TARTESSOS

 
                                                     

DENUNCIA:

LAMENTABLE ESTADO DEL YACIMIENTO TARTESICO DE MONTEMOLIN, EN MARCHENA (SEVILLA)

 

  José Antonio Suárez - Marchena

 

 

 

Sirva este articulo para denunciar el estado de abandono del yacimiento tartesio y fenicio de Montemolin (Marchena) situado en terreno privado y que no puede ser visitado en la actualidad.


El cerro de los fenicios

"Llegan los fenicios y descargan su mercancía: la extienden sobre la arena, encienden fuego y regresan a sus navíos. Cuando los nativos ven el humo acuden a la orilla del mar tomando lo que quieren, y dejando oro a cambio.(...). Si los fenicios están de acuerdo recogen y se van.(...) Todo hecho con la mayor honradez". Cuenta Herodoto. No es difícil  imaginar esta escena en las riberas del lago Ligustino, cuando la costa estaba muy cerca del fértil cerro de Montemolín, parte de una Tartesos rica en oro y plata.

Desde este cerro, se observan inmensas extensiones de girasol, olivo y trigo, regada por la serpeante culebra del Corbones y coronadas por un cielo de plata. Montemolín es una metáfora de Marchena. Aparentemente se trata de una pequeña elevación en medio de un llano sin principio ni fin, como
cualquiera otra, sin más ni menos. Vico y Montemolín, son apenas dos leves senos de la madre tierra fecunda, acariciados por el río Corbones, y origen de todo cuanto surgió en estas latitudes, diosa madre, trasunto de todas las divinidades femeninas.

Sin embargo, y como ocurre muy frecuentemente con las cosas de esta tierra, cuando se acerca uno al origen de la cuestión, acaba descubriendo una riqueza de matices y de verdades ocultas que acaban transformando la visión que se tenía previamente. De esta forma, nuestra vieja tierra siempre acaba
por espolearnos la  curiosidad por saber.

Con  un golpe de azadón se produjo el reencuentro entre el hombre moderno y los dioses antiguos. Aquel anónimo cerro de trigo, pasó a ser el cerro de los fenicios y cartagineses. Uno de los 209 enclaves arqueológicos del municipio, que siguen siendo destruidos lenta pero inexorablemente.

Montemolín y Vico son cualquier cosa menos pequeñas elevaciones insignificantes. Son dos lugares clave para la historia y el mito, con hallazgos novedosos que confirmaron las influencias culturales entre fenicios y tartesios. Todo ello a pesar de las trabas encontradas por el equipo científico de la
Universidad de Sevilla, que continúa publicando y difundiendo los resultados en congresos y revistas especializadas. Este desconocido yacimiento contiene un complejo militar y funerario fenicio-cartaginés, estructuras hidráulicas, y urbanas, una zona sagrada, joyas de oro y plata, aras y sobre todo centenares de monedas. Además, amuletos, anillos, broches de cinturón, arracadas o grandes pendientes femeninos.

Los restos hallados -"una mínima parte de lo que hay" según María Luisa de la Bandera coordinadora del grupo científico-  nos hablan de un gran complejo sacrificial y de abastecimiento de carne (se han encontrado 60 kilos de huesos) . Los animales eran criados en libertad y cada invierno, toros, cerdos, cabras y ovejas se sometían a la matanza ritual en uno de los edificios encontrados, con zonas delimitadas para preparar las ofrendas, altar -piedra sagrada o betilo- para sacrificar las víctimas y lugares para preparar la carne.

La carne sacrificada era guardada en salazón -también era muy importante la industria de la sal, aun hoy se hayan áreas de agua muy salada en la zona- en recipientes cerámicos, algunos, como los "pithoi", usados en las grandes ceremonias de sacrificio, decorados con esfinges, grifos, toros y leones. Su
decoración sigue tendencias de talleres de Chipre, que transmitieron el repertorio decorativo cerámico cananeo y fenicio a los centros coloniales de Occidente a partir del siglo VIII a.c.

"Mlk"  era el término fenicio y hebreo para el sacrificio, pero también para designar a la persona que los llevaba a cabo, un personaje poderoso, una autoridad civil con poderes sacerdotales. Los animales sacrificados, vinieron a sustituir  los sacrificios humanos. Los expertos dicen que los hubo, aunque no fueran muy habituales.  Las estelas púnicas con palmeras y caballos aquí hallados- aluden al Tofet, lugar sagrado para el sacrificio humano.

No ha sido hallada aquí ninguna necrópolis ni resto de enterramiento, aunque sí en otros lugares del municipio, como la tumba-hipogeo con pozo y posterior túnel, hallada por Coullaut Valera. Para hallarla habría que continuar excavando. Los "refaim" o difuntos púnicos eran llamados a su última morada por Mot, señor de las sombras. Sus ojos y uñas, cubiertos con finas hojas de oro o plata, y a veces, su rostro era pintado de rojo. Se le rodeaba de sus amuletos y objetos cotidianos, además de huevos de avestruz
finamente decorados, como símbolo de resurrección. Tras el banquete funerario se rompían los platos sobre la tumba y finalmente se cerraba la losa o piedra del hipogeo. Así han sido hallados en la mayor necrópolis fenicia hallada, Puig des Molins, (Ibiza), donde arraigó especialmente el culto a la diosa Tanit.

A Montemolín, llegarían los hijos de Tanit, gracias a su protección, en torno al siglo VII a.c., procedentes de Siria, Chipre o Fenicia, pues el origen era muy variado. A los fenicios nos debemos el torno alferero,  el asno, el podenco, el alfabeto, y por supuesto, sus dioses.

Tanit-Astarté, diosa madre de la fertilidad. “producto de una comunidad sedentaria y matrilineal” (1).Tnt, en los alfabetos semíticios, avocales. “Tnt p,n B,l” “Tanit pene baal”, o “la que llora en el rostro de Baal”. Su signo protector, hallado en piedras talladas de distintos enclaves es un  triángulo como base, en medio una barra horizontal cuyas extremidades se elevan perpendicularmente, rematado con un circulo, un esquema primitivo de dama oferente, que básicamente se corresponde con todas las representaciones de diosas actuales y antiguas. “María, Reina de los Mártires, se convirtió en la única heredera de todos los nombres y formas” de las antiguas diosas.(2).

“Los fenicios gustaban de consagrar islas y promontorios a sus divinidades”.(3). Ríos, arroyos y manantiales estuvieron siempre asociados a sus santuarios. Tanit era diosa del rocío,  la lluvia y el agua. Sus templos se espaciaron por toda la ruta comercial fenicia desde Tiro a Gadir en cabos, penínsulas, islas o lagos, para que la señora de las aguas protegiese a sus navíos.

En el siglo VI se despuebla el cerro de Montemolín, donde queda la acrópolis o zona simbólica, como vestigio de origen y pasado, mientras surge una nueva ciudad cartaginesa a sus pies, en el cerro de Vico, un punto y seguido en la historia púnica.

El momento crucial en la historia de Vico-Montemolín habría de llegar en el siglo III a.c. Convirtiéndose en escenario de la segunda guerra púnica, cuando se erigió un campamento cartaginés, como en otros enclaves estratégicos. Los cartagineses pronto se hicieron con el control de las antiguas minas y posteriormente fundaron Cartago-Nova, poniendo en marcha la maquinaria económico-bélica. Reclutaron hombres y comenzaron a emitir moneda para preparar su guerra contra Roma.

Montemolín es uno de los puntos más antiguos en emitir moneda. “Este yacimiento es quizás el que concentra mayor número de piezas circulantes durante la estancia de los Barca en Iberia”, opina la investigadora María Luisa de la Bandera, (4) que considera “muy probable” que el yacimiento tuviese su propia ceca. Grandes cantidades de shekels procedentes de Cartago, Cádiz, Roma o Ibiza han sido  halladas en el yacimiento marchenero, lo que explica el papel decisivo que tuvo en el desarrollo de la guerra. 


“Incluso se ha llegado a proponer Montemolín como el centro de operaciones de las tropas cartaginesas más importante de Andalucía occidental”, dice De la Bandera. Shekels con representaciones de Melkart y Tanit, elefantes, caballos y palmeras inundan hoy museos y colecciones privadas de toda Europa, procedentes de Montemolín.

Sin duda alguna, desde el cerro de Montemolín, se puede uno asomar a nuestros mitos, dioses y costumbres más antiguos, pues allí están hundidas las raíces de este valle.


1.-Marija Gimbutas: “Diosas y dioses de la vieja Europa”.

2.- Joseph Campbell.

3.-Tucídides.

4.-"Montemolín: Una página de la historia de Marchena".