(RESUMEN DEL TRABAJO en la revista el Miliario Extravagante
62, 19-28; 1997)
I. Un enigma que sigue siendo un reto
¿Cómo es posible que el tema de Tartessos, que ha hecho
correr tanta tinta, ha sido objeto de tantas búsquedas
apasionadas o metódicas, científicas o literarias, ha
inspirado tantos ejercicios de imaginación, ha alimentado
tantos debates, ha dado lugar a leyendas pero también ha
suscitado importantísimos trabajos de especialistas
rigurosos de diversas disciplinas, no haya sido abordado
hasta ahora en las páginas de El Miliario Extravagante? ¿No
ofrece esta enigmática ciudad de los albores históricos de
España, rodeada de un halo de polémica y de misterio, un
tema típico para ser discutido en una publicación no
conformista que tiene el prurito de contemplar los problemas
de geografía histórica con criterio independiente y sin
dejarse arrastrar necesariamente por las opiniones de los
sabios?
Es verdad: Tartessos no figura hasta ahora para nada en
nuestros índices. Lamentable ausencia, a la que vamos a
tratar de poner remedio.
El punto de partida son las Actas del Congreso Conmemorativo
del V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular,
publicadas con el título Tartessos, 25 anos después,
1968-1993, Jerez de la Frontera; volumen de 653 apretadas
páginas que hemos examinado con cierta atención, y también
con la reverencia que merece el muy nutrido elenco de
doctores en arqueología, historia, paleogeografia,
geoarqueología, epigrafía y demás ciencias afines. Pero,
obviamente, la pretensión de un profano, o en todo caso un
aficionado marginal en algunas de estas ciencias, no puede
ser poner apostillas a los estudios recogidos en cuanto se
refieren fundamentalmente a los diversos aspectos de la
cultura tartesia, aspectos en los que no me cabe sino
admirar la cantidad de datos y materiales reunidos y la
finura y penetración de los análisis.
Ahora bien, aparte de los estudios sobre la cultura
tartesia, está la cuestión de la ubicación de la ciudad, y
sobre esto quisiera decir algo. Poca novedad tendrá lo que
diga (¿puede realmente sugerirse una ubicación en la que
alguien no haya pensado ya?), pero mi intención y mi
esperanza es animar a otros colaboradores, aunque no sean
especialistas en Tartessos, a exponer sus opiniones, sean
convencionales y académicas o innovadoras y extravagantes.
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VI. Entonces, ¿dónde estaría Tartessos?
Arteaga, Schulz y Roos (nota 6) no se arriesgan,
evidentemente, a proponer una respuesta. Pero han hecho
bastante, muy generosa y competentemente, para que los menos
prudentes y más dados a fantasear nos atrevamos, a partir de
sus conclusiones, a intentar dar unos pasos más, con el
riesgo que supone caminar en un terreno marismeño y tal vez
pantanoso.
Renunciemos al lago, o dejemos a lo más abierta su
posibilidad de existencia en las planas sevillanas, por
encima del "Estrecho
de Coria";
pero no renunciemos a la isla, al menos por ahora. Sobre la
situación de la ciudad en una isla parecen convenir Avieno y
Estrabón. iQue ésta se llamara o no Cartare no importa
mucho. Cabe imaginar dos posibilidades: i) una isla deltaica
enteramente rodeada por brazos del río, sin costa
propiamente marítima; ii) una isla fluvial por encima del "Estrecho
de Coria",
en la que podrían entrar las tierras donde siglos después se
establecería Hispalis. Ambas posibilidades se sugieren en
líneas punteadas en nuestra Fig.. ¿Cuál de ellas encajaría
mejor en los presupuestos geoarqueológicos que hemos
resumido en la sección V?
Si la formación deltaica llegaba, ya en 2680 a.C., hasta 15
ó 20 kms por debajo de
Coria del Río, en tiempos de
Argantonio (idos milenios después!) la extensión del delta
debería ser más que suficiente para dar cabida a una isla en
la que cupiera una ciudad. Otra cosa es que la calidad del
terreno fuese la más propicia para construir una ciudad,
cosa que Juan Gavala había negado con palabras rotundas:
"Todos los brazos, antiguos y modernos, con que el
Guadalquivir ha cruzado su estuario, terreno absolutamente
llano y horizontal, pues sus mayores desniveles no exceden
de un metro, sólo han podido limitar o rodear pequeñas
extensiones de terreno bajo, inundables en las crecidas y en
las grandes mareas, que no pudieron ser en ninguna época
lugares de asentamiento, y cuya posesión, en todo momento
precaria, nunca pudo despertar el afán conquistador de razas
importantes. " (op. cit. p 93)
No sé si alguien ha evocado antes esta otra posibilidad: una
isla fluvial por encima del
Estrecho
de Coria
y muy próxima a él. Entran aquí las vías romanas como
indicio.
VI. Sobre la ascendencia tartesia de algunas vias romanas
Que los romanos heredaron de los tartesios, a través de
fenicios, griegos o cartagineses, algunas vías comerciales o
militares, es cosa que no puede dudarse. Avieno (v. 178-182)
alude a un camino del estuario del Tajo a la región de
Tartessos (sin duda nuestra L85 - BL3, "Estrada dos Mouros")
y a otro que llevaría a Málaga. También puede suponerse una
ascendencia tartesia al famoso Camino de la Plata, probable
conducto del comercio del estaño en el que Tartessos era
intermediario. Pero el camino que ahora va a atraer nuestra
atención es la mismísima Iría Augusta.
Decíamos al principio que el nombre de Tartessos no ha
aparecido hasta ahora en El Miliario Extravagante. Pero lo
que sí hay es una alusión implícita en el Repertorio de
Caminos de la Hispania Romana (p.468), al comentar los
trabajos de Pierre SILLIÉRES sobre la Vía Augusta entre
Córdoba y Cádiz. He aquí nuestro comentario de 1987:
Hay algo que me deja insatisfecho en esta vía: ¿Por qué
apunta desde el Sur a la insignificante Orippo, y no a
Sevilla? ¿Por qué desde Carmona tampoco va derecha a Hispali,
sino que hace un esguince para entrar en ella? ¿Heredarían
los romanos un camino tartesio concebido en función de otros
núcleos de población distintos de los romanos, e incluso en
función de un distinto cauce del` Guadalquivir?
Los trazos rectos y gruesos (Fig.) son los tramos de la Vía
Augusta comprobados, de hecho mucho antes que Silliéres y
consignados en los mapas topográficos por lo menos desde
1918 (IG 984 y 1002).
Que la Vía Augusta tal como aparece descrita en los Vasos de
Vicarello y en el l.A. (A7, A10) no pasaba por Hispali sino
por un Hispalim-empalme, es algo que creo haber dejado claro
en ME 37,7-8. Pero esto no lo explica todo.
En algún lugar he expresado mi convencimiento de que la
primera Vía Augusta, en cuanto vía romana, iba mucho más
directa de Corduba y Astigi a Gades (nuestra B14). Pero
pronto la atracción de Hispali impondría el recorrido que
nos han legado los Vasos de Vicarello.
Y aquí está el hecho curioso, aparentemente desconcertante,
pero que podría ponernos en la pista de la solución de todo
este problema: los tramos de calzada que en principio se
explicarían por la atracción de Hispali, no tienen a Hispali
como punto de mira.
La hipótesis, pues, es ésta: los tramos en cuestión fueron
reaprovechados por los hispalenses/sevillanos, pero su punto
de mira primitivo era Tartessos. Es significativo que ambos
terminan en puntos por donde se supone correría el brazo
oriental del río Tartessos, donde se encontrarían los
respectivos embarcaderos (uno de ellos sería en tiempos
romanos la ciudad de Orippo). Las prolongaciones de nuestras
dos rectas se cortan a 3 ó 4 km al NE de
Coria
del Río, en un enclave del término municipal de Sevilla
titulado "Isla de Garza", cuyo aspecto actual ignoro, pero
que el Instituto Geográfico presentaba así en 1918 (Fig. 6
del trabajo completo).
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VIII.- Un pequeño cabo suelto: el estaño
Repetidamente se ha mencionado el estaño como uno de los
productos en que Tartessos basaba su riqueza. Es sabido, no
obstante, que en la región tartesia no hay ni se han
conocido nunca yacimientos de estaño. Todos los autores
están de acuerdo en que Tartessos funcionaba con toda
probabilidad como intermediario comercial entre las
explotaciones del Noroeste de la Península Ibérica e incluso
de las Islas Británicas y los mercados fenicios, griegos y
cartagineses.
Por ello resulta a primera vista extraño que Avieno hable
por dos veces de un monte (llamado "Monte Cassio" en el v.
259 y "Monte Argentario" en el v. 291; es probablemente el
mismo) que debe su nombre al estaño y en cuyas laderas
brilla este metal; monte que "domina a la laguna" y que no
estaría muy lejos del río si creemos que éste "arrastra en
sus aguas partículas del pesado estaño"
Creo que este enigma suplementario puede tener una
explicación sencilla. Si Tartessos funcionaba como una gran
factoría comercial, tendría que almacenar en algún lugar el
mineral de estaño venido del Norte antes de embarcarlo en
las naves de los compradores. Lógicamente, el gran almacén
al aire libre tendría que estar, en un lugar accesible
fácilmente a las naves. Así se formaría el llamado
hiperbólicamente "monte".
En el mundo antiguo tenemos un ejemplo análogo de hipérbole
en el "Monte Testacio", formado en las afueras de Roma por
la acumulación de fragmentos de ánforas y vasijas en las que
se importaba el aceite y otros productos para el mercado
romano.
BIBLIOGRAFÍA
1. J. GAVALA. Geología de la costa y bahía de Cádiz. El
poema Ora Maritima de Avieno. Son en realidad dos obras,
reimpresas en un solo volumen en 1992.
2. A. GARCÍA Y BELLIDO. España y los españoles hace dos mil
años según la "Geografía" de Strábon. Espasa Calpe. Novena
ed., 1986.
3. F. LASSERRE. Strabon. Geograghie. Texte établi et traduit
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4. Juan LÓPEZ. Libro tercero de la Geografia de Estrabón que
comprehende un Tratado sobre España antigua. Traducido del
latín por don -. Madrid MDCCLXXXVII. Ed facsímil, Valencia
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5. A. GARCÍA Y BELLIDO. La España del siglo I de nuestra era
(Según P. Mela y C. Plinio). Espasa Calpe. 1947.
6. O.ARTEAGA, H.D. SCHULZ Y A.M. ROOS: El problema del
“lacus Ligustinus”. V Symposium Internacional de Prehistoria
Peninsular. Tartessos, 25 anos después, 1968-1993, Jerez de
la Frontera