TARTESSOS

 
                                                     

EL POBLAMIENTO DURANTE LA PREHISTORIA

RECIENTE EN EL CAMPO DE NÍJAR (ALMERÍA)

 

  Martín HARO NAVARRO

 

 

 


 

1. Introducción


 

Este trabajo es una síntesis de la Memoria de Investigación presentada en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada que tiene como base la Carta Arqueológica de Riesgo del municipio de Níjar, así como los estudios realizados por el proyecto Los recursos abióticos y los sistemas de aprovisionamiento de rocas y minerales por las comunidades primitivas del SE de la Península Ibérica durante la Prehistoria Reciente, del que es miembro el autor, y bajo la dirección del Dr. Francisco Carrión Méndez.


 

El municipio de Níjar se sitúa en la parte más meridional de la provincia de Almería y posee una extensión de 599,77 km2. El paisaje actual destaca por la intensa ocupación del espacio en el Campo de Níjar debido al cultivo bajo plástico y a la presencia de varios núcleos de población. La Sierra de Cabo de Gata y el litoral presentan una ocupación menor, si se exceptúan algunos núcleos costeros. La escasa presencia humana se debe a factores históricos que se remontan a época medieval, aunque se trata de un fenómeno que ha pervivido hasta bien entrado el siglo XX; por otro lado, la declaración de esta zona como Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar ha contribuido a la conservación de esta parte de la costa mediterránea, ayudando a preservar su patrimonio arqueológico.


 

Las investigaciones arqueológicas en la comarca de Níjar se inician a finales del siglo XIX con los trabajos de L. Siret y su capataz P. Flores en la necrópolis prehistórica de las Peñicas y el Tejar. Posteriormente durante la década de los años 30 y 40 G. y V. Leisner recopilan algunos de estos materiales y documentan estos enterramientos calcolíticos, publicándose en su obra monumental (Leisner, 1943). El descubrimiento de la necrópolis del Barranquete a finales de los años 60 motivó una primera intervención arqueológica a cargó de M. Fernández Miranda, quién puso al descubierto su importancia excavando varias tumbas de falsa cúpula. Entre 1969-1972 Mª J. Almagro Gorbea continuó estudiando una serie de tumbas megalíticas pertenecientes a la misma necrópolis, que dieron lugar a varias publicaciones (Almagro Gorbea, 1973a, 1973b). Años más tarde esta misma investigadora realizó varios sondeos arqueológicos en el poblado prehistórico de El Tarajal, situado muy cerca de esta necrópolis (Almagro Gorbea, 1976). No será hasta la década de los años 80 cuando comiencen los primeros proyectos de prospección arqueológica a cargo de J. Ramos localizados en el Campo de Níjar, desde Sierra Alhamilla hasta La Serrata. El estudio comprendía desde la prehistoria hasta la época romana (Ramos, 1986; 1987; 1990). Sin embargo, el área del Cabo de Gata ha sido una zona marginal donde no se había llevado a cabo ningún estudio relevante hasta comienzos de la década de los 90. El proyecto incluía prospecciones arqueológicas en todo el área de Cabo de Gata para la localización de los poblados prehistóricos, así como una serie de prospecciones geoarqueológicas que detectaran los georecursos y biorecursos potenciales empleados por estas poblaciones prehistóricas (Carrión et al., 1992).


 

El poblamiento prehistórico en la comarca se desarrolla durante la Edad del Cobre. La existencia de “centros” o núcleos importantes de población cercanos al área de estudio y los recursos naturales disponibles representaron un factor determinante para ocupar este territorio en épocas tempranas, demostrado a través de la presencia de poblados calcolíticos tanto en las zonas de interior como en la costa.


 

2. El territorio. Características físicas y geológicas


El Campo de Níjar comprende una gran unidad geomorfológica interna extendiendose desde la vertiente meridional de Sierra Alhamilla hasta La Serrata. Esta unidad forma un amplio corredor que transcurre en dirección noreste-sudoeste y comunica las tierras más meridionales de Almería con la cuenca del Andarax hacia el sudoeste; al mismo tiempo, enlaza con el levante almeriense a través de la Rambla de Alías. La red hidrológica está formada por una serie de ramblas que captan el agua que baja de Sierra Alhamilla y La Serrata hasta llegar a la Rambla Morales, que transcurre a través del corredor de Níjar, desembocando en el Golfo de Almería a escasa distancia de las Salinas de Cabo de Gata.

 

Sierra Alhamilla está formada por calizas dolomíticas y filitas en sus partes más altas, pertenecientes al complejo alpujárride; y en las partes más bajas por arcillas, limos y cantos pertenecientes al neogeno-cuaternario. La Sierra forma una barrera geográfica entre el Campo de Níjar y el Pasillo de Tabernas, aunque existen varios pasos naturales que comunican ambas zonas: la Rambla de Inox, situada en la zona más occidental; el Barranco de Huebro, en la parte central y la Rambla de la Añoreta, en el área oriental.

 

La intensa actividad volcánica formó una pequeña alineación conocida como La Serrata. Los materiales volcánicos están representados mayoritariamente por dacitas y andesitas anfibólicas, pudiendose observar también los conglomerados y las brechas piroclásticas; y en zonas muy localizadas, pequeños núcleos de calizas y calizas oolíticas.


La Rambla del Hornillo forma otra unidad situada entre la Serrata y la Sierra de Gata que desemboca en la Rambla Morales a la altura de El Barranquete. Los materiales  pertenecen al Neógeno-Cuaternario y están compuestos por arcillas y cantos de origen volcánico. Desde el Barranquete hasta la desembocadura la rambla Morales se abre progresivamente hacia el mar, observándose pequeñas elevaciones que dominan el paisaje a uno y otro lado de la rambla.


 

Sobre la zona más meridional se eleva el complejo volcánico de la Sierra de Cabo de Gata en dirección sudoeste-noreste, constituyendo uno de los macizos volcánicos más importantes de la Península Ibérica. Estas emisiones volcánicas comenzaron hace unos doce millones de años, habiendo finalizado hace aproximadamente unos cinco millones de años. Las rocas volcánicas que aparecen son las andesitas, las dacitas, las riolitas y las tobas predominando las primeras. Dicha formación se inicia en el Cerro San Miguel, situado en la parte más suroccidental, y continúa hasta Carboneras perdiendo progresivamente altura hacia la parte oriental.


 

El paso principal entre el área del Barranquete y el litoral del Cabo de Gata se localiza sobre la parte central de la sierra, entre la Boca de los Frailes y El Pozo de los Frailes. Asimismo Presillas Altas y Las Hortichuelas forman otros pasos de menor entidad situados en la parte oriental.


 

En la Sierra de Gata destacan cinco áreas geomorfológicas: la primera conocida el Cerro de San Miguel, que domina el extremo meridional del Cabo de Gata, formada por una zona serrana y un litoral muy escapado; El Barronal, formada por el cerro del Barronal y la llanura litoral de Genoveses; el área de la Rambla de los Frailes; barranco de la Capitana; y finalmente el área de las Hortichuelas.

El paisaje actual está dominado por una vegetación contraída dominada por especies arbustivas de tipo xerófilo como el esparto, el tomillo, la cornicabra o el espino. Existen algunas zonas de mayor humedad localizadas en las ramblas y barrancos de Sierra Alhamilla donde aparecen especies como el álamo, la coscoja y algunos ejemplares de encinas y madroños; especies que se han visto reducidas, casi en su totalidad, por actividades como el pastoreo, el carboneo o la tala de árboles. La consecuencia directa ha sido el arrastre y la pérdida de suelos y el avance de la línea de costa por los aluviones aportados por la Rambla Morales y la Rambla del Hornillo.


3. El poblamiento durante la Edad del Cobre


Una primera aproximación al poblamiento de la Edad del Cobre nos lleva a pensar en una ocupación del territorio homogénea. Sin embargo, un análisis detallado de cada área geomorfológica demuestra diferentes estrategias territoriales vinculadas a la presencia de recursos naturales de distinta índole.
 

La Rambla de Inox se sitúa sobre la parte más occidental del estudio y constituye una de las áreas donde se documentan dos asentamientos pertenecientes a la Edad del Cobre: Pueblo de Inox y Tahalbar II. El primero se sitúa sobre una ladera aterrazada en la margen derecha de la rambla y el segundo sobre un pequeño llano, que domina visualmente parte del campo de Níjar. En ambos casos existen buenas condiciones para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, localizándose varias fuentes cercanas. Los afloramientos metálicos de mineral de cobre aparecen sobre un área cercana, la Rambla de del Agua, situada a unos 3.5 km. desde la zona donde se localizan estos yacimientos.


La parte central de Sierra Alhamilla se estructura en torno a otra unidad como es el Barranco de Huebro, que constituye una de las áreas de mayor ocupación calcolítica. Los asentamientos de Cerricos I y Cerricos II ocupan las partes bajas y medias de esta área conectándose visualmente con todo el Campo de Níjar. Desde la parte central de la comarca se observa en primer lugar el yacimiento de Cerricos I, situado sobre una serie de pequeños cerros que forman una alineación que cierra la parte interior del Barranco de Huebro. El poblado de Cerricos II se ubica sobre un espolón, cortado por dos ramblas, ocupando una situación estratégica rodeado por pequeños fortines situados en sus inmediaciones –Cerricos I- que controlan visualmente todo el Campo de Níjar.


En las inmediaciones de estos poblados se localizan las necrópolis de Las Peñicas y El Tejar. La primera es una necrópolis formada por tumbas de cámara circular con falsa cúpula y con corredor, excavadas por P. Flores y documentadas por los Leisner (Leisner, 1943). En el perímetro encontramos cuatro “tholoi” bastante bien conservados, aunque a juzgar por los hallazgos que se observan en superficie, el número de estas tumbas pudo ser bastante mayor. La necrópolis del Tejar constituye otro grupo de tumbas localizado a unos 200 m. de la anterior, situada en la parte oriental de la rambla, y formada por un grupo de once tumbas megalíticas de diversa tipología –de cámara circular o pentagonal sin corredor. La proximidad a los poblados anteriormente mencionados hace pensar en una estrecha vinculación entre ambos, así como la presencia de prácticas funerarias diferentes que pueden corresponder a diferentes poblaciones o a cronologías anteriores.


En el área más levantina de Sierra Alhamilla se encuentra la Rambla de la Añoreta ubicada sobre el mismo complejo alpujárride, pero en un contexto diferente en el que dominan las cuarcitas y los micaesquistos y donde no aparecen documentadas las mineralizaciones de cobre, que podría explicar la ausencia de asentamientos calcolíticos en esta área, aunque también podría deberse a un déficit a nivel de investigación.

El área central está dominada por una extensa llanura que forma el Campo de Níjar, compuesto mayoritariamente por arenas, limos y gravas cuaternarias procedentes de Sierra Alhamilla y La Serrata. Los asentamientos están presentes sobre la parte central frente a la Rambla de Huebro donde se sitúa Boquera Morillas; y otro grupo localizado en la parte meridional del corredor, conectado visualmente con el anterior, sobre la vertiente meridional de La Serrata, representado por los asentamientos de El Búho, El Pozo del Capitán y el Cortijo del Parralero.

 

El asentamiento de Boquera Morillas ocupa una amplia extensión sobre una llanura en la margen derecha de la rambla del Artal. Estaba formado originalmente por un poblado y una necrópolis, que fue alterado gravemente por la construcción de la A-92 y por la remoción de tierras para el cultivo, desapareciendo casi toda el área de necrópolis. El territorio sobre el que se asienta ofrece excelentes posibilidades para la práctica de la agricultura de secano y el desarrollo de pequeñas huertas. La proximidad a los poblados de Los Cerricos I y Los Cerricos II, - unos 1.500 m- lleva a establecer una estrecha relación entre estos dos grupos.


El siguiente grupo se localiza sobre el borde septentrional de la Serrata y se encuentra a unos 6.5 Km. del anterior. El Parralero y el Pozo del Capitán forman el grupo más oriental, situados junto a dos fuentes, controlando todo el piedemonte de esta sierra. Las zonas bajas cercanas a estos asentamientos poseen buenas condiciones para el desarrollo de la agricultura. En las inmediaciones se han observado pequeñas explotaciones mineras de época moderna, pudiendo existir alguna pequeña explotación de época prehistórica. Sobre la parte más occidental de la Serrata se sitúa el asentamiento de El Buho, destruido casi en su totalidad por los desmontes realizados en sus inmediaciones.


Próxima a la desembocadura de la Rambla Morales se localiza el siguiente  grupo formado por El Barranquete. Los asentamientos calcolíticos están situados sobre cerros de escasa altura que dominan el paisaje atravesados por varias terrazas fluviales donde pudo desarrollarse la agricultura. Las excavaciones de El Tarajal establecieron la única secuencia estratigráfica disponible en la comarca (Almagro, 1976) que va desde el Cobre Pleno hasta un Bronce inicial. Las fechas calibradas nos indican un cal. 2895 a.n.e como fecha inicial y un cal. 2294 a.n.e. para los últimos momentos (Nocete, 2001: 37). Otro de los asentamientos localizado en el área es el Cortijo de Buenavista, situado muy cerca de la línea de costa antigua, aunque en la actualidad se encuentre a unos 5 km. de la costa. Entre ambos asentamientos existe una distancia de 2 km. Visualmente estaría controlando gran parte del estuario, ya que el poblado de El Tarajal ocupa una situación menos avanzada. En cambio no se ha detectado la presencia de afloramientos metálicos, aunque dada la cercanía al grupo de La Serrata pudieron estar estrechamente relacionados.


En la margen derecha de la rambla se localiza la necrópolis de El Barranquete, relacionada directamente con el poblado de El Tarajal. Esta necrópolis tuvo originariamente una extensión mayor, observándose restos de esta en terrenos cercanos como la necrópolis de Amarguilla. Más abajo y en la misma margen se observa otra necrópolis relacionada más bien con el poblado de Cortijo de Buenavista.


El grupo de El Barranquete ocupa una situación estratégica controlando el mayor paso hacia la zona suroriental que forma el área del Cabo de Gata. Asimismo constituye un punto intermedio entre el territorio de Los Millares y el Cabo de Gata por lo que pudo haber jugado un importante papel en el control de esta área que a continuación analizamos.


La Sierra de Cabo de Gata forma una gran unidad geográfica de origen volcánico que cierra casi por completo todo el litoral, condicionando el poblamiento prehistórico de esta zona que dispone de un único paso terrestre formado por la Boca de los Frailes que comunica las zonas del interior con la costa levantina.

Sobre la parte más occidental se sitúan las salinas de Cabo de Gata donde se localiza uno de los primeros asentamientos calcolíticos conocido como Cerro de la Testa. La escasa distancia a las salinas y la zona de marismas hace pensar en una estrecha relación con actividades como la pesca, el marisqueo y la caza que pudieron ser explotadas por esta comunidad. Al mismo tiempo en sus proximidades se localizan otros recursos potenciales mineros donde se localizan las andesitas y los jaspes volcánicos.


Al cruzar el Cabo de Gata hacia levante nos encontramos con la unidad de El Barronal que comprende no sólo este macizo costero sino también las depresiones y formaciones montañosas interiores que lo bordean. En los Genoveses se localiza el primer asentamiento calcolítico conocido como El Barronal I, instalado sobre una suave ladera que domina visualmente la playa de Genoveses. Sobre la cima del macizo montañoso queda ubicado otro asentamiento: El Barronal II donde se localizan varias instalaciones  -canteras- en las que se extraen las dacitas. El Morrón de Genoveses es otro de los enclaves localizados en el extremo más oriental sobre un pequeño saliente en el mar, que pudo estar ejerciendo una función de control visual de la costa. Y en último término, hacia el interior quedaría situado el asentamiento de Barranco de Poyatos que explotaba pequeños afloramientos de mineral.


El paisaje degradado, casi desértico, que observamos en la actualidad, no corresponde a la vegetación existente durante la prehistoria reciente, si atendemos a los numerosos análisis realizados en la región (Rodríguez-Ariza, 1992, 1993, 1996). Este territorio  disponía de tierras adecuadas para el desarrollo de la agricultura de secano, de pastos para el ganado en áreas colindantes y de áreas boscosas donde abastecerse de leña y madera, tanto para uso doméstico, como para el desarrollo de actividades como la fundición del mineral, sin olvidar el importantísimo papel que jugaron los recursos marinos –pesca, marisqueo o la extracción de la sal (Carrión et al, 1992).
 

La posición estratégica y el tamaño del poblado del Barronal I revelan una dependencia del resto de asentamientos sobre éste, que forman pequeños núcleos de población ubicados en lugares donde se concentran determinados recursos. El asentamiento principal se dedica a actividades relacionadas con la producción de alimentos, la extracción de rocas andesíticas (Carrión et al, 1992) y a los intercambios con otros territorios.


La Rambla de los Frailes es la siguiente área que encontramos hacia levante, ocupando desde el Pozo de los Frailes hasta llegar a San José. Destaca el poblado del Pozo de los Frailes que ocupa parte del núcleo urbano actual, situándose sobre el paso principal que comunica las tierras del interior con el litoral. Sobre la sierra levantina que bordea San José aparece el poblado de Calahiguera II. Se trata de un asentamiento con varias fases de ocupación –calcolítica, romana y musulmana- situado junto a la desembocadura de la rambla y muy próximo al mar. Como en otros casos los afloramientos de dacitas y andesitas están muy cercanos. Otro de los asentamientos conocidos en este área es el Cortijo de Pascual o Las Pedrizas, que se asienta sobre un cerro de escasa altura frente a San José formado por andesitas anfibólicas.


Como en otros casos analizados se trataría de un territorio jerarquizado en el que el Pozo de los Frailes desempeña una función de control de la principal vía de comunicación hacia el Campo de Níjar y concretamente hacia el área del Barranquete. La extensión del poblado refuerza la idea del papel hegemónico que este pudo desempeñar no sólo para esta área sino para otras situadas en el resto del litoral como se analizará a continuación.

 

Desde la Rambla de la Capitana hasta el Barranco del Negro se extiende la siguiente unidad geográfica, en la que se han documentado un total de seis asentamientos pertenecientes a la Edad del Cobre. El patrón de asentamiento es similar a las unidades anteriores, instalándose sobre terrenos volcánicos próximos a recursos susceptibles de ser explotados como afloramientos metálicos –cobre, plomo, plata y oro- y rocas volcánicas -dacitas y andesitas-, enclavados sobre terrenos montañosos localizados a cierta distancia de la costa, como es el caso de Hoya del Paraíso y Presillas Altas, ambos con una posterior ocupación romana, o el Paraíso y las Presillas Bajas.

 
El asentamiento de Los Escullos I se sitúa sobre la margen derecha de la rambla de la Capitana, protegido por las formaciones rocosas litorales que actúan como barrera impidiendo la entrada del mar durante los temporales de levante. Es un yacimiento que incluye una primera ocupación calcolítica y otra posterior de época romana.  Sobre la llanura que forma el propio yacimiento se distingue una pequeña elevación artificial producidas por los derrumbes de estructuras, que discurren en dirección norte-sur, pudiendo tratarse de una muralla que separa el poblado de la línea de costa. Se trataría del enclave estratégico de esta unidad que canaliza las producciones mineras procedentes del interior.


La Isleta del Moro es un asentamiento costero que forma parte de esta misma unidad que controla visualmente todo el litoral, desempeñando una función de control costero y vinculado estrechamente al poblado de los Escullos. Por último, aparece un área de necrópolis hacia el interior sobre la margen derecha de la rambla de la Capitana conocida como Cortijo del Gitano y Cortijo de Pascual. Se encuentra a mitad de camino entre los yacimientos costeros de los Escullos y los interiores como Presillas Bajas. Se trata de la única necrópolis localizada en la zona por lo que planteamos la hipótesis de un lugar de enterramiento compartido por varios poblados dependientes de los Escullos I, aunque también han podido desaparecer otras áreas de necrópolis por la intensa roturación a la que se han visto sometidas estas tierras en etapas recientes.


 

Sobre la parte más oriental de la Sierra de Cabo de Gata destacamos otra área geográfica que incluye desde la Rambla del Playazo hasta la Rambla de Las Negras. A grandes rasgos el área se asienta sobre terrenos de origen volcánico en el que dominan las dacitas y las andesitas, las brechas piroclásticas de dacitas y andesitas, así como zonas de aluvión y coluvión de arenas, limos y cantos. También aparecen documentados algunos afloramientos metálicos de oro y plata.


Durante el III milenio en esta unidad destacan los asentamientos de los Caretones del Playazo, Las Hortichuelas y Loma del Molino. El primero de ellos se sitúa en la parte más occidental, sobre la margen izquierda de la Rambla del Playazo. En un área cercana al poblado aparece documentada una explotación aurífera, conocida como Los Tollos y en las inmediaciones se localizan los afloramientos de dacitas y andesitas. La presencia de agua sobre la rambla, junto a una zona abierta donde se pudieron ubicar pequeñas parcelas agrícolas y las posibilidades pesqueras hacían del yacimiento un lugar adecuado para instalarse.
 

El asentamiento de Las Hortichuelas se localiza hacia el interior en la barriada que le da nombre, abarcando una superficie superior a la del propio núcleo urbano. En las inmediaciones aparecen documentados pequeños afloramientos de dacitas y andesitas, así como yacimientos de oro y plata, destacando la zona conocida como el Cerro de las Hortichuelas y las Cuevas de Ortiz, lugar que ha sido explotado hasta bien entrado el siglo XX. Su cercanía al mar y la aparición en superficie de algunos restos de malacofauna hacen pensar en una estrecha vinculación con el medio marino. El entorno posee pocas posibilidades para la práctica de la agricultura, pudiendo depender de otras zonas cercanas como la Loma del Molino.


El asentamiento de la Loma del Molino se ubica sobre un espolón en la margen derecha de la rambla. Durante las prospecciones se han podido observar algunos materiales correspondientes a la Edad del Cobre, aunque también existen algunas noticias sobre la presencia de una tumba argárica en las inmediaciones (Arribas, 1964) cuestión que no se ha podido confirmar, pudiendo deberse más bien a una confusión en la denominación de dicho asentamiento, pudiendo tratarse del yacimiento de la Joya muy próximo a la zona. Loma del Molino se halla a 1 km del anterior sobre una zona que conecta visualmente la desembocadura de la rambla de las Hortichuelas con el poblado epónimo.


A nivel general durante el III milenio a.n.e. se observan diferencias apreciables entre los territorios analizados con estrategias económicas diversas. Las áreas interiores del Campo de Níjar ofrecen un poblamiento nuclearizado en torno a los valles más importantes que bajan de Sierra Alhamilla destacando el núcleo de los Cerricos, próximo al núcleo de Níjar, y el área de Barranquete y el Tarajal, sobre la desembocadura de la Rambla Morales. Las fechas de ocupación más antigua en la comarca pertenecen al poblado de El Tarajal cal. 2895 a.n.e. y El Barranquete cal. 2944 a.n.e. (Nocete, 2001: 37) permitiendo afirmar la presencia de una ocupación más tardía en el Campo de Níjar correspondiente a los inicios del Cobre Pleno, que en otros territorios como la comarca de Tabernas y el valle del Andarax.

Frente a un modelo de poblamiento concentrado sobre áreas potencialmente aptas para el desarrollo de la agricultura de secano y la ganadería, en el área del Cabo de Gata encontramos una ocupación que se extiende a través de todo el territorio, buscando no únicamente terrenos favorables para el desarrollo de actividades relacionadas con el consumo, sino ocupando tierras “marginales” donde quedan localizados importantes recursos que cada vez más demandan los “centros nucleares”. Por un lado, se observa la presencia de asentamientos que ocupan tierras llanas, en general, cercanas a fuentes de agua o a cauces de ramblas; y por otro, la existencia de poblados situados en los bordes de las sierras y próximos a ciertos recursos como rocas volcánicas –dacitas, andesitas, jaspes-, o a metalotectos de minerales como la azurita, la malaquita, la plata y el oro. La proximidad de algunos recursos y la presencia de evidencias mineras –canteras, artefactos relacionados con tales actividades- nos llevan a plantear la existencia de una minería que ocupa territorios marginales nunca ocupados anteriormente durante la prehistoria reciente. Este momento coincidiría con la máxima expansión del poblado de Los Millares y con la construcción de alguno de sus fortines (Arribas et al., 1987).


El modelo territorial que se establece en el área del Cabo de Gata durante el III milenio a.n.e. es un modelo importado desde las áreas nucleares. Un modelo de control y distribución de los recursos a través de complejos mecanismos sociales y políticos que tienen su reflejo en el territorio. La presencia de una jerarquización entre asentamientos detectada, al menos, a dos niveles diferentes en cada una de estas áreas avala esta tesis.



 

4. El poblamiento durante la Edad del Bronce


La ocupación del territorio de Níjar durante la Edad del Bronce, como en otras regiones del sur de la Península Ibérica, rompe con el modelo territorial precedente, coincidiendo en su localización con el sustrato precedente en pocas ocasiones. Tal vez el único de los asentamientos que perdura hasta el Bronce Inicial sea El Tarajal como indican las dataciones radiocarbónicas. Las fechas más recientes con que contamos corresponden al cal. 2294 a.n.e. (Nocete 2001: 37), que podría corresponder a alguno de los enterramientos más recientes documentados en la necrópolis de El Barranquete. Sin embargo, no parece corresponderse a la tónica general observada en el resto de los poblados  de la Edad del Bronce.


Diversos estudios y prospecciones llevadas a cabo en el Campo de Níjar demostran la existencia de un importante vacío poblacional durante la Edad del Bronce (Ramos, 1986; 1987). Los emplazamientos quedan localizados en zonas de difícil acceso con una altura relativa muy superior a las de épocas anteriores. Los lugares elegidos priman el carácter defensivo y de cercanía a recursos mineros, frente a la elección de sitios con mejores condiciones para el desarrollo de las actividades agropecuarias.

Uno de los escasos asentamientos documentado en esta zona se localiza en Sierra Alhamilla en las inmediaciones de Huebro. Se trata de un asentamiento de altura encajado en la sierra con unas excelentes condiciones de visibilidad sobre todo el territorio circundante. Este poblado guardaría alguna relación con el grupo de asentamientos  situado sobre las estribaciones septentrionales de Sierra Alhamilla (Lull, 1983:279), como es el caso del Peñón de Inox  en Turrillas o Peñicas Negras en Sorbas.

 

Sobre el curso inferior de Rambla Morales se localiza el asentamiento de El Tarajal y la necrópolis del Barranquete cuyo final vendría a coincidir con los inicios de la Edad del Bronce, aunque sin una continuidad en su ocupación según las estratigrafías publicadas (Almagro, 1976: 318). Asimismo durante el transcurso de las prospecciones llevadas a cabo en el área de la Serrata, se ha documentado un pequeño asentamiento perteneciente al II milenio a.n.e. Como en el caso de los asentamientos calcolíticos presentes, el yacimiento de Pozo del Capitán II se encuentra en las inmediaciones de pequeños afloramientos de mineral.


En la parte occidental de la Sierra de Cabo de Gata se localiza el asentamiento de El Barronal III. Este poblado cambia el emplazamiento anterior de llanura para erigirse en la cima de este macizo montañoso. Los restos indican la presencia de una muralla que rodeaba todo el poblado. Las cercanas canteras indicarían la continuidad de estas explotaciones durante la Edad del Bronce, aunque la proximidad de los afloramientos metálicos de Poyatos también pudo estar estrechamente relacionada con dicha instalación.
 

El área de la rambla de Pozo de los Frailes concentraba importantes núcleos calcolíticos que durante la Edad del Bronce se verán restringidos a la zona de Calahiguera II. El poblado ocuparía las partes altas de Calahiguera disponiendo de una magnifica visibilidad del litoral de San José. En cambio no se han podido documentar poblados pertenecientes a este época en la Rambla de la Capitana que indicaría el escaso interés por esta zona en los que se localizan afloramientos de jaspes.
 

Los enclaves más orientales de Cabo de Gata se sitúan en el área de Rambla de las Negras ocupados anteriormente durante la Edad del Cobre. Algunos poblados calcolíticos como Las Hortichuelas o Loma del Molino desaparecen, siendo sustituidos tales emplazamientos por otros como el Cerro del Granadillo y La Joya.

 
 

El Cerro del Granadillo está situado sobre una pequeña zona amesetada cercana al cerro de Las Hortichuelas. Se trata de un asentamiento minero muy próximo a los afloramientos de cobre, y a un poco mayor distancia de los filones de oro y plata. El transcurso de la investigación podrá resolver en qué grado pudieron haberse explotado dichos recursos transportados por la rambla hasta el cercano yacimiento de La Joya. El lugar elegido para la Joya es un cerro de altura considerable que cae directamente al mar y controla visualmente todo el área costera de Las Negras. A juzgar por los restos hallados en superficie se trataría de un asentamiento argárico con un complejo urbanismo en el que se distinguen varias terrazas artificiales, ocupadas presumiblemente por cabañas y un recinto amurallado situado en su cima. Su disposición se interpretaría como otro asentamiento costero que controla la producción minera interior y se encarga del intercambio comercial a través del litoral.


 

5. El papel de las periferias mineras frente a los centros de demanda


Los primeros asentamientos conocidos en el área de Níjar pertenecen a los momentos iniciales del Cobre Pleno, instalándose sobre terrenos aptos en el desarrollo de la agricultura. El Campo de Níjar y su principal vía de comunicación natural, la rambla Morales, jalonaron el poblamiento inicial procedente de territorios limítrofes como el Valle del Andarax y el Pasillo de Tabernas. Los diferentes estudios y análisis realizados sobre yacimientos prehistóricos en la región demuestran un paisaje diferente al actual (Driesch, 1973; Rivera et al., 1988; López, 1988; Rodríguez-Ariza, 1992, 1993, 1996; Stika, 1991). La gran variedad de recursos naturales disponibles, como la existencia de buenas tierras de cultivo en torno a las ramblas y barrancos actuales –ríos y arroyos por donde circula el agua durante determinadas épocas del año hacia el III y II milenio a.n.e.-, amplios terrenos de monte para el consumo de madera, la introducción de ganados o la práctica de la caza, fueron elementos a tener en cuenta en esta ocupación inicial.


Las áreas de El Barranquete y Barranco de Huebro son las primeras zonas en ocuparse, aunque esta última podría revelar la presencia de una ocupación más antigua si se tiene en cuenta las necrópolis de El Tejar y Las Peñicas. Estas ocupaciones buscan tierras fértiles desarrollando importantes poblados como El Tarajal y Los Cerricos II. En torno a ellos se localizan otra serie de poblados, generalmente de pequeñas dimensiones, que  controlan visualmente los pasos hacia estos asentamientos principales. El modelo de ocupación territorial jerarquizado del Estuario del Andarax (Molina, 1988: 259) y la propia dinámica de la sociedad de Millares exportaron este modelo a áreas cercanas como el Campo de Níjar.


En un momento más avanzado del Cobre Pleno se produce una ocupación de áreas más “marginales” donde las tierras de cultivo son más escasas, pero están presentes otros recursos cada vez más demandados por los “centros”. La acumulación de los excedentes de producción por parte de determinados grupos sociales, observable en los “objetos de prestigio” de los funerarios de la necrópolis de Los Millares (Chapman, 1981, 1990; Molina, 1988) originó nuevas estrategias en el control y la ocupación de territorios donde se localizan estos recursos. La diversidad geológica y medioambiental de Cabo de Gata no sólo ofrecía minerales como la azurita, la malaquita o la plata, sino toda una serie de recursos que servían a una economía complementaria, aunque no menos importante, como la cantería de rocas volcánicas para la fabricación de molinos–andesitas y dacitas- (Carrión et al., 1993, 1998) el desarrollo de la industria tallada –explotación de los jaspes-, la explotación de los recursos marinos o la producción de sal.


La concentración de asentamientos sobre el Cabo de Gata asociados a contextos no subsistenciales indica una creciente demanda de metal tanto para la fabricación de herramientas como para el depósito de elementos metálicos en los enterramientos colectivos. El modelo territorial impuesto desde el “centro” puede ofrecernos ciertas claves en las relaciones sociales que marcaran las producciones periferias. Los grupos sociales dominantes ejercieron un papel fundamental en las periferias estableciendo vínculos de dependencia –familiares,  económicos o ideológicos- que les permitiesen ejercer el control de las producciones y del intercambio desde los centros de poder.  
 


La dependencia de las economías periféricas respecto a los centros de intercambio fue tan estrecha, que al interrumpirse esta demanda, las periferias se resientieron provocando el abandono de la mayoría de los poblados mineros, demostrándose una vez más su estrecha vinculación a los centros de demanda. El poblado de El Tarajal y la necrópolis de El Barranquete constituyen uno de los escasos ejemplos donde se observa una ocupación que llega hasta el Bronce Antiguo. Sin embargo, esta ocupación no sería continua en el tiempo, según demuestran las estratigrafías publicadas  (Almagro, 1976). A partir de este momento comienzan a aparecer poblados de nueva planta, siendo su patrón de asentamiento bastante diferente al que se había documentado hasta ese momento.


Los yacimientos de la Edad del Bronce localizados en el Campo de Níjar son poco conocidos a excepción de Huebro; en cambio, sobre el área del Cabo de Gata si existe un mayor conocimiento observándose un patrón de asentamiento bastante similar entre las diferentes áreas.


 

Se trata de modelo bipolar en el que aparece un asentamiento de tamaño considerable que tiene como función el control de un territorio concreto. Este tipo de poblados se localizan sobre cerros escarpados, que dificultan su acceso mediante la construcción de recintos amurallados como el caso de El Barronal II o La Joya.  Los casos estudiados presentan un excelente control visual de las zonas costeras, instalándose sobre cerros próximos al litoral. Por otro lado, aparecen pequeños poblados instalados sobre zonas montañosas del interior próximos a afloramientos de mineral. A nivel superficial estos asentamientos no poseen la complejidad urbanística observada en los casos anteriores. La asociación a los contextos de explotación minera es clara, tanto por las evidencias de cantería como por las herramientas halladas en superficie (Carrión et al., 1993).


La distancia entre los asentamientos costeros y los poblados mineros no supera los 2 km. existiendo una estrecha conexión territorial. Ambos tipos de asentamientos están comunicados por pequeñas depresiones o por cauces de ramblas. Las dimensiones de los asentamientos costeros, su posición estratégica y su complejidad urbanística nos llevan a plantear un estrecha vinculación con los anteriores, ejerciendo un control efectivo sobre las producciones mineras.

 

El modelo de ocupación territorial desarrollado durante época argárica es mucho más restringido y especializado que durante la Edad del Cobre, localizándose únicamente sobre las áreas del Barronal, Rambla de los Frailes y Las Hortichuelas. La conexión de estas áreas con la costa y el papel desempeñado por estos asentamientos plantea la presencia de unas rutas marinas costeras consolidadas, que canalizan las producciones mineras y objetos de prestigio con otras comarcas del SE peninsular.

Diferentes estudios relacionados con la sociedad argárica coinciden en señalar la existencia de una unidad territorial (Lull, 1983; Schubart y Arteaga, 1986), la aparición del estado (Lull y Risch, 1995), la existencia de una jerarquización territorial en los grupos del Almanzora, Aguas y Antas (Chapman et al, 1987; Schubart y Arteaga, 1986) que llevó a ocupar áreas cercanas como la Sierra de Gata ante la evidencia de afloramientos mineros superficiales.


La presencia de un patrón de asentamiento restringido asociado a contextos mineros en el área del Cabo de Gata no es explicable si estas producciones mineras no están conectadas a los circuitos comerciales desarrollados y controlados por los grupos sociales dominantes de comarcas próximas. En este sentido ciertos asentamientos del Levante Almeriense y del sur de Murcia pudieron ejercer un control sobre las producciones mineras de la costa almeriense.

 

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