureste, y están fechadas desde mediados del siglo II d.C.
a inicios del IV d.C.
Además de estos elementos de necrópolis, aparecieron otros
relacionados con ella pero más antiguos –fechados entre finales del
siglo III a.C. y el I a.C.–, entre ellos un pozo, una lechada de
piedra con un perro sacrificado, ánforas de tipo C-1 clavadas en la
arena que delimitan el terreno de las tumbas y un fondo de pileta.
Además han aparecido materiales sueltos de los siglos V-IV a.C.,
como un plato de barniz rojo, o lucernas de piquera fenicia,
relacionados con zonas funerarias anteriores a la excavada.
Entre los materiales de los siglos III a I a.C., los arqueólogos
hablan de monedas de la ceca gaditana, dos con la representación de
Hércules y otra con una gordona Helios; el pitorro de un askoi o
especie de biberón de cabeza zoomorfa, ánforas de los tipos E-2
gaditanas, Mañá-Pascual en todas sus variantes y turdetanas, así
como cerámicas comunes –lebrillos, morteros, ollas–, otras pintadas
a banda, tapaderas, platos y cuencos pintados en barniz rojo y negro
de kouass... Nos situamos, según los arqueólogos de Arqueogades –que
actuaron en una obra de Casimar S.L. en un solar que cuenta con la
labor de la constructora Dragados– en el borde o límite de un sector
de la necrópolis romana donde la escasez de enterramientos se
concentra en el borde del solar. Es curioso, además, la presencia de
restos cánidos, que han aparecido tanto en el pozo como en la
lechada de piedra, así como en el pozo, donde aparecieron los restos
de una vaca y también la mandíbula de un perro, que se asocia a
elemento de alimentación. Son, en fin, ochocientos años de historia
los que se pueden documentar a través de los restos que aquellos que
entonces pisaron el solar dejaron.
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